Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Chelo Ramos
En Gaza está ocurriendo un genocidio. En la mañana de hoy, 2 de septiembre, otros tres ciudadanos han sido asesinados y una familia completa ha sido herida en Beit Hanoun. Estas son apenas las muertes de la mañana; antes de que termine el día serán masacrados muchos otros. Un promedio de ocho palestinos mueren diariamente en los ataques israelíes a la Franja. La mayoría son niños. Cientos resultan heridos, paralizados, mutilados.
Los líderes israelíes no saben qué hacer con la Franja de Gaza, y tienen algunas vagas ideas respecto a Cisjordania. El gobierno actual supone que, al contrario de la Franja, Cisjordania es un espacio abierto, al menos el sector oriental. Entonces, si Israel, de acuerdo con el programa de consolidación que tiene el gobierno, se anexa la parte que desea -la mitad de Cisjordania- y la limpia de su población nativa, la otra mitad se inclinaría naturalmente hacia Jordania, al menos por un tiempo, y no molestaría a Israel. Esta suposición es una falacia, pero sin embargo ha obtenido el voto entusiasta de la mayoría de los judíos en el país. Un arreglo como éste no funcionaría en el enclave de Gaza, pues Egipto, contrariamente a Jordania, desde 1948 logró convencer a los israelíes de que la Franja de Gaza sería un problema para ellos y nunca formará parte de Egipto. Así, un millón y medio de palestinos están atrapados en Israel, pues aunque geográficamente la Franja está situada en los límites del estado, psicológicamente se encuentra en pleno centro.
Las inhumanas condiciones de vida del área más densamente poblada del mundo, y uno de los espacios más pobres del hemisferio norte, han evitado que quienes viven allí se resignen a aceptar el encarcelamiento que Israel les ha impuesto desde 1967. Ha habido períodos relativamente mejores en los que se permitía que los habitantes de Gaza fuesen a Cisjordania y a Israel a trabajar, pero esos tiempos ya pasaron. Desde 1987 la realidad es mucho más cruel. Mientras hubo colonos judíos en Gaza se permitió cierto acceso al mundo exterior, pero desde que fueron retirados la Franja ha sido cerrada herméticamente. Es irónico, pero de acuerdo con encuestas recientes, la mayoría de los israelíes consideran que Gaza es un estado palestino independiente cuyo nacimiento ha sido graciosamente permitido por Israel. Los líderes y, especialmente, el ejército, lo ven como una prisión con presos extremadamente peligrosos a los que hay que eliminar de una forma u otra.
Las políticas convencionales de limpieza étnica que Israel usó con éxito en 1948 en contra de la mitad de la población palestina y en contra de cientos de miles de palestinos en Cisjordania, no sirven en este caso. Es posible sacar lentamente a los palestinos de Cisjordania y, especialmente, del área del Gran Jerusalén, pero eso no puede hacerse en la Franja de Gaza después de haberla sellado como a una prisión de máxima seguridad.
Al igual que con las operaciones de limpieza étnica, la política genocida no se formula en el vacío. Desde 1948, el ejército y el gobierno israelíes han necesitado un pretexto para iniciar dichas políticas. La ocupación de Palestina en 1948 produjo la inevitable resistencia local que, a su vez, permitió la ejecución de la política de limpieza étnica que ya había sido planificada en la década de 1930. Veinte años de ocupación israelí en Cisjordania produjeron, con el tiempo, cierta resistencia palestina. Esa lucha contra la ocupación desencadenó una nueva política de limpieza que se sigue aplicando hoy en día en Cisjordania. El encarcelamiento de Gaza en el verano de 2005, presentado como el generoso retiro de Israel, produjo los ataques con cohetes de Hamás y la Jihad Islámica y un caso de secuestro. Pero ya antes del secuestro de Giald Shalit, el ejército israelí bombardeaba la Franja de forma indiscriminada. Desde el secuestro, los asesinatos masivos han aumentado y se han sistematizado. El asesinato diario de palestinos, niños en su mayoría, aparece ahora en las páginas interiores de la prensa local, generalmente en letra microscópica.
Los principales culpables son los pilotos israelíes, que están de fiesta ahora que uno de ellos es el jefe del Estado Mayor. En la guerra contra Líbano de 1982, la fuerza aérea israelí ordenó a sus pilotos que abortasen la misión si divisaban civiles inocentes a 500 metros cuadrados de su objetivo. No es que estas órdenes se cumpliesen, pero mantenían las apariencias para consumo moral interno. La fuerza área israelí lo llama el «Procedimiento Libanés» (Nohal Levanon). Cuando hace un año los pilotos preguntaron si se aplicaba a Gaza, la repuesta fue no. La misma respuesta se dio a los pilotos en la segunda guerra contra Líbano.
La guerra contra Líbano sirvió por un tiempo como cortina de humo para cubrir los crímenes cometidos en la Franja de Gaza. Pero después de haberse acordado el cese al fuego en el norte Israel sigue aplicando los mismos métodos brutales. Parece que el frustrado ejército israelí está más decidido que nunca a aumentar los campos de extermino en la Franja de Gaza. Ningún político puede o quiere detener a los generales. Una matanza de diez civiles por día dará como resultado algunos miles de muertos cada año. No es igual que matar un millón de personas en una sola campaña, que es la única restricción que Israel está dispuesto a aceptar en memoria del Holocausto. Pero si se doblan los asesinatos, el número aumenta en una proporción espantosa y, más importante, se pueden estar creando las condiciones para forzar la salida masiva de los habitantes de la Franja, bien en nombre de la ayuda humanitaria, la intervención internacional o por el propio deseo de la gente de huir de ese infierno. Pero si la respuesta es la resolución que suelen mostrar los palestinos, y no tenemos por que dudar de que esta será la reacción de las habitantes de Gaza, entonces los asesinatos masivos continuarán y aumentarán.
Mucho depende de la reacción internacional. Cuando se le absolvió de toda responsabilidad por la limpieza étnica de 1948, Israel convirtió esta política en una herramienta legítima de su programa de seguridad nacional. Si el mundo tolera la actual adopción y escalada de políticas genocidas, Israel las ampliará y las usará de manera aún más drástica. Sólo la presión en forma de boicots, sanciones, y aislamiento podrá detener el asesinato de civiles inocentes en la Franja de Gaza. Nada de que lo que hagamos nosotros en Israel puede detenerlos. Algunos valientes pilotos se negaron a participar en las operaciones, dos periodistas -de ciento cincuenta- no dejan de escribir sobre ello, pero eso es todo. En nombre de la memoria del Holocausto, esperemos que el mundo no permita que el genocidio en Gaza continúe.
Ilan Pappe es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Haifa y presidente del Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos de Haifa. Entre sus libros están The Making of the Arab-Israeli Conflict (Londres y Nueva York, 1992), The Israel/Palestine Question (Londres y Nueva York, 1999), A History of Modern Palestine (Cambridge 2003), The Modern Middle East (Londres y Nueva York, 2005). Ethnic Cleansing of Palestine (2006) será publicado próximamente.
Publicado originalmente en http://electronicintifada.net/v2/article5656.shtml
Chelo Ramos es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.