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El momento de la elección republicana

Fuentes: Rebelión

Si no queremos que nos coloquen otra Segunda Transición, luchemos por una primera ruptura« (Juan Carlos Monedero) Aún estábamos festejando el increíble despegue de Podemos y la subida de Izquierda Unida en las últimas elecciones, cuando nos encontramos con la noticia de la abdicación del Rey Juan Carlos. Y a poco que queramos darnos cuenta, […]

Si no queremos que nos coloquen otra Segunda Transición, luchemos por una primera ruptura«

(Juan Carlos Monedero)

Aún estábamos festejando el increíble despegue de Podemos y la subida de Izquierda Unida en las últimas elecciones, cuando nos encontramos con la noticia de la abdicación del Rey Juan Carlos. Y a poco que queramos darnos cuenta, son dos noticias muy relacionadas entre sí. No queremos decir que una haya llevado a la otra, pero sí afirmamos rotundamente que la noticia de la estocada al bipartidismo, seguida de la noticia de la abdicación del Rey, son dos noticias con un trasfondo común, y dentro de una misma secuencia histórica. No queremos plantearnos aquí y ahora (tiempo habrá para ello, y otras voces más autorizadas lo harán) los motivos que hayan llevado al monarca al replanteamiento en torno a su abdicación, sobre todo retomando sus últimas declaraciones, donde siempre afirmaba encontrarse fuerte e ilusionado. Pero lo cierto es que, si no nos movilizamos, si no luchamos en este momento histórico tan crucial, se nos podrá escapar una ocasión de oro para reivindicar el derrocamiento de la Monarquía, y la implantación de la Tercera República.

Remito a los lectores que deseen una documentación y motivación más amplia, a la serie de artículos que estamos publicando bajo el título «¿Qué República queremos?«, donde estamos intentando explicar los contenidos, el cuerpo que deseamos para nuestra Tercera República, así como a otros muchos textos de compañeros, como al reciente libro de Alberto Garzón «La Tercera República». Pero aquí y ahora, cuando salta la noticia de la abdicación de Juan Carlos, lo que queremos reivindicar es que nos dejen elegir. Que se convoque un referéndum popular, abierto y vinculante, para que el pueblo pueda elegir si desea continuar bajo el régimen monárquico en manos del actual Príncipe Felipe, o si desea una nueva República para nuestro país. Estamos seguros de que esta oportunidad histórica no sería desaprovechada, porque permitiría a los millones de republicanos/as expresar su deseo democráticamente, incluso replantearse su elección a otros millones de ciudadanos que hasta ahora se han «conformado» con la Monarquía.

Porque lo cierto es que no queremos seguir empantanados en un régimen monárquico que nos obliga a aceptar como Jefe del Estado a una persona por su dinastía, por su herencia, por su sangre. Necesitamos una República porque demandamos un mayor contexto democrático, un mayor contexto de redistribución de la riqueza, una mayor justicia social, y una mejor garantía del cumplimiento de los Derechos Humanos básicos y fundamentales. No queremos seguir teniendo un sistema monárquico que represente y se alíe con los poderes fácticos, con los grandes empresarios, con el gran capital financiero, con los poderosos, y que bajo la bandera del Estado Español, se organicen viajes para conseguirles grandes negocios. Hay que denunciar claramente los defectos y las limitaciones del sistema democrático bajo la Monarquía, como una Constitución que pone al Jefe del Estado por encima de la Ley, como figura inviolable e irresponsable, falta de separación e independencia de poderes, falta de libertad de expresión, existencia de tortura y malos tratos policiales, corrupción generalizada por falta de control y transparencia de los cargos públicos, justicia que protege a los poderosos y se ceba con los más débiles, incumplimiento de los derechos laborales y sociales que reconoce la Constitución, privatización de nuestros servicios públicos, etc.

Y muchos lectores se podrían estar preguntando hasta qué punto tiene todo esto que ver con la República o con la Monarquía, y lo cierto es que tiene mucho que ver, porque es el propio sistema, basado en la Monarquía como expresión y forma de Estado, el que configura todo lo demás, el que permite que se den estas situaciones, el que se consagra de una manera desaforada al capitalismo más salvaje. Necesitamos y queremos la República porque queremos volver a disfrutar de lo público, bajo un nuevo sistema que lo respete y lo proteja, que lo administre y lo salve, que lo salvaguarde ante todos los ataques que pueda sufrir. Necesitamos un auténtico sistema democrático que nos garantice nuestros derechos, y esto sólo puede plasmarse bajo un modelo republicano. Hay que hacer ver a la gente porqué las cosas no funcionan, porque las ramas del árbol no funcionan, porque el propio tronco está podrido hasta sus entrañas. Hay que hacer comprender a la ciudadanía que no puede esperarse ninguna justicia de un sistema cuya Carta Magna es profundamente injusta, porque atenta contra el principio básico de igualdad de todos los ciudadanos ante la misma ley. Y hay que hacer ver a la opinión pública que no podemos aspirar a un sistema más justo y humano cuando nuestra Constitución respalda y da una prioridad exagerada a los derechos secundarios de unos pocos (como el derecho a la propiedad privada, a las leyes del mercado o a la libertad empresarial) frente a los derechos más básicos y fundamentales de la inmensa mayoría social (el trabajo, la vivienda, la alimentación, el vestido, la sanidad, la educación, etc.).

En definitiva, no podremos aspirar a un contexto realmente democrático, justo y social mientras nuestro régimen siga basado en la anacronía de una Monarquía, en las deficiencias y limitaciones de la misma. La causa republicana ha de ser vista por el pueblo como una necesidad de mejorar nuestras condiciones de vida, de extender nuestras libertades, de ampliar nuestros horizontes de redistribución de la riqueza y de justicia social. Tenemos ahora la oportunidad de manifestarlo, y no podemos desaprovecharla. Hemos de proclamar la República como la sustituta de este régimen monárquico impuesto por una dictadura, y con graves deficiencias democráticas. Si no lo hacemos así, le estaremos de nuevo dando alas a los viejos partidos del régimen del 78, esos mismos a los que acabamos de recortar poder en las últimas elecciones, para que tomen posiciones, se asienten y se autojustifiquen en la nueva etapa que se avecina, asumiendo un protagonismo que no les corresponde y volviendo a legitimarse en el nuevo sistema, bajo el paraguas del nuevo monarca. Es un hecho histórico ampliamente demostrado que cuando la burguesía (esa «casta» a la que alude Pablo Iglesias) teme perder sus posiciones y sus privilegios, su status quo, se vuelve más peligrosa, traicionera, sutil e inteligente que nunca. No les demos su oportunidad. Reivindiquemos y luchamos por la nuestra, por la del pueblo. Reivinquemos la Tercera República.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.