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El veneno neoliberal mata la utopía libertaria de Marinaleda

Fuentes: Rebelión

Una de las virtudes del anarquismo ibérico es que no es teórico, sino que se ha llevado a la práctica.

Durante el mandato gubernamental de Manuel Azaña, siendo presidente de la Segunda República española Niceto Alcalá-Zamora, en Casas Viejas un pueblo de la provincia de Cádiz en enero de 1933  se produjo un levantamiento anarquista que promovía una huelga general contra la “República burguesa”. Inesperadamente un grupo de campesinos pertenecientes a la CNT proclamaron el comunismo libertario y atacaron el cuartel de la Guardia Civil donde dieron muerte a varios agentes. Al correr la voz de alarma las autoridades enviaron refuerzos de la Guardia Civil que ocuparon el pueblo. Entonces  comenzaron  las detenciones y los allanamientos contra los alzados en armas hasta que finalmente Incendiaron la casa donde se habían atrincherado y la resistencia fue completamente aniquilada con una lluvia de balazos que escupían rifles y ametralladoras.  Posteriormente en las batidas atraparon a otros vecinos y como escarmiento los fusilaron en el acto. Al final fueron masacrados  20 hombres, tres mujeres y un niño.

Como podemos ver los campesinos, los jornaleros, los obreros del campo en Andalucía siempre han estado en pie de guerra.  Marinaleda con su comunismo libertario es el heredero directo de Casas Viejas.

Cuando sale una noticia del pueblo de Marinaleda en los medios de comunicación inmediatamente se relaciona con el alcalde Sánchez Gordillo. Es el alcalde rebelde y contestatario más famoso de España y también uno de los más veteranos pues fue elegido en 1979. O sea, que lleva 43 años en el cargo gracias al inclaudicable apoyo de sus vecinos.

El alcalde Sánchez Gordillo

Este profesor de historia nacido en Aguadulce (Sevilla) en 1949 es un orador que maneja magistralmente la dialéctica materialista, aparte de ser un gran polemista, el espadachín de la izquierda anticapitalista capaz de batirse a brazo partido contra los pesos pesados de la derechona españolista. Aunque hoy sus capacidades físicas e intelectuales se han visto mermadas a causa de un ictus él sigue en la briega y con ganas de ocupar la primera línea de fuego. Muchos lo han calificado como un personaje populista más propio de Latinoamérica, es decir,  parece más un guajiro  cubano, un guerrillero de las FARC,  un fedayín palestino o un bandolero. Lo cierto es que reúne todas las condiciones de revolucionario e internacionalista cuya hazaña ha sido colocar en el mapa geopolítico mundial a este pequeño pueblo de la campiña sevillana. Pueblo desconocido hasta que Sánchez Gordillo y sus camaradas organizaron la toma de tierras y  las movilizaciones  contra el paro y la marginación social.

Los pobladores de Marinaleda no son eruditos, se guían más por el instinto, carecen de grandes conocimientos ni saben lo que es el  marxismo leninismo no han leído el Capital o el Manifiesto Comunista o el Libro Rojo de Mao pero son conscientes de lo que significan el hambre, la pobreza y el exilio económico.  Ellos pertenecen a una cultura televisiva, o sea, audiovisual, no son intelectuales o academicistas y la memoria histórica se transmite oralmente. Porque aquí nadie ha olvidado lo acontecido en la la Guerra Civil y la espantosa represión desatada en Andalucía por el general nazi franquista Queipo del Llano que cometió un brutal genocidio contra los “malditos rojos”, ya sean comunistas, socialistas o anarquistas. Marinaleda “una utopía hacia la paz”  es la respuesta a esa inmisericorde dictadura franquista que sufrieron durante 40 años en los que tuvieron que aguantar hambre, miseria e iniquidades.   

