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Desinformación e información durante el impasse egipcio

Fuentes: Rebelión

Tras el fracaso del intento de infundir el terror a los manifestantes contra el régimen de Mubarak los días 2 y 3 de febrero, y la subsiguiente catarata de manifestaciones en todo Egipto, que reunieron en las calles de sus principales ciudades a millones de personas (ocho, según los manifestantes), el régimen egipcio ha cambiado […]

Tras el fracaso del intento de infundir el terror a los manifestantes contra el régimen de Mubarak los días 2 y 3 de febrero, y la subsiguiente catarata de manifestaciones en todo Egipto, que reunieron en las calles de sus principales ciudades a millones de personas (ocho, según los manifestantes), el régimen egipcio ha cambiado su estrategia, de la represiva a la «política», en el sentido en el que entiende «la política»: desinformación, mentiras, búsqueda de cabezas de turco, intentos de diseñar su oposición, intentos de dividir a la auténtica oposición, concesiones sin perder ni un institución ni palanca de poder, promesas, movilización de sus aliados, paciente espera, en fin, hasta que el mundo y los medios de comunicación mundiales, como siempre, se vaya olvidando de Egipto, y vuelva a caer en los estereótipos que la revolución del 25 de enero había comenzado a resquebrajar.

Al-Yazira y la televisión egipcia

Los «Jóvenes del 6 de abril», el grupo convocante de las protestas de enero, y su grupo ampliado tras ellas, «los jóvenes del 25 de enero» son los únicos, de entre las fuerzas de oposición, que han puesto el dedo en una de las llagas principales del régimen: cualquier negociación tiene que incluir un cambio radical en todo el conglomerado informativo estatal y en la política del régimen hacia los medios de comunicación. Todavía el 6 de octubre, cuando Omar Soleimán, vicepresidente de Egipto, iniciaba sus encuentros con «la oposición» que no se opuso a hablar con él, unidades del ejército detenían al periodista de Al-Yazira en inglés, Ayman Muhay Eddin. En los días anteriores, media docena de periodistas de Al-Yazira, incluido el director de su oficina en El Cairo, habían sido detenidos temporalmente. Esto se unía a la interrumpción de la emisión de Al-Yazira a través del canal estatal Nilesat, el 30 de enero, a la distorsión de sus imágenes difundidas a través de otros canales, y a los ataques de hackers a su página en internet en árabe. La campaña de acoso sería completada con la destrucción de las oficinas de la cadena en El Cairo por «maleantes».

El ministerio de Información egipcio quería quedarse sólo para gestionar la desinformación sobre el país, pero no lo conseguiría: al-Yazira no ha dejado de emitir, initerrumpidamente por sus dos canales de noticias en árabe comunicando sin cesar por teléfono con miles de egipcios, personalidades, dirigentes juveniles y ciudadanos en general de todos los lugares de Egipto y del exterior. Sus micrófonos no se han cerrado a los partidarios del régimen, pero, ¡ay!, no había demasiados.

Al-Yazira ha permitido que los egipcios desmintieran en tiempo real las maniobras de la televisón egipcia, que llegó a inventar, el viernes 5, entre el fragor de las manifestaciones, que los «Jóvenes del 6 de abril» abandonaban la plaza de Tahrir para constituir un partido político y presentarse a las elecciones. Al Yazira abrió sus micrófonos y sus imágenes a la locutora de la televisión Hala Fahmi, para que esta declarará, a pecho descubierto, que el propio ministro de Información había contratado a matones para que agredieran a los manifestantes.

Cabezas de turco: la vieja, la vieja nueva guardia y el nuevo régimen

El mismo Fiscal General del Estado (Abdel Maguid Mahmud) que ha entorpecido las investigaciones acerca de las muertes de jóvenes bajo tortura en los últimos meses (Jaled Said -por difundir la corrupción en internet-, Sayyed Balal -acusado del atentado contra la Iglesia de los Dos Santos en Alejandría-, Ahmd Shaabán -se ignora por qué-), ese mismo fiscal y su equipo, se han lanzado como una jauría contra los prohombres del régimen hasta ayer. Resulta que ahora saben, o les preocupa, cuanto han robado, malversado o manipulado Ahmad Ezz (hombre fuerte del partido y empresario), Rachid Mohammad Rachid (exministro de comercio e industria), Ahmad Nazif (ex-primer ministro), Atef Obeid (ex -primer ministro), Yusef Boutrus Gali (ex -ministro de Economía), Ahmad Al-Magrebi (ministro de la Vivienda), Zoheir Garane (ex -ministro de Turismo),… Todos los primeros ministros fueron nombrados por Mubarak, y sin duda gran parte de los ministros… hasta que empezó a intervenir en su nombramiento Gamal Mubarak, como secretario del Buró Político del partido gobernante, en la primera década del siglo XXI.

Gamal Mubarak entró en la política egipcia tras ser nombrado en 1997 por su padre portavoz del Consejo Presidencial Egipcio-Norteamericano, un órgano formado por los 15 principales hombres de negocios norteamericanos y egipcios con intereses en el país. A partir de ahí, ascendió hasta ser el hombre fuertedel partido en el gobierno, y llevando a sus espaldas a los magnates del sector privado, a los que progresivamente instalaría en el partido y en el gobierno. Ya en 1995, los hijos de Hosni Mubarak, Gamal y, sobre todo, Alaa, habían sido acusados en la prensa norteamericana y saudí de enriquecerse gracias a la posición de su padre. Las noticias aparecidas en estos días en The Guardian y ABC News, acerca de las riquezas de los Mubarak no son nuevas.

