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Dos Presidentes

Fuentes: Rebelión

A Fidel Prieto Castro, amigo, con cuyo intercambio electrónico me motivó a confeccionar este trabajo.

El mundo está de luto. Nelson Mandela ha muerto. Pocas veces el deceso de un revolucionario, de un hombre y de un estadista había provocado tal conmoción nacional e internacionalmente.

 Después de conocerse la noticia de su muerte, ésta ha generado inmediatamente una mixtura de los más disímiles sentimientos y acciones de respeto: tristeza, dolor, lágrimas, flores, encendido de velas, crespones negros como signo de luto, himnos de combate, cantos, y tonadas tradicionales de alabanza acompañadas de bailes y ondeo de banderas; rituales de meditación y reflexión; banderas a media asta, minutos de silencio en organizaciones oficiales o no, cartas y mensajes de condolencias de jefes de estado y de ciudadanos simples; todo esto en señal de homenaje, recordación y reconocimiento al que ya constituye un símbolo humano universal.

En estos momentos, se da el caso contradictorio de que en las potencias desarrolladas, que apoyaron material y diplomáticamente al régimen racista-fascista del apartheid que él combatió, sus pregoneros y representantes se apresuran rápidamente a manifestar las más diversas loas al finado líder.

Así, el gran escritor latinoamericano asentado en España, Mario Vargas Llosa, que le ha dado las espaldas a los pobres de la tierra para poner su cerebro y pluma al servicio de los poderosos, ni corto ni perezoso publicó un artículo (M. Vargas Llosa, «Elogio de Nelson Mandela», El País de España, 2013), donde abundan los epítetos elogiosos a Madiba por haber abandonado la lucha armada y haber pasado a la lucha pacífica.

Mandela fue un talentoso, carismático y gran político, y como tal, conocía perfectamente que la política es flexible. Tanto, que cambia por momentos de acuerdo a las circunstancias y hechos. Debía y tenía que tomar decisiones acorde a estos cambios. Él lo sabía, por lo que declaró en cierta ocasión:»Sí no soy capaz de cambiar, no tengo moral para exigirle a los demás que cambien para lograr un país mejor».

El dogmatismo, la inmovilidad y la rigidez pueden acabar con un político, un gobierno o un sistema. No fueron propias de Mandela. No pudieron acabar con él.

No por gusto en el Parque de La Libertad, impulsado e inaugurado por Mandela en Pretoria, en su muro de piedra, entre los más de 95 000 nombres que murieron para que hoy Sudáfrica tuviera paz, democracia y libertad, se encuentran los de 1207 cubanos que entregaron sus vidas en el sur del continente negro. ¿No fue esta una elongación de la lucha armada en África del Sur?

«En esa lucha Cuba representó un papel importante» expresó Victor Netshiavha, curador jefe del Memorial.

No por gusto Madiba (como también se le conoce en su país por el nombre de su clan), siempre reconoció públicamente su amistad y hermandad con Fidel Castro.

Y no por gusto Tokyo Sexwale, exdirigente del Congreso Nacional Africano (CNA), cercano a Mandela, acaba de manifestar:

«Cuando se habla del milagro sudafricano, mucha gente confunde la conclusión con la propia lucha»-subrayó- «Hubo 30 años de violencia del apartheid contra la que nosotros respondimos. Quienes hablan de transición no violenta se equivocan de análisis»- aclaró, añadiendo:»La lucha en Sudáfrica no se hizo sin violencia. Nelson Mandela era el Comandante en Jefe de nuestro brazo armado».

Con esto, al tratar de mellar y «suavizar» la parte de la lucha armada dirigida por Madiba por parte de algunos medios y personajes, cabe preguntarse:

– ¿no estarán actuando bajo el cínico principio de que el único hombre bueno es el hombre muerto y que Madiba era bueno porque transitó a la lucha no violenta?,

– ¿con que fin se hace esto?,

– ¿no será para frenar o neutralizar posibles alzamientos contra las injusticias y faltas de libertades aún existentes?,

– ¿o estarán siendo arrastrados por ese clamor universal y, oportunistamente, se han sumado a él?,

– ¿o de verdad, ante tamaña evidencia demostrada por nuestro valeroso luchador, desean enmendar su error?

