Sin el apoyo de EE UU, Israel no podría seguir con sus bárbaras prácticas, sus masacres y sus violaciones de los derechos humanos que ahora presenciamos en Gaza y Cisjordania. Edward W. Said La aquiescencia que produce nuestra indiferencia nos hace cómplices con la masacre de ya más de mil palestinos muertos en Gaza, entre […]
La aquiescencia que produce nuestra indiferencia nos hace cómplices con la masacre de ya más de mil palestinos muertos en Gaza, entre los cuales hay más de 250 inocentes miradas de niños que soñaban con volar cometas como deseos de libertad al aire, o jugar al fútbol por Palestina en el próximo Mundial, o ser médicos en el hospital de Al-Shifa, hoy desbordado y herido.
La defensa de la legítima defensa de Israel se hace cómplice con el dolor y la tragedia que se cuela entre todos los rincones de la piel de Gaza, entre los cuerpos, apagando miradas, llenando de lágrimas las gargantas y las voces, de quiénes compartían amor, pero también asfixia, desahucio, y ocupación de su espacio y tiempo en la mayor cárcel del mundo.
Asistimos a la obscena recomendación de John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, y de Barack Obama, Presidente de dicho país, de que se actúe en Gaza, pero que Israel ataque para defenderse de los cohetes de Hamás, pero de forma «proporcionada». ¿De qué proporción estamos hablando? ¿Qué proporción de niños sería aceptable para el imperio estadounidense y para su Nobel de la «Paz» Obama? Si hablan de «desproporción», avalan, aceptan y financian el ataque y la masacre, los asesinatos de niños y niñas, los huesos rotos, y sus metrallas que se adhieren a los pechos de los niños que a duras penas sobreviven. Así, recomiendan que se haga un buen uso de las armas que ellos administran a Israel, con delicadeza, con cuidado, con sutileza, que maten a palestinos en «legítima defensa» pero limpiamente y de forma más «precisa».
Tras veinte días de ofensiva sionista cruel contra Gaza, esbozaremos algunas de las escenas que conforman la verdad de este ataque en supuesta legítima defensa, cuyo verdadero objetivo entronca con la Naqbah que se inició en 1947: hacer desaparecer de Palestina a los palestinos, es decir, llevar a cabo una verdadera limpieza étnica.
8 de julio. Operación Margen Protector. Se movilizan 40.000 reservistas del ejército sionista por si fuera necesaria una invasión por tierra en Gaza. La operación para destrozar Gaza ha sido iniciada. Este primer día ya son asesinados 16 palestinos, 5 de ellos son niños. Netanyahu ordena que en esta operación no haya tregua, no haya pausa, hay que aniquilar a la mayor cantidad de palestinos posible, por ello es preciso quitarse los «guantes de seda».
9 de julio. El primo de Mohamed sólo quería disfrutar viendo la semifinal del Mundial de fútbol en el chiringuito de la playa de Yan Yunis bañada por el Mediterráneo que nos une a los palestinos. El chiringuito La Playa de la Diversión fue bombardeado. Al día siguiente la excavadora seguía buscando los cuerpos de los 8 amigos del primo de Mohamed. Su primo también fue asesinado por mirar el fútbol en un lugar equivocado, objetivo sionista. Un lugar que brillaba frente al mar, hoy amanece opaco, lleno de polvo y dolor, sucio, bañado por las lágrimas de Mohamed y sus familiares que buscan a tientas. Tal vez los mísiles tan «inteligentes» de Israel percibieron que se trataba de terroristas en potencia. Nidal, de 5 años, y Mohamed de 2, jugaban en su cuarto rosa de los juegos y los sueños despiertos. Un misil destrozó sus paredes y sus cuerpos, y sus sueños para siempre. Tras el ataque el pequeño parecía una triste «fruta extraña» como lloró Billie Holliday hace 80 años, su delicado y destrozado cuerpo colgaba del árbol que hasta hacía poco acariciaba la ventana del cuarto de sus sueños. Como cantaba nuestro llorado Mahmud Darwix «el árbol es oración vertical, implora a lo alto», como imploran quienes amaban a Nidal y Mohamed.
