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En la muerte de Alex Cockburn, periodista

Fuentes: Rebelión

Alex Cokburn era la razón por la cual muchos leiamos a la revista Norteaméricana The Nation. Otros muchos también esperábamos ansiosos cada viernes por la tarde su columna en Counterpunch, la revista digital que fundo con Jeff St Clair. Alex era también un ensayista de calibre como lo atestigua «The Golden Age is in US». […]

Alex Cokburn era la razón por la cual muchos leiamos a la revista Norteaméricana The Nation. Otros muchos también esperábamos ansiosos cada viernes por la tarde su columna en Counterpunch, la revista digital que fundo con Jeff St Clair. Alex era también un ensayista de calibre como lo atestigua «The Golden Age is in US». Entre sus labores políticas se encuentra su contribución al desarrollo de Verso y New Left Review como referencias de la izquierda internacional de habla inglesa.

Nació en Escocia pero creció en Irlanda, su padre Claud, comunista, también escritor y periodista, cubrió la guerra civil española. Sus hermanos tambien son periodistas. Alex, después de estudiar en Inglaterra, emigro a los USA en los setenta donde vivió el resto de su vida trabajando para varios rotativos como el Village Voice, Harper’s, New York Review of Books, Wall Street Journal o The Nation donde su columna «Beat the Devil» fue punto de referencia de la izquierda progresista durante décadas. Su estilo era literario y culto pero sin perder agudeza política. No perdonaba la falsedad entre las izquierdas, sobre todo norteamericanas, desenmascarando sin piedad las contradicciones de políticos y activistas Americanos. Gracias a el pudimos entender las debilidades políticas de figuras del establishment liberal y progresista como son Bernie Sanders (el senador «socialista» que voto a favor del Crime Bill de Clinton, Paul Wellstone, Christopher Hitchens, o Medea Benjamin. Se atrevió incluso con la memoria de George Orwell. Menos controvertidas fueron sus predicciones presidenciales: con antelación vaticino las traiciones de Clinton, Gore y Obama a sus electores de clase trabajadora durante los periodos de euforia electoral demócrata. Incluso cuando criticaba a Amy Goodman o Jeremy Scahill sus argumentos tenían cierto peso. En el caso de Scahill por ejemplo Alex señalo la profesa admiración de Scahill por las tácticas de las fuerzas armadas en Pakistán.

Su juicio critico independiente y seguro de si mismo le permitía detectar un articulo interesante en un «Tabloid», como las revelaciones de Jennifer Flowers sobre la personalidad de Bill Clinton en el National Enquirer, pongamos por caso, y por otro lado, las falsedades en el New York Times, a saber la falaz e insidiosa campana sobre las armas de destrucción masiva que justificaron la invasión de Irak.

Un profesor de Yale, conocido economista marxista analítico, socialdemócrata y matemático, me dijo de forma vehemente que le irritaba leer a Alex. Por que será me pregunte? Creo que la respuesta esta en la habilidad que tenia Alex en encontrar el punto débil de cualquier movimiento o ideología política (en este caso el optimismo socialdemócrata de la segunda parte del siglo XX. A la luz de los efectos políticos de la gran recesion el escepticismo de Alex se ve más que justificado. Sin ir mas allá, la semana pasada aun le puso la llaga al Occupy ingles al notar su pasividad delante del escándalo financiero en los «mercados» Londinenses en el que estaban involucrados HSBC y Barclay’s, entre otros bancos.

Su estilo era elegante, lleno de referencias históricas, al servicio del análisis y no de la erudición, reacio a cualquier forma de sentimentalismo. Alex era lucido, agudo, honesto y no tenía miedo. Ni que decir tiene que sus amigos no andaban por los corredores del poder. Era la antitesis de un Cristopher Hitchens, consistente con sus valores y su trayectoria periodística, evitando la fama, el sofismo, Vanity Fair o la televisión al uso.

No venia del mundo científico y ello le pone a uno en una posición vulnerable en nuestra cultura. Por ello creo que su escepticismo con respecto al calentamiento global estaba muy equivocado.

Además Alex era un «hijo de los sesentas» irredento, Californiano de adopcion, que nunca dejo de abogar por un hedonismo equilibrado, Decía que la izquierda en los USA solo podría ganar adeptos con un mensaje vital, disfruta de la vida y ayuda a que los otros la disfruten…Creo que lo hizo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.