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Epílogo del libro "Desvelando el silencio sobre el amianto. Conversaciones con Francisco Báez Baquet" (Ediciones del Genal, Málaga 2016)

El capitalismo, un gigante estúpido y malicioso

Fuentes: Rebelión

https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/1761373/titulo/desvelando-el-silencio-sobre-el-amianto.html (via shareaholic.com) Como en tantas otros temas y ocasiones, supe de la industria y la problemática del amianto gracias a Manuel Sacristán. En sus clases de Metodología de las Ciencias Sociales de finales de los años setenta y principios de los ochenta, impartidas en la Facultad de Económicas (ahora de Economía y Empresa) de […]

https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/1761373/titulo/desvelando-el-silencio-sobre-el-amianto.html (via shareaholic.com)

Como en tantas otros temas y ocasiones, supe de la industria y la problemática del amianto gracias a Manuel Sacristán. En sus clases de Metodología de las Ciencias Sociales de finales de los años setenta y principios de los ochenta, impartidas en la Facultad de Económicas (ahora de Economía y Empresa) de la Universidad de Barcelona, nos habló del tema. Con información contrastada, con conocimiento de causa, dando cuenta detalladas de las últimas novedades y con la pulsión poliética con que solía acompañar este tipo de informaciones.

Algunos años después, trascribí sus clases de Metodología, las del curso 1981-82. El siguiente fragmento es un ejemplo de esos comentarios a los que hacía referencia:

Alguna vez he contado el hecho, verdaderamente incalificable, de que cuando el gobierno federal alemán (me parece que lo conté a principios de curso, porque me quedé muy impresionado cuando me llegó la noticia), cuando el gobierno federal alemán, decía, intentó, publicó unas normas para terminar con la industria del amianto, del Asbest, en cinco años, quienes protestaron han sido el sindicato de obreros del amianto, es decir, las víctimas, las principales víctimas, porque el amianto puede ser cancerígeno para quien lo tiene en su casa, pero sobre todo es muy cancerígeno, como es natural, para el obrero que lo manipula, que lo corta, que lo funde. A mí me parece una prueba atroz de lo poco que han llegado estas cuestiones a la consciencia de las poblaciones.

Ahí, en el caso alemán, proseguía el autor de Pacifismo, ecologismo y política alternativa, había sido la propia población afectada, la víctima, la que había preferido no perder […] diversos ingresos, primas de peligrosidad o primas de esto y primas de lo otro, como se suele dar, como sabéis, a las víctimas de las industrias peores. Las víctimas suelen estar muy bien pagadas. Igual que cebamos a los cerditos antes de comérnoslos o a los pavos de Navidad, pues igual se ceba al obrero del cemento y al minero. El minero está muy bien pagado y se muere silicótico a los cincuenta y cinco años. Y el obrero del amianto igual.

Lo señalado sobre el comportamiento de los sindicatos alemanes contaba mucho y permitía una predicción poco afortunada […] vamos a una agravación de esta problemática. El importante movimiento de crítica material de la ciencia que nació en la contracultura norteamericana y en los principales físicos nucleares norteamericanos de los años cincuenta y sesenta, desgraciadamente parece que va a entrar en un bache de opinión. Esto es lo que me temo sinceramente. ¿Alguien quiere comentar algo al respecto?

Comentamos, desde luego, algo al respecto. No imperaba el silencio en sus clases. En términos parecidos se manifestaba poco después, durante el curso 1982-83 que impartió en la UNAM, en una entrevista con Dialéctica, una revista de filosofía y ciencias sociales mexicana. Francisco Báez se ha referido a ella en alguna de las entrevistas aquí recogidas.

