Recomiendo:
0

Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre "Amianto: un genocidio impune"

«El cenit de la explotación capitalista es la obligación de estar incondicionalmente contento»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).

***

Estábamos en el apartado 2.4. Me ha llegado esta recomendación suya: Alfredo Menéndez Navarro & Montserrat García Gómez, «Las víctimas dobles del amianto», Público.es. 13 diciembre 2014, http://blogs.publico.es/otrasmiradas/3319/las-victimas-dobles-del-amianto/ ¿Qué tiene de especial interés? ¿Por qué víctimas dobles?

Comencemos por lo segundo. Víctimas dobles, porque primero lo son, a causa de haber resultado afectadas por una grave -frecuentemente mortal- patología asociada a la exposición al asbesto, y después lo vuelven a ser, por el nulo reconocimiento que en un altísimo porcentaje se hace de esa circunstancia, y de su consecuente mínima reparación. El artículo por mí recomendado corresponde a una versión divulgativa de los resultados contenidos en un reciente trabajo científico de estos investigadores, al cual ya hicimos alusión en nuestra entrevista número treinta, en cuya ocasión detallábamos los altísimos porcentajes del sub-reconocimiento, para mujeres y hombres, respectivamente, y para los grupos de patologías considerados; sub-reconocimiento que, como posiblemente usted recordará, en el caso de las mujeres afectadas por el cáncer de bronquios / pulmón, a causa del amianto, llega a ser todo lo alto que puede serlo: al 100%… ¡No se reconoce ni uno!.. ¿Le parece suficiente motivación para que yo recomiende esa lectura?

Me parece suficiente. Usted siempre es muy comedido y prudente en sus recomendaciones. ¿Alguna información más que quiera destacar de estos últimos días?

Hay una muy alarmante, según la cual, en Italia, pese a estar prohibido el amianto (al igual que en todas las demás naciones de la Unión Europea), se estarían importando tonelajes nada desdeñables de asbesto, desde diversos orígenes, principalmente desde la India. El fiscal señor Guarinello, famoso por haber sido el impulsor del macro-proceso del Turín / Casale Monferrato, lo está investigando actualmente. De momento hay motivos para dudar, en principio, que las cosas sean realmente así.

¿Por qué?

En primer lugar, porque la numeración asignada a las partidas arancelarias, no suele distinguir entre el amianto y otras materias primas que nada tienen que ver con él, pudiendo inducir, por tanto, a confusión. Algo que desde el punto de vista de la práctica aduanera quizás carezca de importancia e incluso que pueda estar racionalmente justificado, pero que desde la óptica del cumplimiento estricto de la legislación sobre asbesto, resulta ser una completa calamidad, fruto de la indiferencia, la improvisación o el desdén con el que, desde ciertos estamentos de la administración pública italiana, puede haberse estado acogiendo todo lo relativo al riesgo asociado al uso del maldito mineral.

En segundo lugar, porque aunque, según los registros en origen, en la India y en otras naciones exportadoras en las que el asbesto no está prohibido, los puertos de destino que figuren sean italianos, no obstante, podría tratarse de mercancías en tránsito hacia terceros países, en los que esa utilización sí se permite. Aun así, aquí vendría a cuento volver a citar a mi «Manifiesto de Roma», publicado en «Rebelión» en 18-11-2014, y ello por dos motivos; en primer lugar, porque, ante tonelajes semejantes, estadísticamente es altamente probable que se produzcan incidentes de derrames accidentales, como de hecho así se constata en la práctica, y en segundo lugar, porque a nadie se le oculta la hipocresía y los dobles raseros de medir, que supone el hecho de que se proteja con la prohibición a un grupo de seres humanos -los europeos-, mientras que se facilitan los recursos logísticos necesarios para que puedan seguir siendo expuestos todos los demás, del resto del mundo.

Me centro en su libro. Le veo muy literario en estos pasajes. Abre el apartado con un verso de Carolina Coronado: «Lanzar he visto llamas del amianto al duro cuerpo incombustible y frío». Usted mismo ha escrito hace poco sobre literatura y amianto. ¿De dónde el interés por esta perspectiva? ¿Por qué?

