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Entrevista a Yolanda Ferrer Gómez, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas

El legado de Vilma Espin: Revolución dentro de la revolución

Fuentes: Punto Final

Ser mujer implicó siempre un camino cuesta arriba y ello prevalece hasta nuestros días. María de los Ángeles Querol, arqueóloga española experta en el Paleolítico, lo define muy bien: el rol de las mujeres en la evolución del ser humano ha sido poco reconocido e incluso ignorado por la mayoría de los autores, desde Darwin. […]

Ser mujer implicó siempre un camino cuesta arriba y ello prevalece hasta nuestros días. María de los Ángeles Querol, arqueóloga española experta en el Paleolítico, lo define muy bien: el rol de las mujeres en la evolución del ser humano ha sido poco reconocido e incluso ignorado por la mayoría de los autores, desde Darwin. Pero «ningunear» a la mujer no ha sido exclusividad de expertos y científicos. El ideario católico, para el que «Dios creó al hombre – no a la mujer – a su imagen y semejanza», ha tenido un peso decisivo en siglos de discriminación y explotación.

Incluso en las revoluciones socialistas, donde se socializaron los medios de producción y se abolió la explotación del hombre por el hombre, las mujeres se vieron obligadas a enfrentar el denominado «machismo-leninismo» y luchar por sus derechos para lograr una segunda y verdadera independencia.

La experiencia de la revolución cubana tiene ciertos matices que la hacen diferente. No obstante, las mujeres también debieron reclamar sus derechos en los albores del triunfo revolucionario. La historia de esa lucha por la emancipación, está indisolublemente ligada a la figura de Vilma Espín Guillois, quien creó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960 y la presidió por más de cuatro décadas. Tras su reciente fallecimiento, quedó al frente de la organización, Yolanda Ferrer Gómez, quien se ha desempeñado como secretaria general desde 1990 a la fecha.

La dirigenta, trabajó muchos años en la FMC como funcionaria y luego fue promovida como miembro del secretariado, en calidad de secretaria ideológica. Es Licenciada en Ciencias Políticas, integra el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y es Miembro Suplente del Buró Político. Además, es diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular desde 1986 y forma parte del Comité de Expertas de la Organización de Naciones Unidas, ente responsable del cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, donde participa hasta la fecha.

Yolanda Ferrer, realizó una visita a Chile hace algunas semanas, donde encabezó un acto de homenaje a Vilma Espín en la Fundación Salvador Allende. Según contó a Punto Final, Fidel Castro ha tenido una participación activa en el cambio de mirada, respecto del rol de la mujer en la sociedad cubana. «Incorporó a dos compañeras en el Asalto al Cuartel Moncada y luego en la Sierra Maestra creó y entrenó personalmente el pelotón de mujeres Mariana Grajales (**), en el que participó activamente Vilma Espin», señaló.

Sin embargo, las mujeres aspiraban a más. Por ello, tras el triunfo de la revolución comenzaron a exigir mayor participación y encontraron eco en Espin. Ella fue apoyada por el Comandante en Jefe, quien le planteó que fundar una organización de mujeres era lo más revolucionario que podía hacer. «Organizar a las mujeres ‘es una revolución dentro de la revolución’, le señaló Fidel», según relató la dirigenta. Así nació la FMC, a sólo ocho meses del triunfo revolucionario.

En la actualidad, las mujeres juegan un rol protagónico en la sociedad cubana, pero queda mucho por hacer. «Todavía hay hogares en los que prevalece el machismo y la mujer debe asumir una doble jornada laboral. Esta injusticia genera muchas otras inequidades que es necesario superar», puntualizó la dirigenta.

Revolución y mujer

¿Qué factores han sido determinantes en el papel que ha jugado la mujer en el proceso cubano?

«Primero, la revolución misma. No cabe duda, que la independencia, la soberanía y la edificación de una sociedad, que tiene al ser humano como centro, han sido fundamentales. Otros aspectos centrales son la claridad de Fidel, respecto de nuestro rol y derechos; y el liderazgo de Vilma al frente de una organización genuinamente cubana desarrollada de acuerdo a nuestra propia realidad y necesidades».

Además del fuerte rasgo identitario, ¿cuáles son las mayores fortalezas de la entidad y en qué se diferencia de otras agrupaciones de mujeres?

«A diferencia de otros países, incluido el antiguo campo socialista, nuestra organización es de masas y esa es su mayor fortaleza. Está constituida en todo el país y realiza un trabajo muy fuerte en la comunidad a nivel territorial. En la actualidad, agrupa a más de 4 millones de mujeres. Cuenta con 75 mil organizaciones de base, conformadas por un promedio de 60 mujeres de todos los sectores: estudiantes, profesionales, trabajadoras, campesinas y dueñas de casa. Tiene más de 300 mil dirigentes voluntarias que dirigen esas organizaciones de base y 76 mil trabajadoras sociales voluntarias. Existe un número parecido de brigadistas sanitarias, con capacitación sistemática, que asisten a las mujeres con problemas de salud. Además, la organización cuenta con 176 casas de orientación donde 10 mil profesionales atienden los problemas de la mujer y la familia, en aspectos como orientación individual y grupal; cursos de adiestramiento y capacitación; y actividades de extensión comunitaria».

De acuerdo a lo que usted plantea, el tema de género en Cuba surge y se fortalece a la par con la revolución. ¿Cómo influyó ese despertar temprano de las mujeres cubanas en el desarrollo posterior de la federación?

«Efectivamente, nos adelantamos a la teoría de género, que surgió en 1970, a partir de la reflexión de las académicas feministas. En Cuba, ese proceso comenzó en 1960, en el contexto de una revolución naciente, que abrió espacios para la emancipación del ser humano en general. En ese nuevo escenario, las mujeres también exigimos mayores derechos y un mayor protagonismo en la construcción de la nueva sociedad. Vilma Espín, encarnó ese clamor y lideró ese proceso al frente de la FMC».