10 de julio. Las moscas ya empiezan a revolotear los cadáveres, la sangre de las calles, de las casas. Siempre destrozadas por los misiles sionistas. Mientras se busca entre las ruinas a Omar, de 20 años, sus hermanos murieron también en el acto, pero su cuerpo es el único que falta por encontrar, su alma viaja por los ojos de sus padres. Ya son 22 niños muertos y 650 heridos. Los palestinos de Gaza siguen recibiendo llamadas acartonadas y de metal frío, avisando de que su hogar será atacado. Sin más. A dónde huir, qué lugar es seguro en Gaza para los palestinos si no lo son ya sus propias casas. Julio avanza lleno de sueños rotos.
11 de julio. 103 palestinos han perdido sus latidos por el camino de la sinrazón de esta masacre televisada en pequeños clips de sonido e imagen de minutos de sobremesa. 23 de ellos son niños. Matas Abu Alkas fue asesinado, cometió el delito de ser farmacéutico en Gaza y ser sospechoso para los sionistas. Asesinato selectivo, «limpio». Kerry y Obama en este caso tal vez aplaudieron desde la Casa Blanca a su protegido Netanyahu. Son ya cuatro días de bombas destrozando vidas que causan dolor y hartazgo, y enmudecen el llanto. Se supone que se siguen atacando a las milicias de Hamas, pero nadie de Hamas ha anunciado baja alguna. Pero el Abuelo de los Hamad ha enterrado a todos sus familiares. Mientras el racista y orientalista Netanyahu sigue ordenando lanzar bombas en Gaza, y acusa a Hamas de todas las muertes de inocentes. Cada rincón de Gaza es golpeado a fuego y odio, sin piedad.
12 de julio. Sábado de noche y fuego. 22 palestinos son asesinados de golpe, en un bombardeo lleno de crueldad y agresividad en el barrio de Tuffah. El domingo por la mañana, con lágrimas en la voz, rabia en el corazón, y miedo a morir en la psique, buscan los restos en los escombros de cemento, sangre, e incomprensión por tanto dolor.
13 de julio. 170 son ya las vidas destrozadas, 34 de ellas son de niños. Los mensajes de aviso siguen llegando a las casas de los palestinos. Oscuridad y amenazas con tintes mafiosos. «Estáis avisados» advierte el mensaje en su final.
15 de julio. El sionista y Ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Liebermann pide un ataque terrestre inmediato para matar más palestinos si cabe. Las bombas siguen destrozando Gaza.
16 de julio. 213 muertos, de los cuales 39 son niños. Además de 1.500 heridos. Israel ordena que los palestinos del norte de Gaza evacuen sus casas si quieren sobrevivir al ataque sionista terrestre que se prepara en la frontera con Israel.
17 de julio. Finalmente se decide una ofensiva terrestre que se une y se complementa con ataques desde el aire si es preciso. Gaza se desangra mientras el mundo resta indiferente. Porque el mundo tiene la indiferencia inoculada en vena y nos anestesia frente al dolor ajeno, frente a la mirada de dolor nos damos la vuelta. La empatía se va desvaneciendo del diccionario. Tres hermanos, Wesim de 6 años, Yihad de 7, y Fullah Sheheibar de 10 fueron masacrados en la azotea de su casa mientras jugaban a esconderse de las bombas, la azotea parecía el lugar más seguro. Jugaron el último juego de sus vidas. Desaparezcamos con ellos. ¿Y si fueran nuestros hijos? Mientras Israel sigue impune y dice actuar sobre objetivos de Hamas para frenar la caída de cohetes de Hamas sobre suelo israelí. Quizás Weim, Yihad, o Fullah jugaban a lanzar cohetes a Israel. Y resultaron sospechosos y peligrosos para la seguridad israelí. Mientras Israel ataca los puntos clave de Gaza que hacen posible el ya de por sí mísero suministro de agua para los palestinos de la Franja. 300.000 gazatíes están sin agua debido a los bombardeos. Ya son 45 los niños asesinados por Israel. Mientras una mujer reza y llora sobre las ruinas de lo que fue su hogar, su lugar de protección derruido para siempre.
