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El Secreto de Kadima

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis

SÓLO UN terremoto puede aún impedir una aplastante victoria de Kadima en las próximas elecciones.

Pero no es exclusivo. En esta campaña electoral, ya se han asestado cuatro terremotos. El primero: el Partido Laborista eligió a un líder izquierdista nacido en Marruecos. El segundo: Ariel Sharon se escindió del Likud y creó el partido Kadima. El tercero: Sharon fue abatido por un ataque masivo y dejó la escena política. El cuarto: Hamas obtuvo una decisiva victoria en las elecciones palestinas.

¿Después de semejantes cuatro abrumadores convulsiones, que detendrá a un quinto? Pero, de verdad, de momento es siquiera difícil de imaginar un hecho que posiblemente pudiera minar la posición dominante de Kadima en la campaña electoral.

PARECE magia. ¿Que es lo que le da a Kadima tal fantástica primacía?

Al principio se creyó que después del entusiasmo inicial, se encogería a las proporciones normales. Las previsiones (mías, también) decían que al final, surgiría un cuadro de tres dedos más o menos iguales, con el Likud, Kadima y los laboristas obteniendo alrededor de 25 escaños cada uno.

Según las encuestas, las cosas no van a ir de este modo.

Luego, se dijo que la sólida figura de Ariel Sharon estaba manteniendo a Kadima en la cima. Después de la desconexión de Gaza, y sobre todo después de los melodramáticos shows televisivos sobre la evacuación de los asentamientos, su popularidad había alcanzado alturas vertiginosas. Por lo que, cuando él se sumió en el coma, se esperaba que la fortuna de su partido se hundiera también, quizás después de unos días de conmiseración emocional. ¿Después de todo, quién diablos es este Ehud Olmert? ¡Nada más que un impopular jamelgo político de segunda fila! Un partido bajo su dirección está destinado a la decadencia.

Pero esto no ha pasado, tampoco.

Al contrario, parece que el partido de Sharon no necesita a Sharon. Y el Olmert impopular pasó de la noche a la mañana a una popularidad asombrosa.

Esto, a propósito, ya ha sucedido antes. Después de la repentina muerte del primer ministro Levy Eshkol en 1969, fue sucedido por Golda Meir, en aquel tiempo una político de partido muy impopular. Al convertirse en la primer ministra, su popularidad de la noche a la mañana pasó de un 3 (tres) a un 80 (¡ochenta!) por ciento.

Hace unos días, algo aún más extraño pasó: Olmert perdió varios puntos de popularidad, mientras que los de Kadima realmente subían. Parece que incluso subiría liderado por el caballo de Caligula.

Por el momento, 48 días antes de las elecciones, las encuestas dan la siguiente distribución de escaños en la próxima Knesset: 40-45 para Kadima, alrededor de 20 para los laboristas y unos 17 para el Likud. El resto de los 120, unos 40 escaños, serán compartidos entre 9 o 10 partidos más pequeños.

Si este cuadro se confirma en las urnas, Olmert podrá formar una coalición a su antojo. Hay muchas posibilidades: con el Likud y los partidos de derechas, con los laboristas y los partidos de izquierda, con los dos, laboristas y Likud, con la derecha y los partidos religiosos, con la izquierda y los partidos religiosos. Hay por lo menos una docena diferente de posibilidades.

¿ASÍ CUÁL es la mágica cualidad que protege a Kadima de todo daño y que lo hace casi invencible?

No es la primera vez en Israel que un nuevo partido irrumpe en la víspera de unas elecciones, se auto-sitúa en el centro y recoge votos tanto de la derecha como de la izquierda. Ni es la primera vez que un nuevo partido captura el talante público del momento y tiene un éxito más allá de las expectativas. Una cosa así fue el nuevo partido Rafi de David Ben-Gurion, Moshe Dayan y Shimon Peers, con sus 10 escaños en 1965. En 1977, el nuevo partido Dash de Yigael Yadin y su manojo de generales ganó unos sorprendentes 15 escaños. En las últimas elecciones, el advenedizo partido Shinui consiguió también 15 escaños. Pero, siquiera ninguno de ellos se acercó al esperado éxito de Kadima.

