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El pesimismo palestino podría provocar una rebelión muy necesaria

El relato de la desesperanza

Fuentes: Mint Press News

Foto: Un anciano intenta despejarse los ojos y recuperar el aliento después de ser golpeado por una nube de gas lacrimógeno en Khan Yunis, en la Franja de Gaza ocupada, durante la primera Intifada palestina, el 10 de enero de 1987. Dieter Endlicher|AP

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

El mayor desafío de Palestina no es el hecho de que el pueblo no sea registrado como un factor en la liberación de su propia tierra, sino la incapacidad de su liderazgo para apreciar el inmenso potencial de aprovechar las energías de los palestinos en todas partes para organizar un enfoque anticolonial estratégicamente centrado en una campaña de liberación.

En una reciente discusión televisiva un respetado periodista propalestino declaró que si alguna vez ocurriera algún cambio o transformación positiva en la trágica saga palestina no sucedería ahora, sino que tomaría una generación completamente nueva para lograr un cambio de paradigma.

Tan inocua como puede parecer la declaración, me molestó mucho.

He escuchado esta frase una y otra vez, reiterada a menudo por intelectuales bienintencionados cuyas experiencias al investigar y escribir sobre el llamado “conflicto palestino-israelí” pueden haber llevado a algunos de ellos al pesimismo, cuando no a la desesperación.

El “discurso de la desesperanza” es tal vez comprensible si uno examina la realidad tangible y desagradable sobre el terreno, la ocupación israelí cada vez más arraigada , la anexión planificada  de la tierra palestina ocupada en Cisjordania, la vergonzosa normalización árabe  con Israel, el silencio ensordecedor de la comunidad internacional y la inutilidad del liderazgo palestino.

Suscribirse a esta lógica no solo es contraproducente, sino también ahistórico. A lo largo de la historia cada gran logro que trajo libertad y una medida de justicia a cualquier nación se realizó a pesar de las circunstancias aparentemente insuperables.

De hecho, ¿quién habría pensado que el pueblo argelino era capaz de derrotar al colonialismo francés cuando sus herramientas de liberación eran tan rudimentarias en comparación con los increíbles poderes del ejército francés y sus aliados?

El mismo paradigma se aplica a muchas otras experiencias históricas modernas, desde Vietnam hasta Sudáfrica  y desde India hasta Cuba.

Palestina no es la excepción.

Sin embargo el «discurso de la desesperanza» no es tan inocente como parece. Está impulsado por la persistente incapacidad de apreciar la centralidad del pueblo palestino, o cualquier otro pueblo, para el caso en su propia historia. Además supone que el pueblo palestino es, francamente, ineficiente.

Curiosamente, cuando muchas naciones todavía estaban lidiando con el concepto de identidad nacional, el pueblo palestino ya había desarrollado un sentido definido de identidad colectiva moderna y conciencia nacional. Las huelgas generales de masas y la desobediencia civil que desafiaron al imperialismo británico y los asentamientos sionistas en Palestina comenzaron hace casi un siglo, culminando en la huelga general de seis meses de duración en 1936.

Desde entonces la resistencia popular, que está vinculada a un sentido definido de identidad nacional, ha sido un elemento básico en la historia palestina. Fue una característica destacada de la Primera Intifada, el levantamiento popular de 1987.

El hecho de que la patria palestina se haya perdido, a pesar de la mayor conciencia de las masas palestinas en ese momento, no es indicativo de la capacidad del pueblo palestino para afectar los resultados políticos.

Una y otra vez los palestinos se han rebelado y, con cada rebelión, obligaron a todas las partes, incluidos Israel y los Estados Unidos, a reconsiderar y revisar por completo sus estrategias.

Un ejemplo de ello fue la Primera Intifada.

Cuando el 8 de diciembre de 1987 miles de personas salieron a las calles del campo de refugiados de Jabaliya, el campo más poblado y pobre de la Franja de Gaza, el momento y el lugar de su levantamiento fueron más adecuados, racionales y necesarios. Ese mismo día un camión israelí había atropellado un convoy de automóviles que transportaban trabajadores palestinos, matando a cuatro hombres jóvenes. Para Jabaliya, como para el resto de Palestina, fue la gota que colmó el vaso.

Respondiendo a las consignas y reclamos de los dolientes de Jabaliya Gaza fue, en cuestión de días, el caldo de cultivo de una verdadera revolución autoimpulsada e inquebrantable. Los cantos de los palestinos en la Franja fueron respondidos en Cisjordania y se hicieron eco en las ciudades palestinas, incluidas las ubicadas en Israel.

PALESTINIAN UPRISING 1987

Manifestantes palestinos arrojan piedras y botellas a las tropas armadas israelíes en Naplusa, Cisjordania ocupada, 13 de diciembre de 1987. Max Nash | AP

La energía emblemática de niños y adultos jóvenes era contagiosa porque quería recuperar las identidades de sus antepasados, que habían sido horriblemente desfiguradas y divididas entre regiones, países y campos de refugiados.

La Intifada, que literalmente significa «deshacerse de», envió un poderoso mensaje a Israel de que el pueblo palestino estaba vivo y todavía era capaz de alterar todos los esfuerzos coloniales de Israel. La Intifada también se enfrentó al fracaso de los liderazgos palestinos y árabes, que persistieron en su egoísta política de facciones.