Yo me fui alejando del tema por avatares de mis oposiciones, mi tarea de enseñante en el Instituto donde sigo trabajando y porque, salvo error por mi parte, en mi entorno político apenas se hablaba del tema. Como si la industria del amianto hubiera ya desaparecido, como si poco a poco el tema se hubiera ido diluyendo y arreglando por arte de magia. Alguna noticia en los diarios me hacía ver que la temática seguía viva, muy viva, pero ni lo que seguía ocurriendo en la fábrica de Uralita en Cerdanyola del Vallès ni en Rocalla de Castelldefels, hicieron que centrara mi interés en el tema y tomara consciencia de nuevo de las dimensiones de la tragedia y del atropello antiobrero y anticiudadano.

Fue mi posterior lectura de los artículos y notas de Paco Puche, y mi contacto con él por otras cuestiones, los que volvieron a conseguir que el tema anidara de nuevo en mi mente. Un día, el gran editor y compañero, tuvo un detalle que, literalmente, ha cambiado mi vida en estos dos últimos años. Me regaló Amianto, un genocidio impune. Por supuesto no conocía al autor y casi todo el contenido del libro me era desconocido. Leía y me daba cuenta que mi ignorancia adquiría límites abismales. Eso sí, tras el recibir el libro, casi desde el primer momento, pensé que debía entrevistar al autor, a Francisco Báez. Le escribi y la respuesta fue afirmativa por supuesto.

Lo que iba a ser una entrevista para dar cuenta de una publicación sobre un tema que nos interesaba, que debía interesar a todos y a todas, se convirtió en una larga serie de conversaciones. Las recogidas en el libro (hemos iniciado otras nuevas, una por mes, sobre las noticias que el propio Paco Báez me sigue facilitando).

No soy la persona más adecuada, soy parte implicada, para juzgar lo que el lector habrá ya leído pero sí quiero señalar los asuntos que más me admiraron -y me siguen admirando- del libro que nos ha servido de marco para nuestras conversaciones y de la tenaz y casi sobrehumana dedicación de Paco Báez al tema: 1. La inmensa información que el autor tiene sobre la industria del amianto y su historia. 2. El amor y respeto que siente por las víctimas. 3. El rigor de sus investigaciones. 4. El dominio de las múltiples caras de un poliedro que parece inabarcable. 5. Su gran formación científica, su interés en leer literatura científica de calidad. 6. Su memoria prodigiosa que parece inspirarse en el Funes borgiano (pero con excelente capacidad de abstracción). 7. Su espíritu crítico (y autocrítico). 8. Su inagotable práctica y arriesgada política. 9. Su independencia de criterio y juicio. 10. Su excelente cabeza filosófica, especialmente en asuntos epistemológicos (todo un descubrimiento para mí). 11. Su amplia y profunda cultura (en el mejor sentido, que lo tiene, de la noción) y 12, y por acabar en algún punto, su enorme capacidad para construir, para regalarnos argumentos válidos, bien construidos e informados y aún mejor expuestos.

En mi opinión, estamos ante otro gran libro suyo (yo apenas he sido una excusa para sus reflexiones) que merece la máxima difusión y una atenta y buena lectura. Un ensayo que debe incluirse (todo el mérito es suyo) entre las aportaciones españolas e internacionales más destacadas en el tema que nos concierne.

***

El título de este epílogo no está extraído de ninguna revista de la III Internacional o de publicaciones de tradiciones afines. Nada de eso. Tiene su origen en un editorial de America, una revista católica conservadora que optó por tomarse en serio las palabras del Papa Pío XI que en una encíclica de 1931 señalaba que los gobiernos tenían la obligación de «regular [no eliminar] la propiedad para satisfacer las necesidades del bien público». Los editores de America pidieron más control del Gobierno norteamericano sobre la economía y consideraron al capitalismo, tal y como los ciudadanos estadounidenses lo habían conocido en aquellos años, como «un gigante estúpido y malicioso». Me entristece (y reconforta a un tiempo) coincidir con esa revista católica conservadora 80 años después. El capitalismo sigue siendo tan estúpido, malicioso y criminal como en aquella época. Los editorialistas tal vez pensaban o conjeturaban que otro capitalismo era posible; yo no. Lo que nos cuenta Francisco Báez a lo largo y ancho de estas conversaciones es demostración de ello.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.