Para disgusto y fracaso de las presiones diplomáticas de la Casa Blanca, el papa Benedicto XVI llegará a Cuba el 26 de marzo. Se quedará tres días en la isla, después de entrar en América Latina por México. El 28 de marzo celebrará una misa en la plaza de la Revolución, en La Habana. Benedicto […]
Para disgusto y fracaso de las presiones diplomáticas de la Casa Blanca, el papa Benedicto XVI llegará a Cuba el 26 de marzo. Se quedará tres días en la isla, después de entrar en América Latina por México. El 28 de marzo celebrará una misa en la plaza de la Revolución, en La Habana.
Benedicto XVI celebrará en Santiago de Cuba -la histórica ciudad del cuartel Moncada, donde Fidel Castro inició su lucha revolucionaria en 1953- los 400 años de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre.
En 1988, después que el papa Juan Pablo II terminase su visita a Cuba, participé en un almuerzo ofrecido por Fidel a un grupo de teólogos. En cierto momento un teólogo italiano manifestó, desde lo alto de su izquierdismo, su indignación por el hecho de que el pontífice hubiera expuesto a la Virgen de la Caridad adornada con una corona de oro.
Fidel no escondió su malestar. Y reaccionó diciendo: «La Virgen del Cobre no es sólo la patrona de los católicos de Cuba. Es la patrona de la nación cubana». Y relató cómo su madre, Lina Ruz, católica devota, hizo que él y Raúl prometieran que si salían vivos de la Sierra Maestra, vendrían a depositar sus armas en el santuario, a fin de pagar la promesa que ella había hecho. En 1983, al visitar el santuario por primera vez, vi allí las armas.
Por esas «cristicoincidencias» que sólo la fe explica y las encuestas aclaran, la Virgen de la Caridad y Nuestra Señora Aparecida tienen tanto en común como Cuba y Brasil. Como dijo Ignacio de Loyola Brandão: «Cuba es una Bahía con suerte». Ambas imágenes fueron encontradas durante la colonización: allí, en 1612, la española; aquí, en 1717, la portuguesa: Las dos en el agua. Las dos encontradas por tres pescadores. Allá, en el mar; acá, en el río Paraiba. Y ambas son negras.
El papa llegará a Cuba en el momento en que el país pasa por cambios sustanciales, aunque sin abandonar su proyecto socialista. Se está dando un proceso progresivo de desestatización, de apertura a la iniciativa privada, y en los últimos meses fueron liberados más de dos mil presos.
Ahora las relaciones entre el gobierno y la Iglesia Católica pueden ser calificadas de excelentes. Ya no quedan en la isla residuos del clero de origen español y formación franquista, que tanto fomentó el anticomunismo durante los primeros años de la Revolución, en que un sacerdote promovió la oprobiosa Operación Peter Pan: convenció a los padres de 14 mil niños de que iban a perder la patria potestad y de que sus hijos pasarían a manos del Estado… Llevó a los niños para Miami, sin padres ni madres, y el resultado, como se puede imaginar, fue catastrófico. La Revolución no fue derrotada por la invasión de Bahía Cochinos, patrocinada por el gobierno de Kennedy, y muchos de aquellos niños no pudieron escapar de un futuro de delincuencia, drogas y otros trastornos. Miles de ellos nunca pudieron ser localizados por sus familias.
Tanto el Vaticano como los obispos cubanos son contrarios al bloqueo que los EE.UU. imponen a la isla. Se podrá estar en desacuerdo con muchos aspectos del socialismo de aquel país, pero nadie nunca ha visto la foto de un niño cubano viviendo en la calle, o familias bajo los puentes, o mafias de narcotraficantes. En La Habana un cartel exhibe a un niño sonriendo con esta frase bajo la foto: «Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno de ellos es cubano».
Cuba tiene muchos defectos, pero no el de negar a once millones de habitantes los derechos humanos fundamentales: alimentación, salud, educación, vivienda, trabajo y arte (incluyendo el cine y el Buena Vista Social Club). Lo cual mereció elogios de Juan Pablo II durante su visita de siete días, una de las más prolongadas de su pontificado.
Hoy Cuba recibe, proporcionalmente, más turistas que el Brasil. Lo que es una vergüenza para nuestro país de dimensiones continentales y con tantos atractivos. La diferencia es que Cuba promueve no sólo el turismo de solaz (tiene playas paradisíacas) sino también el turismo científico, cultural, artístico y deportivo.
La Revolución Cubana resiste desde hace 54 años, a pesar de los actos terroristas con el país, descritos al detalle en el best-seller de Fernando Morais, Los últimos cinco soldados de la guerra fría (2011). Y al hecho de tener que soportar en su litoral la base estadounidense de Guantánamo, que le roba parte de su territorio para usarlo como cárcel de supuestos terroristas secuestrados en lugares lejanos.
A lo mejor la resistencia cubana es otro milagro más de la Virgen de la Caridad…
[Frei Betto es escritor, autor de «Sinfonía universal. La cosmovisión de Teilhard de Chardin», entre otros libros.
http://www.freibetto.org/ – twitter:@freibetto.
Tomado de: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1〈=ES&cod=64911