Bueno, en esto me ocurre como cuando hago una revisión, que pretende ser exhaustiva en la medida de lo posible, de todas las patologías asociadas al amianto: yo encuentro lo que ya está publicado. Aunque sea inmodestia por mi parte, le puedo decir que, según me manifiesta el doctor Alfredo Menéndez, en sus clases en la Universidad de Granada, relativas a la procura de la documentación, él me pone como ejemplo de cómo ha de actuarse.

Yo haría lo mismo. El doctor Menéndez obra con buen criterio.

Hay en ello, en efecto, ciertos «trucos del oficio», que yo he ido identificando -ensayo y error-, de forma autodidacta, desde mi paso por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sevilla, en donde, debutando, y por iniciativa propia, pergeñé una recopilación bibliográfica sobre el tema de la «base molecular de la memoria», un asunto que entonces ya empezaba a estar «de moda», pese a que por aquellas fechas ni siquiera se sabía que las temperaturas muy bajas entorpecen o impiden esa concreta actividad mental. En un alumno de primer curso, ese insólito «movimiento de ajedrez» mío, dio algo que rumorear, entre el profesorado. Hoy, en la era de los big data, todo está mucho más fácil, y la cosecha de datos y de antecedentes es mucho más abundante y exhaustiva; también para el nexo entre literatura y amianto.

Habla usted en el apartado de dobles estándares. Nos explica esta noción por favor.

Se aplica esa expresión, cuando se usa un doble rasero, una doble vara de medir; cuando lo que es bueno o malo para lo propio, no se considera que lo sea para lo ajeno, o al menos se actúa como si así fuera. Es lo que yo critico, por ejemplo, cuando el gobierno español permite que la web oficial de la Cámara Española de Comercio en la República de El Salvador inserte una referencia a la empresa «DURALITA», fabricante de productos de amianto-cemento, con enlace directo, a su vez, a la web de la misma, en donde se canta el panegírico, la alabanza y la loa al supuesto «uso seguro y controlado» del amianto blanco o crisotilo, y todo ello se hace, al mismo tiempo que ese mismo gobierno español, de fronteras para adentro, prohíbe la utilización del referido mineral.

Afirma usted que en Estados Unidos «no existe una verdadera prohibición del amianto». ¿Pero no estaba prohibido?

No lo está. La drástica reducción en su uso en esa nación, obedece meramente al temor de las empresas a ser penalizadas (con una alta probabilidad, pero no siempre), con el pago de indemnizaciones millonarias a los afectados por las patologías asociadas al asbesto, ya sean trabajadores, ya usuarios finales de los productos fabricados, etc.

Véase, al respecto, estas dos referencias:

Barry I Castleman «Asbestos is not banned in North America», European Journal of Oncology . 2006; 11 (2): 85-88

http://www.mirg.org/mesothelioma-articles/pdf/asbestos-not-banned-in-north-america.pdf

Francisco Báez, Paco Puche y Ángel Cárcoba, «Amianto: ¿quién mueve ficha?» «Rebelión»19-12-2012 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161012

Le leo a usted y me quedo sin habla: desde 1906 se conoce la peligrosidad del amianto. ¡Hace más de un siglo! ¿Ocurre algo similar con alguna otra industria?

El caso de la sílice libre, la sílice cristalina, tampoco es peccata minuta. Por lo que respecta al amianto, sunsu stricto, su peligrosidad ya fue observada en la Antigüedad pre-cristiana, al advertirse la escasa duración -incluso para esa época- de la vida de los esclavos dedicados a la minería del asbesto.

Poniendo el ejemplo de la multinacional DuPont habla usted de doble protagonismo: acá, contaminadores; allá, manipuladores de las voluntades políticas. Lo que hay dirían algunos; nada nuevo bajo el sol. ¡Qué se puede hacer ante poderes de esa dimensión! ¡Defienden sus intereses! ¿Por qué les reprocha su actuación, dirían algunos si todos harían lo mismo?

Me niego rotundamente a ese complaciente conformismo.

Una negación excelente y más que significativa. El apartado 2.5, está dedicado al amianto y al filantrocapitalismo. Este segundo término, ¿es creación propia? ¿Qué significa?

