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Gaza: hacen falta periodistas israelíes

Fuentes: Haaretz

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

La última vez viajamos juntos al parque Indira Gandhi. Ha pasado casi un año desde entonces, cuando llegamos a este patio de recreo, en las afueras de Beit Lahiya, con nuestros taxistas de Gaza especializados, Munir y Sa’id, para documentar el asesinato, cometido delante de los niños, de la maestra del jardín de infancia Najweh Khalif a la que alcanzó un obús de tanque errado que no dio en el microbús del jardín de infancia por muy pocos metros. No hemos podido volver a Gaza desde entonces.

La Franja de Gaza ha estado totalmente cerrada para los periodistas israelíes durante casi un año. El ejército israelí y los servicios de seguridad del Shin Bet lo decidieron porque Gaza es peligrosa. Un periodista israelí puede viajar a Siria, Iraq y Arabia Saudí, pero no a Gaza. Un israelí puede viajar al Sinaí, donde también se dice que es peligroso. Cisjordania todavía está abierta a los periodistas y es peligrosa. Pero en Gaza se impuso un apagón informativo total. Sólo Roni Daniel puede todavía unirse a las fuerzas invasoras, enseñar sus cuidados dedos en los gatillos -como hizo en su informe en Canal 2 el jueves- y cantar sus alabanzas. La zona, tan presente en la conciencia pública que dicta la seguridad y la agenda diplomática, ha estado cerrada por las autoridades israelíes a los medios de comunicación de Israel. Mucho antes de que fuera declarada ‘entidad hostil’, Gaza se había convertido en un territorio cerrado, sin ninguna cobertura ni documentación de los medios de comunicación. Esa es la libertad de prensa israelí.

Si alguien esperaba una protesta por semejante realidad intolerable, está comprobado que se equivocó. En todo caso los lectores no quieren leer sobre este asunto, el gobierno y el ejército no quieren que lo conozcan y los periodistas no están ansiosos por contarlo. No hay ninguna lucha real por la libertad de cobertura de los medios de comunicación (qué también es la libertad de expresión, información y subsistencia) ni por el Tribunal Superior de Justicia, la Asociación de la Prensa y el Consejo de la Prensa o la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Esto podría haber sido comprensible sólo durante un tiempo limitado pero, ¿cuánto tiempo continuará? ¿Hasta que todos los palestinos se afilien al Kadima?

Este bloqueo de la cobertura informativa durante casi un año nos ha hecho fallar gravemente en el cumplimiento de nuestra misión. Los medios de comunicación no están proporcionando el servicio que se supone que deben proporcionan.

Incluso peor, se han rendido sumisamente a las prohibiciones que les han impuesto mientras desenfocaban la realidad. Hay sólo unos pocos reporteros que todavía se molestan en cubrir Gaza y a menudo enredan a sus espectadores y lectores con falsedades haciéndoles creer que acaban de volver de allí. En lugar de protestar colaboran. Una cosa es que los consumidores no protesten por la falta de este servicio, incluso si los suscriptores permanecen callados pero, ¿los periodistas?

El estado tiene el derecho y la obligación de proteger a sus ciudadanos de peligros innecesarios, pero no tiene ningún derecho a impedir a quienes tienen un papel esencial que cumplan su función. Los periodistas que cruzaron Erez en el pasado lo hicieron bajo su propia responsabilidad personal y profesional y firmaron una declaración que así lo atestiguaba. Ron Ben-Yishai, uno de los más intrépidos en el campo, comparó su reciente viaje a Siria al trabajo de un técnico que sube a las torres de electricidad de alta tensión. El trabajo es peligroso pero necesario; y a nadie se le ocurre impedirle al técnico hacer ese trabajo. Incluso Ben-Yishai puede viajar a Dir al-Zur en Siria, pero no a Dir al-Balah en la Franja de Gaza, por muy osado que pueda ser.

Con la excepción de Birmania hay muy pocos lugares en el mundo que estén tan cerrados. Es verdad que Israel permite a los periodistas extranjeros entrar en Gaza, y esto es bueno, pero es ridículo que las organizaciones informativas como Haaretz, que todavía tienen interés en cubrir lo que ocurre en la zona, tengan que emplear fuentes extranjeras para decirles a sus lectores lo que está pasando allí.

Pero esto no es suficiente. Los israelíes merecen leer y ver el periodismo hecho por israelíes. Los corresponsales italianos y suecos enviados por Haaretz a Gaza son periodistas profesionales, pero el lector israelí merece recibir cobertura de los medios de comunicación israelíes.

Es difícil saber lo que realmente motiva a Israel para cerrar Gaza de esta manera. ¿Es la aspiración, tan fácil de conseguir, de que Gaza no se vea aquí? Si, por otro lado, es una preocupación exagerada por nuestra seguridad, yo renuncio a este derecho. Según los informes de nuestros colegas extranjeros ahora están mucho más seguros en Gaza que hace un año cuando todavía viajábamos allí. Las bandas armadas ya no vagan por las calles y Hamás incluso protegerá a los periodistas israelíes. Pero, ¿cómo lo sabremos si no estamos allí?

Original en hebreo: http://www.haaretz.co.il/hasite/spages/912522.html

En inglés: http://www.haaretz.com/hasen/spages/912413.html

Gideon Levy es periodista y editorialista del diario israelí Haaretz desde hace veinte años. Muy crítico con la ocupación israelí, escribe en esta publicación una crónica semanal bajo el título «Twilight Zone», en la que describe las duras condiciones de vida de la población palestina ocupada y relata las violaciones que el ejército y las autoridades de la ocupación perpetran a diario contra los palestinos. En 1996 ganó el premio Emil Grunzweigh a los Derechos Humanos

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente