Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En su discurso del 21 de septiembre ante las Naciones Unidas, el presidente Obama anunció que opondrá su veto al reconocimiento por la ONU de un Estado palestino, porque su independencia no fue resultado de un acuerdo negociado con Israel. Dijo que «la paz depende del compromiso entre gente que debe vivir en conjunto mucho después de que nuestros… votos se hayan contado… Es la lección de Sudán, donde un acuerdo negociado llevó a un Estado independiente. Y es y será el camino a un Estado palestino: negociaciones entre las partes».
Pero el presidente Obama no mencionó un reciente y destacado ejemplo de independencia unilateral: el Estado de Kosovo, que fue reconocido por EE.UU. hace tres años -aunque su condición de Estado no fue el resultado de un acuerdo negociado con Serbia-. Si un Estado independiente de Palestina solo se puede reconocer con la aprobación de Israel, ¿por qué reconoció EE.UU. la independencia de Kosovo en 2008, a pesar de las objeciones de Serbia? ¿Por qué reconocer a Kosovo y no a Palestina?
Los serbios ven Kosovo como cuna de su identidad nacional, donde el Imperio Otomano los derrotó en 1389. Kosovo mantuvo una mayoría serbia durante siglos, pero a finales de los años 1800 se convirtió en la sede del despertar nacional de los albanos, y finalmente obtuvo una mayoría étnica albana. Llegó a ser parte de Yugoslavia, dominada por los serbios, después de la Primera Guerra Mundial, y después de la ocupación por el Eje durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno comunista yugoslavo convirtió a Kosovo en una provincia dentro de la república de Serbia, reconociendo los derechos de su mayoría albana kosovar. En 1989, el presidente serbio Slobodan Milosevic redujo ampliamente la autonomía de Kosovo, citando amenazas a la minoría serbia, como apertura de su cruzada nacionalista por una Gran Serbia.
Como el líder palestino Yasir Arafat, que declaró primero la soberanía palestina en 1988, el líder kosovar albano Ibrahim Rugova declaró por primera vez la independencia de Kosovo en 1990. Entonces ninguna potencia extranjera reconoció a Kosovo, pero 127 Estados miembros de la ONU han reconocido el Estado de Palestina.
La guerra civil estalló entre las fuerzas serbias y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) en 1998, y más de 2.000 personas murieron en los combates. Combatientes del ELK atacaron a civiles serbios en la provincia, así como a kosovares albanos moderados, y fuerzas serbias atacaron a civiles albanos. En febrero de 1999, el presidente Clinton dirigió a la OTAN en una campaña de bombardeos contra Serbia, provocando el plan de Milosevic de «limpieza étnica» (o remoción forzosa) de la mayoría albana de Kosovo, que comenzó después del inicio del bombardeo.
Cuando el ELK llegó al poder con respaldo de tropas de la OTAN en junio de 1999, realizó por su parte la limpieza étnica de miles de serbios, gitanos, turcos y judíos de su territorio, basándose en la acusación de que esos grupos apoyaron a las fuerzas serbias. Esos grupos minoritarios habían estado viviendo en Kosovo durante siglos, a diferencia de los colonos israelíes que, en su mayoría, son trasplantes importados a suelo palestino. Cuando Serbia estableció en Kosovo durante los años noventa a algunos refugiados serbios de la guerra, provenientes de otras repúblicas ex yugoslavas, Washington condenó el programa como intento de cambiar la demografía de la provincia. Los pocos serbios que viven en Kosovo desde 1999 han sido sometidos a pogromos periódicos, y un enclave serbio en el norte amenaza periódicamente con volver a unirse a Serbia, generando inestabilidad en el nuevo Estado.
Dado que la mitología prevaleciente en EE.UU. es que Clinton bombardeó a la antigua Yugoslavia para detener la limpieza étnica, la gente en los Balcanes considera que las fuerzas de EE.UU. intervinieron contra ‘limpiadores étnicos’ serbios, pero intervinieron de parte de los ‘limpiadores étnicos’ croatas y albanos. Después de que terminaran los combates, la OTAN dio su sello de aprobación a los resultados sobre la base de esas expulsiones forzosas, y estimó que el silencio del cementerio era una «paz duradera».
El parlamento de Kosovo volvió a declarar la independencia en 2008, en una acción que fue boicoteada por los delegados kosovares serbios. Hasta ahora, 83 Estados miembros de la ONU (incluido EE.UU.) han reconocido Kosovo, 44 menos que el total de Estados miembros que han reconocido Palestina. Serbia solicitó a la Corte Internacional de Justicia que decidiera sobre la secesión, y el año pasado la Corte emitió un dictamen de que las declaraciones unilaterales de independencia no están prohibidas según el derecho internacional.
