En lugar de regresar a casa, 154 exprisioneros palestinos liberados en el marco de un intercambio por rehenes israelíes retenidos en Gaza han sido exiliados a Egipto, donde permanecen confinados en un hotel bajo estricta vigilancia.
Al entrar en vigor el alto el fuego en Gaza a comienzos de mes, 154 exprisioneros palestinos fueron trasladados en autobuses a Egipto, donde las autoridades los alojaron en un hotel del que no pueden salir sin autorización.
«Estuvimos separados de nuestras familias durante 20 años», relata Murad Abu al Rub, de 45 años, quien pasó dos décadas en prisión acusado de «asesinato» y de pertenecer a una organización palestina prohibida por Israel.
Ahora vive en la incertidumbre y bajo estrecha vigilancia, lejos de la ciudad palestina de Yenín, donde nació. «Nada cambió. No puedo ver ni a mi madre ni a mis hermanos», detalla a un equipo de periodistas de la AFP que ha logrado acceder al hotel.
Cuando entró en vigor el alto al fuego mediado por Estados Unidos el pasado 10 de octubre, Hamas liberó a 20 rehenes israelíes retenidos a cambio de casi 2.000 prisioneros palestinos, la mayoría de los cuales regresaron a Gaza y a Cisjordania.
Sin embargo, muchos de los condenados a cadena perpetua fueron exiliados a Egipto, país que mantiene relaciones formales con Israel y que ha desempeñado un papel clave como mediador.
Sin libertad
En Egipto, los 154 exprisioneros no son libres de moverse. No tienen permiso de trabajo ni idea de lo que sucederá después. Y el Gobierno de El Cairo no ha emitido ninguna declaración oficial sobre su situación.
«Ningún país árabe quiso acogernos», detalla Abu al Rub, encarcelado por la muerte de cuatro soldados israelíes en 2006 durante una operación de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, movimiento vinculado a la Autoridad Palestina.
Kamil Abu Hanish, quien pasó 22 años en cárceles israelíes, fue encarcelado por «asesinato» y por pertenecer al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), según los registros del Ministerio de Justicia israelí.
Describe la liberación como «pasar de un mundo a otro. De uno de grilletes y puertas cerradas a uno de libertad y espacios abiertos».
Atados y arrodillados
Recuerda sus últimas horas bajo custodia como las más duras. «Decenas de prisioneros fueron atados entre sí. Nos vendaron los ojos y nos obligaron a arrodillarnos. Luego nos hicieron tumbarnos boca abajo», cuenta.
Antes del ataque de Hamas del 7 de octubre y la posterior invasión israelí, los prisioneros podían estudiar, hacer deporte y asistir a grupos de discusión diarios, indica, recordando protestas y resistencia de los reclusos para obtener esos derechos. «Jugábamos al voleibol o al tenis de mesa, y teníamos tres sesiones educativas al día», subraya.
«Pero después lo perdimos todo», destaca, señalando que los bolígrafos, el papel, las películas, la televisión y los periódicos les fueron prohibidos. «Todo lo que teníamos, incluida la ropa y las mantas, fue confiscado. Dormíamos en camas de hierro», describe.
Organizaciones palestinas, israelíes e internacionales de derechos humanos documentaron denuncias de malos tratos, pero Israel niega tales violaciones y sostiene que su sistema penitenciario opera conforme a la ley.
11.000 presos palestinos
Según la Autoridad Palestina, casi 11.000 palestinos siguen detenidos en cárceles israelíes por cargos relacionados con el conflicto israelí-palestino.
Egipto recibió por primera vez a 150 prisioneros exiliados en enero, y más de ocho meses después la mayoría sigue en el mismo hotel, con su destino sin definir.
Hasan Abd Rabbo, del Club de Prisioneros Palestinos, precisó a la AFP que los hombres permanecen en Egipto con los costos de alojamiento cubiertos por Catar, mientras se desarrollan conversaciones sobre su reasentamiento. Señaló que los posibles destinos incluyen Catar, Turquía, Pakistán y Malasia.


