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El poder de las armas, las piedras y los medios

Fuentes: A l´encontre/La Breche

El 30 de octubre de 2014, una portavoz de Mahmud Abbas declaraba que el cierre del acceso a la Explanada de las Mezquitas era una «declaración de guerra». Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel desde marzo de 2009, no dudó en calificar esta declaración de «chocante», añadiendo que en la práctica equivalía a estimular el […]

El 30 de octubre de 2014, una portavoz de Mahmud Abbas declaraba que el cierre del acceso a la Explanada de las Mezquitas era una «declaración de guerra». Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel desde marzo de 2009, no dudó en calificar esta declaración de «chocante», añadiendo que en la práctica equivalía a estimular el terrorismo. De hecho, Mahmud Abbas comprende el ascenso de un levantamiento en Cisjordania y debe maniobrar. Hay que recordar que el 28 de septiembre de 2000, Ariel Sharon decidió acudir a los lugares de la Explanada de las Mezquitas. Su visita terminaría en un baño de sangre para los palestinos, desencadenándose la segunda Intifada. El 26 de octubre de 2014, el gobierno israelí confirmaba que se construirían 600 viviendas en Ramt Shlomo y 400 en Har Homa, distritos de Jerusalén-Este. ¡Que hay que comparar con la «reconstrucción» ficticia de Gaza! La edificación suplementaria de estas viviendas constituye un avance adicional de la colonización. Gideon Levy en el diario Haaretz del 23 de octubre de 2014 escribe: «Dos naciones viven en la Pretoria de Israel. Se ha convertido en la capital israelí del apartheid… El levantamiento está en marcha. Cuando la próxima ola de terror salga de las callejas de Jerusalén-Este, los israelíes dirán que están extrañados y furiosos. Pero debe decirse la verdad: a pesar del chocante incidente del miércoles (ver nota /4), los palestinos están convirtiéndose en una de las naciones más tolerantes de la historia. Detenciones masivas, colonos violentos, privaciones, expulsión de las tierras, desposesión, y siguen silenciosos, con excepción de la reciente protesta con piedras. No hay auto-ilusión que no sufra la ciudad. La capital no es una capital más que a sus propios ojos; la ciudad unificada es una de las más divididas del universo. La pretendida igualdad es una broma y la justicia es pisoteada. El libre acceso a los santos lugares es solo para los judíos (y también, para los musulmanes de más de 50 años). Y el derecho al retorno está reservado a los judíos». Una constatación exacta. Estaría bien que así se constatara en la prensa «de referencia» europea.

Por otra parte, a propósito de los lanzamientos de piedras por los jóvenes palestinos, el gobierno israelí acaba de tomar medidas extremas de represión. Así, jóvenes lanzadores de piedras que hieran a una persona o dañen un coche podrán, sobre la base de una modificación de artículos del código penal que la Knesset debe aún aprobar, sufrir penas de prisión de 10 a 20 años. Ninguna prueba debe ser proporcionada del lanzamiento «normal» de una piedra. Si la intención (sic) de herir a una persona es demostrada, entonces la pena puede llegar a 20 años. Las penas de prisión por este gesto de resistencia bastante simbólico frente a fuerzas de policía muy militarizadas eran ya susceptibles de provocar penas de prisión de 2 años. Desde julio de 2014, el número de detenciones se acerca a 1000. Según su táctica habitual, Netanyahu ha anunciado, el 2 de noviembre de 2014, que los judíos no podrían ir a rezar a la Explanada de las Mezquitas. Mahmud Abbas ha saludado esta declaración inmediatamente. Sin embargo, en esos mismos momentos, un diputado ultra de la Knesset, bajo escolta policial y en respuesta práctica al primer ministro, acudía a esos lugares. Todo está pues en pie para un recrudecimiento de la ofensiva sionista en Jerusalén.

