Las elecciones presidenciales del pasado 26 de mayo y que significó el triunfo del actual mandatario Bashar al Asad se han concretado a pesar de una guerra de agresión contra el país levantino que no ha cesado en diez años. Hipócritamente, potencias occidentales como Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña levantan sus voces cómplices con quienes agreden a Siria, para sostener que la decisión del pueblo sirio no tiene validez.
Estos comicios se celebraron en momentos en que Siria, su gobierno, su ejército, la sociedad sigue luchando, para erradicar del país todo vestigio de terrorismo y la presencia ilegal de fuerzas extranjeras, como las estadounidenses, turcas y mercenarios. Todo ello, en medio de la pandemia del COVID-19 y sus variantes, además de las durísimas sanciones que afectan a la población. Pero el pueblo sirio, masivamente, le asestó una bofetada de dignidad a aquellos que han avalado, organizado y financiado la agresión terrorista contra su país. La población del país levantino rechazó con su voto toda injerencia extranjera, mostrando que el voto a favor de aquellos que han defendido la soberanía siria no sólo era un derecho sino que un deber nacional y constitucional, representando la mayor y contundente respuesta ante las conspiraciones externas.
Aún antes de concretar los comicios presidenciales en Siria, occidente y sus corifeos mediáticos, incluyendo sus títeres regionales como son Israel, Arabia saudí y aquellos que en forma indigna han generado procesos de “normalización” con el sionismo, habían rechazado el proceso electoral. “Las elecciones en Siria no serán ni libres ni justas”, vociferaron gobiernos como el de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Dicha postura fue calificada por el gobierno de Al Asad como una desvergüenza e injerencia. El viceministro de Relaciones Exteriores de Siria, Faisal al Miqdad, sostuvo que «su insolencia (de las potencias de Occidente) ha llegado a un punto de interferir en la decisión de los sirios, para participar o no en las elecciones presidenciales, pero llevaremos a cabo estas elecciones porque el pueblo sirio desea estas elecciones». Y así fue y con pleno éxito.
Es necesario recordar a nuestros lectores el marco en el cual se desarrollaron estas elecciones, para así darse cuenta del valor de llevarlas a cabo y comprender que es imposible comparar procesos como el realizado en un país sometido a criminales agresiones, que hacerlo en un país europeo sin más complicaciones, que aspirar a que vote la mayor cantidad de ciudadanos. En el caso de Siria se trata de un país agredido, invadido, sometido a la presencia de centenares de grupos terroristas, que han generado la muerte de al menos 500 mil ciudadanos sirios, el desplazamiento de 9 millones de personas y 5 millones de refugiados. Un territorio invadido por tropas estadounidenses, turcas y grupos takfiri como Daesh, Ahrar al Sham, Jabhat Fateh al-Sham (ex Frente al Nusra), Tahrir al Sham, entre otros, que han recibido el apoyo financiero, militar, logístico por parte de la casa al Saud, las monarquías ribereñas del golfo Pérsico y el sionismo. Otro país que no sean aquellos que valoran su soberanía no habría realizado elección alguna y eso debería comprenderse pero las potencias dominantes y su mirada interesada sólo privilegia sus intereses geopolíticos.
Se realizaron las elecciones aún bajo las presiones estadounidenses y sus incondicionales a través de sanciones, bloqueos y embargos intensificado en la llamada Ley César. Comicios en un país, que sigue sufriendo ataques y bombardeos, acciones terroristas en sus ciudades. El saqueo de sus riquezas naturales como el petróleo, donde cientos de camiones cisterna mensualmente llevan el crudo robado a territorio turco, a la Palestina histórica ocupada donde empresas israelíes lo cargan con destino a Europa. El robo de riquezas arqueológicas, incluyendo el expolio, incluso, de la producción de trigo del país, desde la provincia de Hasakeh, en el nordeste. Elecciones en un país que sufre una grave crisis económica y presiones de organismos internacionales con la suspensión de sus derechos en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) patrocinado por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que con métodos de «extorsión, amenaza, intimidación y presión» permitieron adoptar un fallo contrario al país árabe. Sólo este panorama permite valorar el esfuerzo del gobierno sirio.
Las críticas contra el proceso político sirio provienen, precisamente, de aquellos que han intentado fragmentar el país, balcanizarlo, robar sus riquezas, generar un caos premeditado con el fin no sólo de destruirlo, sino de seguir con la agonía hegemónica de este occidente hipócrita. Impedir el desarrollo de un mundo multilateral, impedir el avance de la Federación Rusa hacia occidente, cercar a la República Islámica de Irán y con ello favorecer a la alianza, a esta triada criminal conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo.
