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Líbano

Fisuras en el edificio de control de Hizbolá

Fuentes: MERIP

Hizbolá está comenzando a cubrir sus apuestas preparándose en su estilo típicamente pragmático para un futuro regional incierto.

El 15 de agosto Beirut se despertó con la noticia de que más de 20 supuestos miembros del Ejército Sirio Libre (ESL) habían sido capturados por un grupo autodenominado «rama militar de la familia al-Miqdad». El grupo había enviado imágenes a la cadena de televisión al-Mayadin que rápidamente fueron recogidas por otros canales locales e internacionales. En el vídeo, hombres vestidos de camuflaje y con pasamontañas negros que portaban Kalashnikovs rodeaban a dos prisioneros sentados en una habitación oscura. Un hombre interrogaba de espaldas a la cámara a los prisioneros, que respondieron que trabajaban para el ESL bajo las órdenes de Jalid al-Dahir, parlamentario libanés afiliado al Movimiento Futuro, el partido político de mayoría suní que lidera Saad al -Hariri. El interlocutor exigía la liberación de «nuestro hijo» Hasan Salim al-Miqdad, secuestrado el 13 de agosto por el ESL, so pena de llevar a cabo una acción más hostil [1].

Poco después de que se hiciera público este video, más de 20 ciudadanos sirios y uno turco fueron secuestrados en barrios del sur de Beirut, en el área conocida como dahiya, donde el partido islamista chií de Hizbolá representa la presencia política más poderosa. Un periodista de Nuevo Líbano TV, informando en directo desde el centro de la Asociación de la Familia Al-Miqdad en dahiya, entrevistó a un hombre enmascarado y armado con un Kalashnikov de pie situado entre varios compatriotas vestidos de manera similar. Los secuestros son «un uno por ciento de lo que podemos hacer», sostuvo [2].

La clase política libanesa recibió mal las dos emisiones, especialmente el sector de la Coalición 14 de Marzo en la que el Movimiento Futuro de Hariri constituye un componente principal. El punto de vista predominante en esos círculos era que Hizbolá había orquestado el secuestro utilizando a la «rama militar» de los al-Miqdad como un proxy. De hecho, muchos consideraron inconcebible que nadie más que Hizbolá pudiera estar detrás de dichas operaciones en la dahiya, un lugar que se cree está bajo el control total del partido. Los captores del ESL de Salim al-Miqdad habían afirmado que éste era miembro de Hizbolá lo que proporcionó una justificación plausible para un contraataque. El motivo más profundo que se asumió fue que Hizbolá apoya al régimen de Bashar al-Asad en su sangriento conflicto con el ESL y otros rebeldes.

Este razonamiento resonó asimismo junto a la convicción generalizada de que el régimen sirio quiere exportar la violencia a Líbano. Varias figuras denunciaron los secuestros, atacaron al Estado por sus fallos de seguridad, reprendieron a los medios de comunicación por la amplia cobertura que dieron y se lamentaron por un prematuro final de la temporada turística. El parlamentario de la coalición 14 de Marzo, Sami Gemayel, de las Falanges, advertía: «Si el gobierno no cumple con sus obligaciones constitucionales -proteger a los libaneses, garantizar la estabilidad, poner fin a las violaciones de la ley y prevenir el uso concomitante de armas, es inevitable una nueva guerra en Líbano» [3]. Otro parlamentario de la 14 de Marzo y dirigente del Movimiento Futuro, Nuhad al-Mashnuq, recordaba a los libaneses que «el gobierno actual se formó para sabotear la situación política y para apoyar al régimen sirio. Quiere poner a Líbano en la senda de la confrontación con los árabes y con Occidente» [4].

Muchos libaneses, y las fuerzas de la 14 de Marzo en particular, suelen culpar a Hizbolá por todos y cada uno de los problemas de seguridad, especialmente por los que se vinculan con el patrón que tiene el partido en la vecina Siria. Sin embargo, hacerlo así significa pasar por alto la verdadera historia de los secuestros de agosto de la que se deriva que, de hecho, Hizbolá no domina la dahiya ni la comunidad chií de Líbano. Los secuestros ponen de relieve la creciente influencia de fuerzas que en realidad rivalizan por el poder dentro de esa comunidad.

