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El gobierno de EE.UU. activa el Título III de la Ley Helms-Burton, ¿y qué?

Fuentes: Rebelión

«Las Termópilas no fueron sino un esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla.» Hoy y mañana hay que luchar por la vida, por el bienestar, la paz y felicidad de nuestros pueblos, que merecen ser protegidos de la […]

«Las Termópilas no fueron sino un esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla.» Hoy y mañana hay que luchar por la vida, por el bienestar, la paz y felicidad de nuestros pueblos, que merecen ser protegidos de la insania de Trump, Pompeo, Bolton y el resto de la claque alabardera.

El gobierno del nuevo dictador imperial Donald Trump ha decidido la aplicación del título III, algo que todos los presidentes anteriores fueron realistas en mantener en suspensiones sucesivas. Las razones para ello son falsas y fácilmente rebatibles y absolutamente endebles.

Las conclusiones extraíbles del largo proceso histórico de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba son, por el con­trario, contundentes e irrebatibles porque se sustentan en la verdad de los acontecimientos y en la fidelidad de la memoria histórica.

La primera conclusión es que siempre, desde inicios del siglo XIX, los Estados Unidos tuvo la idea de apoderarse de Cuba por distintos medios. Y José Martí fue capaz de vaticinarlo al decir que «jamás fue Cuba para los Estados Unidos más que una posesión apetecible». Y por eso Estados Unidos fue enemigo de la independencia de Cuba, y prefirió verla atada al yugo español, hasta esperar una oportunidad propicia para la obtención de sus fines anexionistas.

La actitud de EE.UU. ante la Revolución en Cuba se puede resumir en dos verdades, aunque existen innumerables otras que derraman toda la luz para descubrir todos los resquicios de los acontecimientos concretos.

Estados Unidos no sólo trató de impedir el triunfo de la Revolución al brindar apoyo total al régimen dictatorial de Batista, sino que vio con malos ojos y empezó a actuar inamistosa y enemigamente ante las naturales medidas y las soberanas decisiones revolucionarias adoptadas por el Gobierno Revolucionario.

Estados Unidos guiado por su política injeren­cista inveterada y la concepción de considerar a la América Latina como su traspatio, estableció tempranamente su política e instrumentó las accio­nes diversas encaminadas a la destrucción de la Revolución, brindando su respaldo absoluto a sus aliados destronados del poder.

Después de 60 años, las luchas de la Revolución Cubana en todas sus etapas, enfrentando a una potencia tan terri­ble y colosal como EE.UU. pueden ser calificadas como una verdadera leyenda del siglo XX y XXI y como una victoria permanente del pueblo cubano sobre lo imposible. Y es que el ideal de libertad e independencia de los cubanos, siempre ha estado ligado a su mejor obra en todos los tiempos: La Revolución.

La Cuba del presente, consecuente con su gloriosa y larga historia, resistirá y enfrentará, a pesar de las circunstancias económicas y políticas adversas, al aluvión hegemonista de Estados Unidos y alcanzará al fin la victoria, con el esfuerzo propio y la solidaridad del mundo, manteniendo incólume su voluntad soberana de construir el socialismo y garantizar su irreversibilidad.

La condena a Estados Unidos en la Asamblea General de la ONU forma parte del antibloqueo que ejerce la comunidad internacional a favor de Cuba y en respaldo a la denuncia anual del criminal e ilegal bloqueo económico, comercial y financiero.

Cuba ha vivido una larga historia de agresiones y ofensas a sus ansias y condición de nación soberana, libre e independiente por parte de los Estados Unidos.

Considera que se puede inspirar terror mediante el ejercicio de la fuerza, pero jamás simpatía. Se puede ser el más fuerte, pero no querido y respetado. Se puede imponer el poderío, pero no tener autoridad moral ante los demás. Se puede mentir, pero no lograr engañar a todos indefinidamente. Se puede martirizar un pueblo, pero no se le puede impedir que luche con todas sus fuerzas por el derecho a la libertad y a la vida.

Por esas razones y por su espíritu de rebeldía, los cubanos pueden declarar muy bien, con la pasión de Simón Bolívar, que frente al pertinaz empeño de los gobernantes de Estados Unidos de sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, Cuba afirma que no permitirá que se ultraje y desprecie al gobierno y los derechos de los cubanos. Defendiendo la dignidad e independencia de Cuba han vivido y luchado millo­nes de cubanos, han muerto millares y millares de ellos, y las nuevas generaciones están dispuestas y ansían merecer igual suerte. Lo mismo es para Cuba combatir contra Estados Unidos por sus dere­chos e independencia, que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofendiera y la agrediera.

La historia ha dado muestras de cuanta constancia ha dado pruebas el pueblo cubano en su lucha por la libertad. Aunque a veces se piense que no puede haber nada grande en los esfuerzos de un pueblo débil luchando contra terribles enemigos, la verdad histórica es que desde el siglo XIX los cubanos lucharon contra el imperio español, como dijera un escritor irlandés, «sacrificando fortunas, familias y vidas; pereciendo bajo el sable, las balas o las enfermedades; viendo cazados a sus esposas e hijos cual si fueran animales del bosque; cayendo exánimes de fatiga y hambre, o muriendo miserablemente en la espesura de los montes; y en medio de todos sus sufrimientos y amarguras, permaneciendo inquebrantables en su resolución de vencer o morir. Toda la historia humana no puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico. Las Termópilas no fueron sino un esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla.»

En los siglos XX y XXI, Cuba ha enfrentado las hostilidades y agresiones de los Estados Unidos con un heroísmo y estoicismo sin par y que nunca dejará de ser reconocido por los pueblos del mundo.

En el mundo del mañana debe esperarse que preva­lezcan los mejores sentimientos, las mejores acciones y las mejores ansias de la humanidad. En ese mundo del mañana, bajo el imperio de la paz y la amistad, liberado del miedo y la miseria, esperamos que Cuba pueda realizar plenamente los sueños que hoy la alientan. Mientras esa hora llega, Cuba debe seguir oteando el horizonte, seguir armada de su verdad, seguir alzando su dignidad y rebeldía y continuar forjando su victoria.

Y es que ya todo el mundo reconoce, lo que Cuba expresa con ideas de su Héroe Nacional José Martí: «Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre (…) Y al mundo preguntamos, seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quien se hace».

Ya el pueblo cubano ha demostrado su generosidad y heroísmo en todos los terrenos, y los países del mundo han demostrado en la ONU que la solidaridad es insoslayable, porque el bloqueo contra Cuba también es contra ellos en cierta medida, y porque es despiadado, genocida e ilegal, y porque también hoy el gobierno de Trump se comporta como un gran dictador mundial que viola todos los principios civilizados de convivencia y relaciones internacionales vigentes.

Y ante tantas amenazas, sanciones, agresiones, injerencias, chantajes, de tantas declaraciones de «todas las opciones están sobre la mesa», lo cual es una propaganda sobre el peligro de agresión militar y guerra, condenada en la carta de la ONU, se impone una alerta general a todos los países para que adopten las medidas soberanas para frenar al nuevo Hitler que se incuba en la Casa Blanca. Los cientos, miles o millones de personas que han sido víctimas de tales políticas, lo son en el presente o lo serán en el futuro, claman por ponerle coto a una política estadounidense que solo puede ofrecer sufrimiento, derramamiento de sangre y muerte.

Hay que luchar por la vida, por el bienestar, la paz y felicidad de nuestros pueblos, que merecen ser protegidos de la insania de Trump, Pompeo, Bolton y el resto de la claque alabardera.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.