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El ADN, el distinguido catedrático y el juego de la inversión

Fuentes: Rebelión

Un margen de confianza, las posibles críticas al final si no les importa. ¿Qué les parece, qué pensarían, de un texto como el que les sugiero a continuación? «Nuestro gran aliado, el gran aliado de los españolistas, era el ADN catalán. Ellos no pueden evitar esta actitud dictatorial, impositiva, de mala leche, de duro mosso […]

Un margen de confianza, las posibles críticas al final si no les importa. ¿Qué les parece, qué pensarían, de un texto como el que les sugiero a continuación?

«Nuestro gran aliado, el gran aliado de los españolistas, era el ADN catalán. Ellos no pueden evitar esta actitud dictatorial, impositiva, de mala leche, de duro mosso d’esquadra. No lo pueden evitar y, consiguientemente, son incapaces de negociar nada. Eso era lo que nos daba fuerza. Además esta actitud insultante, denigrante… Cuanto más hablaban, más españolistas y españoles generaban. Era nuestro gran aliado y no nos ha fallado. Cataluña, no podía ser menos, ha hecho su parte».

Aparte de las arcadas y vómitos, ¿qué han inferido? ¿De la caverna más negra-negruzca? ¿Un texto fascistoide, casi imposible a estas alturas, y del más puro y rancio españolismo? ¿Una forma ya vista y sufrida de insultar, menospreciar, de abonar la separación de pueblos y comunidades complejas, diversas y nada uniformes? ¿Protestarían, se rebelarían, les resultaría insoportable si se dijera en su presencia? ¿Lanzarían exclamaciones de indignación? ¿A qué sí?

Prueben ahora con este otro por favor:

«Nuestro gran aliado, el gran aliado de los independentistas, era el ADN español, porque ellos no pueden evitar pues… esta actitud dictatorial, impositora, de mala leche, de guardia civil…, no lo pueden evitar y por tanto eran incapaces de negociar nada, y por tanto eso era lo que daba fuerza, y además esta actitud insultante, denigrante…, y cuanto más hablaban más independentistas hacían…, y era nuestro gran aliado, que no nos ha fallado: España ha hecho su parte».

¿Qué tal? ¿La inversión de la misma estructura, del mismo núcleo de pensamiento conservador, reaccionario, «cientificista», chulesco, nacionalista y destructor de demos y fraternidad?

Pues bien. El primero es apócrifo como ya se han imaginado (aunque los hay muy parecidos desde luego). ¿Y el segundo? No, éste no es apócrifo como también habrán adivinado. Real como la vida misma.. para algunos grupos sociales orientadores del «proceso».

Quien así se expresaba la mañana del 13 de enero en el programa más escuchado de la radio en Cataluña, ha recordado el historiador Francisco Morente [1], no era un indocumentado cualquiera, un ignorante de tomo y lomo (¿o sí?), un zafio incorregible, un obcecado gritón al que nadie escucha, un fanático de derecha extrema… No, nada de eso. Era, es, un gran referente -y acaso en ascenso- de un sector importante del independentismo catalán. No de la ciudadanía de Cataluña, por supuesto. Ni de todo el independentismo, desde luego también. Para más señas, es un ex directivo del Barça y catedrático de Economía en la Universidad de Columbia que suele llevar chaquetas chillonas. Es muy guay y muy moderno.

El catedrático en cuestión, Xavier Sala i Martín por supuesto, siguió hablando después del ADN de los catalanes (¿sabrá exactamente don Xavier qué es el ADN?), un ADN que tendía siempre a la división en momentos importantes (también eso se había cumplido afirmó feliz de conocerse a sí mismo). Un ácido, por supuesto, muy distinto al ADN español.

Lo curioso es que nadie de la tertulia (RAC1, programa «El Món» de Basté), en la que participaban tres o cuatro tertulianos más, dijo nada. Nada de nada. ¿Alguna crítica, alguna observación? Ni pío. Postulados geométricos-nacionalistas. Todo el mundo dio por bueno el «argumento», la idea, la sugerencia, la reflexión el señor catedrático-chaquetas-de-colores. Nadie consideró que eso de los ADNs, esa forma de hablar y tal vez de pensar, era un sendero altamente peligroso que puede llevarnos a conclusiones aún más peligrosas.

Las preguntas se imponen: ¿el llamado proceso, como algunos aseguran, no tiene nada que ver ni con las identidades ni con el odio a España pregunta Morente en su artículo? ¿Está garantizado para siempre y hasta el infinito el carácter amable y democrático de los soberanistas, tan diferente, por supuesto y por motivos adánicos, al de sus detractores?

¿Alguna clave, alguna conjetura explicativa sobre estas manifestaciones de sesudos intelectuales? Existen varias, se acumulan. No hace falta que me repita. Una de ellas, en ocasiones olvidada, puede tomar pie en un texto de Manuel Sacristán (1925-1985), de «La veracidad de Goethe» [2]. Vale la pena recordarlo en el trigésimo aniversario del fallecimiento del traductor de Platón, Engels y Quine:

«(…) no hace falta mucho más para comprender por qué el autor del Werther... llegó a ser consejero secreto a secas, luego noble, presidente del consejo y por último, parásito oficial del ducado, sin obligación siquiera de asistencia a las deliberaciones del gabinete. Pero si todavía se quiere una veracidad más brutal se encontrará en la conversación del viejo Goethe con Soret. Éste se permite decir que si Goethe viviera en Inglaterra lucharía, como Bentham, para la supresión de los abusos sociales. Goethe le interrumpe. «Pero, ¿por quién me toma usted? ¿Que yo tendría que buscar los abusos y descubrirlos y hacerlos públicos? ¿Yo, que en Inglaterra habría vivido de esos abusos? Si yo hubiera nacido en Inglaterra, habría sido un rico duque, o mejor aún, un obispo con unas rentas anuales de treinta mil libras esterlinas». Tras esta declaración, nadie puede llamarse a engaño si se ha tomado en serio, como honesta sentencia (y no como lo que es: terror ante la noticia de la decapitación de Luis Capeto) la «profunda» observación de Goethe en el Carnaval Romano -precisamente el Miércoles de Ceniza para mayor ambientación-, según la cual, «la libertad y la igualdad no pueden disfrutarse sino en el torbellino de la locura».»

Notas:

[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/01/23/catalunya/1422045349_219474.html

[2] Manuel Sacristán, Lecturas, Barcelona, Icaria, 1985.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.