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El sionismo y su búsqueda de apoyos para la impunidad

Fuentes: Rebelión

Con el apoyo y complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) dirigida por el más servil de los secretarios generales que haya tenido esta organización, el uruguayo Luis Almagro, el régimen sionista ha ayudado a instalar, en las decisiones de gobiernos latinoamericanos, la necesidad de concretar un escudo protector frente a las críticas contra la entidad israelí.

Lo mencionado, tanto por los crímenes cometidos contra el pueblo palestino como por su conducta belicista en general. Así ha acontecido en Uruguay en enero pasado y ahora, en este mes de junio en Argentina, bajo el gobierno de Alberto Fernández. Un resguardo – que hasta ahora no es jurídicamente vinculante pero que será el próximo objetivo sionista – cuya pretensión es que nuestras sociedades no sean capaces de distinguir a la víctima del victimario, el agresor del agredido y equiparen como similares, conceptos muy distintos unos de otro, como son el de sionismo, semitismo y judaísmo. Y, sostener por parte del régimen israelí, en su construcción permanente de mitos, que la crítica, denuncia y condena del sionismo como ideología de ocupación y colonialismo, es comparable a conductas antisemitas o antijudías.

Un trabajo de lobby que ocupa las más disímiles áreas: El chantaje político y económico, la corrupción de parlamentarios, el uso de medios de información, políticos y gobiernos, como también a sionistas que no necesariamente son israelíes o judíos como lo demuestra Joe Biden, ex Vicepresidente de Estados Unidos y actual candidato presidencial, quien declaró en noviembre del año 2016 en el Congreso Mundial Judío “soy sionista pero, para esto, no se necesita ser judío” . Una declaración y conducta que lo hizo acreedor de una ovación esa noche del 11 de noviembre de 2016 cuando recibió el premio Theodor Herzl.

Un sionismo que en esa búsqueda de apoyos contempla la exhibición machacante de películas, series, telenovelas y otras donde la ideología del sionismo se exuda en forma mortificante. Unido aquello al soporte de los gobiernos estadounidenses y esa crisis de conciencia, que algunos estados europeos aún mantienen con respecto a los crímenes del nacionalsocialismo y que afectó a ciudadanos europeos de creencia judía, que los hace ceder frente a las presiones sionistas. Pero, nada se dice de los crímenes contra los pueblos de la ex Unión Soviética, gitanos, personas con discapacidad mental, prisioneros políticos y de guerra que representaron decenas de millones de muertos. Para ellos no hay museos que honren a las víctimas de genocidios, ni reparaciones multimillonarias, no hay foros internacionales, sólo el enmudecer, mirar para el lado y no oír los lamentos de los pueblos sometidos a un victimario como es el régimen israelí, que sigue usando el señuelo del victimismo como escudo de impunidad, frente a su conducta criminal contra Palestina.

Adoptar definiciones falsas

La OEA, en junio del año 2019, impulsada por su secretario general, muy distinto de aquel Luis Almagro, canciller del gobierno de José Mujica que condenaba el año 2012 a Israel por los asentamientos y la ocupación de Cisjordania, adoptó como suya la definición de antisemitismo, establecida como una especie de guía por la sionista Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto (IHRA), la cual afirma «El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos, que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto” (1) En forma oportunista la IHRA asimila lo que se entiende por semita y lo judío, a lo sionista, sin que la propia definición de la IHRA mencione este último concepto.

En los medios prosionistas la algazara fue monumental: “Es una iniciativa crucial – declaró el Director Ejecutivo del Congreso Judío Mundial Robert Singer -. Expresamos nuestra sincera satisfacción por su declaración, en la que el Sr. Almagro manifestó que la definición en desarrollo de antisemitismo de la IHRA será la utilizada oficialmente por la Organización de los Estados Americanos (OEA)”. Interesante declaración de Singer pues habla de definición en desarrollo, es decir, adaptable, corregible en función de la lucha que las sociedades darán contra este flagelo llamado sionismo y que hará aún más complejo el criticar a los criminales. Un concepto ya asumido por el Reino Unido donde el lobby sionista es uno de los poderosos junto al estadounidense y el francés, sumando movimientos y partidos políticos que suelen recibir jugosas donaciones de organizaciones proisraelíes. Un país donde se ha logrado atemorizar al Partido Laborista incluyendo al combativo Jeremy Corbin y adoptar el concepto de antisemitismo y sus implicancias dados por la IHRA en el año 2018. Un Corbin a quien se le puso un cuchillo en el cuello desde su propia organización, enfrascada en una fuerte disputa sobre este tema.  

