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¡Aleluya, el mundo entero está contra nosotros!

El portazo israelí a Chomsky

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión por LB

Un canal de televisión local nos ha informado esta semana acerca de un grupo de israelíes adictos a las teorías conspirativas.

Creen que George W. Bush planeó la destrucción de las Torres Gemelas para promover sus objetivos perversos. Creen que las grandes empresas farmacéuticas propagaron el virus de la gripe porcina para vender sus vacunas sin valor. Creen que Barack Obama es un agente secreto del complejo militar-industrial. Creen que le ponen fluoruro al agua potable para esterilizar a los hombres y reducir la población humana exactamente a la cifra de dos mil millones de personas. Y así sucesivamente.

Me pregunto cómo no han descubierto aún la conspiración más nefasta de todas: la perpetrada por la banda de antisemitas que han tomado el control del gobierno de Israel y lo están utilizando para destruir el Estado judío.

* * *

¿La prueba? Sencilla. Basta con leer los periódicos.

El Ministro de Asuntos Exteriores, por ejemplo. ¿Quién sino un diabólico antisemita podría haber nombrado a Avigdor Lieberman, entre todos los posibles candidatos, para ocupar ese puesto? El trabajo de un ministro de Asuntos Exteriores es hacer amigos y convencer a la opinión pública mundial de que tenemos razón. Lieberman está trabajando duro y con habilidad para conseguir que todo el mundo odie a Israel.

O el Ministro del Interior. Consagrado de sol a sol a la tarea de escandalizar a los defensores de los derechos humanos y de suministrar munición a los peores enemigos de Israel. Hace poco impidió a dos bebés entrar en Israel porque su padre era gay. Impide a las esposas reunirse con sus maridos en Israel. Deporta a los hijos de los trabajadores extranjeros, que están construyendo el Estado.

O el Jefe de Estado Mayor. Persuadió al gobierno para que boicoteara la Comisión de la ONU creada para investigar la operación «Plomo Fundido», abandonando así el terreno a los acusadores del ejército israelí. Y desde que dicha comisión publicó su informe se ha dedicado a orquestar en todo el mundo una campaña de difamación contra el juez judío sionista Richard Goldstone [, que preside la denostada Comisión].

Ahora el ejército israelí ha anunciado su decisión de bloquear la flotilla [internacional] que pretende llevar una cantidad simbólica de suministros a la asediada Franja de Gaza. Con ello queda garantizada la cobertura televisiva en directo del evento y que en todo el mundo se sigan las evoluciones de las pequeñas embarcaciones, atrayendo de paso la atención de todo el mundo sobre el infame bloqueo al que Israel lleva años sometiendo a un millón y medio de seres humanos. El sueño de cualquier enemigo de Israel.

La conspiración alcanzó su clímax esta semana, cuando las autoridades israelíes negaron al profesor Noam Chomsky autorización para entrar en Cisjordania.

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No es posible comprender este asunto salvo si se lo ve como producto de una viciosa conspiración antisemita.

Al principio pensé que se trataba simplemente de la habitual mezcla de ignorancia y necedad. Pero he llegado a la conclusión de que no puede ser eso. Incluso en nuestro actual gobierno la estupidez no puede haber alcanzado tales proporciones. Esto es, a grandes rasgos, lo que pasó: el viejo profesor de 81 años llegó al puente de Allenby sobre el río Jordán, procedente de Amán y con destino a Universidad de Birzeit, próxima a Ramallah, donde estaba previsto que diera dos conferencias sobre la política de EEUU. Por supuesto, las autoridades israelíes conocían su llegada con mucha antelación. [En el puesto de control israelí] Un joven oficial le hizo algunas preguntas, se comunicó con sus superiores del Ministerio del Interior, volvió a hacerle más preguntas, de nuevo se comunicó con sus superiores, y luego estampó en su pasaporte las palabras: «Entrada denegada».

¿Y cuáles fueron esas preguntas? Por qué no daba una conferencia en una universidad israelí. Y por qué no tenía pasaporte israelí.

El profesor Chomsky regresó a Amán y dio sus conferencias por videoconferencia. El incidente dio la vuelta al mundo y tuvo especial repercusión en los EEUU. El Ministerio del Interior israelí pidió disculpas desganadamente, afirmando que el asunto no era de su jurisdicción sino que era responsabilidad del Coordinador Militar para los Territorios Ocupados.

