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Este no es el momento de rendirse ante el acoso de Israel acerca del «antisemitismo»

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

En la lucha de un movimiento llega un momento en el que el éxito es un momento gratificante pero también muy peligroso. El régimen de apartheid en Sudáfrica prosiguió con sus políticas más despiadadas y letales poco después de la caída del régimen. Si uno no amenaza a un régimen o Estado sin lugar a dudas injusto y a quienes lo apoyan, te ignorarán y no les parecerá necesario enfrentarse a ti; si das en el clavo, habrá reacción.

Eso es lo que le ha ocurrido al movimiento de boicot, desinversión y sanciones [a Israel] (BDS). Este movimiento es la extensión lógica del buen trabajo hecho por todos los grupos y comités de solidaridad con Palestina. Hace gala de un apoyo firme e inquebrantable al pueblo palestino a través del contacto directo con los verdaderos representantes de las comunidades palestinas de dentro y fuera de Palestina. Hasta hace poco Israel lo consideraba marginal e ineficaz. Incluso algunos amigos de Palestina en Occidente objetaban lo mismo al BDS: su ineficacia.

Pues bien, parece que el movimiento es más eficaz de lo que quienes lo concibieron habían esperado alguna vez. No es sorprendente: representa un nuevo zeitgeist en política, como se ve en el electorado joven que votó a Jeremy Corbyn en el Reino Unido y a Bernie Sanders en Estados Unidos. El deseo de una política más limpia y más moral que se atreva a desafiar al sistema de economía y política neoliberal en Occidente provocó el apoyo de estos jóvenes a, irónicamente, dos señores mayores que representan una forma más pura de la política .

En el bagaje de políticos más puros se puede encontrar un apoyo firme al pueblo palestino. Actualmente la única manera de mostrar fuera de Palestina apoyo a los y las palestinas es a través del BDS. En Reino Unido esta lógica la entienden aquellas personas que votaron a Corbyn y aquellas que están activas en cualquier parte en apoyo a causas como la justicia social, la estrategia ecológica y los derechos humanos y los de los pueblos originarios.

Miembros de las élites políticas y de la clase dirigente en puestos muy altos expresan un apoyo claro y sin reparos a Palestina. ¿Cuándo se ha visto este apoyo en un líder de la oposición en Gran Bretaña y de un candidato a la presidencia en Estados Unidos? Aún cuando el apoyo de este último sea bastante débil y reservado, en el contexto de la política estadounidense un candidato que se permite no recurrir a la AIPAC* y no se le cae el cielo sobre la cabeza es una revolución.

Estos son los antecedentes del despiadado ataque actual al Partido Laborista y a Corbyn. Señalen a lo que señalen los sionistas en Gran Bretaña como expresión de antisemitismo, que por lo general son críticas legítimas a Israel, ya se ha dicho antes en los últimos 50 años. El lobby prosionista en Gran Bretaña, dirigido directamente por Israel, se ocupa del tema p orque la postura claramente antisionista del BDS ha llegado a las más altas instancias. Están verdaderamente aterrorizados por ello. ¡Bien por el movimiento de BDS!

Hay que admitir que la reacción es poderosa y feroz. Sin embargo, sucumbir a ella suspendiendo a miembros del partido, disparando a líderes estudiantiles y disculpándose innecesariamente por crímenes que no se han cometido no es el camino correcto para hacerle frente. Luchamos por una Palestina e Israel libres y democráticos: el miedo a la intimidación sionista no es el camino que hay que seguir. Los próximos días serán muy duros y tendremos que tener paciencia y volver al podio, a las páginas web, a la radio y la televisión, y volver a explicar lo que para muchos de nosotros es obvio: sionismo no es judaísmo y antisionismo no es antisemitismo.

El sionismo no fue el antídoto para el peor capítulo de antisemitismo de Europa, el Holocausto. El sionismo fue la respuesta equivocada a esta atrocidad. De hecho, cuando los líderes europeos prestaron sin dudar su apoyo al sionismo, los motivos que les llevaron a ello en muchos casos fueron antisemitas. ¿Cómo explicar si no una Europa que se mantuvo al margen cuando el régimen nazi cometió un genocidio contra los judíos y pidió perdón apoyando un nuevo plan para librarse de los judíos despachándolos a colonizar Palestina? No es de extrañar que esta lógica absurda no acabara con el impulso antisemita, sino que más bien lo mantuviera vivo.

