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El cuco de la Hermandad Musulmana

Fuentes: IPS

Tras la renuncia de Hosni Mubarak en Egipto, la participación de la Hermandad Musulmana en una transición a un gobierno más democrático es el mayor miedo de Estados Unidos. Pero expertos señalan que esto constituiría un importante revés para la red radical islámica Al Qaeda. Para varios políticos y analistas vinculados con el lobby israelí, […]

Tras la renuncia de Hosni Mubarak en Egipto, la participación de la Hermandad Musulmana en una transición a un gobierno más democrático es el mayor miedo de Estados Unidos. Pero expertos señalan que esto constituiría un importante revés para la red radical islámica Al Qaeda.

Para varios políticos y analistas vinculados con el lobby israelí, el posible acceso al poder de la Hermandad sería una pesadilla para Medio Oriente que Washington debe impedir.

El hecho de que la renuncia de Mubarak coincidiera el viernes con el 32 aniversario de la Revolución Islámica de 1979 en Irán sirvió de recordatorio de que el derrocamiento de gobernantes opresivos en esa región no siempre sirve a los intereses de Washington.

Por tanto, mientras llamaba «a la calma y a un proceso de transición ordenado hacia la libertad y la democracia en Egipto», la presidenta del influyente Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Ileana Ros- Lehtinen, del opositor Partido Republicano, dijo que la Hermandad debía ser excluida del proceso.

«Debemos… instar el inequívoco rechazo a cualquier participación de la Hermandad Musulmana y otros extremistas que puedan querer explotar y secuestrar estos acontecimientos para ganar poder, oprimir al pueblo egipcio y hacer un gran daño a las relaciones de Egipto con Estados Unidos, Israel y otras naciones libres», señaló en una declaración.

Al mismo tiempo, en su semanal artículo de opinión en el diario The Washington Post, Charles Krauthammer, neoconservador de línea dura que acuñó la frase «el Momento Unipolar» para celebrar la hegemonía mundial estadounidense tras el colapso de la Unión Soviética, alertó que el islamismo había ocupado el lugar del comunismo como rival de la Casa Blanca en la «larga lucha por la libertad».

«Por tanto, así como durante la Guerra Fría Estados Unidos ayudó a mantener fuera del poder a los partidos comunistas europeos», escribió, Washington debe «oponerse a la inclusión de partidos totalitarios -la Hermandad Musulmana o comunistas-en cualquier gobierno, sea provisional o elegido, en los liberados estados árabes».

Considerado el grupo mejor organizado y más disciplinado del escenario político egipcio, la Hermandad –cuya popularidad se le atribuye a su amplia red de servicios médicos y sociales para los sectores más pobres, así como a su larga oposición al régimen de Mubarak– contaría con la lealtad de al menos 30 por ciento de la población egipcia.

En las elecciones parlamentarias de 2005, candidatos asociados a la Hermandad -el partido está oficialmente proscrito desde 1954-obtuvieron 20 por ciento de los asientos en el parlamento.

Pero recibieron un insignificante apoyo en los comicios de noviembre pasado que, según observadores internacionales y locales, habrían sido claramente manipulados a favor del Partido Nacional Democrático, cuyo futuro ahora es incierto.

La gran cuestión aquí es cómo la administración de Barack Obama tratará a la Hermandad, una pregunta que altos funcionarios claramente no han resuelto aún.

Diplomáticos y funcionarios de inteligencia se han reunido informalmente con líderes de ese grupo islámico en forma esporádica desde los años 90, principalmente para evaluar la situación política en Egipto.

Pero desde que comenzaron las manifestaciones el 25 de enero, Washington, que sí ha contactado a líderes políticos seculares y altos mandos militares egipcios, nunca consultó directamente a líderes de la Hermandad.

Sin embargo, al mismo tiempo, la administración de Obama repetidamente insistió en que cualquier transición política a un régimen más democrático debía ser un «proceso inclusivo» que abarcara a todos los grupos políticos.

A comienzos de esta semana, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo que la transición debía incluir también a «todos los actores importantes no seculares», una idea que fue particularmente criticada por Krauthammer.

«¿Por qué legitimizar gratuitamente a los islamistas?», preguntó, subrayando que «los estadounidenses debían urgentemente apoyar a los partidos democráticos seculares en Egipto y en otros lugares con capacitación, recursos y diplomacia».

Los temores a la Hermandad se basan particularmente en su histórica oposición al sionismo, y en especial a su postura de que los acuerdos de Camp David con Israel, de 1979, deben ser desechados.

Sus estrechos vínculos con el palestino Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), que el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos considera una organización «terrorista», son también de gran preocupación en Washington, pues se teme que la cooperación de Egipto para mantener el cerco israelí a Gaza llegue a su fin.

El hecho de que el segundo al mando de la red radical islámica Al Qaeda, Ayman Zawahiri, fuera miembro de la Hermandad antes de que ésta adoptara una política de no violencia también ha sido citado repetidamente por quienes creen que el gobierno de Obama debería oponerse a cualquier proceso que pudiera llevar a los islamistas al poder.

Para algunos comentadores como Clifford May, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, la Hermandad es el frente «suave» del movimiento mundial de la «yihad» (lucha internacional por el Islam).

Finalmente, el hecho de que la Hermandad haya apoyado la aplicación de la «shariá» (ley islámica) en Egipto despierta dudas en Washington sobre su compromiso con principios democráticos básicos, en particular la condición de las mujeres.

Pero la mayoría de los especialistas en la región han señalado que los temores que circulan contra la Hermandad son exagerados o infundados.

De hecho, algunos indican que una transición democrática exitosa que incluya a la Hermandad constituiría un importante revés para Al Qaeda, que ha criticado duramente a la agrupación egipcia por haber optado por la no violencia y comprometerse con los procesos democráticos.

Incluso algunos neoconservadores, notablemente Robert Kagan de la Brookings Institution, han defendido a la Hermandad de las críticas y acusaciones, y han llamado a Washington a que acepte su necesaria participación en el proceso de transición.

«¿Qué es lo que vamos a hacer? ¿Apoyar dictadores por el resto de la eternidad porque no queremos que islamistas tomen su parte de algún sistema político en Medio Oriente?», preguntó Kagan.

* El blog de Jim Lobe sobre política exterior de Estados Unidos puede leerse en: http://www.lobelog.com.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97516