Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Los intentos del Gobierno israelí -por medio del proyecto de ley del Estado-nación- de borrar la lengua árabe de este país no sólo amenaza a los palestinos, sino que también socava la identidad mizrají. Pero su intento está condenado al fracaso.
Un antiguo diario árabe de Palestina está en un taller para la reparación y la digitalización de libros antiguos en la Biblioteca Nacional de Jerusalén, 30 de diciembre de 2015. (Hadas Parush / Flash90)
Cuando mi abuela Sa’ida llegó a Israel, trabajó en la aldea juvenil de Kfar Hadasim como ama de llaves y tuvo que someterse a un proceso rápido de «hebraización» con el fin de comunicarse con cientos de niños inmigrantes. A pesar de que tenían mucho en común habíaun abismo entre ellos, el más destacado era su lengua materna. El hebreo sirvió de puente tanto para los niños como para mi abuela en una nueva sociedad en Israel. Su lengua materna fue relegada a lo personal y especialmente en la sinagoga.
Cuando llegué a este mundo mi abuela tenía un impresionante dominio del hebreo, a diferencia de sus amigos que no estaban obligados a trabajar con niños y adolescentes. Y sin embargosalpicaba regularmente sus palabras de sabiduría con modismos yemeníes y árabes. Al observarla durante sus conversaciones del Shabat con sus amigos yo entendía algunas palabras. Sólo a veces mi abuela se paraba a traducir para mí aunque el significado era claro… Así es como el árabe, el idioma de mi abuela que mi madre conoce perfectamente ysin embargo nunca me habló, encontró su camino en mi corazón.
Como hija de la generación X de 1970 en Israel yo formaba parte de la generación perdida del Israel de los años 80 y 90. Una generación que incluye a mujeres y hombres que se sientan hoy en el Gobierno. Y sin embargo la asimilación no funcionó totalmente en mi caso ni en muchos otros de mi generación. Al contrario, sentimos la necesidad de mirar hacia atrás, a las generaciones perdidas de nuestros padres y abuelos para pavimentar un nuevo camino para la construcción de un futuro.
Preservar el árabe como lengua viva
Nuestros linajes árabes e historias familiares se hicieron más importantes durante los Acuerdos de Oslo en los años 90. El crecimiento del Mizrahi Democratic Rainbow Coalition -Coalición del Arco Democrático Mizrají, (N de T.)- y un discurso histórico cultural alternativo, en el que el «otro» Israel exigió una rebanada del pastel, llevó la historia de los judíos árabes a la atención del público. Esto fue seguido por una intensa actividad cultural, en particular la fundación de la Orquesta de Andalucía de Israel, la nueva literatura, la poesía clásica y popular, la danza y el teatro, donde se podían ver los orígenes judíos árabes. El enemigo interior – nuestra identidad árabe negada- ahora era amada.
Una señal de tráfico en Israel que incluye el nombre árabe de Jerusalén, Al-Quds, entre paréntesis.
El empuje de esta generación para revivir la lengua árabe -hablada y escrita- se puede encontrar en diversas iniciativas, tales como las de Neve Shalom-Wahat al-Salam y Mano a mano. Sobre todo a partir de la década de 1990 las escuelas bilingües, como a la que asisten mis hijos, empezaron a aparecer en todo el país. Su objetivo es permitir a los estudiantes judíos y árabes aprender y vivir en ambos idiomas y verlos como iguales. Una nueva generación de niños judíos y árabes que ven al árabe no sólo como una «segunda lengua», sino como parte de su experiencia compartida.
Mis esfuerzos para hacer un cambio con mis hijos, que leen la Torá en yemení con acento árabe y entienden a mi tía de habla árabe mejor que yo, tuvieron un rudo despertar cuando el Comité Ministerial de Legislación decidió aprobar el llamado proyecto ley del Estado-nación que quita al árabe su estatus como lengua oficial del Estado.
La negación de la condición oficial del árabe me recuerda un dicho árabe: «La negación es el burro de la ley». Los iniciadores y partidarios del proyecto de ley están alimentados por temores primitivos de la lengua árabe, que la consideran una demanda en nombre de los ciudadanos árabes del país para su legítimo lugar en los libros de leyes de Israel. Jóvenes y viejos, miembros de la Knesset y funcionarios del Gobierno siguen santificando las políticas malditas de los padres fundadores del Estado, fomentando el borrado de lo que queda de árabe en este país. Tienen sed de volver a los días de gloria de un país europeo puro y blanco que nunca fue y nunca será en el Medio Oriente.
A diferencia de la ingeniería humana despreciable cometida por el liderazgo del Estado en la cara de su población de habla árabe en los primeros años del Estado, ahora estamos viviendo en una época en la que los lazos entre la sociedad y el régimen son mucho más complejos y multidimensionales. Las fronteras del lenguaje ya no se establecen por medio de la legislación, por lo tanto no hay manera de forzar este tipo de procesos en la población. El proyecto de ley del Estado-nación está condenado al fracaso frente al proceso irreversible de la generación que reconoce a sus padres y abuelos y no se centra en los estrechos límites de sus orígenes religiosos, étnicos y lingüísticos.
Todas las corrientes históricas profundas de los habitantes de este país se oponen a este proceso. Por lo tanto corresponde fortalecer la nueva corriente, que busca educar a la generación presente y futura en el aprendizaje del árabe como lengua viva. No como un lenguaje utilizado por el cuerpo de inteligencia del ejército, sino como un lenguaje común entre los que viven en este país. Todos son bienvenidos a unirse.
Netta Amar-Schiff es una abogada de derechos humanos. Este artículo fue originalmente publicado en hebreo en Local Call.
Fuente: https://972mag.com/israels-nation-state-bill-threatens-the-mother-tongue-of-mizrahi-jews/127392/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.