El cura Diamantino García

A finales de los años sesenta del pasado siglo XX una camada de jóvenes sacerdotes de carácter rebelde entre los que se destacaba Diamantino García se ofrecieron voluntarios ante el obispado en Sevilla para ocupar los puestos más sacrificados en los pueblos marginados de la Sierra Sur sevillana. Empeñados en hacer realidad la palabra del evangelio de servir a los más pobres y vilipendiados.  Y que mejor que reivindicar a esos campesinos arcaicos, seres toscos y rudimentarios de manos encallecidas y rostros prematuramente envejecidos que habían nacido con ese estigma de parias grabado en la frente.

Aplicaron una catequesis revolucionaria en concordancia con las reformas del Concilio Vaticano II. Diamantino se destacó como hombre profético, un defensor de los derechos humanos decidido a construir una nueva sociedad. Fue uno de los pioneros de la Teología de la Liberación en Andalucía. Porque por encima de todo había que reivindicar la opción por los pobres. Un cura obrero de mística revolucionaria  que desde el púlpito predicaba:  “la tierra es de Dios y no se pude acaparar lo que es de todos en beneficio de una minoría” “Porque la propiedad privada es ir en contra los derechos del pueblo y de la palabra de Dios” Los curas convocaban asambleas, los domingos rojos (el trabajo voluntario), las huelgas y las marchas de protesta. Denunciaba la explotación laboral que rayaba en la semiesclavitud.  A esos seres arcaicos y analfabetas que firmaban con el dedo índice había que devolverles el orgullo y la dignidad. Diamantino  era el más combativo, el primero en la toma de tierras, el primero en organizar los piquetes de  huelgas, el primero en recoger la aceituna  hasta tal punto que se ganó el apodo del “cura de los pobres” Como humanista obsesionado y empeñado en construir una nueva sociedad, dotado de una incontestable mística revolucionaria (marxismo cristiano) este disidente de la iglesia católica hizo un pacto de sangre con los sin tierra. Tras siglos de humillaciones y desprecio había llegado la hora de plantar cara a los poderosos.

Los curas obreros  iban peregrinando por los pueblos de la campiña como Osuna,  Lebrija,  Estepa, Morón de la Frontera, los Corrales, el Coronil  organizando asambleas y reuniones  donde denunciaban los privilegios de los señoritos,  terratenientes y los aristócratas. Como el duque del Infantado al que calificaban de “vil bandido” El  2% de los propietarios posee el 50% de la tierra cultivable. Por eso era tan necesario erradicar el latifundio medieval. Los explotadores y los explotados no se iban a sentar juntos en la iglesia, porque al cura lo consideraban un cómplice del amo o el señorito cuya misión era la de eternizar su poder por medio de los falsos sermones que predicaban la mansedumbre y la obediencia debida a la jerarquía.  Cuando un peón tenía que dirigirse al señorito se descubrían  la cabeza e inclinando la cerviz y sin mirarlos a los ojos pronunciaban el clásico “a mandar mi amo” En ese entonces un jovencísimo Sánchez Gordillo comenzó su formación revolucionaria  que poco a poco fue forjando esa personalidad insumisa y combativa.  Corrían los últimos años de la dictadura franquista y había un gran clamor popular por impulsar un cambio que alumbrara la  libertad y la democracia.

Parte del dinero del trabajo comunal que obtenían recogiendo, por ejemplo, algodón lo invertían en propaganda y campañas electorales del partido PT. El PT se definía ideológicamente como marxista-leninista línea Mao Tse Tung -porque la revolución va del campo a la ciudad- Los labradores abriendo surcos construyeron naciones. Este fue el engendro del SOC (Sindicato de Obreros del Campo)  y que paradójicamente nació en las sacristías porque era el único lugar donde podían escapar de la implacable vigilancia de la Guardia Civil y los servicios secretos franquistas. Diamantino fue miembro fundador del SOC junto al maestro Sánchez Gordillo, Diego Cañamero, Francisco Casero, Gonzalo Sánchez. La fuerza laboral de esos pueblos empobrecidos se veía obligada a emigrar a otras regiones más ricas de España o el extranjero. ¿Qué podían hacer esos jornaleros sin tierra, temporeros acuciados por del desempleo y los salarios de hambre? La mecanización del campo fue la estocada definitiva porque se acabaron los contratos. Por su actitud derrotista a los emigrantes se les consideraba fracasados y acobardados. El andaluz se parece al campesino mexicano que tiene que irse a Estados Unidos a trabajar como temporeros para poder sobrevivir. Miles de andaluces partían también a la vendimia del Rosellón donde los franceses les llamaban “muertos de hambre” o a la campaña de la fruta, fresas, cerezas, manzanas y verduras en distintas regiones de Francia o la recogida del espárrago en Navarra.

