Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El Ministro de Defensa israelí Moshe Ya’alon ha prohibido oficialmente que los palestinos viajen en el transporte público dirigido por israelíes en Cisjordania, según una información en Haaretz, el más destacado periódico de Israel.
La nueva ley de apartheid dicta que los palestinos no pueden tomar autobuses que van de Israel central a Cisjordania. Tienen que tomar un desvío, a Eyal Crossing, cerca de la ciudad Qalqilyah, «lejos de áreas pobladas por colonos».
A los palestinos ya les es difícil entrar a Israel. Los trabajadores palestinos que viajan a Israel central a sus puestos de trabajo tienen que pasar por puntos militarizados de control de alta seguridad. A los que les permiten que crucen no se les permite dormir en Israel. El desempleo y la pobreza son elevados en Cisjordania, debido a los 47 años de ocupación militar israelí. Los palestinos buscan oportunidades de empleo en Israel, a menudo en trabajos mal pagados y peligrosos, como en la construcción. Debido a los puntos de control y el aparato militarizado de seguridad israelí los palestinos ocupan mucho tiempo en sus viajes a Israel (cuando logran hacerlos). La nueva decisión aumentará aún más el tiempo que ocupan en sus viajes en los dos sentidos.
Un funcionario de seguridad involucrado dijo a Haaretz que «no se impedirá a ningún palestino que llegue a su destino»; esto podrá ser cierto, pero la pregunta es ¿cuánto tiempo más tendrá que ocupar ese palestino para viajar entre el trabajo y su casa?
Haaretz señala que la decisión de segregar los autobuses no salió de la nada; Ya’alon la tomó después de enfrentar «intensa presión de los colonos». El periódico explica que el Comité de Colonos de Samaria y autoridades judías locales «realizaron una agresiva campaña» para excluir a los palestinos. Agrega que «los colonos han tratado en múltiples ocasiones de impedir que los palestinos viajen en esos autobuses, y han publicado un vídeo que los llama a ser excluidos». Ya’alon «se reunió con dirigentes de los colonos» y les aseguró que implementará las políticas de apartheid, de solo para judíos, que desean.
Es evidente que esta decisión es explícitamente motivada por racismo, no por preocupaciones por la «seguridad». Haaretz indica que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI, ejército israelí) han declarado oficialmente que «no consideran que la presencia de palestinos en los buses en Cisjordania es una amenaza para la seguridad». El periódico entrevistó al mayor general del Comando Central de las FDI, Nitzan Alon, quien insistió en que los palestinos cisjordanos no plantean una «amenaza para la seguridad» ya que ya «tienen que obtener aprobación previa del servicio de seguridad Shin Bet y de la policía de Israel a fin de recibir permisos. Luego tienen que pasar por cacheos en los cruces fronterizos.»
El miembro de la Knéset (parlamento israelí), Moti Yogev, del partido de extrema derecha, religioso favorable a los colonos Habayit Hayehudi, explicó su razonamiento: «Viajar en esos buses no es razonable. Están repletos de árabes.»
Este llamado a la segregación en los buses no es nuevo. AFP informa que «los colonos israelíes en Cisjordania han pedido durante años que los palestinos sean excluidos del transporte público». De muchas maneras, los autobuses israelíes se han estado orientando hacia la segregación desde hace un cierto tiempo. En marzo de 2013, Israel creó autobuses solo para palestinos. Aunque no era técnicamente obligatorio, los racistas colonos israelíes utilizaron la existencia de esos autobuses para presionar a los palestinos hacia una segregación de facto.
Una serie de organizaciones de derechos humanos y civiles criticaron públicamente este racismo de facto. Entre ellas está la organización de derechos humanos israelí B’Tselem. Después de esta más reciente decisión, la implementación oficial por el gobierno israelí de la segregación de jure, AFP entrevistó a B’Tselem, que insistió en que: «Es hora de dejar de ocultarse tras medidas técnicas… y admitir que este procedimiento militar es una concesión apenas disimulada a la demanda de segregación racial en autobuses».
Motivado por una sociedad racista
Es extremadamente revelador que esta decisión sea el resultado de presión desde la base, no impuesta desde arriba. El racismo en la sociedad israelí no es solo sistémico; la mayoría de los israelíes son racistas de un modo obsceno contra los palestinos indígenas y los refugiados africanos.
En Israel no es poco común que turbas fascistas vayan por las calles gritando «¡Mueran los árabes!» y «¡Gaseen a los árabes!» (así como «¡Mueran los izquierdistas!» y «¡Gaseen a los izquierdistas!»).
La vasta mayoría de los israelíes apoya las políticas etnoreligiosas supremacistas de su etnocracia. Un 95% de los israelíes apoyaron el más reciente ataque militar de su país contra Gaza, «Operación margen protector» -un ataque de 50 días de duración que mató cerca de 2.200 personas- incluyendo aproximadamente 1.600 civiles, 500 de los cuales eran niños- hirió a más de 11.000, y destruyó las viviendas de más de 100.000.