¿Que es lo que ha hecho a a Kadima saltar a no menos de 40, y retener esta imponente posición a pesar de todos los golpes a la fortuna; la desaparición de Sharon, el gran avance de Hamas, el ataque televisado en directo a los colonos de Amona por la policía a caballo, los ataques desde la izquierda y la derecha?

Bien, ha atraído con éxito a una mezcla de políticos de la derecha y de la izquierda que parecen complementarse. Tsakhi Hanegbi, un camorrista de la derecha que se volvió un «estadista», complementa al mundialmente famoso y soberanamente fracasado Simón Peres. Tsipi Livni, un derechista de nacimiento con una fachada decente y racional complementa a Haim Ramon, izquierdista de nacimiento con una historia de aventurero político.

Pero Kadima es una entidad que esta por encima de sus personalidades constituyentes: representa exactamente lo que la mayoría de los israelíes sienten a estas alturas. Proporciona un enfoque para el consenso general israelí de principios del 2006 – y ése es el punto principal. Este acuerdo general dice:

– La gran brecha entre ricos y pobres es, ciertamente, muy lamentable, pero no tan importante. Amir Peretz ha fracasado al hacer de ello el problema central.

-. La mayoría quiere un final del conflicto y detesta los asentamientos. El avance de Hamas en Palestina no ha causado un pánico para huir. Eso es por lo qué la campaña de Benjamín Netanyahu no ha despegado.

– El público no confía en los árabes y no quiere tener nada que ver con ellos. Esto es lo que atrae a la idea central de Kadima: que puede lograse la paz «unilateralmente.»

Claramente, la «paz unilateral» es un contrasentido. La promesa más popular de Olmert – la fórmula ganadora, parece – es «fijemos las fronteras permanentes de Israel unilateralmente». Es decir, por supuesto, una absoluta tontería. Ni los palestinos ni el mundo árabe, ni los EE.UU. ni la familia de naciones reconocerán una frontera que es establecida sin acuerdo. No traerá la paz, sino una continuación del conflicto para las generaciones venideras.

Esto es lo qué la lógica dice. Pero en las elecciones, la lógica toma el segundo lugar a las emociones. La promesa de Olmert de «separarnos de los palestinos» es únicamente darle más elegancia a la frase común «saquemos a los palestinos de nuestra vista» – y, en este momento esto es lo popular.

Olmert afirma claramente por donde irá la frontera permanente, que será establecida unilateralmente. El principio es: un estado judío tan grande como sea posible con los menos árabes como sea posible. Él piensa anexionarse los «bloques de asentamientos», el Gran Jerusalén, «zonas de seguridad» no especificadas y el valle del Jordán.

Entre los bloques de asentamientos él menciona Ariel, Modi’in Illit, Ma’aleh Adumim y Etzion. Milagrosamente, eso se corresponde exactamente con el Muro/ Verja que está construyéndose ahora (confirmando lo que hemos afirmado todo el tiempo: que el trazado del cerco no fue tomado por consideraciones de seguridad, sino por el mapa de la anexión.)

El mapa de Olmert es, por supuesto, igual que el de Sharon. Él sólo lo declara abiertamente y en detalle. Se anexiona el 58% de Cisjordania. Lo que deja a los palestinos (en total, el 11% de la palestina anterior a 1948) son moteados enclaves aislados, separados del mundo.

Yossi Beilin, el creador de la idea del «bloque de asentamientos», ya ha anunciado que su partido de izquierdas Meretz desea unirse a la futura coalición de Olmert. Los laborista no anuncian esto abiertamente, pero ésa es claramente su esperanza. Ellos discutirán seguramente con Olmert sobre la situación final de la frontera, pero aceptan su metodología general.

En otro tiempo, corría un comentario jocoso por los EE.UU. : «Lo que más odio es a los racistas y a los negros». Ahora la media de israelíes quiere «Paz sin árabes». la estrategia «unilateral» de Kadima refleja precisamente esta posición; y ése es el secreto de su éxito.