En América, el lobby de Almagro y del sionismo logró que en enero de este año 2020, el nuevo gobierno derechista uruguayo administrado por Luis Calle Pou, cuyo padre el ex presidente Luis Alberto Lacalle  declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Tel Aviv por sus servicios a Israel, también adoptara esta definición de antisemitismo, cuyo fin fundamental es acallar las voces críticas de los crímenes del sionismo. Su vecino, Argentina, al otro lado del Río de la Plata, con el gobierno de Alberto Fernández, que ha tenido un estrecho acercamiento con Israel, también adoptó esta definición de la IHRA y se publicó en el boletín oficial de la república.

Una determinación lograda en base de las enormes presiones de la comunidad sionista en Argentina, que bien sabe cómo coaccionar a los gobiernos de ese país, teniendo control en amplias áreas de los medios de información, centros educativos y en la política, fundamentalmente, donde ejerce su influencia y que a través del apoyo del gobierno de Fernández  pretende, tal como dice el documento de gobierno “invitar a los poderes legislativos y judicial, como así también a los 24 distritos del país a adoptar similar medida, así como también a instituciones públicas y privadas”

Alberto Fernández ha mostrado así su incondicionalidad con el régimen israelí. Recordemos que su primera visita como presidente fue precisamente a los territorios de la Palestina Histórica. En este caso asistió al denominado “Foro Internacional de Líderes en Conmemoración del Día Internacional de Recordación del Holocausto y la Lucha contra el Antisemitismo». Una ceremonia que recordó la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz en 1945 a manos del Ejército Rojo Soviético. En dicho encuentro Fernández refirmo y reiteró que su compromiso por asumir dicha definición se concretaría y así fue, mostrando una lealtad al sionismo que pretende rivalizar con el que tenía el ex presidente Mauricio Macri.

Lo dije en aquella oportunidad y lo reitero en esta, aquel encuentro y la actual disposición de adoptar la definición de antisemitismo de aquellos que han impuesto un mito fundacional en base a considerarse elegidos y merecedores de una tierra prometida por una divinidad; es parte de una operación de lavado de imagen y de protección de uno de los regímenes más criminales del mundo. Y, al mismo tiempo, afianzar la idea y tratar de fundamentar que la crítica contra la ideología que sustenta dicha entidad israelí – el sionismo – puede ser calificada de una conducta antisemita.

Idea absurda, pues en el proceso de ocupación y colonización de Palestina, el único pueblo semita es precisamente el palestino. A menos que pensemos que los colonos de ideología sionista y de creencia judía, extranjeros, de diversos países con diferentes idiomas pueden ser considerados semitas por el sólo hecho de comenzar a hablar el hebreo moderno e instalarse en Palestina. Incluso considerando la política israelí de establecer una ley de estado nación judía, ello, en modo alguno los hace semita. No hay consideraciones antropológicas, culturales, históricas que puedan asentar la idea de un “pueblo judío” en aquellos que han ocupado y colonizado Palestina, ya que los actuales judíos deben su ascendencia más a los conversos de la Edad Media que a los antiguos semitas. 

El historiador israelí Shlomo Sand, en su libro “La Invención del Pueblo judío” lo sintetiza magistralmente al demostrar que el mito nacional de Israel hunde sus orígenes en el siglo XIX, no en los tiempos bíblicos, en los que muchos historiadores judíos y no judíos reconstruyeron un pueblo imaginado con la finalidad de modelar una futura nación. Por ello, tampoco puede ser la crítica al sionismo una conducta antijudía pues, ¿cómo asociar una ideología nacionalista dedicada a ocupar y colonizar un territorio de un pueblo como el palestino, a una religión? Es irracional, tanto como aquellos dirigentes sionistas, en Chile, que se califican como chilenos, israelíes, judíos y sionistas. Es el mesianismo en pleno, el enajenamiento.

Es tal la hipocresía de los sionistas, que suelen usar conceptos que su entidad ocupante y colonialista viola permanentemente. Ariel Eichbaum, presidente de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) sostuvo frente a la decisión del gobierno de Fernández de ceder frente a las exigencias sionistas: “Con gran conformidad, desde AMIA recibimos la noticia de que la Argentina adoptó la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). Es una decisión que se enmarca en la defensa de los derechos humanos, en el respeto a la diversidad, la promoción de la paz, y que llama a reflexionar a todos para poner fin a hostilidades, prejuicios y a la intolerancia”. Por favor. un mínimo de decencia, ¿qué derechos humanos defiende el régimen sionista israelí, si los profana permanentemente en Palestina llamando incluso a que se viole el derecho a la libre expresión cuando se denuncian sus crímenes? Incluso, llaman judíos que odian a los judíos a los propios creyentes judíos que osan criticar el sionismo y a Israel.

