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El síndrome de estrés pre-traumático: una aproximación a la psicosis colectiva israelí

Fuentes: www.gilad.co.uk

Traducido por Horacio Garetto y revisado por Caty R.

«Es difícil admitirlo, pero sólo 60 años después del holocausto, el pueblo judío está, de nuevo, en peligro de destrucción. Al menos en su propio país, que es donde se concentra el 40% de la judería mundial. Las pruebas de la gravedad del peligro se pueden encontrar no solamente en las amenazas explícitas del presidente de Irán, apuntaladas por un programa armamentístico que podría suministrarle los medios para poner en marcha sus amenazas, sino también en artículos publicados recientemente en la prensa europea, que debaten sobre la posibilidad de que Israel ‘desaparezca’ y lo presentan como una ‘hipótesis de trabajo razonable’. Las pruebas suplementarias que indican el grado de este peligro están en el hecho de que Israel no sólo es el único país amenazado de destrucción en el mundo, sino que además es el único cuyo derecho a existir es objeto de sondeos y encuestas de opinión internacionales, a las que numerosos encuestados responden negativamente. Éste es un raro ‘honor’ que ni Irán, ni Corea del Norte, ni siquiera la Suráfrica del ‘apartheid’ disfrutaron» (Yair Sheleg, Haaretz, http://www.haaretz.com/hasen/spages/757767.html ).

Si bien muchas personas encontrarán reconfortante, e incluso divertido, que un israelí de derechas no vea la luz al final del túnel sionista, resulta sin embargo bastante desconcertante tener que leer que hay israelíes que están considerando seriamente la posibilidad de otra inminente Shoa. Quiero demostrar aquí que es justamente este tipo de meditaciones mortales las que hacen de Israel, de los israelíes, de los sionistas y de los neoconservadores del mundo entero los enemigos más peligrosos de la paz mundial.

Es cierto que cada vez hay más gente a la que le gustaría ver desaparecer al Israel del «Jew Only State» (Estado sólo para judíos, JOS), pero nadie difunde proyectos asesinos o «finales» refiriéndose a la judería mundial, ni siquiera al querido Estado judío. En los medios de comunicación y políticos nadie llama a un homicidio contra los judíos ni contra el Estado judío. Por lo tanto, la arraigadísima tendencia «judeocéntrica» de interpretar casi todas las críticas políticas o ideológicas legítimas como la perpetración de un judeicidio venidero debe ser interpretada como una forma aguda de paranoia, próxima a la psicosis colectiva, que yo definiría como un Síndrome de Estrés Pre-Traumático (SSPT) (Pre-Traumatic Stress Disorder) (© Gilad Atzmon).

En presencia del SSPT el estrés es el resultado de un acontecimiento fantasmal, de un episodio imaginario situado en el futuro. En resumen, de un acontecimiento que nunca se produjo. A diferencia del SSpT (síndrome de estrés postraumático) en el que el estrés es la reacción directa por un acontecimiento que pudo (o a veces no) tener lugar en el pasado, en el SSPT el estrés es, evidentemente, la manifestación de un acontecimiento potencial imaginario. En el caso del SSPT una ilusión reemplaza a la realidad y el fantasma del terror se enfoca sobre una supuesta realidad peligrosa. Llevado al extremo, emprender un proyecto de guerra total contra el resto del mundo es una reacción que no se puede descartar totalmente.

En este estadio parece pertinente preguntarse si el SSPT no será simplemente una enésima variante de la paranoia. Desde mi punto de vista la diferencia entre los dos es evidente. En el caso de la paranoia uno se siente impelido a sentir conmiseración y simpatía por el paciente. En cambio, cuando se trata del SSPT, son los propios enfermos los compelidos a sentir piedad por sí mismos.

Proyección y síndrome de estrés pre-traumático (SSPT)

«Lanzamos más de un millón de bombas de racimo en Líbano… Lo que hemos hecho es una locura, una monstruosidad, enterramos ciudades enteras bajo nuestras bombas» (declaración del jefe de una unidad de artillería del ejército israelí en Líbano, Haaretz, 17-septiembre-2006).

Miremos las cosas de frente de una vez por todas; ya que nadie ha hecho nunca ningún llamamiento para echar a los israelíes al mar (ni «nuclearizarlos»), tenemos derecho a pensar que la propensión obsesiva de los israelíes a acusar continuamente a los musulmanes y los árabes de tener tales intenciones homicidas contra ellos, es una proyección. Esa gente que regó «generosamente» con bombas un país entero proyecta sus pulsiones asesinas sobre sus víctimas -y las que vendrán-.

