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El desaprovechamiento del sol

Fuentes: Público

España fue a principios de este siglo es uno de los países en los que se invirtió y apostó de manera más fuerte por las energías renovables, las razones eran obvias: España es un país en el que apenas se produce energía de origen fósil en comparación con todo lo que se consume. Desde el […]

España fue a principios de este siglo es uno de los países en los que se invirtió y apostó de manera más fuerte por las energías renovables, las razones eran obvias: España es un país en el que apenas se produce energía de origen fósil en comparación con todo lo que se consume. Desde el año 1975, España ha tenido un déficit energético que ha oscilado entre el 80 y el 70 por ciento de la energía producida, la cual en su mayoría es de origen fósil, por ello y para poder mejorar la competitividad nacional en agregado, en España desde los años 90 se invirtió fuertemente en el I+D de las energías alternativas y renovables para que los resultados se impregnasen de forma rápida en todo el tejido nacional, sobre todo en el ámbito industrial, comercial y doméstico para que así, España, con suerte pudiese desplazar la demanda de combustibles fósiles a un segundo y tercer plano dentro de la demanda energética de las fuentes tradicionales que las empresas nacionales se veían obligados a importar desde países que gozan de pozos petrolíferos y fuentes de gas natural más ricas, que no es difícil, que las españolas.

Una de las energías en las que más se ha invertido últimamente en España ha sido la energía solar. Las condiciones para que este impulso ocurriese eran bastante claras: España dentro de Europa era uno de los países con más horas de insolación dentro del Viejo Continente, también tenemos que tener en cuenta la dependencia energética mencionada anteriormente, ya que esto permitió que los gobiernos de esas épocas facilitasen mediante regulaciones e incluso aportación de capital público a la investigación e implantación de esta energía entre otras, con los Reales Decretos 436/2004 y 661/2007 España se convirtió en uno de los países con más potencia fotovoltaica instalada del mundo. Ésta fue una época dorada para la investigación de la misma y atrajo mucho capital exterior para invertir en el nuevo espacio de rentabilidad que creaba la energía solar.

Pero como en muchos otros ámbitos de España, estas buenas pretensiones no llegaron a buen puerto. A partir de estas estadísticas de las que el Gobierno pertinente sacó pecho y «demostró» a todo el mundo lo verde que era España, viendo que la crisis atacaba directamente a sectores estratégicos para la macroeconomía española y muy posiblemente la salida laboral de algún dirigente político que otro, la administración a partir de distintas trabas burocráticas, límites dentro de la producción de electricidad que podían generar estas placas solares y límites también en la producción, creación e implantación de la energía solar hizo que esta fuese relegándose a un segundo plano y perdiendo poco a poco el vigoroso empuje que tuvo en la primera década del siglo XXI.

Hoy en día y desde 2012, se ha congelado de forma indefinida los incentivos económicos para la implementación de las energías renovables. Pero este recorte ya se venía dando ya desde 2010 con el gobierno Socialista. Las razones para este freno en el impulso innovador de la energía solar siempre fue el mismo, con enfoques distintos pero con la idea de fondo de que en la coyuntura económica en la se encontraba el país no permitía que el Estado invirtiese en las energías renovables. En un principio, este freno iba a ser temporal, ya que se veía que esta investigación no solo impulsaba el autoabastecimiento del País, sino que permitía luchar contra el cambio climático. Pero el cambio del gobierno Socialista a un gobierno Popular con un corte más economicista, con la idea ciega de fomentar la rentabilidad, subir el PIB y bajar la prima de riesgo cayese quien cayese, fomentó que esta parálisis se mantuviese y prolongase debido a la premisa de que no era rentable fomentar la creación de este tipo de energía.

El mes pasado, como todos sabemos muy bien, la factura de la luz subió e incluso se duplicó con respecto a otros meses. Uno de los factores que más ha influenciado esto ha sido la escasez de energías renovables, entre ellas la solar. Las decisiones gubernamentales que se rigen por la rentabilidad, la eficiencia y la competitividad de las grandes empresas ha terminado perjudicando a los mismos de siempre, a los consumidores que estamos si o si atrapados en las dinámicas del sector energético puesto que en este caso no podemos elegir que tipo de energía consumimos, en otras palabras, ya que el tener placas solares ya fuesen de PYMES que suministrasen a nivel local o incluso particulares, dañaban a las grandes energéticas, no se ha permitido que podamos autoabastecernos de energía, incluso de forma mínima.

Debido a la situación reciente de escasez de viento y agua hicieron que las grandes empresas no pudieran «tirar» de estas energías, que son más baratas que el carbón y el gas natural y por tanto cobraron más ese mes. Esta estrategia de subir los precios responde a dos factores, uno con la esperanza de que la gente consuma menos, así tienen que producir menos y la otra, que las energías a las que se ven obligados a recurrir es más cara que la eólica y solar. Esta situación se puede remediar muy fácilmente: haciendo un pequeño esfuerzo de inversión en energías solares, retirando el impuesto al Sol, que indudablemente sólo tiene afanes recaudatorios puesto que no existen externalidades negativas de aprovechar la energía solar; y permitir que se puedan poner placas solares de forma más sencilla a nivel administrativo, ya que seguramente permitirían que nuestras facturas de la luz fuesen bastante más económicas de lo que tenemos que afrontar ahora mismo.

Sinceramente, en esta situación energética, nos encontramos con una postura bastante paradójica por parte del Gobierno Central. Por un lado vendemos sol en cuestión de turismo, pero cuando se trata de que los locales nos beneficiemos de ese sol que les ofrecemos a nuestros vecinos del norte en concepto de resort y calidad de vida, nuestros líderes viendo que perjudica a las empresas que históricamente más han reportado, se cierran en banda y prohíben que se puedan explotar de manera pequeña y autogestionada, ya que cada día es más difícil tener una placa solar particular. Por otro lado firman todos los protocolos acuerdos y tratados en la lucha por el cambio climático, pero con nuestra situación idónea para la explotación solar, el Gobierno la ignora, ningunea e incluso achaca que no es suficiente sin investigación que permita encontrar mejores formas de explotarlas cuando seguramente sea una de las formas más eficientes de luchar contra ese cambio climático que nos hemos comprometido a paliar.

Desde todos los puntos de vista desde los que he podido vislumbrar esta situación, parece que la decisión de bloquear la energía solar y su explotación no es beneficiosa. Los precios de la luz suben, se contamina más y los ciudadanos, desde el punto de vista políticos no estamos contentos debido a ello, lo cual en un futuro electoral podría manifestarse. Para concluir, creo que tenemos un filón energético que puede garantizarnos el futuro, nuestros dirigentes en vez de negarlo y bloquearlo, deberían explotarlo y garantizarlo por nuestro bien, por nuestro futuro y por el suyo.

Hiscio Belluga Molina, Estudiante del Máster de Economía Internacional y Desarrollo de la UCM.

Fuente: http://blogs.publico.es/econonuestra/2017/03/09/el-desaprovechamiento-del-sol/