Eso, por supuesto, es un pretexto falaz, ya que el propio Ministerio recientemente ha denegado la entrada a varias personalidades que profesan simpatía a los palestinos, entre ellas el payaso más popular de España.

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Un recuerdo personal mío: hace una docena de años participé en un acalorado debate público en Londres con Edward Said, el fallecido profesor palestino. Mencionó que su amigo Noam Chomsky estaba a punto de dar una conferencia en una universidad local.

Corrí al lugar y vi el edificio rodeado de un nutrido grupo de jóvenes, hombres y mujeres. A duras penas me abrí camino hasta la escalera que conducía a la sala de conferencias, pero los ujieres me cerraron el paso. Les expliqué en vano que era amigo del profesor Chomsky y que había venido desde Israel tan sólo para oírle. Me dijeron que en la sala no cabía ni un alfiler. Tal era la popularidad de Chomsly ya entonces.

Noam Chomsky es probablemente el intelectual más solicitado de todo el planeta. Su reputación trasciende ampliamente los límites de su especialidad académica -la lingüística-, en la que es considerado un genio. Es el gurú de millones de personas en los cinco continentes. Los medios de comunicación de todo el mundo lo tratan como una eminencia intelectual.

Siendo eso así, ¿qué pudo haber inducido a los ministros del Interior y/o de Defensa a retener a este hombre durante cuatro horas para acabar enviándolo de vuelta a donde vino? ¿Fue un caso de estupidez abismal? ¿Malicia? ¿Venganza? ¿Todo eso junto? ¿O tal vez otra cosa?

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Este asunto tiene muchas implicaciones de amplio alcance.

En primer lugar: se trata de una provocación contra la Autoridad Palestina, con la que Benjamín Netanyahu pretende mantener negociaciones directas de paz -o al menos eso dice. Equivale a escupir a los palestinos en la cara.

Chomsky llegó como invitado de Mustafa Barghouti, un líder palestino que defiende la no violencia y los derechos humanos. Acudió a dar dos conferencias en una universidad palestina.

¿Qué tiene eso que ver con Israel? ¿Qué clase de arrogancia es esa de impedir a los estudiantes palestinos escuchar la conferencia de un profesor al que han elegido invitar?

¿Y qué nos revela eso sobre las peroratas de Netanyahu acerca de los «dos Estados para dos pueblos»? ¿Qué clase de Estado palestino se supone que será ése, si Israel puede decidir quién está autorizado a entrar y quién no? ¡Especialmente a la luz de la exigencia israelí de controlar todos los pasos fronterizos del nuevo Estado!

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Segundo: en todo el mundo está cobrando ímpetu una campaña para boicotear a todas las universidades israelíes. No sólo al autodenominado «Instituto Universitario» del asentamiento de Ariel, y no sólo la Universidad Bar-Ilan, que ayudó a crearlo. El boicot se dirige contra todas las universidades israelíes.

Varias asociaciones de profesores universitarios del Reino Unido y de otros países han adoptado resoluciones para imponer este boicot, mientras que otros grupos se oponen a él. En estos momentos la batalla sigue librándose.

Los opositores del boicot izan la bandera de la libertad académica. ¿A dónde vamos a llegar si boicoteamos a investigadores y pensadores en función de su país de residencia o por sus opiniones? El escritor italiano Umberto Eco ha escrito a sus colegas una emotiva carta en contra del boicot. Yo también me opongo a él.

Y en esas estamos cuando aparece el gobierno israelí y nos arranca de un tirón la alfombra debajo de nuestros pies. Nadie dice que Chomsky apoye el terrorismo o que venga a espiar. El gobierno israelí le denegó la entrada a Cisjordania solamente por sus opiniones. Eso significa que la libertad académica es buena sólo si sirve a aquellos que alaban a Israel, pero no vale más que el pellejo de un ajo (como decimos en hebreo) cuando es utilizada por alguien contrario a las políticas del gobierno israelí.

He ahí una ayuda directa a los partidarios del boicot. Tanto más cuanto que ni una sola universidad israelí ni un solo colectivo de académicos ha alzado la voz para protestar.

 

* * *

La afirmación de que Chomsky es un enemigo de Israel es absurda.