Así, en el momento en que las provocaciones -concertadas- se multiplican en Jerusalén, en Hebrón y otras partes, en el marco de la política colonial del estado sionista, el gobierno egipcio, bajo la dirección del exmariscal Abel Fattah al-Sissi, construye una zona-tampón de 500 metros de ancha y 10 km de larga en su frontera con la banda de Gaza. El control de las actividades de los gazauis será estricto y la salida a Egipto por la puerta de Rafah será colocada bajo una vigilancia militar comparable solo a la de Israel. Los miles de habitantes del lado egipcio, cuyas viviendas han sido destruidas (como las de los palestinos por Israel, con cualquier pretexto), recibirán el equivalente a 45 dólares como indemnización. ¿Hasta cuándo?

Además, el gobierno de Netanyahu abre y cierra las dos entradas a Gaza desde Israel; esto se produce de nuevo desde el 1 de noviembre de 2014. Gaza está «aislada del mundo». Haaretz del 3 de noviembre de 2014 titula así un artículo: «Egipto e Israel aprietan la cuerda alrededor del cuello de Hamas. Con Israel y Egipto cerrando la frontera, así como frenando los esfuerzos de reconstrucción de Gaza, el camino hacia nuevos brotes de violencia podría ser más corto de lo que parece».

Las proclamas «triunfalistas» sobre los 5.400 millones de dólares prometidos al final de la «conferencia sobre la reconstrucción», el 12 de octubre de 2014, están así alejadas de la realidad. La reconstrucción será colocada bajo estrecha vigilancia y será un instrumento de chantaje político y de maniobras permanentes, poniendo en cuestión todas las intenciones de elaboración de una estrategia política para la resistencia palestina, lo que sería imposible sin un clima de espantosa intimidación contra la población palestina y de preocupaciones urgentes y cotidianas de supervivencia que hacen muy difícil la conjunción entre revuelta y estrategia política, con diferentes facetas. La reedificación tardará -una reedificación que necesitaría al menos 8 a 10 años según los estudios más serios- mientras que la miseria se hará cada día más alarmante. El objetivo de Netanyahu y los círculos dominantes sionistas es hacer emigrar a todos los gazauis posibles que dispongan de una calificación universitaria y profesional (los últimos datos de Frontex lo prueban) y encarcelar a los demás. Una política de almacén (a cielo abierto) de una población expoliada que se articula con el encarcelamiento en prisiones con barrotes y techos, encarcelación consecuencia de alegaciones arbitrarias de resistencia (lo que es un derecho frente a la ocupación) y de terrorismo.

Además, el gobierno israelí acaba también de anunciar la puesta a punto de una «cúpula de acero» para proteger su espacio marítimo o, más exactamente, para asegurarse la protección de futuros recursos en petróleo y en gas, pues se anuncia un enfrentamiento con tal motivo en esta región marítima. Difícil, cuando se acumulan estos hechos, sostener, de forma extrañamente parcial, una victoria política de Hamas de un lado y un desastre material del otro. Esto tiene que ver o bien con el wishful thinking (tomar los deseos por realidades) o bien con la ingenuidad política coyuntural, pero expresada con determinación.

El texto que publicamos a continuación traduce una opinión muy minoritaria en Israel. Demuestra sin embargo, un planteamiento bastante realista de la política mediática propia de un estado y un gobierno que tienen necesidad no solo de la guerra para construir, sin cesar, una unidad nacional que se desagrega bajo los efectos de la crisis social, de la fragmentación de las componentes de la población, sino también de reforzar su propaganda, su disfraz de la realidad, para poder lograr una extensión de su control territorial. Un complejo de dominación que anula la posibilidad de la opción de dos estados. Sin embargo, es esta opción la que apuntala toda la política pro-sionista de los estados de la Unión Europea. Se trata de un objetivo que se perfila en un horizonte que se aleja cada vez que están en curso «negociaciones». Pues esas negociaciones solo tratan, en lo esencial, sobre la «futura seguridad de Israel». Sin embargo, esta seguridad no es jamás suficiente ni está garantizada en opinión del estado sionista. A partir de ahí, el objetivo de la pretendida negociación no deja de desvanecerse.

Fuente original: http://alencontre.org/