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Es como si Osama bin Laden estuviera ganando la Gran Guerra contra el Terror

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Procedentes de Washington DC oímos grandes palabras sobre que el Tío Sam lidera la ofensiva por la democracia en todo el mundo árabe, y así restaura su gran estima a los ojos de los árabes como si fuese alguien distinto al patrocinador de la tiranía y la tortura por medio del neoliberalismo, el electrodo y waterboarding.

Ese tipo de parloteo sólo los engaña a ellos mismos. Puede que Barack Obama haya derivado a declaraciones más duras con respecto a los tiranos, pero no vaciló ante el solitario veto estadounidense del 18 de febrero en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a las resoluciones condenatorias de las colonias israelíes. ¿Pensáis que al-Yazira no lo transmitió a todo el mundo?

(Washington invoca a Twitter y Facebook, instrumentos crerados en EE.UU., en la lucha por la democracia en Medio Oriente. Comparados con la importancia de al-Yazira son como un par de garrapatas en el anca de un hipopótamo.)

En el otoño de 2001, Osama bin Laden citó repetidamente entre los motivos de al-Qaida para los ataques del 11 de septiembre los siguientes: La opresión del mundo musulmán por EE.UU., más específicamente entonces la de Iraq con las sanciones (la línea de Albright «pensamos que el precio lo vale» fue el mayor instrumento de reclutamiento en la historia del Terror) y los bombardeos; la condición de Arabia Saudí como satrapía del imperio estadounidense; y la opresión de los palestinos por parte de Israel.

Despleguemos el mapa de Medio Oriente y el norte de África diez años después. Como dice Vijay Prashad en nuestro último boletín de noticias:

«La guerra de EE.UU. en Iraq entregó el país a un régimen pro iraní. A finales de enero, el candidato respaldado por Hizbulá (Najib Mikati) llegó a primer ministro del Líbano, y las manos de Hamás se fortalecieron al derrumbarse lo que quedaba de legitimidad de la Autoridad Palestina cuando al-Yazira publicó los Papeles Palestinos. El exilio de Ben Alí y Mubarak sacó a Túnez y Egipto de la fila de Estados del statu quo, [es decir satrapías del Imperio]. Gadafi de Libia y Saleh de Yemen han sido aliados leales en la Guerra contra el Terror.»

Y luego tenemos al rey saudí, que mira al-Yazira y contempla el cerco: Iraq, Siria, el Líbano. Yemen inestable, Barein muy incierto, con todos esos chiíes al otro lado de la carretera.

¿Se orientan verdaderamente las masas árabes hacia un nuevo califato, anunciado temerosamente por Glen Beck? Claro que no. Como escribe Prashad:

«Al languidecer el statu quo, sus leales mascotas probaron la vieja cantinela de la amenaza del fundamentalismo islámico. El coro de Mubarak sobre los Hermanos Musulmanes desafinaba. Cuando el Jeque Yusuf al Qaradawi volvió de su exilio en Qatar, no actuó como Jomeini. El Jeque inició su sermón en la Plaza Tahrir dando la bienvenida a musulmanes y cristianos. Los gritos de Gadafi sobre la formación de un potencial al-Qaida en el Magreb, en la parte oriental de Libia, repitió los paranoicos engaños de los planificadores del AFRICOM.»

Me imagino que Osama está bastante contento con la agitación actual, y podemos agregar a la lista de Prashad el creciente deseo de EE.UU. de amañar algún tipo de excusa para salir de Afganistán, con planes diseccionados por nuestro atrevido y bien informado ex brigadier Shaukat Qadir, también en nuestro actual boletín de noticias. ¿Quieren ver a un general con más cerebro y menos charreteras de flecos de oro y medallas?

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Petraeus

Eisenhower

Esos signos de solidaridad y apoyo mutuo en la Plaza Tahrir y alrededor del edificio del Capitolio en Madison, Wisconsin, tienen un sólido fondo económico. El estímulo de confianza, respeto y autoestima que el Imperio del Capital recibió del colapso de la Unión Soviética en 1991 se desinfla implacablemente mientras el neoliberalismo crea sus cientos de multimillonarios y sus miles de millones de pobres en todo el mundo.

Como Andrew Levine escribe en nuestro boletín de noticias, a propósito de la importancia de Madison:

«Lo que está en juego es la fase final de la llamada Revolución Reagan. Un ataque victorioso contra el sindicalismo organizado se encargaría del asunto de una vez por todas. Scott Walker y su calaña saben lo que está en juego. Gracias a sus depredaciones, los trabajadores y sus aliados también lo saben… el financiamiento del capitalismo contemporáneo, la globalización de la manufactura y del comercio y, de un modo más general, un ataque a escala mundial contra los progresos sociales y económicos obtenidos a un precio muy elevado durante el último siglo y medio. El problema, en breve, es que para sobrevivir, el capitalismo tiene que expandirse, y como quedan tan pocas áreas para la expansión, la esfera pública se ha convertido en un objetivo demasiado tentador. Lo que está bajo ataque es la esfera pública en sí. Los sindicatos públicos son su primera (¿y última?) línea de defensa.»

Habría sido bueno ver alrededor del edificio del Capitolio en Madison señales -tal vez no las vi- de apoyo de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, que han sufrido la ocupación militar, encarcelamiento y palizas por sus huelgas contra la subida de tasas y el aumento de la privatización. En medio del levantamiento de Egipto, los estudiantes y profesores se declararon en huelga por segunda vez en un año y obligaron a volver al gobernador, que asistía a la conferencia CPAC republicana en Washington, y a sacar a los militares del campus.

Siempre pensé que la receta de Piven-Cloward en los años sesenta para llevar a la bancarrota al capitalismo haciendo que todos recibieran prestaciones sociales era una chifladura reformista. El capital podría arreglárselas. ¡Fin de las prestaciones! Poned a Bill Clinton a eliminar AFDC (la ayuda a familias con niños dependientes) y luego haced que ese simpático negro Obama haga frente a Medicare y tal vez a la Seguridad Social. Osama tuvo una idea mejor. Dejad que la guerra desangre al Imperio. Pensad en el confeti sobre el pecho izquierdo de Petraeus como el crecimiento del presupuesto militar desde las modestas condecoraciones de Eisenhower.

El próximo Petraeus que suba por la escalera de promoción tendrá que tener un ayudante que acarree detrás de su persona un maniquí de sastrería para poder acomodar todas las medallas que simbolizan el presupuesto militar de EE.UU. si miramos a la próxima década.

Andrew Cockburn escribe sobre temas de seguridad nacional y otros relacionados. Su libro más reciente es: «Rumsfeld: His Rise, Fall and Catastrophic Legacy» Es coproductor de «American Casino,» el largometraje documental sobre el actual colapso financiero. Para contactos, diríjase a [email protected].

Fuente: http://www.counterpunch.org/cockburn02252011.html

rCR