¿Quién pretende enseñarle democracia a Siria? La ignorancia del análisis trata de asimilar la situación que se vive en la nación mediterránea levantina, a la vida bucólica en Suiza, los países nórdicos u otra sociedad que no conoce de guerras de agresión, con decenas de miles de terroristas en su territorio, sujetos a una agresión desde hace una década a la fecha, que ha generado la situación descrita contra el pueblo sirio, la destrucción de su infraestructura, el robo de sus riquezas naturales. Cuyos responsables son los mismos que hoy le piden a Siria que respete las reglas de una democracia representativa avalada por aquellos que se consideran moralmente superiores. Qué enajenado puede pedir eso sin condenar el sufrimiento de un pueblo, que ha soportado una guerra de agresión criminal, posible de calificar como crímenes de guerra y lesa humanidad, de la cual deberían responder los patrocinadores de esta acometida criminal, que lleva ya una década. Sólo faltaría que el régimen sionista critique las elecciones en Siria mostrándose ellos como ejemplo.
¿Quién critica a Siria? ¿Estados Unidos? Un país como el norteamericano, sujeto a elecciones permanentemente cuestionadas, con acusaciones de fraude, donde corren ríos de miles y miles de millones de dólares, para concretar una democracia plutocrática, segregacionista, violenta y hegemónica. El mismo país que mientras se realizaban las elecciones en Siria concretó el ingreso a sus bases ilegales en el país levantino, una columna de medio centenar de camiones cargados con equipos militares y logística destinados a seguir agrediendo a Siria. Ese país de rateros pretende hablar de democracia.
¿Quién cuestión las elecciones en Siria? ¿Alemania? Un país europeo donde la canciller actual, la Sra. Merkel, lleva ya varios periodos de administración (16 años) y que suele ser quien dicta las reglas por las cuales deben moverse los otros países de la Unión Europea, en un diktat teutón siglo XXI. Una Alemania sujeta al chantaje permanente del sionismo, cercado por sus crisis de conciencia que aún después de 76 años del término de la dictadura del Tercer Reich, sigue pagando aquellos crímenes, claro está que en forma exclusiva a las instituciones sionistas, que reiteradamente ponen el dedo en la llaga histórica alemana.
¿Quién se suma al coro hipócrita contra Siria? ¿Francia? Este país, aun con ínfulas imperiales, que sigue pensando que sus ex colonias son parte de su patio trasero. Una república incapaz de solucionar sus propios problemas políticos con ex presidentes como Nicolas Sarkozy procesado y condenado por corrupción. Con un mandatario como Emmanuel Macron que suele dar su respaldo a apoyos políticos y ex ministros que han sido sindicados como corruptos. ¿Esa democracia es la que quieren imponer?
Hasta España, potencia de segundo orden en Europa se da maña para censurar a Siria. Una Monarquía Constitucional, dotada de una jefatura de estado que es una casa real corrupta, parasitaria, cuya cabeza de la casa de los Borbones tuvo que renunciar acosado por delitos de corrupción, lio de faldas, concomitancia con monarquías como la marroquí y la saudí de la cual recibió cientos de millones de dólares de comisiones ilegales, para favorecer empresas españolas. Un país donde su jefatura de gobierno es cómplice de la ocupación y colonización del pueblo saharaui sin levantar un dedo y cediendo siempre a los chantajes de Marruecos y que además reprime los afanes independentistas del pueblo catalán y el pueblo vasco. ¿Este es el país que quiere enseñar democracia al mundo, a Siria y a Latinoamérica?
El canciller sirio, Faisal Al – Miqdad ante las opiniones de los gobiernos de estos países señaló: “Las declaraciones emitidas por algunos países occidentales sobre las elecciones en Siria indican que no viven en el mundo actual y están lejos de la realidad. Solo los sirios pueden expresar su opinión sobre los comicios”. Efectivamente, la participación masiva de los sirios en los comicios probó su adhesión a la independencia y la unidad de su patria, así como su rechazo a someterse a los chantajes o presiones. Ciertamente, estos gobiernos están lejos de la realidad de los pueblos, siguen con su mentalidad colonizadora. Nuestras sociedades deben estar alertas frente a estos pontificadores de sus sistemas, afincados en la explotación de nuestros países, protectores de privilegios que deben terminar. Siria ha mostrado un camino de resistencia con el ejemplo de lucha de su gobierno, su ejército y su pueblo en general. Esa es la realidad y no aquellas fábulas de occidente y sus lacayos.
Artículo cedido por www.segundopaso.es