 

Los al-Miqdad

Los Al-Miqdad son una extensa familia chií originaria de Baalbek, en la región nororiental de la frontera de Líbano con Siria. Son conocidos en Líbano como una de las principales «tribus» (‘ashira, en singular; ‘asha’ir, en plural) de esa región, entendiéndose aquí «tribu» como «grupo localizado en el que el parentesco es el idioma dominante de organización y cuyos miembros se consideran culturalmente distintos» aunque no necesariamente tengan un dirigente político único [5].

Los al-Miqdad alcanzan entre 10 mil y 15 mil miembros distribuidos en todo Líbano. Los miembros de la familia han vivido en el sur de Beirut al menos desde la década de 1950; fueron algunos de los primeros grandes promotores inmobiliarios de la zona. Desde el principio trabajaron en estrecha colaboración con el alcalde de Burj al-Barajne, quien quería mantener el control de las tierras comunales (musha’) en Ouza’i, junto al mar; tierras que el Estado amenazaba con expropiar y vender a agentes privados. Los al-Miqdad ocuparon las tierra comunales y el alcalde les animó a empezar a construir en ellas. En aquel momento, la inmigración rural atraía cada vez a más personas hacia la periferia sur de la capital donde los proyectos de obras públicas -el aeropuerto, el estadio y el club de golf, así como embajadas y edificios gubernamentales- ofrecían numerosos empleos. En la década de 1960, los al-Miqdad habían arrancado un mercado inmobiliario informal en Ouza’i con el apoyo de la infraestructura básica que le proporcionó el municipio. De manera que eran quienes suministraban viviendas asequibles a los cientos de trabajadores que se desplazaron a la ciudad. Durante la década de 1970, el advenimiento de la guerra civil y la primera invasión israelí del sur de Líbano catalizó una demanda más urgente de tierras y viviendas asequibles ya que la población chií del sur resultó desplazada y se trasladó al norte. Los al-Miqdad perdieron su dominio exclusivo sobre el mercado inmobiliario de Ouza’i pero siguieron siendo muy influyentes allí pues se aseguraron obras protegidas por sus conexiones con el alcalde de Burj al-Barajne.

Hoy en día, los al-Miqdad constituyen un importante sector del 30% de residentes de Ouza’i que poseen tierras. Los propietarios de tierras en la franja costera han desafiado permanentemente (y algunas veces violentamente) los planes estatales de infraestructura durante tres décadas. En 1998, cuando el Consejo de Gobierno para el Desarrollo y la Reconstrucción quería reanudar la construcción de una carretera que conectase Beirut con el sur de Líbano -un proyecto que requería la demolición de cientos de viviendas a lo largo de la arteria principal de Ouza’i-, los residentes se enfrentaron a las fuerzas de seguridad interna. El representante de Hariri en la zona fue golpeado duramente. La carretera nunca se construyó ya que el Consejo recurrió a una ruta alternativa. Es sabido y bien sabido entre quienes toman las decisiones en el Consejo que la planificación urbana en Ouza’i debe tener en cuenta las peticiones de la población local, incluyendo las de los al-Miqdad.

Los al-Miqdad están igualmente involucrados en proteger la tierra y los intereses de los ricos. El Club de Golf de Líbano es una empresa privada ubicada en suelo público de una zona del sur de Beirut, justo en el interior de la costa de Ouza’i. Construido en la década de 1950, amalgamó a la élite local junto a los expatriados y los turistas extranjeros en una exclusiva sociedad de muy caras cuotas. El Club desarrolló sus actividades con normalidad durante toda la guerra civil llegando a extender incluso su recorrido hasta los 18 hoyos, mientras los barrios informales lindantes con el muro del Club se expandían para albergar a más chiíes desplazados y empobrecidos. En ningún momento, sin embargo, la aglomeración de las pardas y precarias viviendas amenazaron con invadir el bien regado césped, ni sus residentes interrumpieron el juego de la élite. En efecto, los jóvenes caddies que portan los palos y recogen las pelotas -que aterrizan con frecuencia y de manera espontánea en los patios y en las casas de los pobres- son esencialmente residentes de Ouza’i. ¿Cómo es que las relaciones entre el Club de Golf y sus alrededores han tomado esta forma? La evidencia anecdótica señala a la familia al-Miqdad. A cambio de una serie de privilegios negociados informalmente, incluyendo muchos puestos de trabajo para los al-Miqdad, la familia ha servido de guardiana del Club de Golf durante décadas.

