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Dicotomía Israel/Hamás, ¿quién es quién?

Fuentes: Rebelión

El otro día un joven de unos 20 años me preguntó con aire amenazante y como si la pregunta fuera de gran complejidad qué era peor: Israel o Hamás.

De entrada, el muchacho defendía que Israel había existido siempre, falacia que mucha gente desinformada toma como verdadera. Y es que Israel reitera ese mensaje pero no explica que la fuente principal de su historia antigua son las sagradas escrituras: la biblia hebrea o el Talmud entre otros, es decir, los libros que nos cuentan que el primer hombre se llamaba a Adan y su mujer fue creada de una de sus costillas. Israel, de hecho, ha invertido miles de millones en prospecciones arqueológicas que confirmen su existencia en tiempos remotos pero en 75 años no ha conseguido ni una sola prueba que lo confirme.

Lo único constatable es que Israel fue creado en 1948 de forma unilateral por un movimiento, autodefinido como nacionalista y colonialista, denominado Sionismo que constituye la esencia del Estado de Israel. Este movimiento fundado en Europa en 1897 estableció dese el principio el objetivo de crear un Estado judío en la tierra de Palestina y como movimiento colonial, desde el principio planteó la necesidad de expulsar a la población indígena, los palestinos y quitarles las tierras. El Estado de Israel no solo se creó unilateralmente, sino que fue el resultado de una guerra que terminó con el robo del 78% de la tierra de Palestina y la expulsión del 80% de sus habitantes, fundamentalmente, cristianos y musulmanes, hecho que el historiador israelí Ilan Pappe definió como la limpieza étnica de Palestina. En junio de 1967 ocupó militarmente el 22% que le había dejado a los palestinos y aunque la Resolución de la ONU 242 les obliga a abandonar los territorios ocupados desde Noviembre del mismo año, a día de hoy continúan ocupando ilegalmente: Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

Sobre la pueril pregunta del joven me gustaría resaltar que, desgraciadamente, el binomio Israel/Hamás es una falsa dicotomía que Israel ha creado y que los grandes medios de comunicación han conseguido instaurar en las mentes del común de los mortales. Los medios de comunicación masivos consiguen jugar el papel que quiere el poder igualando a los dos contendientes en lo que llaman sistemáticamente “la guerra entre Israel y Hamás”. Pero resulta que todo el enunciado, de principio a fin, es falso:

Ni es una guerra, ni es entre Israel y Hamás.

¿Por qué no es una guerra? En primer lugar, porque quienes se enfrentan son Israel, una potencia ocupante, que ocupa el territorio de un pueblo y el pueblo palestino que es el pueblo ocupado. Por si fuera poco argumento hay que recordar que al ser Israel una potencia ocupante, el Derecho Internacional le obliga a proteger al pueblo ocupado, sin embargo, no solo no lo cuida sino que niega todos los derechos humanos básicos a las personas ocupadas. Les aplica desde hace décadas todo tipo de castigos colectivos como han denunciado sistemáticamente las principales organizaciones de Derechos Humanos calificando las políticas de Israel hacia el pueblo palestino como claramente de apartheid y como dijo Craig Mokhiber, el director del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, en su carta de dimisión del 28 de Octubre de este año: Israel, sin lugar a dudas ni a debate, lleva décadas cometiendo un GENOCIDIO sobre el pueblo palestino.

No es una guerra porque se enfrentan un país, Israel, con el quinto ejército más poderoso del mundo contra un pueblo sin país que, además, no tiene ejército.

Sí, es cierto, tiene hombres armados pero no son un ejército, son jóvenes palestinos que, como haríamos cualquiera ante una invasión extranjera que intentara echarnos de nuestras casas y ciudades, defienden a sus familias del robo de tierras, de los encarcelamientos, de la destrucción aleatoria, de los asesinatos selectivos y masivos que desde hace décadas lleva a cabo Israel sobre la población palestina como lleva años reportando la ONG de derechos humanos B’tselem. A todas las acciones que lleva a cabo el pueblo palestino para protegerse de la ocupación ilegal israelí se le denomina: “Resistencia” y a las acciones que lleva a cabo la juventud palestina con sus escasas y precarias armas: “Resistencia armada”. Pero estas acciones no son exclusivas del pueblo palestino, la resistencia en todas sus formas, incluida la resistencia armada, la han llevado a cabo todos los pueblos bajo ocupación, por ejemplo, los españoles frente a la ocupación francesa en 1808, los partisanos franceses o los judíos del gueto de Varsovia bajo la ocupación de la Alemania nazi. Y no solo eso, la resistencia armada de los pueblos bajo ocupación tiene el respaldo del derecho internacional. De hecho, la Resolución 3070 de la ONU reafirma ”la legitimidad de las lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la subyugación foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada”.

