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Mueren docenas de civiles a causa del asedio y los ataques aéreos

El este de Ghuta se hunde en el abismo

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Residentes de la región de Ghuta oriental, Siria, trasladan los cuerpos de las víctimas de los bombardeos de las fuerzas del gobierno sirio sobre la ciudad de Duma. (AFP)

El enclave de Ghuta oriental, que se halla bajo control rebelde, soporta una grave crisis humanitaria, según declaraciones de la ONU y los activistas locales; las tácticas de bombardeos y asedio del gobierno matan a docenas de civiles y ponen a muchos más al borde de la inanición.

Durante el pasado fin de semana, la zona fue sometida a nuevos ataques aéreos, incluido un posible ataque con armas químicas que mató al menos a 19 personas.

Según la Syrian American Medical Society, que tiene doctores trabajando en el área, recibieron pacientes que «presentaban pupilas puntiformes, tos, vómitos y bradipnea» o respiración anormalmente lenta.

Dijeron que el «agente químico causante de los síntomas podía haber sido el fósforo», pero advirtieron de que la carencia de suministros médicos en el asediado distrito «dificultaba que los doctores pudieran hacer un diagnóstico eficaz y dar una respuesta adecuada».

Los últimos ataques exacerbaron lo que la ONU ha definido como situación humanitaria «crítica» en el distrito, que lleva bajo asedio desde 2013, y en el que viven 400.000 personas.

Heridos sirios en una clínica improvisada tras el bombardeo de las fuerzas del gobierno sirio sobre la ciudad de Duma, bajo control rebelde, en la zona este de la región de Ghuta. (AFP)

Basam Jabieh, un fotógrafo que vive en Ghuta, quien el pasado octubre documentó los terribles efectos de la desnutrición en los niños del distrito, dijo a Middle East Eye que la situación estaba alcanzando límites insoportables.

«La comida es escasa», dijo a MEE. «Y los precios están por las nubes. Carecemos de las medicinas más importantes, especialmente de las necesarias para tratar cánceres, cardiopatías e insuficiencias renales».

«Todo va a peor según pasa el tiempo, no disponemos de alternativa alguna para reponer lo que perdemos».

La entrevista con Jabieh tuvo que acabar abruptamente porque los aviones del gobierno volvían a lanzar ataques aéreos muy cerca.

Como es habitual tras un ataque aéreo en Siria, los voluntarios se apresuran a ayudar a los civiles atrapados bajo los escombros. Un video publicado en las redes sociales mostraba a los voluntarios de la Defensa Civil Siria, conocidos comúnmente como Cascos Blancos, sacando a una niña, todavía con vida, de entre los escombros de su hogar:

Anas Altaan, voluntario de los Cascos Blancos, dijo a Middle East Eye que su organización no había podido tener acceso a la zona afectada por los supuestos ataques con armas químicas, habitada sobre todo por combatientes rebeldes, pero que los «aviones de combate y la artillería continuaban bombardeando zonas residenciales».

Altaan, que vive en la ciudad de Arbin, dijo que el asedio le estaba negando a su pueblo recursos vitales y que los continuos bombardeos hacían la vida cada vez más difícil.

«Hace mucho tiempo que no disponemos de trigo, azúcar o medicinas para el cáncer, esto es lo más grave. La comunidad internacional tiene que encontrar algún medio para impedir que se siga bombardeando a los civiles», dijo.

La campaña de bombardeos del ejército sirio ha dejado a familias enteras enterradas bajo los escombros. El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) dijo que al menos 80 civiles, entre ellos 14 niños, habían muerto desde el martes y que cientos de personas habían resultado heridas.

Firas al-Abdallah, un activista de los medios que viven en Duma, dijo que en los últimos cuatro días se habían producido 250 ataques aéreos. En uno de ellos, murieron los seis miembros de una familia.

Los lanzamientos de cohetes de los rebeldes hacia Damasco ha provocado también 16 muertos desde el jueves; el grupo salafista Ahrar al-Sham lanzó un ataque sobre una base militar situada en la cercana ciudad de Haasta, un hecho que el director de SOHR, Rami Abdel Rahman, dijo que se había aprovechado como «pretexto para atacar toda la zona este de Ghuta».