18 de julio. Los bombardeos preceden a la invasión terrestre en Beit Lahia, y en Beit Hanún. Obama, mientras tanto, ofrece su respaldo y sus dólares para con los dolores que provocan la invasión terrestre y la masacre de palestinos. La invasión por tierra deja 30 muertos. El balance hasta este día es de 290 palestinos asesinados de los cuales 57 son niños. Walla y Ahmad Mussalla de 13 y 11 años respectivamente fueron asesinados. El tanque del ejército sionista pudo con sus cuerpos, y con sus sueños, el dolor de su familia será eterno. Mohamed, el hermano mayor de 15 años moría más tarde en el hospital. Muna, la madre, rota por dentro, agonizaba de dolor, había sobrevivido a sus hijos, no hay palabras para este desgarro antinatural, solo queda el silencio opaco del sufrir. Como el silencio de las lágrimas de Omar, el único hijo de Muna que ha sobrevivido al ataque. Omar llora por dentro aún hoy.
19 de julio. 330 muertos en 12 de días de ataque sionista en Gaza. La Naqbah en presente continuo, que parece prolongarse hasta la eternidad del dolor y la tragedia.
20 de julio. Sangre y fuego. Caen soldados israelíes. Jóvenes soldados que realizan obligatoriamente su servicio militar de tres años para poder mantener el statu quo de la ocupación sionista en Gaza y Cisjordania, para mantener a los palestinos aislados del mundo y condenados a la miseria y al dolor sin libertad. El miedo israelí a desaparecer sirve al poder sionista como pretexto para justificar la masacre de palestinos. Dolor y cenizas. 12 horas de bombardeos. Ambulancias sumidas en el frenético caos de intentar llegar a tiempo a un hospital que satura dolor por cada hueco. 62 palestinos asesinados en este domingo de julio, 17 de los cuales son niños. Otra vez pequeñas e inmensas vidas aniquiladas. Palestinos del barrio de Shiyaiya intentaban huir. Descalzos, lejos de los ataques, lejos de las bombas, pero hacia dónde. El silencio se resquebraja por los disparos y por el sollozo de los niños. Las palabras, poco a poco, carecen de sentido, se desnudan y quedan huérfanas al contemplar tanta crueldad, tanta injusticia. Netanyahu, mientras, presume de tener el ejército más «moral» del mundo, y de que su intención no es hacer daño a civiles. Hay palabras que sufren cuando se articulan en voces de mentes criminales, y viajan hacia la hipocresía.
21 de julio. Yunis Baker tiene miedo, mira al cielo y no son cometas lo que busca. Sino que espera dejar de tener miedo a las bombas que mataron a cuatro primos suyos de 9 a 11 años, mientras jugaban en la playa. Hamad, hermano de Yunis tiene el pecho sacudido de metralla sionista, su cuerpo va curándose poco a poco, sus almas estarán conmovidas y rotas para siempre. Hamad sigue sin poder dormir. 500 muertos y más de 100 niños asesinados después de 13 días de operación sionista en Gaza. 28 familiares asesinados en este día de horror. Además de un ataque al hospital de Al-Aqsah. E Israel seguirá quedando impune. Y en el centro de Gaza, un ataque sionista deja 13 personas asesinadas de los cuales 5 son niños. Kerry sigue defendiendo que Israel siga lanzando bombas, pero sin matar a civiles. Hatem y Yasmin tenían 2 y 4 años, habían ido a casa de sus abuelos, porque parecía el lugar más seguro. La casa fue destruida, como sus vidas y su futuro.
22 de julio. A dónde huir. Con la frontera de Rafah al sur cerrada, y las fronteras con Israel hermética y militarmente cercadas. Sólo queda huir al mar. Los sionistas siempre defendieron que su sueño era expulsar a los palestinos al mar para que se ahogaran para siempre. Obama llama a Netanyahu: está preocupado. Pero apoya el derecho a «legítima defensa» de Israel. Tras quince días de masacre en Gaza Obama dice estar preocupado, mientras financia las metrallas que se hunden en los pechos de los niños palestinos, está preocupado.