Sánchez Gordillo ha reiterado en sus discursos que “es necesario que Diamantino resucite (murió de cáncer en 1995) porque nos hemos quedado huérfanos” Los problemas fundamentales de Andalucía son iguales o peores ahora que en esa época porque la explotación de los trabajadores del campo, principalmente los inmigrantes ilegales, son todavía más desgarradores. Carecen de las mínimas condiciones de vida digna, regularización, una vivienda, seguridad social, salud y educación. Para el imperialismo económico no hay política agraria, sino que se obedece lo que decreta Bruselas y las multinacionales. La ley de reforma agraria es inviable si no se expropia. La reconvención salvaje de la agricultura es la tumba del mundo rural.

Marinaleda es un digno heredero del colectivismo republicano y se inspira en el principio agrario de los soviets con la abolición de la propiedad privada y el “tierra y libertad”  “la tierra es para quien la trabaja”  Zapatista -porque al fin y al cabo los jornaleros andaluces también son indígenas-  La clave del éxito es  asegurar la soberanía alimentaria y no depender de las leyes del libre mercado y los monopolios empresariales.

Tenemos que reseñar algo muy importante y es que entre los diputados de la Junta de Andalucía no existe ningún campesino, todos son funcionarios o burócratas a nómina del estado. Estos  señoritos bien trajeados que devengan jugosos sueldos son los que rigen los destinos de una de las regiones más rezagadas de Europa. No hay ningún descamisado de manos callosas y rostros cuarteados por el sol. Nadie ha empuñado una azada en su vida, ni saben lo que es vendimiar o recoger la aceituna.   

Sánchez Gordillo hace gala de una estética antisistema: barbado y con pañuelo palestino anudado al cuello, con su rostro desencajado vocifera de ira enfrentando al poder establecido: “Andalucía debe tener derecho a decidir” “Andalucía esta secuestrada” “la utopía es necesaria. Seamos realistas, exijamos lo imposible” “el capitalismo está en crisis, tenemos que destruirlo” “el mundo rural está en peligro de muerte” “Cristo fue comunista, un revolucionario” “La verdad es revolucionaria como lo decía el Che y también Cristo”.  Con todo el coraje poniendo el pecho en las huelgas de hambre, en la toma de tierras o las marchas de la “OTAN no y bases fuera”  “Echemos al ejército yanqui de Rota y Morón” También es reconocido como el “Robin Hood andaluz” que se mete en los supermercados a sacar la comida para regalársela a los pobres.

En el ayuntamiento de Marinaleda ondea la bandera republicana como un homenaje a los mártires de la guerra contra los militares golpistas. “no somos lacayos, vasallos o súbditos de un soberano heredero del franquismo, sino jornaleros, obreros del campo” Marinaleda en los años ochentas se conocía con el apodo de «la pequeña Cuba”, uno de los últimos baluartes rojos (el paraíso comunista) que aún quedan en pie en la península. Además, se ha distinguido por su solidaridad  con la causa de los pueblos del Tercer Mundo, especialmente de América Latina, Palestina o los saharauis, y también con Cataluña y Euskadi. Marinaleda es un lugar de asilo para los huérfanos y los desheredados, sobre todo para los inmigrantes clandestinos sin papeles, sin patria ni hogar.  

