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Elecciones en Galicia y Euskadi

Fuentes: Rebelión

Las elecciones del 21 de octubre no han sido una victoria para Rajoy, aunque los medios así lo hayan proclamado. Han constituido, por el contrario, un nuevo paso adelante en la crisis terminal del régimen. Galicia: triunfo pírrico del PP, hundimiento del PSOE e irrupción de AGE («Alternativa Galega de Esquerda») La gran mayoría de […]

Las elecciones del 21 de octubre no han sido una victoria para Rajoy, aunque los medios así lo hayan proclamado. Han constituido, por el contrario, un nuevo paso adelante en la crisis terminal del régimen.

Galicia: triunfo pírrico del PP, hundimiento del PSOE e irrupción de AGE («Alternativa Galega de Esquerda»)

La gran mayoría de los titulares de la prensa del lunes 22 coincidían en destacar el «gran triunfo» del PP en Galicia. Pero éste, en verdad, no ha sido sino una victoria pírrica. Lo que la prensa reflejó fue, ante todo, el alivio de los medios burgueses por el hecho de que el PP mantuviera en sus manos la Xunta gallega, pues en caso contrario la crisis del gobierno Rajoy se habría vuelto dramática.

En realidad, el PP ha perdido 135.500 votos en estas elecciones, el 17% de los que obtuvo en las últimas autonómicas de 2009. Es su votación más baja en 23 años. Ha sufrido en gran retroceso en las ciudades, donde destacan Pontevedra y Vigo. Por otro lado, hay que hacer notar que Feijóo hizo la campaña electoral desmarcándose de las siglas del PP y del propio Rajoy, que sólo apareció al final. Con las peculiaridades gallegas, la caída del voto al PP forma parte del imparable proceso de descrédito de este partido, acelerado desde que Rajoy se hizo con el Gobierno a finales de 2011.

Pero si el PP ha logrado vender su fracaso como una victoria se debe al hundimiento del PSOE (PSdG-PSOE), que le ha permitido conservar la mayoría absoluta. El PSOE ha perdido nada menos que 230.000 votos, el 44% de los votos anteriores.

La bancarrota del PSOE en Galicia se ha repetido en la Comunidad Autónoma Vasca y en breve volverá a golpear con brutalidad al PSC-PSOE en Catalunya. Estamos, en realidad, ante un problema mayúsculo para el régimen, ya que uno de los partidos que lo han vertebrado desde la Transición, el PSOE, se desmorona a ojos vistas y hace inviable el juego de alternancia con el PP, que viene durando 35 años.

Pero también ha crecido notablemente la abstención, aunque hayan hecho apaños contables para ocultarla. Si comparamos estas elecciones autonómicas con las anteriores, vemos que esta vez han votado 238.000 personas menos (cerca del 9%). Y el voto blanco y el nulo han alcanzado su cifra récord: 76.000 sufragios, el 5,2%, dividido mitad y mitad.

El hundimiento del PSOE ha venido acompañado de la caída, también espectacular, del BNG, que ha perdido 126.000 votos, un 47% de los de los anteriores comicios. El BNG, ex compañero de gobierno del PSdG-PSOE, lo ha acompañado también al precipicio y ha entrado en una crisis existencial. El desastre electoral del BNG ha sido especialmente brutal en las principales ciudades gallegas como Vigo, Ferrol, Santiago o Coruña, donde la coalición AGE (Alternativa Galega de Esquerda), formada hace tan sólo cuatro meses, ha alcanzado el 20 % de los votos, más del doble que el BNG.

Esta coalición, AGE (Alternativa Galega de Esquerda), formada por ANOVA (los Irmandiños del histórico Xose Manuel Beiras, que habían roto con el BNG) y por Esquerda Unida, ha logrado un 14’1% de la votación y ha irrumpido con gran fuerza en el panorama político, canalizando un proceso de radicalización masivo de trabajadores y clases medias.

Triunfo nacionalista en Euskadi

También se ha repetido en la Comunidad Autónoma Vasca el hundimiento del PSE-PSOE, que pierde una tercera parte de los votos de las anteriores elecciones autonómicas, quedando como tercera fuerza, ampliamente superado por EH Bildu. Igualmente, el PP retrocede, perdiendo el 12% de sus votos de 2009. También la abstención y el voto nulo han aumentado, aunque no en las proporciones gallegas.

Y mientras PSOE y PP han retrocedido, la victoria ha ido a parar a las fuerzas nacionalistas, en primer lugar al PNV (con casi un 35% de los votos), seguido de EH Bildu. Entre PNV y EH Bildu suman 48 parlamentarios sobre un total de 75, de modo que dos tercios de la Cámara vasca se declaran soberanistas. El problema vasco está llamado a agudizarse en el período que se ha abierto.

El presidente del PNV y futuro Lehendakari, Urkullu, en contraste con Artur Mas, no ha planteado ningún «desafío soberanista» y ha manifestado su intención de no hacer ningún «frente nacionalista» sino «acuerdos amplios» entre fuerzas de diferente signo. Su mayor pretensión es preservar el Concierto Económico e ir maniobrando sobre la marcha, en beneficio de la burguesía vasca.

En cuanto a la coalición EH Bildu (formada por la antigua Batasuna, EA, Aralar y Alternatiba, una escisión de EB-IU), se ha colocado en un relevante segundo puesto con 277.000 votos, el 25% de los sufragios y 21 parlamentarios. EH Bildu ha sido quien ha recogido el grueso del voto de la izquierda. Hay que decir, sin embargo, que si comparamos sus resultados con los obtenidos por los integrantes de la coalición en las elecciones forales del año pasado, hay 33.500 votos menos y, asimismo, que el PNV ha aumentado distancias en relación a las elecciones generales. Tampoco hay que olvidar que, si bien Sortu, el partido de la izquierda abertzale, ha sido legalizado, sus principales dirigentes, Otegi y Díez Usabiaga, todavía siguen en prisión, lo que resulta verdaderamente escandaloso.

EH Bildu (que cuenta actualmente con importantes responsabilidades de gestión, en particular en Gipuzkoa), ha hecho una campaña electoral «moderada». Laura Mintegi, su candidata a Lehendakari, cuando celebraba los resultados hacía hincapié en la necesidad de alcanzar «acuerdos de país». Un aspecto importante de su programa es la resolución del grave problema de los presos vascos, una reivindicación masiva de la población vasca que Rajoy utiliza como elemento de chantaje permanente. Su programa de Estado vasco independiente lo plantean como parte de la Unión Europea, cosa que pensamos que es incompatible con la soberanía nacional vasca y con todo programa que quiera atender a las necesidades básicas de los trabajadores y el pueblo.

Artículo publicado en Página Roja, publicación mensual de Corriente Roja