Así, por ejemplo Sheleg proyecta sus propias tendencias perversas sobre el mundo musulmán, en particular Irán. Sheleg, como buen sionista de pro, que preconiza medidas violentas poco menos que contra todo el mundo que no tiene la suerte de ser judío, está condenado a proyectar sobre los árabes y musulmanes sus propias pulsiones asesinas. Y por supuesto no es el único. El Comité Judío Americano (American Jewis Comitte – AJC) hace exactamente lo mismo. Recientemente, en el transcurso de una campaña de relaciones públicas, alertó a Europa sobre el peligro de los misiles de largo alcance de Irán.

Evidentemente, en su obsesivo universo «judeocéntrico» (es decir, lo judío como centro del mundo, n. del t.) una guerra contra el Islam es un «interés judeocristiano». No obstante, los europeos tienden a reírse cuando se enfrentan con la ideología excesivamente agresiva del AJC; obviamente en Europa no tienen ningún miedo a Irán. Al contrario que los miembros del AJC que, como por casualidad, predican la violencia, Europa sueñan con la paz; parece que los europeos ya se llevaron bastantes bofetadas en las guerras (está claro que el AJC todavía no ha tenido suficientes y es por lo que sin duda sigue pidiendo más). Los europeos tienen claro que si ellos no le atacan, las capacidades guerreras de Irán no tienen nada que ver con su seguridad. Dicho de otro modo, si los europeos no ven a Irán como un ente peligroso es porque carecen de las pulsiones asesinas que saturan las mentes de la gente del AJC; precisamente por eso cada vez se va abriendo un abismo más grande entre el fantasmal universo sediento de sangre de los sionistas y el resto de la humanidad.

¿Quién necesita un arsenal nuclear si basta con un katyusha?

El ambiente general en Israel que Sheleg traduce elocuentemente y que encuentra su reflejo en el guión catastrófico que propaga la gente del ACJ, revela una forma colectiva y particularmente severa del SSPT, los israelíes y los lobbys que los apoyan se ven ya en el «holocausto nuclear anunciado». Es una manifestación patológica rara, teniendo en cuenta que el valiente Hezbolá consiguió abatir al poderoso ejército israelí sólo con armamento ligero. Hezbolá también consiguió vencer a la sociedad israelí con unos simples cohetes Katyusha de corto alcance. De hecho, un enemigo potencial de Israel no tiene necesidad de «vitrificarlo» con bombas atómicas. Todo lo que tiene que hacer es enviar a los judíos un mensaje como el siguiente: «Israel es todo lo que usted quiera menos un refugio». Así enfrentará a los israelíes con su conciencia y les señalará que, una vez más, han suspendido la prueba del «amor al prójimo». Esta es la cuestión alrededor de la que gira la resistencia árabe, es un mensaje metafísico, en absoluto una llamada a no se sabe bien qué judeicidio.

No obstante está claro que los israelíes son incapaces de descifrar este mensaje grabado a fuego en un muro. En vez de mirarse al espejo y reparar en sus evidentes defectos, que ya han degenerado en quiebra moral, los israelíes prefieren ocuparse únicamente de la materialización del fantasma del judeicidio nuclear. En lugar de pensar en términos éticos, se han hundido en un superficial discurso materialista centrado en la «destrucción del yo». Han sucumbido a una Shoah fantasmal imaginaria, en la que se sienten nuclearizados cotidianamente. Y mucho más preocupante es que no están solos porque en materia de alucinaciones terroríficas Blair y Bush están aquejados exactamente de la misma enfermedad mental.

De manera repetitiva Sheleg, el AJC y Bush atribuyen al presidente de Irán intenciones homicidas. Pero, ¿es así realmente? ¿Tienen alguna prueba? ¿El presidente de Irán ha hablado alguna vez de la destrucción del pueblo judío, de los israelíes o de cualquier otro?