Los más relevantes proyectos que promueve el alcalde Sánchez Gordillo se refieren a la democracia directa, la autogestión, las asambleas (gobierno colectivo de los trabajadores) el cooperativismo, la ocupación de tierras, el ahorro, la austeridad, la autoconstrucción de una vivienda propia ( se entrega gratis el suelo y las casas se pagan a 15 euros al mes)  Nada de especulación, hipotecas e intereses bancarios.

La base del colectivismo agrario es el trabajo comunal en la finca del Humoso (latifundio expropiado al duque del Infantado) donde se ha instalado un sistema de regadío en la tierra de secano para incrementar la productividad. Porque la campiña es esencialmente de olivo, cereal y girasol ahora cuenta con un molino y almazara de la que se saca grandes beneficios.  Aparte se construyeron invernaderos (2.800 metros cuadrados) para cultivar melón, pepino, pimiento, tomate  y berenjena. Los jornaleros deben realizar un trabajo penoso donde hay que doblar el lomo y sudar la gota gorda -especialmente  en este verano canicular con temperaturas hasta de 45 grados- Todos los obreros del campo ganan un salario equitativo de siete euros la hora.  

Las peonadas se distribuyen según los cultivos de temporada (hortalizas y cosechas de huerto) para luego llevar la materia prima a la cooperativa conservera el Humar de Marinaleda. Allí se procesan las habas, los garbanzos, las alcachofas, el calabacín, el brócoli, los pimientos, el tomate, la aceituna, pipas de girasol, romero, lavanda, orégano, que luego de empaquetarlos son despachados a los centros de distribución y de ahí a las grandes superficies. Porque el producto obtenido debe ser competitivo en el mercado capitalista imperante en España.

El alcalde Sánchez Gordillo no puede en estos instantes hablar con nosotros pues en el año 2018 sufrió un ictus que le limitan el habla y la movilidad, su estado de salud es delicado y debe aislarse porque todavía la pandemia del coronavirus está activa.

La concejala Dolores Tejada

Ante su ausencia amablemente nos recibe en la alcaldía la concejala de Cultura la señora Dolores Tejada. Y es que no son solo los jornaleros los que trabajan en el campo, sino que también existen jornaleras que codo con codo y hombro con hombro están en el tajo junto a los hombres. Pero esta no es una competencia contra sus compañeros, sino todo lo contrario. A cada quien según sus capacidades -reza un mandamiento comunista-. Pero todo tiene un límite porque está claro que un pueblo no lo hace una persona sino un colectivo, y este colectivo es mixto donde las mujeres han adquirido en los últimos tiempos una gran relevancia. “La emancipación de la mujer pasa por la igualdad en el trabajo” -así de contundente nos responde la concejala:  “Debemos demostrar sobre el terreno que no somos el sexo débil como se nos ha hecho creer”  Se necesita mucha moral porque el trabajo del campo es muy duro, se desgasta uno físicamente y encima hay que enfrentar las inclemencias del tiempo. La mujer jornalera es uno de los eslabones indispensables en la cadena de producción.

Pero parece que se les ha colocado en un segundo plano y no se les ha dado el valor que les corresponde. Porque la mujer además de ser trabajadora del campo tiene otras dos funciones vitales: madres y  amas de casa. Es decir, en Andalucía las tradiciones seculares se mantienen y el patriarcado sigue inalterable. La igualdad de género es una materia pendiente en este mundo rural donde tradicionalmente predomina el machismo.  Pero ese feminismo jornalero  de mujeres curtidas con escasos estudios y en muchas ocasiones autodidactas a las que despectivamente llaman de “marujas” rompen moldes y adquiere conciencia de clase. “nosotras somos antimonárquicas, anticapitalistas y anticlericales” En nada se pueden comparar con las mujeres urbanas de clase media o burguesa que tiene más  posibilidades de instruirse, progresar y escalar en la pirámide social. Esa es la gran brecha estructural que perpetua la marginación y la desigualdad.

Si nos remitimos a las crónicas de la República Española encontraremos  maravillosos ejemplos de mujeres, también adolescentes  y hasta  niñas, que participaron con sus familias o la comunidad en las faenas del campo. Porque el trabajo colectivo es vital para asegurar su supervivencia.