¿Cuáles fueron los aportes concretos de la Federación para cambiar la situación de las mujeres cubanas?

«Lo primero, fue impulsar un proceso de educación tendiente a establecer un nuevo tipo de relación en el plano familiar y de pareja, donde los deberes y derechos fueran compartidos. En 1961, se crearon los jardines infantiles con una perspectiva de género: las niñas y niños comparten las mismas tareas. En 1962, comienza la educación sexual a la población femenina para transformar una tradición cultural basada en la discriminación. Nacen el Centro Nacional de Educación Sexual y la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, donde se realiza un trabajo muy fuerte en los ámbitos de formación sexual, trabajo y asistencia a niños con problemas en el seno familiar».

¿Podría aportar algunas cifras que den cuenta de la evolución de la situación de la mujer en Cuba?

«Antes de la revolución, las mujeres constituían el 12 por ciento de la fuerza laboral y dentro de ese porcentaje se consideraba a aquellas que trabajaban con o sin paga. Hoy representan el 45 por ciento de la fuerza laboral del país, del sector estatal civil, con una jornada de 8 horas, en igualdad de condiciones. En Cuba, las mujeres recibimos igual salario que los hombres por trabajo de igual valor».

¿Cómo cambió la situación de la mujer en el ámbito de la educación profesional y en el acceso a cargos de poder?

«Hasta 1959, las mujeres con estudios de nivel profesional eran una excepción. En la actualidad, dentro de la categoría ocupacional de técnicos y profesionales del país, representan el 66 por ciento. En 1959, en la universidad había un 3 por ciento de mujeres. Hoy un 63 por ciento de los graduados universitarios son mujeres. Respecto del acceso a cargos, antes de la revolución era imposible para todos aquellos – hombres y mujeres – que no tuvieran el dinero para hacerlo. Ahora, cualquiera puede asumir un puesto de dirección, incluidas las mujeres y Vilma es un claro ejemplo. Aparte de presidir la Federación, integró el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista, fue Miembro del Comité Central del Partido Comunista, diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular y Miembro del Consejo de Estado, entre otros muchos cargos. Además, ocupamos el 37 por ciento de los puestos dirigenciales del país, cifra que consideramos aún baja. Si bien, en las responsabilidades de primer nivel de dirección hay un incremento sostenido, todavía es lento para nuestras expectativas. En el año 2000, teníamos 16 vice-ministras y en 2007 contamos con 33, además de 6 ministras, que encabezan carteras importantes y no tradicionales, como Industria Básica; de Finanzas y Precios; de Auditoría y Control; y Colaboración Económica e Inversión Extranjera, entre otras. Ello demuestra que existe una voluntad del gobierno de concretar una medida que fije la obligatoriedad de proponer a un hombre y a una mujer para ocupar un cargo de primer nivel».

De acuerdo a las cifras que usted indica, las mujeres cumplen un papel preponderante en el ámbito productivo y político del país. ¿Cómo fue su aporte en los años de crisis posteriores a la caída del campo socialista?

«Las mujeres jugamos un rol protagónico en Cuba y durante el período especial, no fue la excepción. Una de las cosas más importantes que nos confirmó la realidad de esa crisis, es que la vida cotidiana también es política. Había carencias en todos los campos y estuvimos a la altura de las circunstancias en cada uno de ellos, incluido el plano familiar. Aunque hemos trabajado mucho para que en la familia se compartan deberes y derechos, aún el peso de las tareas del hogar lo tienen las mujeres. Por ello, tuvimos que afrontar las dificultades con una gran dosis de creatividad, abnegación y compromiso. A pesar de la falta de alimentos, vestuario y de la agresión permanente del enemigo, ninguna familia cubana murió de hambre, no se cerró ninguna escuela ni hospital. En plena crisis, se conformó el Movimiento de Mujeres Creadoras para generar alternativas y soluciones en todos los planos. Se recopilaron hojas en blanco para hacer cuadernos, se repararon libros y materiales didácticos para las escuelas y jardines infantiles y aprendimos a cocinar con lo mínimo. Como Vilma era ingeniera química industrial y en 1960 fue directora del Ministerio de la Alimentación, hizo un gran aporte para mejorar la calidad de la nutrición del pueblo, principalmente de los niños y embarazadas».

¿Cuáles son sus desafíos como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas?

«Hemos conseguido cosas muy importantes, pero tenemos muchos retos por delante, que evidencian esta ‘revolución dentro de la revolución’, a la que se refirió Fidel ya en 1960. Seguiremos trabajando para lograr que exista una distribución equitativa del trabajo en el seno familiar. Todavía hay hogares en los que prevalece el machismo y la mujer debe asumir una doble jornada laboral. Esta injusticia genera muchas otras inequidades que es necesario superar. También, nos proponemos aumentar el número de mujeres en cargos dirigenciales medios y de primer nivel. En el plano general de la revolución y de nuestra soberanía, también aportaremos lo nuestro. Las mujeres cubanas, al igual que todo el pueblo, estamos muy bien preparadas para defender cada pulgada de nuestro territorio. Nos hemos preparado para desarrollar la guerra de todo el pueblo y estamos en las Milicias de Tropas Territoriales, en las Brigadas de Producción y Defensa, en el Servicio Militar Voluntario Femenino. Las mujeres somos una fuerza decisiva para la revolución, en la paz y en la guerra».

(*) Cifra de CEPAL, citada por el autor del artículo.

(**) Madre de la Patria Cubana y de los hermanos Maceo, valientes guerreros por la independencia de Cuba.