Es decir, no, no se trata de una guerra se trata de un nuevo, brutal, inhumano y sin precedentes ataque de la potencia ocupante, Israel, sobre el pueblo ocupado, el pueblo palestino que se defiende legítimamente según el Derecho Internacional vigente.

Y no, no es contra Hamás. Hamás es un partido político, de derechas y religioso que surge en Palestina en 1987 con el apoyo y facilitación del estado de Israel que buscaba una fuerza política que se opusiera a la OLP, la única fuerza representativa del pueblo palestino hasta entonces. Podemos compartir sus postulados o no pero eso es lo que es. En todo caso, lo único evidente es que Israel no está atacando a Hamás. En la parte palestina de Jerusalén, donde Hamás no existe, Israel expulsa de sus casas a familias palestinas, musulmanas y cristianas, para dárselas a los colonos sin otra motivación que el hecho de no ser judíos, en un claro ejemplo de limpieza étnica. En Cisjordania donde no gobierna Hamás Israel encarcela a civiles sin cargos, destruye infraestructuras civiles, destruye campos de cultivos y de olivos, les deja sin agua potable, asesina impunemente con sus soldados o sus colonos, quienes en este mes y medio de miradas hacia Gaza ya han conseguido expulsar a los palestinos de 30 aldeas palestinas en Cisjordania. Y en la Franja de Gaza ha quedado patente que Israel no ataca objetivos militares, ataca de forma sistemática a la población civil. Por primera vez en la historia los centros médicos y el personal sanitario se han convertido en blanco directo de los ataques del ejército israelí violando flagrantemente el Derecho Internacional Humanitario. Por poner dos ejemplos claros de los casi 20.000 asesinados por Israel (más civiles asesinados en mes y medio que en Ucrania en dos años) el 70% son mujeres y niños, evidentemente, civiles indefensos. Israel ha asesinado a más niños que en toda la guerra de los Balcanes o en las dos invasiones a Iraq en 1991 y 2003. De cada 10 hospitales en Gaza, 7 han sido destruidos o inutilizados y parte de su personal asesinado mientras ejercía su trabajo cuidando a los heridos. Israel destrozó el principal hospital de gaza, Al Shifa, con el pretexto de que Hamás tenía allí sus bases y no se encontró ni rastro de corredores subterráneos ni el centro de operaciones de nadie que no fuera la dirección del hospital. Israel bombardea escuelas de la ONU que solo albergan a niños, niñas, mujeres y ancianos. Pero no solo es la masacre directa, lo peor es el frío y el hambre que están sufriendo los gazatíes porque les han dejado sin casas, sin ropa de abrigo, sin alimentos y sin agua potable. Los cuadros de diarrea en niños se están multiplican por 100. Y según declaraciones del portavoz de UNICEF James Elder el 3 de Diciembre: “no hay palabras suficientes que puedan describir las atrocidades cometidas contra los niños de Gaza”. El Secretario General de la ONU para los asuntos humanitarios, Martín Griffith, calificó la situación como lo peor que había visto nunca, definiéndola como una “carnicería total” y explicando en una entrevista con The Guardian el 5 de diciembre que la situación era “apocalíptica”. Hasta el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrés, ha invocado el artículo 99 de la carta fundacional de la ONU para parar este exterminio ignominioso que debería interpelar sino aterrorizar a todas las personas de buen corazón. Me da la sensación de que no somos conscientes de que la permisividad social e institucional de esta barbarie está finiquitando el orden mundial tal y como lo hemos conocido hasta ahora pudiéndonos abocar a un desorden mundial donde manden psicópatas guiados por inteligencia artificial. Si no paramos esta locura y mantenemos vigente, cumpliendo y haciendo cumplir, el Derecho Internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial entraremos de lleno en un mundo regido por la ley de la selva.

Así que contestando al joven ignorante que me preguntó que era peor si Israel o Hamás, la respuesta resulta obvia: Israel.

Y no olvidemos que ni es una guerra, ni es contra Hamás. Es un ataque indiscriminado, inhumano, monstruoso, con el único objetivo de exterminar al pueblo palestino. Quien no se posicione en contra de esta barbarie, no exija el alto el fuego y el cumplimiento del derecho internacional y la desestructuración de los cimientos racistas del estado de Israel, pasará a la historia como cómplice de este genocidio. Como decía el arzobispo Desmond Tuttu: “Permanecer neutral ante una situación de injusticia es optar por el opresor”.

Estamos asistiendo al holocausto del siglo XXI pero cometido, en este caso, por el Estado de Israel. Como dijo Martín Bubber, filosofó judío criado en el sionismo tras ver en que se iba convirtiendo el Estado de Israel tras su creación: “Cuando nosotros (seguidores del judaísmo profético) volvimos a Palestina, la mayoría de los judíos prefirieron aprender de Hitler antes que de nosotros».

Lidón Soriano es coordinadora de delegaciones a Palestina, doctora y enfermera en Emergencias Sanitarias.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.