Marinaleda como casi todos los pueblos del ámbito rural español sufre una demoledora transformación pues poco a poco va siendo devorado por la Europa capitalista. Ante la ausencia de una República democrática deben resignarse y aceptar la Constitución monárquica de 1978.  La ruralidad representa algo arcaico y retrasado que se opone a la civilización cibernética vigente. La sociedad de consumo los asedia con la propaganda que se trasmite a través  de los medios de comunicación de masas: la televisión, el internet, en especial las redes sociales contribuyen a socavar la identidad del pueblo. Al final estamos creando un país de zánganos ludópatas que se la pasan las 24 horas del día enganchados a sus teléfonos móviles, al  fútbol, la pornografía,  las loterías,  las quinielas cuya única finalidad es ofrecerles vanas ilusiones de hacerse millonarios de la noche a la mañana. La actitud nihilista de los jóvenes y adolescentes mella el espíritu revolucionario y los convierte en individuos alienados y fáciles de manipular. Y lo peor es que se está creando una sociedad de  analfabetos funcionales que se niegan a leer y escribir. Se impone la cultura del selfie y el meme. Las nuevas generaciones tienen otras prioridades como comprarse un coche o una moto, irse de juerga a la discoteca, apostar en los casinos virtuales o planificar las vacaciones en la playa.  Aquí los que han triunfado y se han vuelto multimillonarios a costa de la inconciencia de las masas son los operadores de móviles, los proveedores de internet,  las plataformas de streaming, Netflix, Amazon, Disney, el Facebook, YouTube, Tik Tok, Instagram, etc.  Estos son los enemigos invisibles al servicio del nuevo orden mundial. Sánchez Gordillo reconoce compungido la cruda realidad: “Si no se estudia, si no se lee, si no se despierta el espíritu crítico jamás podremos alcanzar la autodeterminación”

El pueblo de Marinaleda padece una crisis sociopolítica sin precedentes porque muchos de sus habitantes han perdido la fe y ya no creen en el proyecto del “alcalde rojo” Sánchez Gordillo. Si antes incondicionalmente lo sostenían, hoy le han dado la espalda. Es más que evidente el agotamiento psicológico, el envejecimiento y la degradación de un modelo de gestión basado en el culto al líder. El gasto indiscriminado de presupuesto público ha sobrepasado todos los limites hasta el punto de colocar a Marinaleda de 2.700 habitantes como uno de los pueblos más endeudados de Andalucía.

Los empresarios no quieren invertir ni hacer negocios allí pues saben que es un pueblo problemático y donde sin duda les espera la quiebra. La única industria del pueblo -aparte de la cooperativa Humar- es el cultivo de marihuana y su comercialización. Muchos jóvenes obtienen un jornal gracias a su explotación o de lo contrario estarían condenados a emigrar.  

En las últimas elecciones municipales de 2019 la lista de Adelante Marinaleda obtuvo 891 votos (48,74%) mientras Avanza Marinaleda-Matarredonda sacó 847 votos (46,33%) O sea, que la lista de Sánchez Gordillo  ganó por tan solo por 44 votos.  Y es que son 43 años de gobierno en solitario que han traído como consecuencia un severo desgaste. Ante la falta de renovación y caras nuevas cunden el desánimo y la desintegración, ya no existen esa solidaridad y esa fraternidad de antaño. En Andalucía crece la derecha como lo demuestra el resultado de las últimas elecciones andaluzas donde el PP obtuvo la mayoría absoluta. Marinaleda no es la excepción y la gente se ha vuelto reaccionaria e individualista y lo que ambiciona es ganar altos sueldos, irse a vivir a una capital y comprarse un piso o por qué no un chalet o adosado en un condominio con piscina y jacuzzi.