De hecho las conversaciones de Madrid en1991 entre palestinos e israelíes se entendieron como un compromiso político israelí-estadounidense destinado a terminar con la Intifada a cambio de reconocer a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como representante del pueblo palestino.

Los Acuerdos de Oslo, firmados por Yasser Arafat e Israel en 1993, desperdiciaron las ganancias de la Intifada y, en última instancia, reemplazaron a la OLP más democráticamente representativa con la Autoridad Palestina corrupta.

Pero incluso entonces el pueblo palestino siguió insistiendo, reclamando a su manera su importancia y centralidad en la lucha. La Gran Marcha del Retorno de Gaza es solo una de muchas iniciativas impulsadas por el pueblo.

El mayor desafío de Palestina para su inclusión no es el hecho de que la gente no se registre como un factor en la liberación de su propia tierra, sino la incapacidad de su liderazgo para apreciar el inmenso potencial de aprovechar las energías de los palestinos en todas partes para organizar un enfoque centrado y estratégico para una campaña de liberación anticolonial.

Esta falta de visión se remonta a fines de la década de 1970, cuando los líderes palestinos trabajaron para comprometerse políticamente con Washington y otras capitales occidentales, culminando en el pensamiento dominante de que sin la validación política de los Estados Unidos los palestinos siempre serían marginales e irrelevantes.

Los cálculos del liderazgo palestino en ese momento resultaron desastrosos. Después de décadas de satisfacer las expectativas y los dictados de Washington el liderazgo palestino, en última instancia, regresó con las manos vacías, como finalmente lo demostró el Acuerdo del siglo de la actual Administración de Donald Trump.

Recientemente hablé con dos jóvenes mujeres activistas palestinas, una tiene su sede en la asediada Gaza y la otra en la ciudad de Seattle. Su discurso progresista es, en sí mismo, un testimonio de que el pesimismo de algunos intelectuales no define el pensamiento de esta joven generación palestina, y que no habría necesidad de descartar los esfuerzos colectivos de esta generación en ciernes en previsión del surgimiento de uno “mejor”.

Malak Shalabi, una estudiante de derecho con sede en Seattle, no transmite un mensaje de desesperación, sino el de acción. «Es realmente importante que cada palestino y cada activista de derechos humanos defienda la causa palestina independientemente de dónde se encuentre, y es importante especialmente ahora», me dijo.

“Actualmente hay oleadas de movimientos sociales aquí en los Estados Unidos en torno a los derechos civiles para los negros y otras cuestiones en los medios principales que se están (convirtiendo) en temas apremiantes: igualdad y justicia. Como palestinos es importante que nosotros (llevemos la causa palestina) a los principales medios también”, agregó.

«Hay mucho trabajo entre los activistas palestinos aquí en los Estados Unidos, en el terreno, a nivel social, económico y político, para asegurar que se produzca el vínculo entre Black Lives Matter y Palestina», agregó.

Por su parte Wafaa Aludaini en Gaza habló de los incansables esfuerzos de su organización -Grupo 16 de octubre- para involucrar a las comunidades de todo el mundo para desempeñar su papel en exponer los crímenes de guerra israelíes en Gaza y poner fin al asedio prolongado en la empobrecida Franja.

«Los palestinos y los activistas propalestinos en el exterior son importantes porque hacen que nuestras voces se escuchen fuera de Palestina, ya que los principales medios no informan (la verdad) de lo que está sucediendo aquí», me dijo.

Para que estos esfuerzos tengan éxito «todos necesitamos estar unidos», afirmó, refiriéndose al pueblo palestino en su territorio y en la diáspora, y también al movimiento de solidaridad propalestino en el resto del mundo.

Las palabras de Malak y Wafaa están validadas por la creciente solidaridad con Palestina en el movimiento BLM, así como con numerosos otros movimientos de justicia en todo el mundo.

El 28 de junio la rama británica de Black Lives Matter (BLM) tuiteó que «orgullosamente» se solidariza con los palestinos y rechaza los planes de Israel de anexar grandes áreas de Cisjordania.

BLM fue más allá, criticando la política británica por ser «amordazado del derecho a criticar el sionismo y las actividades coloniales de los colonos de Israel».

Repetir la afirmación de que toda una nueva generación necesita reemplazar a la actual para que ocurra cualquier cambio en Palestina es un insulto, aunque a veces no intencionado, a generaciones de palestinos cuya lucha y sacrificios están presentes en todos los aspectos de la vida palestina.

Aunque las probabilidades acumuladas contra la libertad palestina parecen demasiado grandes en este momento, no justifica el descanto de una nación entera que ha vivido muchas guerras, asedios prolongados y dificultades incalculables. Además la próxima generación no es más que una mera evolución de la conciencia de la actual. No se pueden desvincular ni analizar por separado.

En sus Cuadernos de la prisión» el intelectual antifascista Antonio Gramsci  acuñó  el término «pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad».

Si bien el análisis lógico de una situación puede llevar al intelecto a la desesperación, el potencial de revoluciones y transformaciones sociales y políticas debe mantenernos a todos motivados para mantener la lucha, sin importar las probabilidades.

Ramzy Baroud es periodista y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros. El último These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA), Universidad de Estambul Zaim (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de MintPress News.

Fuente: https://www.mintpressnews.com/hopelessness-discourse-palestinian-pessimism-spark-much-needed-rebellion/269602/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.