Consideremos los hechos: es cierto que el presidente Ahmadinejad ha dicho que Israel «debería ser borrado del mapa». Pero nunca ha dicho que los judíos como personas deban ser asesinados. Es evidente que hablaba de Israel, del JOS, del «Jew Only State» racista. Y ésta es una crítica legítima, tan legítima como la denuncia que se hizo en su momento del régimen racista del apartheid surafricano. Pero no se detiene ahí la argumentación de Ahmadinejad, que inteligentemente y con toda la razón continúa y desafía a Occidente:

«Si ustedes (los occidentales) masacraron a los judíos ¿porqué no les dan una parte de Europa, Estados Unidos, Canadá o Alaska, para que se establezcan y funden Israel? La cuestión que planteamos es ésta: si ustedes cometieron un crimen enorme, ¿por qué el pueblo palestino, totalmente inocente, tiene que pagar el precio?

Así que quede claro que este hombre, Ahmadinejad, no abriga la menor intención de aniquilar a los judíos ni a su estado. Lo peor que se le puede imputar es que gustaría encontrar para los judíos otro «lugar de veraneo». Está claro que el sueño sionista de un hogar judío en tierra santa se ha convertido en un grave desastre. Y Ahmadinejad no ha hecho nada más que señalar que los errantes corren peligro de volver otra vez al camino. ¿Puedo sugerir que una ojeada a la lista de espera interminable de los ciudadanos israelíes que piden la ciudadanía polaca u otras ciudadanías europeas, revela que un número cada vez mayor está asumiendo la idea de que el schlepping [1], probablemente, es la próxima etapa de su existencia de judíos?

El verdadero Eje del Mal

Cuando se lee el texto de Sheleg en Haaretz, corresponde preguntarse: «¿Exactamente quién pretende la liquidación del Estado judío?» Evidentemente Irán prepara su entrada en el club nuclear. Ahora bien, aunque tuviera la intención de desarrollar un arsenal de armas nucleares letales, ciertamente no es el primer país de la región que lo hace. Simplemente iría tras la estela del Estado judío, país que ha demostrado más allá de cualquier duda posible, que su deporte favorito es el asesinato de civiles inocentes. Por lo tanto, el miedo israelí, de carácter inequívocamente «sionicéntrico», de una agresión nuclear iraní, debe ser considerado como lo que es, es decir, una simple y pura proyección. Israel está tan enfangado en el asesinato cotidiano de civiles inocentes, que los israelíes y los sionistas están condenados a interpretar el comportamiento de los demás como una inclinación homicida.

Realmente es lamentable, pero no son los únicos. La paranoia estadounidense, durante la guerra fría, no difiere mucho del caso israelí. Usamérica fue el primero -y hasta ahora único- país que ha usado la bomba atómica contra otro pueblo y fueron ellos, curiosamente, quienes padecieron en sus propias carnes un SSPT en la época de la guerra fría. Simplemente proyectaron sus impulsos homicidas colectivos sobre los soviéticos. Está de más aclarar que, al contrario que los usamericanos, los «comunistas» nunca lanzaron bombas atómicas contra nadie y no parece que hayan tenido la menor intención de hacerlo. Parece obvio que cuanto más cruel es alguien, más tendencia tiene a ser presa de terrores fantasmales. Cuanto más crueles son las prácticas de una nación, más atada está a las políticas del miedo. Esta sencilla hipótesis puede aclarar un poco la índole de los lazos que se fueron tejiendo entre Usamérica e Israel. Las retorcidas tácticas expansionistas de los dos países están hundiendo a ambos en un pensamiento oscurantista mortal muy próximo a la paranoia. Y esta paranoia colectiva es lo que mantiene viva la hegemonía del único eje del mal que ha existido siempre: el eje del sionismo con los neoconservadores del mundo.

Un alivio cómico

He aquí un telegrama judío: «Empiecen a preocuparse. Stop. Seguiremos informando. Stop.»

Esta broma, en realidad, es más vieja que Israel. Probablemente tan vieja como el telégrafo mismo. Hace referencia a una realidad devastadora donde la dialéctica del miedo domina la existencia y la mentalidad judías. Aparentemente, el miedo ha sido explotado políticamente por los dirigentes étnicos judíos desde los primeros días de la emancipación. Posiblemente durante los procesos de laicización y emancipación de los judíos iniciados en el Siglo de las Luces y en la época de la Revolución Francesa, el miedo a los fantasmas imaginarios haya reemplazado al dios todopoderoso, ese dios que mataba sin misericordia y sin piedad, sí (lo habéis reconocido), el dios de Sodoma y Gomorra. Si éste es el caso, hay que entender el «miedo» como el dios judío moderno y el SSPT se puede definir exactamente como la práctica judía contemporánea por excelencia. La judaización de Blair y Bush se puede interpretar como la emergencia de la «política del miedo». Aparentemente esta práctica es muy eficaz en Usamérica. En cambio en Inglaterra es un fracaso total …