Su nombre de pila es conspicuamente hebreo, y también lo es el de su hija, Aviva, que lo acompañaba en su viaje.

Me encontré con Chomsky por primera vez en los años 60, cuando lo visité en su pequeño y atestado despacho del MIT, una de las instituciones académicas más respetadas de los EEUU y del mundo.

Me habló con cierta nostalgia del kibbutz (Hazorea, del movimiento sionista izquierdista Hashomer Hatzair), donde había pasado un año en su juventud. Intercambiamos opiniones y convino en que la idea de los dos Estados es la única solución práctica.

Su nombre de pila se lo pusieron sus padres, que nacieron en el Imperio Ruso y emigraron a los EEUU de jóvenes. La lengua materna de ambos progenitores era el yiddish, pero consagraron su casa a la cultura hebrea, y Noam hablaba hebreo desde la primera infancia. En el mundo mental de su juventud, el socialismo y el anarquismo estaban mezclados con el sionismo. Su tesis doctoral versó sobre la lengua hebrea.

Desde entonces he seguido atentamente todas sus declaraciones. Nunca descubrí ninguna oposición a la existencia de Israel. Lo que sí encontré, en cambio, fue una crítica acerba de las políticas del gobierno israelí, la misma crítica que formulan las fuerzas de paz de Israel. Pero Chomsky es mucho más crítico con las sucesivas administraciones de EEUU, cuyas políticas considera que son el origen de todos los males.

Cuando los profesores John Mearsheimer y Stephen Walt publicaron su revolucionario estudio defendiendo la tesis de que Israel controla la política de EEUU a través del lobby proisraelí, Chomsky los contradijo y afirmó que lo que ocurría en realidad era lo contrario: que son los EEUU los que explotan a Israel para llevar a cabo sus planes imperialistas, perjudicando los intereses reales de Israel.

Personalmente, creo que ambas tesis son correctas. La afirmación de Chomsky puede ser ilustrada por el veto estadounidense a la reconciliación entre Fatah y Hamás, así como por la intervención norteamericana que impide el trueque de prisioneros palestinos [capturados por Israel] a cambio de[l soldado israelí capturado por fuerzas palestinas] Gilad Shalit».

¿Entonces, por el amor de Dios, ¿a santo de qué se impidió a este hombre entrar a Cisjordania?

* * *

Tengo una teoría que lo explicaría todo.

Durante muchos siglos los judíos fueron perseguidos en la Europa cristiana. El antisemitismo convirtió su vida en un infierno. Fueron víctimas de pogromos, expulsiones masivas, confinamiento en guetos, edictos opresivos y leyes discriminatorias. A lo largo del tiempo desarrollaron mecanismos mentales y prácticos de defensa, métodos de supervivencia y rutas de escape.

A partir del Holocausto la situación ha cambiado radicalmente. En los EEUU los judíos viven actualmente en un paraíso que no tiene parangón desde la Edad de Oro de la España musulmana. Cuando se instauró el Estado de Israel atrajo la admiración y simpatía de todo el mundo.

Eso fue algo maravilloso, pero por debajo de la superficie de la conciencia nacional -si se me permite la generalización-, se infiltró una cierta sensación de incomodidad, de desorientación. Los acreditados y confiables mecanismos de defensa que habían dado a los judíos un sentido de orientación y consciencia de los peligros que les acechaban se desintegraron. Los judíos sintieron que algo se había estropeado, que las familiares señales de tráfico habían desaparecido. Cuando los gentiles alaban a los judíos o están dispuestos a hacer alianzas con ellos lo más cuerdo es recelar. Evidentemente, algo siniestro ha de ocultarse por fuerza [tras las alabanzas gentiles]. Ahora las cosas ya no son como las conocíamos. Eso es aterrador.

Desde entonces hemos estado trabajando febrilmente para que la situación vuelva a la normalidad. Sin ser conscientes de ello, estamos haciendo todo lo que podemos para volver a ser odiados, para sentirnos como en casa, en un terreno familiar.

La única conspiración que existe, de existir alguna, es nuestra conspiración contra nosotros mismos. No descansaremos hasta que el mundo vuelva a ser antisemita, y sabemos cómo comportarnos para conseguirlo.

Como reza la alegre tonada: «El mundo entero está contra nosotros; así pues, que le parta un rayo…»

Fuente: http://www.counterpunch.org/avnery05252010.html