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La ola de calor en Europa llevó a las autoridades a violar sus propias normas

Energía nuclear abochornada

Fuentes: IPS

El intenso calor que sufre Europa este verano limita la producción de las centrales nucleares y deja en evidencia las limitaciones de esta fuente de energía, advirtieron científicos y ambientalistas. La ola de calor que desde junio azota a Alemania, España, Francia y otros países llevó a las autoridades a hacer caso omiso de sus […]

El intenso calor que sufre Europa este verano limita la producción de las centrales nucleares y deja en evidencia las limitaciones de esta fuente de energía, advirtieron científicos y ambientalistas.

La ola de calor que desde junio azota a Alemania, España, Francia y otros países llevó a las autoridades a hacer caso omiso de sus propias normas sobre la temperatura máxima del agua que vierte a los ríos el sistema de refrigeración de las centrales.

El 24 de julio, el gobierno francés anunció que permitiría a las instalaciones nucleares arrojar a los ríos agua a altas temperaturas. Con esta medida se pretende «garantizar el suministro de electricidad al país», señala un comunicado oficial.

Francia cuenta con 58 centrales de energía atómica que producen casi 80 por ciento de la electricidad producida en el país. Treinta y siete se ubican cerca de ríos a los que sus sistemas de refrigeración vierten sus aguas.

La sequía que acompaña el bochorno veraniego redujo el caudal de los cursos de agua, por lo que algunas centrales podrían verse obligadas a cerrar.

En circunstancias normales, las normas ambientales limitan la temperatura máxima de las aguas que arrojan los sistemas de refrigeración, con el fin de proteger la flora y fauna de los ríos.

«Las autoridades francesas defienden hace muchos años las plantas nucleares con el argumento de que generan energía limpia, son buenas para el ambiente y ayudan a combatir el recalentamiento planetario porque no emiten gases de efecto invernadero», dijo a IPS Stephane Lhomme, coordinador de la red ambiental Sortir du Nucléaire.

«Ahora que el recalentamiento eleva la temperatura en el verano somos testigos de lo contrario. Ese fenómeno muestra las limitaciones de las instalaciones de energía nuclear, que está destruyendo nuestro ambiente», indicó Lhomme.

En el verano de 2003, las autoridades francesas permitieron que las plantas nucleares vertieran demasiada agua caliente en los ríos, con lo que causaron considerables daños la flora y la fauna fluviales, indicó Lhomme.

Según las actas del Comité Nacional de Vigilancia a cargo de los vertidos de los reactores, entre el 21 de agosto y el 3 de septiembre de 2003 «las altas temperaturas del agua podrían haber producido una concentración de amoníaco, potencialmente tóxica para la fauna de los ríos».

Esas actas registran la concentración de amoníaco en los ríos, que superó las normas europeas.

Al mismo tiempo, Francia importa desde países vecinos unos 2.000 megavatios diarios para compensar la reducción de su producción de electricidad.

Mientras que las autoridades francesas no respetaron su propias normas ambientales, los proveedores de energía de Alemania enlentecieron algunos de sus reactores nucleares para limitar el vertido de agua caliente para así proteger la flora y la fauna de los ríos.

Los reactores alemanes Kruemmel, Brunsbuettel y Brokdorf, situados a lo largo del río Elba, que fluye desde el este del país hacia el norte, redujeron su producción. Lo mismo sucedió con las centrales eléctricas alimentadas con petróleo, gas y carbón ubicadas sobre el Rin.

El reactor nuclear Isar 1, instalado cerca de Munich, y el Neckarwestheim, cerca de Stuttgart, fueron autorizados a verter en los ríos cercanos agua a temperaturas más elevadas que las permitidas.

En España, la central nuclear de Santa María de Garoña, una de las ocho reactores del país, cerró la semana pasada a causa de las altas temperaturas registradas en el río Ebro, al que van a parar las aguas de su sistema de refrigeración.

Esa instalación, la más vieja de España, suministra 20 por ciento de la electricidad producida en el país.

El experto alemán Hermann Scheer sostuvo que la situación da cuenta de la necesidad de un cambio radical de política. «Debemos invertir muchísimo en fuentes de energía renovables y deshacernos lo antes posible de la nuclear», dijo a IPS.

Scheer es presidente de Eurosolar, la asociación europea de fuentes de energía renovables, y obtuvo el premio Nóbel Alternativo por su compromiso con el ambiente.

En Francia, el experto en cuestiones nucleares Hubert Reeves urgió al gobierno a «invertir enormemente» en fuentes de energía renovables.

«Estamos detrás de muchos socios europeos, como Alemania, Dinamarca y España, y no podemos esperar hasta que la crisis energética alcance su punto máximo para encontrar una alternativa al modelo actual», dijo a IPS.

Una crisis está «a la vuelta de la esquina», señaló. Las fuentes de energía fósil se están agotando y «la tecnología nuclear no resolverá los problemas actuales en un plazo razonable». «Debemos abandonar la energía atómica e invertir en formas alternativas.»