23 de julio. Ya son 655 los palestinos asesinados por el ejército sionista. Un 75% son civiles en un ataque «limpio y moral». Un 20% son niños a quienes les han amputado el futuro, sus vidas, sus sueños. Israel viola sistemáticamente el derecho internacional y se jacta de ello, además de quedar siempre impune. No hay duda, Israel está llevando a cabo, de forma sistemática crímenes contra la humanidad cada día que duran las masacres y la ocupación de Palestina. La Naqbah se eterniza.
24 de julio. Israel lleva a cabo una matanza en una escuela palestina que forma parte de la ONU. Escuela, que como todas las de Gaza, se ha convertido en refugio para los palestinos que huyen de las bombas. Refugio improvisado. Lugar que parecía seguro. Pero 16 palestinos fueron asesinados en la escuela de la ONU Beit Hanin, más de 200 heridos. Las escuelas de la ONU eran el último espacio de frágil seguridad que les quedaba a los gazatíes. Pero esta es ya la cuarta escuela atacada. Ya no hay escapatoria posible a la crueldad sionista. Sólo queda el mar. Ahogarse. Mientras Israel quedará impune, y el mundo mudo. Son 90 los palestinos asesinados en este día, y más del 20% siguen siendo niños asesinados. 500 hogares han sido reducidos a ruinas. La infraestructura de Gaza, ya de por sí frágil, ha sido destruida, la suministración del agua, los hospitales, las escuelas, las ambulancias, etc. Mientras Europa y EE UU sólo hablan de «desproporción».
25 de julio. Cisjordania se levanta con un aroma de Tercera Intifadah. El hartazgo provoca que 20.000 personas protesten contra el ataque a Gaza. Y un colono judío mata a un palestino de 20 años, uno de los manifestantes. En la Explanada de las Mezquitas de Al-Quds (Jerusalén) los sionistas sólo dejan entrar a los musulmanes mayores de 50 años. Es el último viernes del ramadán.
26 de julio. 12 horas de alto el fuego. Hay un espacio de tiempo para ver cómo Shiyaiya, al este de Gaza, y Beit Ham están en ruinas. En Gaza cada vez amanece más lento, torcido, y triste. Los pisos de la familia Yandiye, hoy son un agujero lleno de escombros que se enzarzan en recuerdos que duelen e cada rincón, en cada objeto destrozado. Buscan algo que abrace su recuerdo, algún objeto que acaricie su hogar, que intente resarcir tanto dolor. Mientras, dan gracias por no estar buscando muertos. En Shuyaiya, algo más arriba, buscan a 10 familiares, entre el acero, el cemento, el polvo, y el silencio. Issam el Helu, perdió a tres hermanos, su esposa, dos hijos, su nuera, y a sus nietos Mara, de 2 años, y Karam y Karim. Destrozado, busca entre las ruinas el sentido de este sinsentido, el significado de tanta crueldad y odio que destruyen vidas. Así, hasta 1.032 muertos palestinos, más de 200 son niños.
27 de julio. Las cenas de familia para celebrar el final del ayuno se tiñen de tristeza y se llenan de ausencias. El fesij, preparado con pescado del mediterráneo, lubina, dorada, comida gazatí de final de ramadán, nunca supo tan amargo y triste. Tal vez sí, porque la historia trágica en Gaza se repite en una espiral de crueldad que no cesa. El barrio de Beit Lahiya sigue siendo bombardeado. No hay tiempo de celebraciones, sólo de huir, si se puede.