Ojalá sea cierto esto último, por y para el bien de la Humanidad, porque a partir de ahí, deberán comprender y enmendar muchas otras cosas, mal hechas por ellos en este globalizado orbe.

Se recuerda y repite ahora por la prensa de todo tipo que Mandela fue el primer Presidente negro de África del Sur.

Por asociación voluntaria -involuntaria, debido a la influencia mediática quizás (que utiliza la técnica de repetir un estribillo para que quede grabado en la mente de las personas), perfectamente cualquier persona se puede acordar también que Barack Obama ha sido el primer Presidente negro de EEUU. Pero, ¿Llegaron a la Presidencia de sus respectivos países, marcados ambos por un histórico racismo, de la misma forma?.

Se sabe que ambos son abogados y estudiaron Derecho. ¿Estudiaron en las mismas condiciones, de la misma manera?.

Y por el par dialéctico de la causalidad – casualidad que en su tiempo estudiamos (¡qué casualidad!), Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993. Obama obtuvo este mismo Premio en el año 2008.

En definitiva, aunque ambos pertenecen a distintas generaciones, sus vidas se interdigitaron y pertenecen a una misma época histórica (ver, Ponce N. ¿Qué será lo que quiere…Obama?, u Obama y, ¿el fin de la Historia?, en Kaosenlared, noviembre 2013). Entonces, ¿lo obtuvieron y recibieron por las mismas causas y motivos? Creo que en esto cabe reflexionar profundamente para que cada uno llegue a sus propias deducciones.

Ambos llegaron al poder mediante elecciones presidenciales.

Madiba, avalado por su histórica lucha comenzó a hacer los cambios, según la plataforma programática de su partido del CNA para mejorar la vida de los 22 millones de sudafricanos negros sometidos por los 4 millones de sudafricanos blancos. Testimonio de ello fueron los cientos de médicos cubanos que comenzaron a trabajar y a atender, por toda Sudáfrica, a su población negra.

Obama prometió cambios. «Change», se grabó en cientos de miles, tal vez de millones de pull-overs que utilizaron sus seguidores en su primera contienda electoral.

Es sabido que el sistema electoral norteamericano, conforme a la psicología de sus habitantes, es un business, una verdadera inversión. Los grandes negocios y corporaciones dan su contribución a los candidatos, según sus intereses, durante la costosa lid electoral. El vencedor, de alguna forma, debe retribuir y favorecer a los que lo ayudaron monetariamente a salir electo.

Sucedió que durante esa contienda, de acuerdo a lo establecido en aquella sociedad, se recogió dinero entre los estratos más bajos de la población para contribuir con la campaña de Obama y con la esperanza de que, a cambio de ello, él realizara los cambios prometidos que les favorecería.

No sucedió lo esperado, no hubo cambio alguno, más bien todo lo contrario. Simple e indiscutiblemente, Obama prefirió el gran dinero de los magnates, a los cuales sirvió y ha servido espléndidamente. Las guerras mantenidas y sostenidas por este Premio Nóbel de La Paz, dan testimonio de ello.

Mandela debe ser el emblema de la resistencia por antonomasia, de la lucha por la dignidad humana contra el ilógico, estúpido e irracional racismo que persiste y tiene como base y fundamento la avaricia y ambición del egoísmo humano, llámese esclavitud, feudo, capital o empoderamiento burocrático administrativo del poder social.

En estos días antes de su entierro, por sus indiscutibles y probados méritos, por sus ideas y hechos en correspondencia con ellas, a Mandela se le ha denominado indistintamente como forjador y Padre de la nación sudafricana, uno de los más grandes luchadores por la libertad humana, un nuevo Jesús, el mayor y más universal de los africanos, héroe de la Humanidad y otras. Se ha convertido en el símbolo integrador de todas las personas, de todas las llamadas razas, lo que demostró en su Sudáfrica natal y deseó para el mundo.

Otro hombre grande universal, forjador de su pueblo, José Martí, dejó bien plasmado que PATRIA ES HUMANIDAD, por eso quizás sea preferible denominar a Mandela como Patriota de la Humanidad y más aún, como

EL APÓSTOL NEGRO DE LA HUMANIDAD.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.