Simular la celebración de las elecciones norteamericanas en la residencia diplomática de Estados Unidos en La Habana, y como si fuera poco, los llamados disidentes cubanos que participaron en ese espectáculo mediático votar a favor del presidente George W. Bush, es sin duda alguna el colmo del anexionismo, y un hecho sin precedentes en la […]
Simular la celebración de las elecciones norteamericanas en la residencia diplomática de Estados Unidos en La Habana, y como si fuera poco, los llamados disidentes cubanos que participaron en ese espectáculo mediático votar a favor del presidente George W. Bush, es sin duda alguna el colmo del anexionismo, y un hecho sin precedentes en la historia del mercenarismo.
Para una vez más intentar llamar la atención internacional, sin conseguirlo, los prefabricados opositores cubanos se reunieron el pasado martes en la casa del Jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la isla caribeña, James Cason, y simularon emitir sus votos en los comicios norteamericanos para escoger, entre Bush y el candidato demócrata Jonh Kerry, al inquilino de la Casa Blanca.
El nuevo y bochornoso show fue organizado nada menos y nada más que por Cason, y quienes pregonan «luchar por la libertad de Cuba» no escatimaron en aceptar la invitación, como siempre suelen hacer cuando son convocados por el funcionario estadounidense.
Es evidente que tales bautizados disidentes no sólo anhelan la total dependencia de Cuba a su vecino poderoso del norte, sino además que con su escenificado voto a favor de Bush demostraron su complicidad con las guerras sangrientas e ilegales protagonizadas por Washington contra Irak y Afganistán.
También con ese «singular» respaldo al repitente jefe de la Casa Blanca, los llamados opositores dejaron bien claro que son partidarios de las continuas agresiones de Estados Unidos contra el pueblo de la nación caribeña, incluida una no descartable agresión militar.
Sería bueno preguntarle a cualquier pueblo europeo, por ejemplo, cómo reaccionaría si un grupo de sus ciudadanos protagonizara semejante show en una sede diplomática norteamericana en el Viejo Continente para supuestamente elegir al presidente de Estados Unidos.
Dicho sea de paso, si la reelección de Bush dependiera de los europeos, de seguro hubiera sido destronado y pasado de inmediato al mismo oscuro rincón de la historia donde permanece hoy el ex mandatario español José María Aznar, ahora sin empleo, luego de ser derrotado y su partido expulsado del poder, por su clara y abierta sumisión a Washington, entre otras causas.
Igual le hubiera ocurrido a Bush si su permanencia en la Casa Blanca estuviera supeditada al voto de los pueblos latinoamericanos, que en los últimos años han pasado factura por actuar como lacayos de Estados Unidos a varios de sus gobernantes, por cierto, en su mayoría además acusados por cometer hechos de corrupción, e incluso algunos apresados en la actualidad.
Los ejemplos más recientes son los casos del saliente presidente de Uruguay Jorge Batlle, y de los ex mandatarios Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, y Mireya Moscoso, de Panamá, así como Arnoldo Alemán, de Nicaragua, y Carlos Saúl Menem, de Argentina, entre otros.
Coincidentemente esos ex jefes de gobiernos latinoamericanos, y Aznar, han apoyado la subversión en Cuba, han ayudado a Washington a prefabricar a los llamados opositores en la Isla, e incluso se han relacionado muy estrechamente con la Fundación Nacional Cubana-Americana (FNCA), radicada en Miami, Florida, hasta el punto de varios de ellos recibir importantes sumas de dinero de esa organización terrorista para acceder al poder en sus respectivos países.