El término no es de mi invención. Véase, por ejemplo:

Paco Puche, «Filantrocapitalismo, amianto/asbesto y sus repercusiones para la salud», Málaga, junio de 2013 -2do Congreso Latinoamericano / 1er Congreso Internacional de Salud Socioambiental. Rosario (Argentina), 25 a 28 de junio de 2013.

http://www.rebelion.org/docs/167443.pdf

En cuanto a su significado, auto-citándome, me remito a lo dicho en mi libro, ilustrándolo mediante un ejemplo:»»WR Grace & Co.» ha sido galardonada, en el año 2009, con el pomposo título de «Filántropo del Año», en una ceremonia en la que, como se dice en el artículo de Amy Linn…no se mencionaron las palabras «asbestosis», «mesotelioma» o «Libby, Montana».»

Una SICAV, Torrenova de Inversiones, SA, vinculadas a los March, con un patrimonio de 548.672 millones de euros… ¿Leo bien? ¿Más de la mitad del PIB de España?

Eso es, al menos, lo que se manifiesta en mi fuente, el diario «EL MUNDO».

Seguramente ya hemos hablado del tema (vea como me protejo), pero usted vincula la familia de los March, muy implicados en el golpe fascista de 1936, con la industria del amianto. ¿Desde cuándo? ¿Su fortuna, inicialmente, no provenía de otras fuentes?

El prístino origen de la fortuna en cuestión, efectivamente, no estuvo en el amianto-cemento, y sus fuentes, en cambio, por decirlo en metáfora, no fueron de cristalina transparencia.

El gran capital suele reservarse para sí las actividades empresariales cuya rentabilidad queda netamente por encima de la media, creando o adueñándose de las empresas que participan de esa condición, y es un mero ejemplo de ello la adquisición de lo que inicialmente fue «Roviralta y Cia.» y después pasó a ser «Uralita»; eso ocurrió, si mal no recuerdo, hacia 1947, y el virtual monopolio en la importación del amianto, mantenido durante muchos años con el inapreciable auxilio de la dictadura franquista, constituyó, con toda probabilidad, un ingrediente importantísimo en esa maniobra financiera. Fue una de las prebendas con las que el régimen dictatorial recompensó al financiador del susodicho golpe, que degeneró en guerra civil, cuya duración fue prolongada deliberadamente por el bando vencedor, desoyendo las sugerencias tácticas y estratégicas de sus asesores militares alemanes, ya que tuvo la oportunidad de haberla concluido mucho antes de cuando realmente se la terminó, pese a heroicas resistencias, y que no lo hicieron, para general escarmiento y ulterior sumisión de toda la población del país.

¿Por qué cree usted que se conceden premio de filantropía a empresas y/o fundaciones ubicadas en el mundo del todo por la pasta?

El cenit de la explotación capitalista, es la obligación de estar incondicionalmente contento. Por tanto, esos premios vienen a pretender consagrar esa «norma» que desean imponer a las clases sociales de base. 

Creo que usted, que ya la explica en el libro, nos debería contar resumida la historia de Jerry Oikle. ¿Conoce su situación actual?

Los trastornos causados por el asbesto tremolita, que contaminaba, de forma natural, la vermiculita de Libby, determinaron que Jerry Oikle tuviera que ajustarse permanentemente una máscara protectora, para evitar infecciones, porque su sistema inmunológico había sido afectado por esa exposición. Junto a él, a cierta distancia, se situaba su esposa Edna, enferma de asbestosis. Él ni siquiera podía cogerla de la mano, por el riesgo de que una infección oportunista pusiera fin a su existencia: su propia vida estaba condicionada a que no volviera a tocarla nunca; ¡jamás!

Jerry falleció en junio del año 2003.

Véanse sus imágenes, en: http://www.seattlepi.com/news/slideshow/Daily-News-Gallery-5-16-2002-12414/photo-902424.php

¿Por qué la relación de nombres en la nota 19, víctimas de la firma RW Grace & Co?

Porque no quiero hablar meramente de cifras, sino de personas, con nombres y apellidos. Además, esa relación permite apreciar la frecuencia en la repetición de unos mismos apellidos, evidenciándose así el parentesco entre las víctimas. Con esta observación, nos estamos adelantando ya a lo que será objeto de posterior atención en nuestras entrevistas, cuando hayamos de referirnos a la condición epidemiológica que ha venido a ser denominada «mesotelioma familiar».

