Las noticias: «Israel planea construir muros alrededor de las ciudades y pueblos palestinos / Más de 400 barreras israelíes dividen Cisjordania y Jerusalén». Una causa, un pueblo, una tierra en un compás de espera continuado. Esto es Palestina sometida a la crueldad de un ser humano que solo mira a una pelota en vuelo que […]
Las noticias: «Israel planea construir muros alrededor de las ciudades y pueblos palestinos / Más de 400 barreras israelíes dividen Cisjordania y Jerusalén».
Una causa, un pueblo, una tierra en un compás de espera continuado. Esto es Palestina sometida a la crueldad de un ser humano que solo mira a una pelota en vuelo que oscila entre los polos de la política internacional de turno. Son vientos de la política que la llevan de un lado a otro, pero nunca reposa y decide el juego. Este es un mundo que jugando a ser Dios en la tierra, hace que se pierda la esencia de su pertenencia a la humanidad y se disfraza de extraterrestre, ajeno a lo que le pasa a todo un pueblo, permitiendo que se le encarcele entre muros de 9 metros de altura, rodeando sus casas.
Esperando a que haya mayoría de conciencia humana en los países y que comprenda la tragedia y sienta lo del prójimo, en ese caso el palestino, así lleva Palestina su espera desde que una generación del pasado reciente le condenó a ser: refugiado, preso, expropiado, expoliado de sus derechos humanos… etc. El anhelo es del niño que tiene que verse detenido y torturado, del adolescente que pierde su futuro entre el muro del apartheid y la bala que le hiere o le mata, la madre que ve que sus hijos o están en la mazmorras del sionismo que no les dejan visitar, o visitarles en los cementerios… Esta es la historia de un pueblo, ajeno a la política internacional y su conjura del siglo pasado que pasa de ser dueño de su tierra a ser refugiado en ella o en tierras ajenas.
Desde hace 67 años el pueblo palestino nunca tuvo la oportunidad de tener en sus manos su destino, ni la solución de su problema con los instigadores que le rodean para aniquilarle. Así de esa pelota de la política internacional (cada vez más bailarina) no se ha podido ver terminado el juego, mantenido y alimentado por jugadores de altos vuelos, haciendo de la causa palestina el juego preferido para sus fechorías de patanes de la política y el descaro.
Hoy en un país surgen políticos como nuevos jugadores que intentan jugar en el campo, reclamando la pelota, pero en otra estratosfera de la política de otro país surgen otros, bajando al campo para mantener la pelota en el aíre. Es la historia interminable de un juego que nunca fue de campo abierto al público. Mientras tanto, Palestina se agota, se reduce a causa de refugiados y de cantones. Para el polo opuesto a la dignidad humana y los DDHH, es solo un problema de rebeldes y es cuestión de tiempo para aniquilar a su pueblo y su causa.
Pesimismo que me envuelve hoy en día, mientras a otros les envuelve el optimismo, siendo optimista por naturaleza, en la causa palestina no puedo serlo a estas alturas de la usurpación y la ocupación. Palestina es una historia que vivo desde muy temprana edad, desde décadas solo he visto lobos disfrazados de corderos para alimentarse del rebaño palestino y seguir derramando lágrimas de cocodrilo.
En el vuelo de la pelota de la política internacional, depositó una clase de políticos palestinos sus confianzas y sus esperanzas. Hoy este grupo se debate entre la muerte política natural o practicándose el Harakiri. Es una consecuencia de un fracaso muy sonoro y cantado a cuatro vientos desde hace tiempo, por muchos opositores a esa ceguera de este grupo. Para el pueblo palestino y en particular para la «Generación de Oslo» que hoy lidera la intifada silenciada, es una cuestión de vida o muerte, por razones muy imperativas en la vida cotidiana, puesto que esta generación es la última de un racimo de generaciones que han visto frustradas sus esperanzas en una vida digna y en libertad.
¿Hasta cuándo Palestina seguirá siendo un campo de juego político? ¿Cuándo seremos capaces los hombres y mujeres libres de este planeta de terminar este juego? Palestina y su pueblo merecen ya de las nuevas generaciones justicia y el fin de sus penurias, recuperando sus derechos más elementales.
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