Tras los secuestros, la gente empezó a bromear en la calle y en los medios sociales sobre las nuevas maneras de los al-Miqad de hacer percibir su influencia. Un simulacro de Twitter llamado @ MoqDaddy ofrecía tweets sobre un «ala militar» especial en KFC y una solicitud del gobierno británico para asesoramiento sobre cortes de las carreteras al aeropuerto para impedir que el fundador de WikiLeaks, Julian Assange saliera de Londres para asilarse en Ecuador.

El humor denota la ansiedad subyacente ante la creciente visibilidad de los al-Miqdad en el país. En el verano de 2011, los al-Miqdad estuvieron involucrados en una disputa de tierras con la iglesia maronita de Lassa, una aldea habitada por musulmanes chiíes y cristianos maronitas sobre las montañas de la ciudad costera y norteña de Yubayl. Ambos grupos reclaman los derechos sobre una parcela de propiedad de la iglesia pero históricamente explotada por chiíes. Los medios de comunicación acusaron a los chiíes de intentar usurpar los derechos territoriales de los maronitas, y acusaron a Hizbolá de establecer una base militar en Lassa. La disputa se resolvió finalmente en la oficina del patriarca maronita, tras varias reuniones que incluyeron a los parlamentarios maronitas de la zona, a delegados de Hizbolá y a los habitantes de la aldea. Pero los al-Miqdad y Hizbolá no son simplemente dos caras de la misma moneda.

En los últimos años han circulado por Beirut numerosas historias no muy elogiosas sobre los al-Miqdad. La familia vive principalmente en «Hayy al-Miqdad», un barrio cercano a Ruways denominado, como muchas zonas, con el nombre de la mayoría de sus residentes. Hayy al-Miqdad ha sido objeto de una gran cantidad de obras durante la década de 2000, pues los edificios de la familia y los cenadores más antiguos se reemplazan por nuevos edificios de apartamentos. Lo que se dice en la calle es que los hombres de al-Miqdad frecuentan los lugares de construcción y exigen dinero a los promotores inmobiliarios y a los capataces a cambio de protección sus nuevos edificios, a razón de 5 mil dólares por piso terminado. Un promotor que se negó a cumplir llegó a la obra una mañana y se encontró con que la losa de hormigón armado echada la tarde anterior se había derrumbado porque alguien había quitado los postes de acero para su sujeción. El «accidente» causó daños considerables a los pisos terminados de abajo y costó al promotor miles de dólares. Los residentes del área están convencidos de que fue obra de los al-Miqdad. Desde entonces, los promotores inmobiliarios se han cuidado mucho de negociar los «pagos de protección» para asegurar sus obras. Los únicos edificios que se han librado de esos costos son los que están siendo construidos por personas con lazos familiares con los al-Miqdad.

Las personas sin lazos familiares que viven cerca han comenzado a expresar sus temores por la familia. Como un antiguo residente de Ruways nos dijo en julio de 2012, «nuestra área ya no es segura. No se puede caminar por ahí. Nunca se sabe cuando los al-Miqdad empezarán a disparar a alguien». Esta mujer no sólo se quejaba de la familia sino que también describía su sensación de que Hizbolá ya no vigila su barrio como en el pasado. Otros habitantes del sur de Beirut apuntan a la participación de los al-Miqdad en el tráfico de drogas y en otros delitos. No se trata sólo de rumores: Hizbolá ha requerido al ejército al menos en dos ocasiones para que ayude a resolver conflictos intrafamiliares en los que los al-Miqdad han utilizado armas de fuego.

Esta familia se explica mejor como mafia o como sindicato criminal organizado en torno al parentesco. La vida política y económica de Líbano se suele analizar en términos de confesiones o sectas pero las empresas basadas en el parentesco -negocios legítimos, actividades ilegales y todo lo que se encuentra en el sombrío espacio intermedio- son igual de comunes si no más. En los secuestros de agosto, sin embargo, es cuando por primera vez los al-Miqdad han anunciado un «ala militar», lo que marca una nueva etapa poder potencial de la familia en la dahiya y más allá.

