Yasna Lewin, periodista de la Universidad de Chile, alzó la voz para desmentir a quienes han señalado que los abortos realizados en clínicas privadas son un mito. Aquí, su testimonio.
Las polémicas afirmaciones que la ex ministra de Salud, Helia Molina, realizó sobre la realidad de los abortos en Chile terminaron por convertirla en la primera baja del gabinete de Michelle Bachelet. Tras sus dichos, la discusión sobre las verdades ocultas tras la práctica de abortos en clínicas privadas no ha cesado y podría volver a profundizarse en medio de la próxima discusión parlamentaria.
En entrevista con ElDesconcierto.cl, la periodista Yasna Lewin contó su experiencia de aborto en una clínica privada, realizado cuando tenía 26 años. Su historia es una entre tantas otras ocultas por la negación del Estado a reconocer la autonomía de las mujeres.
¿Qué opinas de las afirmaciones realizadas por la ex ministra y cómo evalúas la reacción del gobierno en su despedida?
Lo que ocurrió con la ministra Molina es una demostración de la certeza y veracidad de sus declaraciones. En el fondo, lo que ella denuncia es que en este país hay leyes para ricos y leyes para pobres. Es decir, que la gente con más recursos puede practicarse tranquilamente un aborto en clínicas privadas, mientras que la gente con sin recursos tiene que exponer su vida para buscar solución a ese tipo de problemas.
Entonces, si la ministra Molina hubiera dicho que en este país las mujeres pobres se hacen abortos en casa o en clínicas clandestinas, nadie la hubiera echado. Ella acusó a las clínicas privadas y eso demuestra que hay sectores de la industria de la salud que son intocables, por lo tanto, en este país hay una profunda desigualdad de derechos.
No sé si te enteraste de que Cecilia Pérez, ex vocera del gobierno de Sebastián Piñera, dijo que los abortos en clínicas privadas son un mito urbano.
Fueron precisamente esas declaraciones las que me hicieron atreverme o motivarme a dar mi testimonio personal, porque es una realidad. Yo, afortunadamente, no tengo nada que perder al decirlo, y entre otras cosas, porque tengo la profunda convicción de que yo no hice más que usar un derecho. Y lo hice exactamente en las circunstancias que denuncia la ministra Molina, así que puedo asegurar que ella dice la verdad. Cecilia Pérez está profundamente equivocada y yo soy un testimonio vivo de ese error.
Profundizando en tu experiencia, ¿cómo fue que te informaste sobre la posibilidad de realizarte un aborto? ¿Era más difícil hace unos años conseguir algo así?
No, todo lo contrario, en ese tiempo era más fácil, al no haber un debate sobre el tema. Es la experiencia que yo tengo, pero también en mi entorno próximo. Al no haber un debate al respecto tampoco había tanta represión, entonces había más clínicas clandestinas de público conocimiento, eso sí. Ya no es tan viable al interior de las clínicas privadas, es mucho más esporádico, por eso las mujeres que tienen recursos prefieren viajar fuera. Las mujeres pobres no pueden hacer eso y siguen exponiendo sus vidas en condiciones de inseguridad, insalubridad, etcétera.
¿En qué procedimientos se disimulaba un aborto realizado en una clínica privada?
A mí no me gustaría dar detalles de eso porque la verdad es que no quisiera que esto se transformara en un acto de acusación, sino que a mí me motiva reivindicar un derecho de las mujeres.
Entiendo. Pero en el caso de la clandestinidad de esas prácticas, ¿cómo se disimula un aborto? Es una duda que tienen muchos respecto a cómo se hacen pasar por otros procedimientos médicos.
Se hace de distintas maneras, yo he conocido casos de distinta fórmula. Todas las que se han escuchado son ciertas, porque es bastante masivo, entonces hay distintas maneras. Se hace pasar por otra cosa, generalmente, por otra enfermedad.
El costo que se comenta sobre ese tipo de abortos es el mismo que se comenta ahora, ¿verdad? Muy alto.