¿Qué respeto a la diversidad habla cuando la propia ley de estado nación judía segrega y elimina los derechos de la población no judía en Israel? ¿Qué paz promociona la única entidad dotada de armas nucleares en Oriente Medio, que asesina diariamente a hombres y mujeres palestinos, ataca a El Líbano, Siria, agrede a Irak y desestabiliza a la República Islámica de Irán? Sí, por supuesto, deben reflexionar, para que este sionismo ponga fin a su conducta hostil, sus prejuicios y la intolerancia. Son ustedes los sionistas los que ponen en peligro a los seres humanos, son ustedes los que desprecian a los Goyim, son ustedes los que se creen un pueblo elegido, usurpando una tierra que no les pertenece.

No nos engañan con estas definiciones antojadizas de lo que es ser antisemita como una manera de allegar agua al molino de otorgar impunidad a los crímenes del régimen israelí. Recuerden incluso, que se puede ser judío y anti sionista, como lo demuestra la oposición judía al movimiento sionista mucho antes de que se declarara el denominado Estado de Israel en 1948. Y, aunque les duela, hay grupos religiosos como Neturei Karta, que se oponen la existencia del Estado de Israel, porque sostienen que el verdadero estado judío solo se establecerá con la llegada del Mesías.

Ustedes que usurpan Palestina, que la saquean, ocupan y colonizan a sangre y fuego no son semitas, por tanto no puede haber antisemitismo en la crítica a la conducta criminal de la ideología que los sustenta, nacida en Europa, de personajes nacidos en países de ese continente, que apropiándose de la religión judía y ciertos mitos tratan de presentar la ideología, la religión y un discutible origen como algo indisoluble. Denunciar al sionismo es un acto de valentía y privilegio, de seres humanos decentes que no se dejarán vencer por estas decisiones, que pretenden asimilar conceptos distintos. Ustedes son sionistas, por tanto criminales, ocupantes y colonizadores. No son semitas y su religión la pueden practicar dónde y como quieran, pero sus crímenes no.

Hay una religión, la judía y un libro, la Torá, pero hablar de pueblo exiliado con derechos divinos y de privilegios sobre otros seres humanos, sobre una tierra con un pueblo autóctono como el palestino, a la cual retornar y apoderarse de ella, es algo que no corresponde a la realidad y menos aún es aceptable las acciones que han significado, desde el año 1948 a la fecha, 72 años de crímenes.  ¿Soy antijudío?  En modo alguno, pues el respeto a las creencias religiosas es un derecho fundamental y lo defiendo a ultranza. ¿Soy antisemita? En lo absoluto, pues en esta contienda el único que puede exhibir credenciales semitas es precisamente el pueblo palestino y defender al pueblo palestino es ser profundamente defensor de un pueblo semita. ¿Soy antisionista? Por supuesto, pues combatir a una ideología criminal es un deber de cada uno de los que creemos en la defensa de los derechos humanos.  

www.segundopaso.es

Para la organización sionista IHRA existen varios ejemplos de antisemitismo que se observan en los diversos campos de nuestras sociedades y las enumera en un abanico que pretende lograr silenciar a quienes critican al sionismo y la conducta criminal de la entidad israelí asimilando sionismo, semitismo y judaísmo en una mezcla inaceptable.  ¿Cuáles son estos puntos?

-Pedir, apoyar o justificar muertes o daños contra los judíos, en nombre de una ideología radical o de una visión extremista de la religión,

-Formular acusaciones falsas, deshumanizadas, perversas o estereotipadas sobre los judíos, como tales, o sobre el poder de los judíos como colectivo, por ejemplo, aunque no de forma exclusiva, el mito sobre la conspiración judía mundial o el control judío de los medios de comunicación, la economía, el Gobierno u otras instituciones de la sociedad,

-Acusar a los judíos como el pueblo responsable de un perjuicio, real o imaginario, cometido por una persona o grupo judío, o incluso de los actos cometidos por personas que no sean judías,

-Negar el hecho, el ámbito, los mecanismos (por ejemplo, las cámaras de gas) o la intencionalidad del genocidio del pueblo judío en la Alemania nacionalsocialista y sus partidarios y cómplices durante la Segunda Guerra Mundial (el Holocausto),

-Culpar a los judíos como pueblo o a Israel, como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto,

-Acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a las supuestas prioridades de los judíos en todo el mundo, que a los intereses de sus propios países,

-Denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación, por ejemplo, alegando que la existencia de un Estado de Israel es un empeño racista,

-Aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país democrático,

-Usar los símbolos y las imágenes asociados con el antisemitismo clásico (por ejemplo, las calumnias como el asesinato de Jesús por los judíos o los rituales sangrientos) para caracterizar a Israel o a los israelíes,

-Establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis,

-Considerar a los judíos responsables de las actuaciones del Estado de Israel.