 

Estado inestable

Los secuestros de agosto han alterado aún más la posición de Hizbolá en la sociedad libanesa así como dentro de la comunidad chií. La tensión ha ido en aumento desde hace años, desde 2005, con el asesinato del ex primer ministro Rafiq al-Hariri y la polarización del país entre la coalición 14 de Marzo que exigió la salida de las tropas sirias, y la coalición 8 de Marzo liderada por Hizbolá que se manifestaba para dar las «gracias» a Siria por sus buenos oficios. Desde muy temprano, al partido islamista se le acusó de haber participado en el asesinato de Hariri -denuncia que un tribunal internacional especial formalizó en 2010. En 2006, Hizbolá libró una guerra de 33 días contra Israel que aumentó su popularidad entre algunos sectores aunque generó la condena del primer ministro de la coalición 14 de Marzo por haber llevado el país a la destrucción. En 2007, los partidarios de la coalición 8 de Marzo se movilizaron en las calles y plazas contra el gobierno y se acusó a Hizbolá de ocupar el centro de Beirut. En 2008, Hizbolá tomó las instalaciones del Movimiento Futuro en Beirut y halló armas ocultas, pero de nuevo se le acusó de causar disturbios. Lo peor para la reputación del partido haya sido quizá el levantamiento sirio durante el cual el apoyo de Hizbolá al régimen de Bashar al-Asad ha parecido estar más relacionado con el cálculo geopolítico que con el compromiso de proteger a los oprimidos o de defender las posiciones de sus votantes libaneses.

Ahora vienen los al-Miqdad a poner mayor tensión en las fisuras del edificio de Hizbolá. Desde la guerra de 2006, el partido ha tratado de ejercer un mayor control sobre su territorio más abiertamente con respecto a la reconstrucción del sur de Beirut, buena parte de la cual la llevó a cabo la rama de construcción del partido, la Yihad al-Bin’. Hizbolá ha cerrado filas de otras maneras -por ejemplo, el acceso de los investigadores a la dahiya se ha restringido severamente. Al mismo tiempo, han aumentado los simpatizantes del partido entre los musulmanes chiíes según se arraiga más intensamente el sectarismo en el país. La base de apoyo actual engloba a personas que no comparten la ideología del partido pero que simplemente lo consideran como la voz más poderosa de «su secta».

Pero el aumento de atención de Hizbolá a la política interna después de 2006, así como su enfoque en la reconstrucción y el rearme del sur, parece que también ha disminuido sus recursos en lo relativo a la actuación policial. Sencillamente, no pueden mantener la calma en la dahiya sin la ayuda del Estado libanés. Al mismo tiempo, según aumenta la inseguridad económica del país, la actividad ilegal crece en toda la capital, incluso en Ouza’i y en otros barrios periféricos.

Hizbolá y la familia al-Miqdad han tenido una relación de trabajo durante años. El partido no hubiera alcanzado tal prestigio sin el apoyo de las grandes familias y tribus chiíes; depende de sus apoyos electorales y de sus fondos así como de otros respaldos. El partido no puede permitirse el lujo de contrariar a esas organizaciones familiares. Al mismo tiempo, los al-Miqdad y otros han sido una espinita clavada en el partido, especialmente en el valle de Bekaa donde Hizbolá no puede impedir o ni siquiera regular sus actividades delictivas. Los miembros del partido están muy preocupados, por ejemplo, por el aumento del uso de drogas entre los jóvenes y se refieren indirectamente a su imparable flujo a través de Ouza’i. Al menos en una ocasión, los miembros de la familia de un importante político de Hizbolá han tenido algún altercado violento con miembros de una de las grandes familias de la Bekaa. El vehículo del familiar del político y otras pertenencias fueron robados. El partido fue incapaz de recuperar las propiedades y lo cierto es que los miembros de su familia estaban preocupados por la seguridad de sus hijos. A través de este tipo de incidentes se ha erosionado la fe en la pregonada capacidad del partido para proteger a los suyos. Hoy Hizbolá camina por un doble filo entre distanciarse de las fechorías de los al-Miqdad y hacer la vista gorda ante ellos.

 

Como elefante en cacharrería

Hizbolá se afanó, por ejemplo, en negar cualquier relación con los secuestros de agosto. El aparato de seguridad del partido, de hecho, asistió al Ejército libanés a recopilar información de inteligencia sobre los secuestradores; inteligencia que condujo a una redada en Hayy al-Miqdad y a la captura de los miembros de la «rama militar» que ahora están en prisión. Habían liberado a todos los prisioneros unos días antes.

