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El policía que llevas dentro

Fuentes: albertoalmansa.blogspot.com

Se cumplen cuando escribo en este blog casi 40 años de aquellos días donde los jóvenes franceses salieron a las calles pidiendo lo imposible, porque manifestaban así su percepción de la realidad. Es verdad que ya ha pasado mucho tiempo. Estas líneas no son sin embargo de aburrida melancolía, sino de abatimiento. Y varios son […]

Se cumplen cuando escribo en este blog casi 40 años de aquellos días donde los jóvenes franceses salieron a las calles pidiendo lo imposible, porque manifestaban así su percepción de la realidad. Es verdad que ya ha pasado mucho tiempo. Estas líneas no son sin embargo de aburrida melancolía, sino de abatimiento. Y varios son los sucesos que quiero compartir contigo en esta efeméride.

Hace unos días leyendo en este sitio los comentarios acerca de mis impresiones sobre la utilización de lo presos para fines comerciales, recordé una de aquellas sabias e imaginativas consignas que los colegas galos cantaban mientras se calentaban con los agentes del orden. «Llevas un policía dentro mátalo». (La frase que se ha colado en mi recuerdo, reaparece cuando de nuevo en París los jóvenes protestan de nuevo por la elección del neofascista Nicolás Sarkozy como nuevo presidente de la República).

La consigna cobra sentido cuando unos pocos de lectores se han posicionado con gran virulencia en contra de lo descrito en «El negocio del dolor». Los comentarios publicados han compartido página con la carta de un preso donde narra las palizas que ha sufrido en dos cárceles andaluzas. Esta carta no ha merecido ni un solo comentario por quienes si han reaccionado contra mis apreciaciones del show del talego que presencié. Me han escrito ex compañeros dudando, ahora que llego a los cincuenta, de mi integridad ideológica y he creído ver incluso alguna velada amenaza por decir las cosas con la libertad con que las escribo. Para eso mismo he creado este blog.

Es pues penoso observar que las torturas que ha sufrido este preso no merecen ni una sola palabra. En esta ecuación es cuando suenan en mí los cánticos de los compañeros franceses hace casi 40 años en el barrio latino de París, en la Soborna, en los bulevares donde se reivindicaban los sueños para que el mundo que vivimos fuera algo mejor.

Ahora, ya ves, sólo se pide que todo continúe como está, porque hemos llegado a instalarnos y nos acojona perder el estatus merecido. Hoy casi nadie cuestiona la existencia de esos cementerios de personas vivas que son las cárceles. ¿Has oído a algún líder político plantear la rentabilidad de la institución penitenciaria cuando ya es común acertar que la cárcel no reeduca sino todo lo contrario? Los trabajadores de la CNT durante la república española se negaban a construir presidios: allí donde se entierra la libertad no es posible que trabaje un libertario. Ahora se pide como un concejal descerebrado del Puerto de Santa María, justificando Puerto III, que se construyan cárceles porque «son industrias blancas. Crean empleo y no contaminan». El dolor desde luego no contamina el medio ambiente pero ennegrece el alma de todos los que amamos la libertad.

Así es que es han entrado en este blog personajes desprovistos de sentimientos, desde luego, pero también de ideología. La cárcel es una herramienta de tortura. ¿Cómo desde la izquierda, en el supuesto caso de que exista, se puede justificar la existencia de los talegos? Me parece coherente que el Fiscal Jefe de Córdoba, José Antonio Martín Caro, de clara tendencia conservadora , exprese sin reparos su deseo de que la Ley Penal del Menor sea cada vez más penal y menos educativa, proponiendo su reforma , una más, para que los niños con menos de 14 años puedan ir a las cárceles por delitos graves. Una afirmación que sostiene con otra relacionada con el placer. En un retorcido ejercicio seudo intelectual, el fiscal jefe, ha dicho que si un niño de 13 años tiene ya reconocida su capacidad sexual, por qué no la va a tener penal. ( los menores de 14 años son inimputables desde el punto de vista penal con la actual ley).

Entiendo la moral de este fiscal y es conforme a sus esquemas mentales donde es notorio que prefiere la reclusión a la eduación y que si un mocoso de 13 años puede echar un polvo, por qué no va a ir al talego, como si el despertar del placer sexual fuera de la mano de la madurez para entender que romper un contenedor es un acto vandálico y sancionable. Es como lo del presidente de los empresarios de Córdoba que lo mismo te escribe un libro sobre los filósofos que trataron de comprender el mundo, que escupe sobre los vestigios musulmanes de los arrabales porque demoran la voracidad de la excavadora previa a la especulación.

Estas cosas pasan…

Así es que constatada la muerte de los sueños y su entierro, ahora que el mayo evoca no solo copas y sevillanas sino perfumes revolucionarios, te animo a que refresques tu cerebro y vuelvas a gritar «que se pare el mundo que me quiero bajar».