«Se lucra en la clandestinidad de una necesidad que tenemos las mujeres cuando sufrimos embarazos no deseados».
Es altísimo, porque claramente se lucra en la clandestinidad de una necesidad que tenemos las mujeres cuando sufrimos embarazos no deseados. Justamente por estar sin el amparo de la ley y penalizados, se genera este mercado negro y hay gente inescrupulosa que se aprovecha y cobra sumas enormes.
Dentro de la información que tuviste y lo que has visto en tu círculo, ¿qué tan frecuente y cercana es esta posibilidad para cierto grupo de mujeres? No es una opción que tengan todas.
Yo te puedo decir que una mujer de ingreso acomodado, que está frente a una situación de embarazo no deseado, se hace un aborto. Todas. No me cabe duda de que si tienes los recursos para pagar una salida, lo haces.
En esos círculos, ¿cómo se enfrenta el proceso de después de un aborto? En general hay muchos prejuicios y figuras caricaturizadas sobre el tema. Algunos dicen que es una experiencia muy traumática, ¿cómo lo ves tú?
Para empezar ninguna cirugía es cómoda ni agradable, pero además está cargado de una simbología cultural que te genera culpas y presiones psicológicas, que desde luego se sufren, es difícil abstraerse. De todos modos yo creo que no es por una razón ética, sino más bien de prejuicios y de configuraciones culturales, conservadoras, que le dan a esto características que no tiene.
Imagina que hay gente que llega a decir que esto es un crimen, entonces cómo tú vas a permitir que el que una mujer pretenda disponer libremente de su cuerpo frente a un embarazo que todavía no tiene una gestación como para que pase de ser un saquito embrionario, sea una criminal. Eso es inaceptable. Entonces claro, se genera un estigma y además un cierto temor, porque predomina el doble estándar y además no cualquier mujer puede atreverse a hacerlo porque puede perjudicar sus asuntos laborales y personales. Yo afortunadamente me atreví y estoy en una situación profesional de autonomía, que me permite hacerlo.
Una de las ventajas que tienen las mujeres que pueden pagar por un aborto en una clínica privada, además de las garantías básicas de salud, es que corren menos peligro de ser denunciadas. En las clínicas debe haber una confidencialidad mucho más estricta, ¿no?
Claro, primero están las razones sanitarias. En una clínica privada, un médico profesional te practica un procedimiento que sigue todos los protocolos que requieren los procedimientos de salud y por lo tanto, hay mucho menor riesgo, anestesia, comodidades, etcétera. Cuando eso se practica sin acceso a todos esos procedimientos, estructura y legalidad, está lleno de inseguridades. Muchas mujeres terminan desangrándose o muriéndose, eso ocurre. De hecho, a los hospitales públicos llegan mujeres todos los días con problemas por haberse inducido abortos. Eso ocurre. Desde el punto de vista legal ocurre lo mismo, en Chile hay una ley para pobres y otra para ricos. Y esto se reproduce en otros planos, con el componente adicional que, además, es una discriminación hacia las mujeres porque esto no lo sufren los hombres.
Para cerrar, ¿qué piensas de cómo se ha enfrentado el debate sobre aborto en los últimos años? ¿Qué te parece la forma en que la clase política se enfrentó a las acusaciones de la ex ministra?
Era inevitable. Lo que indigna es que eso exista, yo creo que políticamente el gobierno no tenía otra salida que dejar ir a la ministra, pero eso no hace más que confirmar este doble estándar. Si ella hubiera denunciado los abortos clandestinos de los pobres no le hubiera ocurrido absolutamente nada. Por lo menos ella logró aportar a abrir un debate en un contexto favorable, que es justo cuando se va a ingresar el proyecto de ley. No es suficiente, pero por lo menos es un avance.
Fuente: http://eldesconcierto.cl/el-testimonio-de-la-periodista-que-aborto-en-una-clinica-cuica/