Al día siguiente del secuestro, el dirigente de Hizbolá, Hasan Nasrallah, anunció en un discurso televisado que Hizbolá dejaba la resolución del asunto al gobierno porque no es el partido «el que controlaba la situación en la calle» [6]. En muchos sentidos, era como si el partido estuviese contento de que el ejército se hubiera comprometido seriamente a restaurar la deteriorada percepción de la seguridad pública en la dahiya. La cooperación de Hizbolá con el ejército no tranquilizó a los críticos de la coalición 14 de Marzo, sin embargo. Siguieron acusando al partido de utilizar a los al-Miqdad como peones, lamentando el colapso del Estado y la creciente inseguridad en las calles.

Quien entró como elefante en cacharrería fue, por supuesto, Siria. La posición de Hizbolá a favor del régimen de Asad estaba clara desde el principio de la sublevación allí: en el análisis del International Crisis Group, Nasrallah «etiquetó a cualquier sirio que expresara su descontento con el escaso paquete de reformas de Assad, como partidario de Israel y enemigo» [7]. Si Hizbolá ha mantenido su apoyo retórico al régimen de Damasco, su cooperación con el Ejército libanés en el caso al-Miqdad muestra que el partido se está preparando para el día después de Asad.

¿Puede el episodio de los secuestros interpretarse como un cambio en la posición del partido vis-à-vis el régimen sirio? Quizá. Es bien sabido que la caída de Asad impedirá seriamente el actual margen de maniobra militar sin restricciones de Hizbolá en Líbano. Cortará los canales de armas y otros materiales que llegan al partido islamista a través de Siria. Sin embargo, incluso en este caso, Hizbolá puede mantener sus funciones políticas y sociales locales y nacionales a través de su red de instituciones -clínicas, escuelas, dispensarios, etc. La importancia de estas instituciones en tiempos de creciente polarización sectaria no puede ser subestimada. Sirven a las necesidades de buena parte de la comunidad chií del país.

Es muy posible, en efecto, que la suerte del partido se recupere tras la caída de Asad a pesar de la necesaria reducción de su poderío militar. Hizbolá podría estar diversificando sus estrategias en previsión de ese escenario. Por un lado, el partido sigue hablando en apoyo al régimen sirio aunque no en los mismos términos radicales. Por otro lado, el partido se está distanciando de Asad. Quizás aún más significativo que la ayuda del partido a la detención de los al-Miqdad haya sido el silencio de los cuadros de Hizbolá cuando uno de los hombres de Siria en Líbano, Michel Samaha, fue detenido en agosto y acusado de conspirar con altos funcionarios sirios para colocar explosivos a lo largo de Líbano [8]. Los oponentes de Hizbolá en Líbano y en el extranjero han acusado al partido de trabajar con el régimen sirio para asesinar al oficial de inteligencia que encabezó esta investigación, Wisam al-Hasan, el 19 de octubre. Tales acusaciones ignoran los sutiles cambios en el discurso de Hizbolá sobre Siria y sobreestiman el grado de dominación del partido en Líbano. Hizbolá está comenzando a cubrir sus apuestas preparándose en su estilo típicamente pragmático para un futuro regional incierto.

 

Notas:

[1] Véase la emisión de al-Mayadin aquí: http://www.youtube.com/watch?v=VNL-p3R5Zfc .
[2] Véase la entrevista con New TV aquí: http://www.youtube.com/watch?v=FoI6i2e2JUI&NR=1&feature=fvwp .
[3] Daily Star, 20 de agosto de 2012.
[4] Daily Star, 19 de agosto de 2012.
[5] El término «tribu» lo define así Richard Tapper. Citado en Philip Khoury y Joseph Kostiner, eds., Tribes and State Formation in the Middle East (Berkeley, CA: University of California Press, 1991), p. 5.
[6] Al-Ajbar, 18 de agosto de 2012.
[7] International Crisis Group, Uncharted Waters: Thinking Through Syria’s Dynamics (Damascus/Brussels, November 2011), p. 4.
[8] Daily Star, 11 de agosto de 2012.

Fuente: http://www.merip.org/mero/mero103012