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El hambre global por petróleo alimenta una nueva fiebre del oro

El cambio climático funde el casquete glaciar y provoca un auge en el Ártico

Fuentes: The Observer

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Gigantescos copos de nieve caen enfrente del bar Kaikanten. En su interior, Mustafa Mirreh de Somalia mira fijo su taco de pool, mientras trata de meter la negra. Su oponente, el ingeniero italiano Pier Luigi Poletto, se dirige a la máquina tragamonedas. Se acabó la cerveza Kilkenny. Sólo queda Guinness en latas. Esto podría provocar una pelea, pero J-P y Max, los pescadores franceses, fueron distraídos por la inusitada aparición de una mujer que atraviesa el local.

Son los «klondikers» del calentamiento global: hombres de todo el mundo que han venido a Hammerfest, la puerta al Mar de Barents, para hacer fortuna con los nuevos recursos – petróleo, gas, pescado y diamantes – accesibles ahora por el retroceso del hielo.

Estamos en la estación oscura – dos meses de noviembre a enero, cuando el sol nunca se alza por sobre las rocas alrededor de Hammerfest, con su encaje de nieve, libres de hielo gracias a la corriente del Golfo. En el puerto en forma de herradura, barcos de pesca al arrastre de todo el mundo esperan el tiempo favorable para volver hacia el Mar de Barents. Hammerfest, con sus pintorescas casas de madera, es acogedor. Pero es el centro neurálgico de la rebatiña por la riqueza del Ártico que causa problemas urgentes.

El Océano Ártico, de 14 millones de kilómetros cuadrados, alberga un 25% del petróleo y del gas natural no-extraídos del planeta, Con una población de cuatro millones, la región es mucho más estable que el Medio Oriente. El calentamiento global, junto con el actual precio elevado del petróleo, la hace aún más accesible. Pero los países vecinos – Rusia, Canadá, EE.UU., Noruega y Groenlandia, danesa, aún no se han puesto de acuerdo en quién es el dueño de qué. Bahías, vías fluviales e islas olvidadas por mucho tiempo, pasan a encabezar el orden del día internacional.

Mirreh, de 19 años, ha pasado ocho meses como limpiador en Snow White, una gigantesca planta de gas licuado de petróleo (GLP) en Hammerfest, una de las mayores obras del mundo. «El salario es de 20 libras por hora. He ahorrado 20.000 libras. El problema es que no hay nada que hacer y no hay bastantes mujeres», dijo.

El capitán de un pesquero francés, Pascal Verdière, no ha encontrado obstáculos para llenar su Grande Hermine con su cuota de 250 toneladas de bacalao. «Al bacalao le gusta una temperatura del agua por debajo de dos grados, así que mientras hace tres años pescábamos a unos 75 grados al norte, ahora tenemos que llegar a 80 grados, lo que quiere decir Spitzbergen y feas tormentas.» Pero cada miembro de su tripulación de 35 gana 15.000 libras por las 12 semanas en alta mar.

Los pesqueros se encuentran frecuentemente en el centro de disputas territoriales. Aunque la Antártica fue repartida en 1959, no existe ningún tratado internacional que determine la extensión de la propiedad de cada nación del Ártico. El mes pasado, Cryosat, un trasbordador espacial lanzado para medir el deshielo ártico y los límites de las plataformas continentales, se estrelló después de despegar de Rusia. Como resultado, las discusiones se guían por estudios científicos rivales, como el que reivindica el Polo Norte para Dinamarca afirmando que se encuentra sobre la plataforma continental de Groenlandia.

La semana pasada, la guardia costera noruega detuvo a dos pesqueros españoles en las aguas alrededor de las Islas Svalbard, que Noruega ha decretado unilateralmente como zona de protección pesquera. Oslo y Madrid se encuentran ahora en un complicado pleito sobre quién tiene derecho a procesar.