28 de julio. Jornada de aparente tranquilidad. La fiesta del Eid al Fitr (Fin del ayuno) se viste de sangre, las blancas ropas están demasiado cansadas, tristes, llenas de cenizas de desesperación. Pero los gazatíes se resisten a claudicar y nadie les frenará a seguir con sus tradiciones. Aunque el dolor vuelve a desgarrar y sacudir las calles de Gaza. El Eid significa fiesta, y regalos para los niños. Hoy 8 niños juegan en la calle, celebrando el fin del ramadán. Recibieron el regalo envenenado de los sionistas caído del cielo. Desbrozando sus cuerpos, se esparcen sus sueños por la calle. Las mesas que debían llenarse de vida y celebración, se llenarán esta noche de respaldos vacíos. Así, 1050 palestinos han sido asesinados desde el inicio del ataque sionista bautizado como el Margen Protector. Más de 200 son niños y niñas. La escalada cruel e infernal se recrudece sin pausa, sin piedad. Y el gobierno que financia la artillería sionista sigue defendiendo, tras veinte de días de masacres, el derecho a Israel a defenderse. Mientras Netanyahu proclama que ésta es una guerra absolutamente «justficada» contra el terrorismo. Niños que juegan en una calle, en una playa, son para Netanyahu terroristas. Y a la vez algo se mueve en Cisjordania, porque 50.000 almas palestinas protestan en Al-Quds, sembrando la semilla que podría hacer resurgir la primavera en pleno julio, una Intifadah, la tercera. Tras más de veinte días de protestas han sido asesinados 11 palestinos en las manifestaciones por Gaza celebradas en Cisjordania. Mientras la noche cae triste en Gaza, y siguen cayendo monstruos del cielo. Esta noche caen bombas en la casa vacía del que fuera Primer Ministro palestino de Gaza Ismael Haniyah, ganador de las elecciones democráticas palestinas de enero de 2006.
29 de julio. Esta mañana de este julio de sangre y crueldad, lleno de lágrimas en Gaza, amanece a duras penas. En las esquinas de este julio de vidas rotas para siempre amanece gris, y con nuevos ataques, no hay tiempo para las lamentaciones. Esta vez Israel ataca la planta de electricidad de Gaza, provocando un incendio y dejando herido el ya de por sí frágil sistema de suministro eléctrico de Gaza. La luz se apaga en los ojos y en las casas de Gaza. Sin electricidad en las casas que se mantienen en pie entre las bombas, y los cráteres que dejan en las calles. Las miradas poco a poco pierden la esperanza y su luz. La crueldad sionista vacía de luz las casas y los ojos, llenando los pechos de metralla. Esta noche acaba con 100 palestinos asesinados. Israel dice que el objetivo es «neutralizar los túneles» que utilizan las milicias de Hamas para obtener los cohetes que lanza en tierras israelíes causando sólo daños materiales. Los gazatíes del este y el norte de Gaza son advertidos con octavillas caídas del cielo de que sus casas serán atacadas. Una chica de 14 años, del barrio de Yabalia, ha sido asesinada. Hoy llegamos a 1.150 vidas palestinas destrozadas, de las cuales 215 son niños y niñas. Del lado israelí 53 soldados, y dos civiles.
30 de julio. El barrio de Shiyaiya ha vuelto a ser castigado. Una paloma con una rama de olivo busca la paz, con un corazón lleno de luz a su lado, pero la pared en la que están dibujadas estas imágenes vuelve a ser testigo de otro terror en las calles de Gaza. Zapatos salpicados de sangre, perdidos, cuerpos esparcidos por el suelo, algunos bocabajo, otros, que han sobrevivido al ataque se retuercen entre la sangre, el dolor y su cuerpo mutilado por la metralla sionista que ahora anida en sus pechos y en sus piernas. A su vez, este día se funde de negro en las aulas hechas refugio improvisado de la ONU. En el campo de refugiados de Yabalia un ataque israelí contra esta escuela ha matado a 16 personas. Entre los muertos había un bebé, y varios niños, así como dos trabajadores de la UNRWA (Agencia para la ayuda de los refugiados palestinos desde 1948). Raad intentó huir al oír las primeras bombas cerca de la escuela. Creyó que huyendo del patio hacia las aulas podría salvarse, muchos la siguieron y se guarecieron en las aulas de la escuela. Ella sobrevivió pero muchos de los que la siguieron perdieron la vida. Ya no queda lugar seguro en Gaza para salvarse del odio y la crueldad sionistas. Así, termina un día aterrador de muertes injustas y sin sentido, 119 asesinatos y 500 palestinos heridos.