Como he señalado en un artículo anterior, en 2012, también en Haaretz, el renombrado periodista Gideon Levy publicó los resultados de un sondeo que estableció que «La mayoría de los judíos israelíes apoyaría un régimen de apartheid en Israel». Este estudio, «sacando a la luz puntos de vista anti-árabes, ultranacionalistas, propugnados por la mayoría de los judíos israelíes», no se basaba en un sondeo por Internet. Fue realizado por Dialog y dirigido por el profesor Camil Fuchs, experto en sondeos de Haaretz y jefe del Departamento de Estadística en la Escuela de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Tel Aviv, y encomendado por el Fondo Yisraela Goldblum.
El estudio reveló los siguientes hechos desagradables sobre la sociedad israelí:
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59% quiere que se dé preferencia a judíos sobre árabes en la admisión a puestos en los ministerios del gobierno.
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49% quiere que el Estado trate a los ciudadanos judíos mejor que a los árabes.
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42% no quiere vivir en el mismo edificio con árabes,
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42% no quiere que sus hijos estén en la misma clase con niños árabes.
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Cerca de un 33% quiere una ley que excluya a los árabes israelíes de votaciones para la Knéset.
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69% objeta a otorgar a 2,5 millones de palestinos el derecho a voto si Israel anexa Cisjordania.
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74% está a favor de carreteras separadas para israelíes y palestinos.
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24% cree que carreteras separadas son «una buena situación».
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50% cree que carreteras separadas son «una situación necesaria».
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47% quiere que parte de la población árabe de Israel sea transferida a la Autoridad Palestina.
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36% apoya la transferencia de algunas de las localidades árabes de Israel a la AP, a cambio de mantener algunas de las colonias en Cisjordania.
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38% quiere que Israel anexe los territorios en los que hay colonias.
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31% no admite que Israel practica el apartheid contra los árabes.
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58% admite que Israel practica el apartheid contra los árabes.
En agosto de 2014, Haaretz publicó un informe titulado «Adolescentes israelíes: racistas y orgullosos de serlo», revelando que «el odio racial se ha convertido en un elemento básico en la vida diaria de la juventud israelí». El artículo comienza con una cita de una niña israelí de 10º grado en una escuela secundaria en la parte central del país.
Para mí, personalmente, los árabes son algo que no puedo mirar ni puedo aguantar. Soy tremendamente racista. Provengo de una familia racista. Si tengo la posibilidad en el ejército de disparar a uno de ellos, no lo pensaré dos veces. Estoy lista para matar a alguien con mis manos, y es a un árabe. En mi educación aprendí que… su educación es ser terroristas y que no creen en nada. Vivo en un área de árabes, y todos los días veo a esos ismaelitas, que pasan por la estación [de autobuses] y silban. Los quiero ver muertos.
El artículo es una reseña de un próximo libro del cual ha sido extraída esta entrevista. Escenas de la Vida Escolar se basa en tres años de trabajo en el terreno del sociólogo israelí Idan Yaron en una escuela secundaria secular israelí de seis años. La escuela es «la más corriente que pudimos encontrar», dice el profesor de educación Yoram Harpaz, quien
escribió el libro con Yaron. La cita mencionada fue tomada de una estudiante en esa escuela más corriente». El libro de Yaron está repleto de una miríada de casos de israelíes que llaman al asesinato, e incluso a la exterminación genocida, de palestinos.
Sin embargo, el racismo israelí no se dirige solo contra palestinos indígenas. Los periodistas Max Blumenthal y David Sheen publicaron un breve documental titulado «El nuevo racismo de Israel: La persecución de migrantes africanos en Tierra Santa», detallando la horrenda dimensión en la cual el racismo anti-negro penetra la sociedad civil y política israelí. En él, muestran secuencias en vídeo:
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De destacados políticos, incluyendo al Primer Ministro Benjamin Netanyahu y al miembro de la Knéset Michael Ben-Ari, entre otras, calificando a los refugiados africanos de «infiltradores» y/o «cáncer», e incluso usando la expresión despectiva «nigger»;
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De ciudadanos israelíes acosando a otros israelíes por tener relaciones interraciales; y
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De algunos políticos que llegan a proponer la creación de campos de concentración para mantener refugiados africanos.
La segregación de jure en los autobuses nos recuerda que Israel es simplemente un Estado de apartheid; no hay modo de cubrir con una capa dulce este hecho. En 2007, David A. Kirshbaum, del Israel Law Resource Center, publicó un artículo titulado «Apartheid israelí – una perspectiva legal básica», detallando meticulosamente las numerosas maneras en las cuales Israel es un Estado de apartheid, con sus propias leyes.
Una vez más, el periódico más leído de Israel ha publicado artículos confirmando este hecho, admitiendo que «los árabes israelíes nunca han sido iguales ante la ley».
Ben Norton es artista y activista. Su sitio en la web se encuentra en http://bennorton.com/ .