No obstante, todo eso pertenece al pasado. Los colonos judíos y los palestinos originarios comparten una tierra y la compartirán en el futuro. Actualmente la mejor manera de luchar contra el antisemitismo es convertir esta tierra en un Estado democrático libre que se base cuanto sea posible en principios económicos, sociales y políticos justos y equitativos. Eso supondrá una transformación compleja y dolorosa de la realidad actual sobre el terreno y puede que cueste décadas implementarla. Pero es urgente empezar a hablar de ello con claridad, sin miedo y sin disculpas innecesarias o falsas referencias a la realpolitik.

Puede que a Jeremy Corbyn le resulte difícil educar a su partido acerca de la necesidad de adoptar el lenguaje honesto y moral acerca de Palestina, y él ha hecho tanto por la causa que tenemos que ser pacientes, a pesar de que algunas de sus reacciones y de las reacciones de su partido sean decepcionantes (aunque, en cualquier caso esta claro que la última disputa en el Partido Laborista acerca del antisemitismo es más que nada un intento de los partidarios de Blair en el partido,a los que los sionistas siempre tuvieron metidos en el bolsillo, de minar a Corbyn tanto como ellos son un intento desesperado de Israel de detener el giro generalizado contra Israel en la opinión pública británica).

Sin embargo, ese no es el problema. Lo que tenemos ante nosotros es mucho más importante que el escenario político interno en Gran Bretaña. Lo que importa verdaderamente es reconocer que tanto aquí en Gran Bretaña como en Estados Unidos ha empezado una nueva etapa en la lucha por la paz, la justicia y la reconciliación en Palestina. No es una lucha que sustituya a la que se lleva a cabo sobre el terreno, sino que es una que la realza y le confiere poder.

De hecho, a lo que nos enfrentamos es a una serie de luchas inevitables: contra legisladores que están intimidados o chantajeados po Israel; contra jueces y policías que están obligados a acatar unas nuevas leyes injustas y ridículas que condenarán el BDS por ser antisemitismo (y a muchos de ellos estas directrices ya les parecen ridículas); contra administraciones universitarias que se encogerán de miedo ante la intimidación y las presiones; y contra periódicos y empresas de radiotelevisión que violarán sus códigos éticos y traicionarán sus compromisos profesionales ante el nuevo contraataque.

La lucha sobre el terreno en Palestina es mucho más difícil, mucho más peligrosa y exige unos sacrificios enormes que no se nos piden a ninguno de nosotros en Occidente. Lo menos que podemos hacer es no permitir que nos intimiden unas acusaciones absurdas y estar seguros de que en esta época la lucha contra la islamofobia, contra los males del neoliberalismo, por los derechos de los pueblos originarios del mundo y por Palestina es la misma lucha.

No es solo una campaña de los musulmanes en Gran Bretaña, de los exiliados palestinos en Europa, de viejos izquierdistas en Estados Unidos y de antisionistas en Israel. Forma parte de un movimiento mucho más amplio que llevó al poder a partidos nuevos en Grecia, España y Portugal, valores nuevos dentro del Partido Laboristas y voces diferentes en el Partido Demócrata en Estados Unidos.

No nos deberían preocupar la nueva legislación que se ha propuesto, las nuevas directrices de la policía o la histeria mediática. Ni siquiera el comportamiento cobarde del Partido Laborista en su purga de consejeros debería distraernos de los logros en la lucha por conseguir poner a la opinión pública de parte de Palestina.

La perspectiva es extraordinariamente importante en estos momentos. Si Israel cree que puede elegir embajador en Londres a Mark Regev, la cara pública de su política criminal en Gaza, y salirse con la suya, y si el embajador israelí en Washington decide luchar contra el BDS enviando productos de la ocupada Cisjordania a cada delegado y senador de Capitol Hill [el Congreso] en violación flagrante de las leyes estadounidenses, eso no son pruebas de que Israel es invencible sino de que es un sistema político estúpido que no entiende a dónde nos lleva la historia.

Como cualquier fobia, la palestinofobia puede intimidar y paralizar, pero también se la puede vencer, especialmente en este momento único en el que vivimos. Nosotros que estamos en la zona de comodidad de Occidente no deberíamos encogernos de miedo ni ceder ante acusaciones falsas de antisemitismo proferidas por anglosionistas, políticos timoratos o periodistas cínicos. Es el momento de defenderse en los tribunales, en las plazas, en el parlamento y en los medios de comunicación.

* Siglas en inglés de Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel es un lobby muy poderoso que defiende políticas proisraelíes en el Congreso y el Ejecutivo estadounidenses (N. de la T.)

Ilan Pappe es profesor de historia, director del Centro Europeo para Estudios Palestinos y codirector del Centro Exeter para Estudios Etnopolíticos de la Universidad de Exeter.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/surge-palestinophobia-585899317

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.