Serbia tiene un caso legal más sólido que Israel para oponerse a la independencia unilateral, y no solo que Kosovo expulsara la mayoría de los serbios. Kosovo no solo fue reconocido como parte de Yugoslavia antes de los años noventa, no como una república yugoslava propiamente dicha, sino como una provincia dentro de la república de Serbia. Por otra parte, Cisjordana y Gaza (para no hablar de Jerusalén Este anexado por Israel) nunca han sido reconocidas como parte de Israel. Además, después de llegar al poder, los combatientes del ELK pusieron flagrantemente en peligro la seguridad de Estados vecinos, al tratar de «liberar» con medios militares a albanos étnicos en Macedonia Occidental y el Valle Presevo de Serbia.
La diferencia es que Kosovo está ocupado por una alianza militar extranjera que respalda la autodeterminación de la mayoría étnica albana. Cisjordania y Jerusalén Este están bajo la ocupación de una fuerza militar extranjera que trata de impedir la autodeterminación de la población mayoritaria palestina y trata de establecer a su propia población en su lugar.
Serbia e Israel tienen mensajes notablemente similares para Occidente. Aseveran que sus ocupaciones militares se justifican para impedir una repetición del genocidio dirigido contra ellos durante la Segunda Guerra Mundial -los palestinos no tuvieron nada que ver con ese genocidio, mientras que Croacia y Albania fueron aliados de las Potencias del Eje. Serbia e Israel se presentan como bastiones que defienden la civilización occidental contra el extremismo islamista, a pesar de que los movimientos nacionales palestino y kosovar comenzaron con identidades seculares de base étnica, e incluyen a miembros de minorías cristianas. Serbia e Israel también han utilizado antiguas justificaciones religiosas (como el hecho de que son lugares sagrados y sitios arqueológicos) para su presencia militar en tierras en las que no cuentan con una mayoría demográfica.
La diferencia es que el lobby israelí en Washington es mucho más fuerte que el lobby serbio. La masiva limpieza étnica de kosovares albanos por parte de Milosevic (así como de croatas y bosnios) fue más reciente y televisada que la expulsión forzosa por parte de Israel de losépalestinos de sus tierras ancestrales, en lo que estos llaman la Nakba (Catástrofe) de 1948.
El ELK ha estado implicado desde hace tiempo en el tráfico de heroína para reunir fondos para la causa y dinero para su enriquecimiento personal. Ex comandantes del ELK, incluido el primer ministro Hashim Thaci (quien dirigió la limpieza étnica de serbios del Ejército Croata en 1995) incluso han sido acusados de tráfico de órganos humanos. Kosovo es también un centro tristemente célebre de tráfico sexual en los Balcanes, en especial desde que las tropas occidentales se estacionaron en la zona. Sea cual sea la veracidad de alguna de esas acusaciones en particular, ninguna de ellas ha impedido el apoyo de EE.UU. a la independencia de Kosovo.
La diferencia es que el movimiento nacional palestino no ha estado implicado en semejantes sindicatos internacionales del crimen. Podemos estar seguros de que si algún dirigente palestino fuera acusado de solo uno de esos crímenes, el lobby israelí pregonaría escandalosamente la acusación como argumento contra un Estado palestino, y la Casa Blanca se haría eco de esa afirmación.
Palestina e Israel han seguido caminos diferentes respecto a la independencia de Kosovo. El consejero sénior del presidente palestino Mahmud Abbas, Yasser Abed Rabbo, citó el ejemplo de Kosovo por la independencia unilateral cuando dijo: «Kosovo no es mejor que nosotros. Somos dignos de la independencia antes que ellos, y solicitamos el respaldo de EE.UU. y de la Unión Europea». Mientras tanto, el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, se negó categóricamente a reconocer Kosovo, afirmando que su independencia es un «tema delicado» que debería formar parte de «una solución realmente exhaustiva y pacífica» establecida mediante negociaciones. Por lo tanto, palestinos e israelíes son consecuentes en su consideración del ejemplo de Kosovo. La parte que no es consecuente es EE.UU., que por una parte reconoce un nuevo Estado, y por el otro bloquea a otro nuevo Estado.
Puede que la diferencia sea que, desde los días de Woodrow Wilson, Washington tiende a apoyar la autodeterminación unilateral de pueblos solo si son europeos blancos. Más concretamente, Israel sirve los intereses de política exterior de EE.UU. en Medio Oriente, pero la Serbia ortodoxa cristiana ha estado históricamente más alineada con Rusia.
Las Naciones Unidas no han reconocido a Kosovo porque establecería un precedente negativo para la secesión unilateral en todo el mundo. Muchos Estados de la Liga Árabe y la Unión Europea, por otra parte, ven Kosovo como un precedente positivo para Palestina. Algunos gobiernos se podrán oponer a la soberanía tanto para Kosovo como para Palestina, pero EE.UU. está virtualmente respaldando al Estado de Kosovo, mientras al mismo tiempo bloquea de manera hipócrita un Estado palestino.
Los estadounidenses deberían comenzar a preguntar al presidente Obama: si Kosovo tiene derecho a existir, ¿por qué no lo tiene también Palestina?
El doctor Zoltan Grossman es profesor de Geografía y Estudios de Pueblos Nativos Americanos e Indígenas del Mundo en The Evergreen State College en Olympia, Washington. Su sitio en la web es: athttp://academic.evergreen.
Fuente: http://www.counterpunch.org/
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