Sánchez Gordillo y su inseparable compañero el dirigente del SAT y exdiputado de Podemos Diego Cañamero han lanzado una férrea defensa contra el ataque de los “fascistas de las tinieblas” que pretenden hundir el proceso revolucionario de Marinaleda. “Los egoísmos personales no caben en los proyectos colectivos” El SAT fundado en el 2007 se reconoce como antifascista, nacionalista andaluz, anticapitalista, internacionalista, antipatriarcal y republicano. La acción directa y las asambleas populares son los fundamentos de su ideario político que se resumen en “la utopía se alcanza con la lucha”

Si uno camina por la calle principal del pueblo se observan varios murales desconchados por el paso del tiempo. La pintada del Che Guevara borrosa y deslucida denota la decadencia y la dejadez en que está sumido el pueblo . El “patria o muerte ¡Venceremos!» que con tanta pasión gritaban en las manifestaciones  ha sido reemplazado por los estribillos vacíos de los raperos o reguetoneros J. Balvin, Chojín, Ozuna, Maluma, Bad Bunny o Rosalía.  La indiferencia y el desencanto campa a sus anchas. El veneno neoliberal se ha inoculado en la sangre de estos pueblos de la Sierra Sur de la campiña sevillana que un día fueron un ejemplo de lucha y de resistencia.  Solo los más radicales veteranos se mantienen firmes y con el puño el alto, tal vez, por puro romanticismo se niegan a claudicar. Sin el relevo generacional el hundimiento será estrepitoso.

Lo cierto es que el asistencialismo convierte a los individuos en unos gandules conformistas, unos seres pasivos resignados a esperar que al fin de mes le ingresen en la cuenta corriente la “paguica” de mil euros. Es decir, la dádiva de la renta básica que aprobó el PSOE y PODEMOS para mitigar el paro y la crisis económica. Pero este tipo de dependencia al fin y al cabo mata la utopía socavando los principios del comunismo libertario y,  además, obstaculiza los cambios sociales “Andalucía no se levanta a base de subsidios de desempleo y las limosnas que otorga el paternalismo gubernamental o la Unión Europea” La realidad es que miles de familias andaluzas se mantienen gracias al PER y las peonadas.  El subsidio agrario es clave para dinamizar la economía de Marinaleda. Con la crisis del coronavirus el gobierno de España estableció ayudas a aquellos que han perdido el empleo como los ERTE para garantizar una prestación de urgencia.

En general la rutina de un jornalero es muy severa: levantarse todos los días a las 5 de la mañana y después de un frugal desayuno disciplinadamente marchar al tajo hasta bien caída la tarde. Especialmente en este verano canicular enfundados con sus monos y sombreros de paja cumplen a rajatabla su infatigable misión.  Los señoritos, terratenientes y ciudadanos los llaman despectivamente de “catetos”, una palabra xenófoba y racista que los rebaja a la categoría de siervos analfabetos. Hasta la mitad del siglo XX  Andalucía era un territorio netamente rural habitado mayoritariamente por campesinos, peones, jornaleros, ganaderos, pastores, arrieros, pescadores o artesanos. En la actualidad sin un desarrollo industrial importante la única salida es el sector servicios y el turismo. Las estadísticas dicen que el 75% de la población andaluza reside en el medio urbano.    

En España la decadencia del mundo rural es tan atroz que el campo  yermo y estéril ya nunca volverá a dar sus frutos. Pero el panorama es aún  más tétrico al contemplar esos pueblos en ruinas que abandonados se caen a pedazos sin que nadie pueda revertir la sentencia. Este ha sido un golpe demoledor para esa España profunda que irremediablemente se extingue. La cultura popular yace momificada en los museos y los jornaleros son un reclamo más del folclore turístico.   La mayoría de los 47 millones de españoles pertenecen al ámbito urbano y han asumido sin ningún reparo su nueva identidad de consumidores WI FI. Pero quizás hoy lo más dramático sea el bajo índice de la natalidad que anuncia de antemano una catástrofe demográfica irreversible. A estas alturas del siglo XXI la única esperanza de salvar a esa España vaciada y esclerótica es que los inmigrantes de otras latitudes la hagan renacer de las cenizas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.