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El tiralíneas occidental: Noventa años del Acuerdo de Sykes-Picot

Fuentes: La Vanguardia

Oriente Medio fue redibujado en dos años del siglo XX: 1916, cuando británicos y franceses parcelaron la región a su antojo, y 1948, año del nacimiento de Israel , que modificó lo trazado por el tiralíneas colonial europeo. En la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña hizo tres promesas contradictorias para ganar aliados contra los otomanos, […]

Oriente Medio fue redibujado en dos años del siglo XX: 1916, cuando británicos y franceses parcelaron la región a su antojo, y 1948, año del nacimiento de Israel , que modificó lo trazado por el tiralíneas colonial europeo. En la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña hizo tres promesas contradictorias para ganar aliados contra los otomanos, que combatían junto a los imperios alemán y austrohúngaro. A los árabes les prometió la independencia; a los judíos europeos les ofreció un Hogar Nacional – en Palestina- (Declaración Balfour, 1917) y, de forma secreta, pactó con Francia el reparto de los territorios árabes entonces bajo control turco. Este acuerdo, conocido como Sykes-Picot, ha cumplido este mayo noventa años.

En 1915, sir Henry McMahon, alto comisario británico en El Cairo, entabló las primeras negociaciones con los árabes. Su interlocutor fue Hussein Ibn Ali, que se reclamaba descendiente de Hachem, a su vez descendiente de Ismael (hijo de Abraham) y bisabuelo de Mahoma, por lo que era reconocido como jerife de La Meca, en la región de Heyaz, situada en la península arábiga. Mc-Mahon prometió a Hussein que si los árabes se alzaban contra los turcos, Gran Bretaña estaba «dispuesta a apoyar la independencia de los árabes dentro de los límites solicitados por el jerife de La Meca». El tiralíneas colonial trazó entonces una divisoria un tanto difusa desde Alepo a Damasco, y todos los territorios situados al oeste de la línea (la costa siria y Líbano) y las provincias otomanas de Bagdad y Basora deberían quedar bajo control británico.

Hussein entendió que los territorios situados entre estas dos zonas (la península arábiga, Palestina, el interior de Siria y Mosul) se convertirían en un Estado árabe independiente.

Londres no contemplaba el mismo mapa. Años más tarde, McMahon dio su versión de lo sucedido: «Considero que era mi deber afirmar, y así lo hice de manera enfática, que no pretendía asegurar al rey Hussein la inclusión de Palestina en el área sobre la que había prometido la independencia árabe. Tengo razones para creer que el rey Hussein entendió que mi promesa no incluía Palestina». (London Times,23/ VII/ 1937).

En 1916 la guerra se torció para los británicos, que necesitaban el consentimiento francés para sus planes. Y el cebo fue el reparto de la región árabe. El 16 de mayo, Mark Sykes, diputado británico, y Charles-Georges Picot, ex cónsul general francés en Beirut, concluyeron un pacto secreto, con la aquiescencia de Rusia, para repartirse los territorios árabes e ignorar lo que McMahon había prometido a Hussein. Francia se quedó con el control directo de la costa siria (hoy, Líbano) y de parte de la actual Turquía; Gran Bretaña, con el centro (Bagdad) y la parte meridional (Basora) de lo que denominaba Mesopotamia. Palestina sería administrada internacionalmente. El resto (las actuales Siria, Mosul y Jordania) tendrían jefes árabes supervisados por París y Londres. Rusia recibiría Armenia, parte del Kurdistán y una salida al Mediterráneo por el mar Negro. Y a Italia, que entró tarde en la guerra, le tocaría una franja en el sur de Anatolia, la Cilicia y las islas del Dodecaneso.

Nada más suscribir el acuerdo, sin embargo, los británicos se arrepintieron. Primero exigieron controlar Palestina; después, desaprobaron que Mosul (el norte de Mesopotamia), donde comenzaba a brotar el petróleo, pasara a manos francesas; y finalmente, la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial, cuya influencia temía Londres, les convenció de la necesidad de modificar el acuerdo con París. Cuatro años después, en la conferencia de San Remo, el Creciente fértil, que se extiende desde Egipto (los británicos concedieron la independencia en 1922) hasta Iraq, fue dividido en cinco mandatos de la Liga de Naciones: a Francia le correspondió Siria y Líbano; a Gran Bretaña, Palestina, Transjordania (la actual Jordania) y lo que sería Iraq (Mosul, Bagdad y Basora).

Después llegó una independencia con la que Hussein y sus tres hijos intentaron salvar los muebles hachemíes. A Hussein, proclamado en 1916 rey de los árabes, sólo le dejaron reinar en Hejaz. Su hijo Faisal, el amigo de Lawrence de Arabia, aceptó la corona de Iraq después de que Francia lo rechazara como rey de la Gran Siria (hoy, Siria, Líbano y Palestina). Abdullah reinó en Transjordania, la única posesión que les queda a los hachemíes, entre 1921 y 1951. Y Ali sucedió a Hussein en Hejaz entre 1924 y 1925, cuando Ibn Saud, que en 1932 fundó Arabia Saudí, le arrebató el territorio.

Hussein perdió el juicio y murió en Ammán en 1931. Faisal falleció en Suiza en 1933. Ali pasó a mejor vida en Bagdad en 1935. Abdullah fue asesinado en Jerusalén en 1951. Picot fue obligado a abandonar la diplomacia francesa en 1932 y desapareció entre facturas no pagadas. Lawrence de Arabia se mató al salirse con su motocicleta de una carretera inglesa en 1935. Y Sykes falleció en un hotel de París en 1919, víctima de una epidemia de gripe española. Lawrence dijo de Sykes que «veía lo raro en todo y se le escapaba lo normal».