Igualmente convendría tener presente que el SSPT no es en absoluto una invención israelí. Los líderes de opinión judíos y los pioneros sionistas eran especialistas en atizar la ansiedad judía ya bastante antes de que Israel viera la luz. Los primeros sionistas eran particularmente eficaces para aterrorizar a sus hermanos judíos. Herzl estaba profundamente influenciado por el «affaire Dreyfus» [2] (aunque como hizo notar Lenni Brenner, Herzl no entendió el significado de este proceso ni sus implicaciones porque en realidad, con la rehabilitación de Dreyfus los judíos ganaron la primera batalla contra el antisemitismo y la xenofobia). Otros pioneros sionistas fueron estimulados por tumultos y pogromos (asaltos a las juderías y asesinato de sus habitantes, n. del t.) que sucedieron en Europa del Este. De una forma general se puede entender el sionismo como una compulsión a formular una agenda política general fundada sobre un terror autoinfligido. Es evidente que Bush y los neoconservadores recurren exactamente a las mismas tácticas.

Intervención divina

Permítanme sugerir en este punto que es más que probable que numerosos dirigentes del mundo estén alarmados por el programa nuclear de Irán, pero no porque alberguen temores sobre una agresión iraní, sino más bien porque, quien más quien menos, todos son conscientes de la psicosis colectiva israelí. Incluso ignorando que será esto del SSPT los dirigentes occidentales comprenden perfectamente que Israel no vacilará en declarar una guerra nuclear de la misma forma que no vaciló en sembrar las ciudades de Líbano con más de un millón de bombas de racimo. Un país capaz de destruir a su vecino y transformar a un tercio de sus habitantes en refugiados con el único fin de recuperar dos prisioneros de guerra es, básicamente, un país capaz de todo.

No soy psiquiatra, tampoco psicólogo practicante, no sé si existirá un diván suficientemente grande como para invitar a todo el pueblo israelí a hacerse atender en compañía de sus numerosos hermanos sionistas del mundo. No creo que exista un profesional capaz de tratar y ayudar a los israelíes a superar su etapa actual del SSPT. Lo máximo que puedo hacer es sugerir un diagnóstico de enfermedad muy severa. Pero cuando son tantos los que están convencidos de que el comportamiento de Israel es el resultado de una quiebra moral, me permito insistir en que la propia identidad israelí es un caso probado de psicosis patológica. La bancarrota moral, en consecuencia, no es más que un simple síntoma de un desorden mental profundamente preocupante.

En el estado psicótico en el que se encuentran, los israelíes disfrutan de sus síntomas. Lo único que necesitan de nosotros es que les prestemos un poco de atención. También tienen una gran necesidad de nuestra aprobación. Cuando borraron del mapa todos los barrios del sur de Beirut, el portavoz israelí insistía para convencernos de que realmente estaban librando una guerra santa occidental. Quieren de verdad que creamos que lo que hacen es por nosotros y en nuestro nombre. Pero excepto los dos casos de SSPT democráticamente elegidos, Bush y Blair, que aprobaron las atrocidades israelíes, el resto del mundo que contempló la carnicería de Beirut, experimentó un aborrecimiento creciente hacia el Estado judío y la aventura sionista en general.

Para los que todavía no lo ven claro, tenemos que vérnoslas con un caso de locura severa de un país que ha llegado a la cúspide de la fase psicótica colectiva. Y para los que tienen mala memoria, recordemos que esa entidad nacional mentalmente afectada posee un vasto arsenal nuclear y está cargada de intenciones asesinas. Nosotros estamos horrorizados y tenemos porqué: ¿no estamos viendo cómo maltratan a todo Oriente Próximo? Estamos cercados por su hedonismo y fariseísmo despiadados y no podemos hacer nada más que rezar pidiendo una intervención divina.

[1] Schlepping, palabra de jerga neoyorquina derivada del yiddish Shlepn que tiene varias acepciones. Aquí tiene el sentido de caminar penosamente.

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Dreyfus

Texto original en inglés: http://www.gilad.co.uk/html%20files/pre-tsd.html

Versión francesa: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?lg=fr&reference=1152

Horacio Garetto es traductor de Rebelión. Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.