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Pruebas de “Conocimientos y Destrezas Indispensables” de la Comunidad de Madrid

Dieciocho alumnos del Instituto Juan de Herrera de Madrid dijeron NO en el Día de la República

Fuentes: Rebelión

El pasado 14 de abril, el día de la II República española, un grupo de jóvenes estudiantes madrileños decidieron recordar lo que a veces olvidamos: que Madrid fue la ciudad heroica de la resistencia republicana y fue también espacio y lugar de encuentro de la cultura y la lucha antifascistas. La Comunidad de Madrid (CM) […]

El pasado 14 de abril, el día de la II República española, un grupo de jóvenes estudiantes madrileños decidieron recordar lo que a veces olvidamos: que Madrid fue la ciudad heroica de la resistencia republicana y fue también espacio y lugar de encuentro de la cultura y la lucha antifascistas.

La Comunidad de Madrid (CM) celebró ese día las pruebas de Conocimientos y Destrezas Indispensables (CDI). Alumnos del Instituto de enseñanza secundaria «Juan de Herrera», dieciocho de ellos han hecho públicas las razones de actitud [1], jóvenes que suelen tener resultados académicos brillantes, se negaron a participar en esas pruebas CDI.

No les fue fácil tomar la decisión. Su no presentación les impedirá acceder a las menciones honoríficas de 4º de ESO y los resultados de su Instituto quedarán afectados a la baja: los no participantes suelen sacar buenas notas en los exámenes.

Las razones esgrimidas por este colectivo de estudiantes de la tan denostada enseñanza secundaria obligatoria para negarse a participar en las pruebas de la CM son tan atendibles como las siguientes:

En primer lugar, señalan en su carta, no hay igualdad de condiciones para comparar resultados de distintos centros. La prueba, en su opinión, es usada por las autoridades académicas del gobierno de la CM para desprestigiar la enseñanza pública.

No es improbable que sea así. Es la senda apuntada y tenazmente cultivada desde hace años por la presidenta Aguirre y Gil de Biedma.

Los estudiantes apuntan en su nota que no entienden por qué se realiza la prueba si a los institutos con peores resultados de otros años no se les aportan más medios ni tampoco se investigan las causas que pueden explicar la situación. De hecho, preguntan en voz alta y con la razón crítica en el puesto de mira de sus mentes: un centro que obtiene mejores resultados, ¿es necesariamente mejor que otro sin entrar en otras consideraciones? Desde luego que no creen razonablemente.

Es obvio, destacan, que los centros que seleccionan injustamente y por motivos clasistas a su alumnado seguramente obtengan mejores resultados que aquellos otros que no usan esas prácticas como es el caso de los centros públicos. Tratamiento igual de lo que no es igual, una característica que Marx no atribuyó a la justicia .

Para estos jóvenes estudiantes, los institutos de pueblos y barrios con mejores medios económicos alcanzarán, por término medio, mejores puntuaciones que aquellos centros que estén en zonas menos favorecidas económica y socialmente. Por ello, concluyen, es injusto que una prueba de este tipo sirva para clasificar los centros de la CM en función de los resultados.

Así de bien han razonado estos jóvenes alumnos. Por si faltara poco, no se han quedado ahí, en el mero decir. Después de la palabra vino lo más difícil, la acción consistente. No formaron parte, a pesar del perjuicio que les podría representar, de una prueba que consideran injusta y con finalidades políticas claras: ataque a lo público y embellecimiento falsario de lo privado y de sus privilegios anexos.

¡Qué magnífica lección! ¡Es casi como una lección praxeológica inaugural para los nuevos tiempos! ¿Cómo es posible que alumnos de 15 o 16 años razonen con tanto destreza y pulcritud y obren con tanto coraje y consistencia, conscientes sin duda de los perjuicios que pueden sufrir por su decir y obrar, y, en cambio, adultos con licenciaturas, masters, doctorados y títulos honoríficos similares seamos incapaces de abonar una senda tan razonable y justa? La respuesta parece fácil: desde hace tres décadas vientos huracanados neoliberales han extraviado mentes y dormido corazones rebeldes. Menos mal que unos supuestos adolescentes nos dan a todos una verdadera lección política y gnoseológica y nos señalan sin aspavientos caminos para intentar estar en el mundo con dignidad. Los tiempos, gracias a ellos, pueden estar cambiando.

PS: Por lo demás, ¡qué magníficos maestros, profesores y profesoras, y tutores han tenido estos alumnos tan aplicados y conscientes!

Nota:

[1] Público, 24 de mayo de 2010, p. 10. Cartas al director.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.