Le pregunto entonces más tarde. Habla también en este apartado de la vermiculita. ¿Qué es, para qué se usa? Creo que contiene amianto. ¿Se comercializa en nuestro país?

Es un mineral que se utiliza como aislante térmico, ya que tiene la propiedad de esponjarse, aumentando de volumen, en función del crecimiento de las temperaturas; cuanto más altas, tanto más espesor adquiere espontáneamente la capa del aislante, incrementando la eficacia de su función. Su contenido en amianto, en el caso de la procedente de Libby, fue algo espontáneo y no buscado, determinado por una contaminación geológica de origen. La empresa que la explotó, pese a ser conocedora de esa circunstancia, permitió que enfermaran y murieran sus trabajadores de la mina y de las plantas de procesado, sus familiares, los vecinos de la localidad minera, y los usuarios finales, dado que se instaló en miles de hogares, singularmente, en los norteamericanos.

La vermiculita de otros orígenes, no tiene por qué estar contaminada con amianto.

Es posible que se la haya comercializado en España, ya sea de Libby, ya sea de otro origen geológico.

Se refiere usted a Baljit Singh Chadja y señala: «son perfectamente compatibles sus desvelos por la salud de profesores y alumnos de las universidades de su país, determinantes en la eliminación de la presencia del amianto en sus edificios, con su directa implicación en la exportación del crisolito a naciones en las que el mítico «uso controlado» lo es más aún». Entre ellas, su patria de origen, India. ¿Cómo es posible, cómo entiende usted un comportamiento de estas características? ¿No estalla en el ser de uno mismo una bomba de contradicciones?

El mismo talante lo veremos en todos los actuales defensores del uso del crisotilo, porque ya no puede alegarse una ignorancia, que en realidad nunca existió para ellos. Es a personajes como este, a los que el filantrocapitalismo practicado por ellos les hace acreedores de los homenajes cómplices, por parte de quienes tienen a gala ignorar su otra siniestra faceta.

Las compañías danesas y japonesas rechazan transportar el crisotilo. ¿Desde cuándo? Eso está bien, ¿no?

Eso tiene su fundamento en el hecho de que en otras naciones, a diferencia de lo que ocurre en España, las demandas de los estibadores afectados por las patologías derivadas del manejo del asbesto durante su carga y descarga, se hagan extensivas también a las compañías navieras que han realizado el transporte marítimo del mineral. Si se llegase a generalizar esa precaución frente a futuros riesgos financieros por esa causa, su efecto vendría a ser equivalente al buscado en mi propuesta, que denominé «Manifiesto de Roma».

Creo que usted no recomendaría a nadie ser alumno de la Universidad McGill.

Mis sentimientos hacia ella, forzosamente tienen que ser ambivalentes, dado que, por una parte, ha tenido con la industria del amianto la relación non sancta, que todos los que la conozcan no pueden menos que deplorar, y al propio tiempo también ha sido la sede de significativos avances científicos, en otros territorios del saber experto, que nada o poco tienen que ver con el amianto.

El filantrocapitalismo es una estrategia de creación de una red clientelar. ¿Es eso básicamente?

Es una suerte de falsa coartada, como si sus beneficiarios no tuvieran nada que ver con las secuelas negativas de sus respectivas actividades empresariales, incluyendo las derivadas del uso industrial del amianto.

Cita usted al final de este apartado un libro de Barbara Ehrenreich: Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. ¿Qué tal? ¿Por qué hace referencia a este trabajo?

Porque, como ya he dejado dicho aquí, de eso se trataría, cuando se pretende ensalzar a quienes han cometido, a través de su actividad empresarial, graves agresiones a la salud de sus semejantes, y encima se quiere que les aplaudamos y que se les homenajee por su trayectoria vital.

«Lesionados y sonrientes, así nos quieren sometidos». ¿Es eso? ¿Este es el programa de acción de lo usted llama clases dominantes: financieros, mercados, multinacionales,…?

No de todos, evidentemente; sólo de los bendecidos por el filantrocapitalismo.

Pasamos al apartado 2.6. La cosa va de chovinismo e hipocresía. Lo abre con una cita de Baunman. ¿Le interesa el pensamiento de este sociólogo y filósofo?

Su concepto de «residuos humanos» encaja perfectamente con el trato que han recibido los trabajadores del amianto.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.