31 de julio. Tras 23 días de muerte y dolor en Gaza Israel prepara 16.000 reservistas más para proseguir con su ataque y crueldad. Todo ello en nombre de la «seguridad». ¿Y qué hay de la seguridad de los palestinos? No merecen ellos vivir sin sentir constantemente la fría sensación de poder desaparecer en cualquier instante y para siempre de forma absolutamente injusta. Al tiempo, los ministros de Netanyahu se reúnen para decidir desde los despachos la suerte de 1,8 millones de seres humanos hacinados y condenados a estar encerrados en Gaza.
Mientras tanto, EE UU y Europa sancionan a Rusia sobre el sector financiero e industrial de manera inmediata por su implicación en el conflicto de Ucrania. Pero Israel continúa asesinando de manera impune, cometiendo crímenes contra la humanidad, sin ser sancionado de ninguna manera. La hipocresía se esparce a sus anchas entre la comunidad internacional. El Estado de Israel viola de forma sistemática resoluciones de la ONU, los acuerdos de la Convención de Ginebra, y violando el derecho internacional sin cesar. Pero nadie se atreve a sancionarlo. No sólo eso, sino que es aplaudido por su lucha por la «seguridad» de sus ciudadanos, y ayudado por los EE UU tanto económica como militarmente de forma ciega.
Se dice que Egipto ya nada puede hacer como mediador desde que en julio de 2013 se produjera el golpe de Estado que apartó del poder a los ganadores de las elecciones los Hermanos Musulmanes. Y el militar Al-Sisi, hoy presidente de Egipto, ya no tiene la misma influencia en Hamas, que recordemos son una escisión de los Hermanos Musulmanes de Palestina. Pero nada se habla de quién tiene que influir en la actitud cruel y asesina de Israel para con los gazatíes. Silencio. Sólo se piden ataques «proporcionados». Parecen defender que se maten palestinos pero no tantos, de forma proporcionada. La verdad es que se han matado en este julio de sangre y cenizas, a más de 1.300 palestinos, de los cuales más de 200 son niños, y han muerto en combate casi 60 soldados israelíes.
Detrás de cada cifra se entrecruzan las historias, un entramado de dolor, sangre y cenizas. Acabando, siento y presiento que cada palabra aquí derramada ya nació huérfana. Porque escribo estas últimas palabras y Palestina seguirá ardiendo en sangre y cenizas, porque la noche seguirá cayendo sobre los ojos de los gazatíes, con el miedo indeleble a no volver a nacer en la mirada de quiénes más aman.
Mientras esto escribo la ONU pide una tregua de 72 horas en la zona a partir de las 7 de la mañana de día 1 de agosto. Un alto el fuego. Hamas parece estar de acuerdo, pero Israel no responde todavía. Pero, si esto se cumple, ¿qué encontraran debajo de las cenizas, de los escombros? Seguro que más cuerpos mutilados, y se podrá ser conscientes de las masacres que ha provocado el Estado de Israel. No hay ni habrá jamás solución militar posible, de eso no cabe duda.
El asesino mira al fantasma de la víctima,
no a los ojos, sin remordimiento.
Dice a los que le rodean: no me reprendáis,
tenía miedo.
He matado porque tenía miedo, y mataré porque tengo miedo
Algunos espectadores, aficionados a las explicaciones psicológicas en lugar de a la justicia, dicen: Ha sido en legítima defensa
(…)
¡La víctima debería pedir disculpas al asesino por el trauma que le ha causado!
(…)
¿Pero qué culpa tiene el niño?
Respondieron: Crecería y daría miedo al hijo del amedrentado.
¿Y qué culpa tenía la mujer?
Dijeron: Daría a luz a la memoria.
(…)
Y vitorearon: El miedo, no la justicia, es el fundamento del poder. El fantasma de la víctima se les apareció en el cielo límpido.
Pero cuando abrieron fuego sobre él,
no vieron ni una gota de sangre…
¡Y les entró miedo!
Mahmud Darwix