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La amenaza del "otro"

El prejuicio anti-China en Estados Unidos

Fuentes: Comunican

La ofensiva económica, política y diplomática de Donald Trump contra la República Popular de China cuenta con un elemento de apoyo fundamental: el prejuicio.  Este aparece siempre en los Estados Unidos, y ahora lo utiliza Trump gracias a la historia de estereotipos racistas construidos durante décadas.  

Trump sabe que uno de los pilares fundamentales de la identidad estadounidense es la cultura WASP, el acrónimo en inglés de «White, Anglo-Saxon and Protestant» (blanco, anglosajón y protestante).  El resto, de una u otra manera, dentro o fuera del país, son enemigos que quieren destruirla.  

En Estados Unidos no sorprende que se hable de la “amenaza” china.  Están acostumbrados a las “amenazas”, sea ésta soviética, japonesa, árabe, islámica o latina.  La “amenaza” del “otro” es parte de la cultura popular que va desde los comics hasta las redes sociales de hoy, pasando por Hollywood y las series de televisión.  

La amenaza del “otro” no es patrimonio estadounidense.  El intelectual palestino Edward Said explicó el lugar del “otro” en el mundo occidental en su obra “Orientalismo”.  La descripción de ese “oriente” exótico y retrasado les sirvió a las grandes potencias coloniales en los siglos XVIII y XIX para imponer su dominación acompañada por la indiferencia y/o complacencia de sus poblaciones antes las innumerables masacres que cometían sobre “seres inferiores” en los territorios conquistados.   

Esta construcción en occidente se basa en antinomias esencialistas.  Por un lado, occidente sería el representante del bien, civilizado, científico, racional, moderno y pacífico.  Por el otro, el oriente representaría el mal, retrasado, supersticioso, irracional y violento. 

Tal vez el caso más conocido respecto de la “amenaza” del “otro” en Estados Unidos sea la demonización de la población estadounidense de origen japonés después del ataque a la base naval de Pearl Harbour en 1941.   

Además de calificarlos de ratas, monos, traicioneros y crueles, pusieron en campos de concentración durante años a cerca de 120 mil descendientes de japoneses, algunos hasta 1946, cuando ya había finalizado la Segunda Guerra Mundial.   Fue tan brutal lo que hicieron, que cuarenta años después el Congreso emitió una declaración de disculpas y reconoció que la detención de miles de personas había sido injusta, inconstitucional y producto de “prejuicios raciales, e histeria de guerra”.

Ahora el enemigo son los chinos, que vendrían a cuestionar el “destino manifiesto”, la famosa doctrina del siglo XIX que tiene Estados Unidos para guiar a la humanidad por la senda de la civilización y el progreso.  “Qué hay de nuevo, viejo?” diría Bugs Bunny.

¿Cuál es el imaginario generalizado sobre China y los chinos en Estados Unidos?  Según múltiples estudios piensan que son comunistas, su gobierno solo hace propaganda, todos viven vigilados, roban las propiedades intelectuales de los países desarrollados para copiarlas, abusan del trabajo infantil, sus productos son de mala calidad, contaminan el planeta, son depredadores cada vez que invierten en algún país, quieren invadir Taiwán, nos espían.  

Y para colmo de males comen murciélagos o escorpiones en los mercados y desde un laboratorio propagaron una pandemia por el mundo.   En síntesis, nada que aprender de una civilización que se opone a todo lo que implique libertad, modernización o desarrollo.  No es casual que en gran parte de las encuestas sobre China se suela incluir la palabra “amenaza” en la pregunta, bastante inductiva, por cierto. 

La pandemia del Covid19 le vino como anillo al dedo a Trump para afianzar estas creencias tan difundidas.  En los medios de comunicación se usó y abusó del término “virus chino”, aunque la Organización Mundial de la Salud no nombra enfermedades por ubicación geográfica, justamente para evitar estigmatizaciones. 

Donald Trump –fiel a su estilo- en plena pandemia no se privó de referirse despectivamente al virus con el termino “Kung Flu”, un juego de palabras que remite al arte marcial del Kung Fu (flu = gripe).    

Sin embargo, la ridiculización impidió que se prestara atención a algo muy importante, que apenas fue informado por escasos medios de comunicación: parte del equipamiento médico utilizado en los hospitales era chino.  No era de empresas estadounidenses fabricado en China.  Era tecnología de avanzada desarrollada en China que no existe en los Estados Unidos.  En otras palabras, la pandemia visibilizó que los chinos no solo copian o hacen barbijos, sino que están varios pasos adelante de los Estados Unidos en numerosas áreas de infraestructura tecnológica.

En un artículo de mayo 2025 publicado en la prestigiosa revista Foreign Affairs -titulado “Subestimando a China”- se afirma que no se toma en cuenta la habilidad que tiene para innovar, porque todavía se piensa erróneamente que simplemente copia y reproduce innovaciones occidentales.  

Allí se menciona que seis de las diez industrias del futuro están siendo lideradas por China y que desde el punto de vista tecnológico domina todo, desde vehículos eléctricos hasta reactores nucleares de cuarta generación.  

Como si esto fuera poco, se asegura que producen más patentes que en Estados Unidos y que sus publicaciones científicas están entre las más citadas, aunque a simple vista no aparezcan en el motor de búsqueda de google.   Es verdad, si uno se guiara por el algoritmo de google pareciera que no hay investigación científica en China, ni en las ciencias duras ni en las humanísticas; y hay que buscar con lupa en los medios de comunicación occidentales para encontrar referencias a científicos chinos. 

Al gobierno de Donald Trump le conviene que se mantenga el imaginario chino de Bruce Lee, los textiles baratos y la comida exótica para reforzar los estereotipos, en vez de reconocer que China ha dado pasos gigantescos en su desarrollo y ya supera a Estados Unidos en numerosas áreas de alta tecnología.    

Pero el árbol nunca puede tapar el bosque.  Ante las nuevas medidas arancelarias de Trump el economista Paul Krugman escribió el 16 de abril que Estados Unidos va a perder la guerra comercial con China porque “está llevando un cuchillo a un duelo con pistolas”.   

Imposible saberlo, el tiempo lo dirá.  Y tal vez aprendan algo nuevo.

*Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.