Gamal Mubarak y la nueva guardía habían conseguido descabalgar del poder, no sin muchos esfuerzos, a la vieja guardia burocrática del régimen. Ahora, Omar Soleimán y sus apoyos militares se frotan las manos por poder quitarse a ambos de encima a la vez. El problema es que no encuentran mucho donde rascar para encontrar figuras limpias. Uno de los nombramientos significativos es el de Hossam Badrawi, nuevo Secretario General del partido gobernante. Hossam Badrawi era miembro de la nueva guardia de Gamal Mubarak, pero en el año 2005 fue derrotado en las elecciones legislativas frente al candidato de los Hermanos Musulmanes. Acusó al ministro del Interior de haber favorecido a aquel en detrimento suyo. Tiene fama de «liberal», y en numerosas ocasiones amenazó con dejar el partido, pero no lo hizo, a pesar de la corrupción, las torturas, los fraudes electorales, etc.

A Habib Al-Adli, ministro del Interior desde hace muchos años y hasta la represión inicial de las manifestaciones de enero de 2011, el Fiscal General le acusa no solo de aquella, sino de estar implicado en el atentado contra la Iglesia de los Dos Santos en Alejandría, que causo 23 muertos y 97 heridos la noche del 31 de diciembre de 2010 (página web de Al-Yazira en árabe, 7 de febrero de 2011). Este atentado es el mismo por el que la policía torturó hasta la muerte a Sayyed Balal, y resulta que ahora, el nuevo régimen, con el mismo Fiscal General , el mismo jefe de los Servicios Secretos (Omar Soleimán), y el Jefe Supremo de la Policía (Hosni Mubarak, Art. 184 de la Constitución) del antiguo régimen, descubre que el ministro del Interior estaba implicado en el atentado de Alejandría.

Cristianos y musulmanes

El atentado de Alejandría es uno de los sucesos que hacen que nuestra prensa nacional nos diga que, después de mil años de coexistencia de cristianos y musulmanes, «los egipcios aprenden a convivir en la Plaza de la Liberación» (El País, 7 de febrero de 2011, crónica de Nuria Tesón con ese título) y que «Los egipcios dejan de lados sus diferencias religiosas para unirse frente a un enemigo común: Hosni Mubarak» (El Mundo, 4 de febrero de 2011, crónica de Francisco Carrión: Cristianos y musulmanes unidos contra el régimen de Mubarak). Es curioso como cuando la realidad se impone a sus ojos, los heróicos corresponsales extranjeros, en lugar de admitir que estaban cegados por su desinformación y sus prejuicios, pretenden que la realidad ha cambiado. La cosa tendría gracia si la desinformación y los prejuicios no siguieran ahí, con toda su fuerza. Lo importante es tener un buen titular. Georgina Higueras nos lo ofrece desde El Cairo: Los coptos rezan por Mubarak (titular de la crónica del 6 de febrero en El País). Y subtitula: La minoría cristiana teme el auge del radicalismo islámico – El patriarca Shenuda III pide el fin de la revuelta. Sí, en el interior de la noticia nos dice que los coptos «están divididos». Ahora bien, como partidarios de Mubarak sólo puede citar, frente a los ciudadanos corrientes, al papa Chenuda III y al patriarca católico de Alejandría, Antonios Neguib. Ese papa Chenuda que ha dado su apoyo a Mubarak en los cinco pleibiscitos a los que este se ha presentado, ese papa al que el régimen le ha quitado de en medio a sus competidores confesionales, ese papa que en 2010 telefoneó a Mubarak porque un tribunal había fallado que dos ciudadanos coptos podían divorciarse sin el consentimiento de la iglesia (y Mubarak telefoneó a la instancia judicial superior correspondiente para que devolviera las cosas a su cauce), ese papa que ha apoyado la marginación política de los coptos, ese papa que todos los egipcios, cristianos y musulmanes, saben que forma parte del régimen de Mubarak.

Ya antes del atentado contra la Iglesia de los Dos Santos en Alejandría, el ministerio del Interior había impuesto una fuerte vigilancia en torno a las iglesias coptas en Egipto (incluso en los años 90, al menos en muchas de la iglesias de El Cairo, como por otro lado en casi todas partes, había policías). Cuando la policía se retiró totalmente de las calles tras el 28 de enero, las iglesias quedaron mejor protegidas que nunca: ninguna ha sido atacada, no se ha registrado ningún «incidente confesional».

No es una novedad que los coptos y los cristianos, en general, compartan todo en Egipto, aunque es cierto que existen radicales minoritarios en ambas comunidades. Es un hecho social y humano antiquísimo. Lo que es una novedad que se ha ido gestando en los diez últimos años atrás es que los opositores, sobre todo los jóvenes, se hayan liberado de las trampas político-securitarias del régimen y de los recelos políticos de los mayores. En la plaza de Tahrir los jóvenes laicos, cristianos, musulmanes e islamistas comparten el espacio y los micrófonos (cada uno su turno). Esperemos que sigan así. Será necesario para cerrar el paso al nuevo régimen

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.