«Zona de desescalada»

El este de Ghuta fue nominalmente incluido, el pasado mes de julio, como parte del acuerdo alcanzado por Turquía, Rusia e Irán para establecer «zonas de desescalada», lo que ha permitido varios meses de paz relativa.

Sin embargo, durante la pasada semana se han vuelto a renovar los bombardeos y las esperanzas de resolución de la crisis han acabado evaporándose.

Zakaria, uno de los cuidadores de un orfanato de la beneficencia en la zona de Sakba, dijo a MEE que la carencia de alimentos estaba teniendo un efecto devastador en los niños del distrito. Subrayó el caso de Yosra al-Telawe, una niña de seis años de la ciudad de Hateta Turkman. «Padece parálisis cerebral y malnutrición. Pesa tan sólo 16 kilos y su padre apenas puede ganar un sustento. Necesita leche, que no se encuentra por ninguna parte, y está subsistiendo a base de trozos de pan».

Humo producido por un ataque aéreo sobre la zona rebelde Arbin en la región de Ghuta Oriental, en los alrededores de Damasco (AFP)

«Hemos pedido la evacuación de Yosra, así como la de tantos otros niños que están en una grave situación con riesgo de muerte, y nadie se ha movido para salvar sus vidas, lo mismo que las de las miles de personas bajo asedio.»

Desde que se iniciaron las protestas contra el gobierno de Asad en 2011, que acabaron convirtiéndose en una guerra abominable, gran parte de Siria ha estado cambiando de manos entre el gobierno y los grupos rebeldes.

Desde el pico de 2014, cuando grandes franjas de territorio del país estaban bajo control rebelde, hasta ahora sólo quedan en sus manos Ghuta, Daraa y la provincia de Idlib.

El este de Ghuta lleva mucho tiempo controlado por Yaish al-Islam, un grupo militante implicado en el secuestro de los activistas de los derechos humanos Razan Zaituneh, Samira Khalil, Wael Hamada y Nasim Hamadi, apoyado originalmente por Arabia Saudí.

El pasado año se produjeron repetidos enfrentamientos entre varios grupos de rebeldes, entre ellos Failaq al-Sham y Ahrar al-Sham, que compiten por el poder.

Aladin Juha, voluntario de los Cascos Blancos, fue asesinado el domingo 19 de noviembre por una bomba de racimo cuando trataba de salvar vidas. Es el cuarto miembro del equipo del este de Ghuta que muere en una semana. The Syria Campaign @TheSyriaCmpgn

Esta situación ha implicado un marcado contraste entre el gobierno sirio y sus aliados, que se sienten envalentonados por sus victorias sobre los rebeldes en Alepo y el grupo del Dáesh en Deir Ezzor.

Considerando su ubicación, los analistas han sugerido que el este de Ghuta está «demasiado próximo a la capital» para que el gobierno lo deje tranquilo.

«Es obvio que el acuerdo de desescalada no está yendo bien en Ghuta», dijo Aron Lund, miembro de la Century Foundation. Añadió que los rebeldes tenían «pocas posibilidades» de sobrevivir al ataque.

Aunque la ONU está preparando una nueva ronda de negociaciones para el 28 de noviembre en Ginebra, los residentes en Ghuta se muestran escépticos de que nada pueda atarle las manos al gobierno de Asad.

Firas al-Abdallah se burló de la sugerencia de que el acuerdo de desescalada había aliviado los problemas a que se enfrenta el este de Ghuta.

«No paran nunca de bombardear», dijo. «Aquí, en Ghuta, no hay desescalada alguna. El acuerdo es papel mojado.»

(Zouhir al-Shimale ha colaborado en esta información.)

Alex MacDonald lleva mucho tiempo siguiendo la política de Oriente Medio, Asia y el mundo musulmán en general, examinando las interminables luchas sociales e ideológicas de la región. Ha informado desde Iraq, Turquía y Bosnia.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/news/syrias-eastern-ghouta-region-faces-critical-humanitarian-crisis-1863346342

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.