Noruega y Rusia reiniciarán pronto conversaciones – interrumpidas desde hace dos años – sobre un área en disputa del Mar de Barents. Aunque existe un acuerdo entre los dos países que les permite pescar en parte del área, conocida como la Zona Gris, ambos países quieren acceder al área mayor en disputa para buscar petróleo y gas. Directamente al este del área, los rusos han descubierto el campo Shtokman de 1.400 kilómetros cuadrados, el mayor depósito de gas offshore del mundo.

La resolución de la disputa podría tener impacto en toda el área del Ártico. Los rusos quieren que se aplique el «principio de la línea de sector», lo que quiere decir que el Ártico debería ser dividido, como una torta, desde el Polo. Los noruegos quieren el «principio de la línea media» – una línea fronteriza a lo largo de la cual cada punto equidista de la masa terrestre de cada país. A pesar de las rivalidades, el experto en el Ártico Olav Fagelund Knudsen duda de que alguien vaya a ir a la guerra por ellas. «Rusia y EE.UU. aprendieron bastante bien a resolver sus diferencias durante la Guerra Fría. Así que hay sitio para esperar que sean sensatos. La evolución más excitante en la región es quién controlará el Pasaje Norte-Este y su lucrativo transporte marítimo entre Europa y China.»

Dijo que una mina rusa en Svalbard ya extrae carbón de alta calidad. De Beers, el gigante minero, y otras 60 compañías de prospección buscan diamantes bajo lagos congelados en el norte de Canadá. En EE.UU., hay presión para aumentar la exploración petrolífera. Una disputa entre Dinamarca y Canadá durante este año por Hans Island – una roca deshabitada cercana a Groenlandia – se centra en el potencial petrolífero del Estrecho Nares. Hay disputas irresueltas entre EE.UU. y Canadá por el Pasaje Norte Oeste y el Mar de Beaufort. El parlamento ruso aún no ha ratificado un acuerdo de 1990 con EE.UU. que divide el Mar de Bering. Existe sólo un pequeño organismo internacional, el Consejo Ártico, que pueda mediar. Su enfoque principal es el bienestar de cuatro millones de personas, sobre todo nómadas. El único instrumento legal, la Convención sobre el Derecho Marítimo, no ha sido ratificado por EE.UU.

Mientras tanto, la evidencia sugiere que los klondikers tienen razón al orientarse hacia el norte. Según datos publicados el mes pasado, el área cubierta por hielo en septiembre – 5,3 millones de kilómetros cuadrados – fue la más pequeña desde que se mantienen datos en 1978. En agosto, el Akademik Fyodorov fue el primer barco que ha llegado al Polo Norte sin contar con la ayuda de un rompehielos.

Frente al bar Kaikanten, Alf-Birger Olsen está sentado en las oficinas de la municipalidad, contando los beneficios del calentamiento global para la población de 9.300. «Hammerfest, libre de hielo durante todo el año, fue declarada ciudad en 1789. Éramos una base para cazadores de osos polares y pescadores de bacalao. Pero hasta hace poco el gobierno noruego tenía que ofrecer incentivos a la gente para que viviera en la región» dijo el director de comercio e industria. Cuando la conversación se tornó hacia el proyecto de gas Snow White los ojos de Olsen se iluminaron. «La construcción de la planta necesitó 2.000 personas de 57 nacionalidades… La población de Hammerfest ha aumentado y se crearon docenas de empresas auxiliares.»

El proyecto comenzará la producción en 2007 para entregar 2.400 millones de metros cúbicos de gas licuado de petróleo a EE.UU. y España, entre otros.

El impuesto sobre la propiedad inmobiliaria pagado por Statoil, la compañía que posee el terminal Snow White de un valor de 5.800 millones de libras, ha asegurado los fondos para un nuevo centro cultural del Ártico. «Estamos realmente muy agradecidos a Statoil», dijo el jefe de cultura Gerd Hagen, «pero esta evolución no es sólo buena. Cuando 2.000 hombres descienden repentinamente sobre una pequeña ciudad, cambian las cosas. Los fines de semana hay peleas y las mujeres sienten necesidad de retirarse un poco. Ellos tienen su bar, Kaikanten, y nosotros tenemos otro sitio en la calle detrás.»

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© Guardian Newspapers Limited 2005
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