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Sus últimos mil días de presidente prometen ser palpitantes

George W. Bush, con los problemas hasta el cuello, cada día más criticado por los suyos

Fuentes: Rebelión

A la palabra «guerra», con la ayuda de un diccionario cualquiera, es posible añadirle un gran número de adjetivos calificativos. De forma que la guerra puede ser Grande o «drôle», extraña, los franceses que tuvieron que aguantar en su territorio las dos guerras mundiales, comprenderán. Puede ser también -todo el mundo comprenderá – convencional, civil, […]

A la palabra «guerra», con la ayuda de un diccionario cualquiera, es posible añadirle un gran número de adjetivos calificativos. De forma que la guerra puede ser Grande o «drôle», extraña, los franceses que tuvieron que aguantar en su territorio las dos guerras mundiales, comprenderán. Puede ser también -todo el mundo comprenderá – convencional, civil, racial, total, fría, preventiva, relámpago, química, automatizada, santa, etc…

El presidente George W. Bush acaba de inventar un nuevo calificativo que no dejará de entrar en una futura edición de vuestra compilación alfabética preferida: la larga guerra ¿Acaso no declaró, durante su último discurso (el quinto) sobre el estado de la Unión, que: «Nuestra generación está sumergida en una larga guerra»? Se comprende mejor cuando agrega que «el enemigo está determinado«. ¿E indeterminado?…

A comienzos del mes de febrero, la Revista de Defensa Cuadrienal (RDC), redactada a demanda del Congreso, escribía: «Estados Unidos está involucrado en algo que será una larga guerra». «La larga guerra» es también el título de uno de los últimos discursos del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

No se sabe bien cuál es, con todas las exactitudes, ese enemigo tan peligroso que conduce a la más poderosa potencia militar de todos los tiempos, a decidir una «larga guerra», pero sí se conoce el presupuesto de las «primeras batallas» de esta larga guerra para el 2007: 440 mil millones de dólares.

El corresponsal permanente del diario francés Le Figaro, Philippe Gélie, escribió, al inicio de su artículo del 4 de febrero, dejando escapar un poco de ironía: «La campaña contra el terrorismo tiene un nombre oficial, que la propulsa al nivel de los grandes conflictos del pasado, como las dos guerras mundiales y la Guerra Fría: es la larga guerra».

Una larga guerra para hacer frente a las nuevas amenazas: «Amenazas nuevas». Aquí no está muy claro, muy explícito, pero no hace falta ser un experimentado en la materia para poder discernir: los terroristas -término deliberadamente amplio en el que se puede incluir todo y a todos- que, no hay ni que decirlo, están diseminados por todo el planeta; los ataques no convencionales al territorio norteamericano, 9.631.418 Km2, los preparativos cubanos para bombardeos aéreos masivos de las mayores ciudades estadounidenses, la guerra nuclear iraní, la guerra bacteriológica después de una invasión de quesos franceses con leche cruda, las amenazas convencionales representadas por potencias como China, la gripe de aves, claro que estamos olvidando unas cuantas otras «amenazas», pues debe haber más de esas «nuevas amenazas».

La guerra larga será también submarina. Hay que pensar en eso: de aquí al 2012, la Marina de los Estados Unidos, según la información de Philippe Gélie, adquirirá dos submarinos de ataque al año.

En lo inmediato, mientras la administración americana se cuida bien de demandar ante la justicia todos los prisioneros de la Base naval de Guantánamo (BNG, en realidad la prisión X-Ray creada en enero 2002, con todavía 490 detenidos) y otros BNG-bis de la tierra. Es bueno recordar que después de los atentados del 11 de septiembre del 2001, un sólo hombre fue acusado por la justicia de los Estados Unidos y presentado delante un tribunal, el francés Zacarias Moussaoui, de 37 años, detenido el 16 de agosto del 2001. Nos oponemos firmemente a toda justicia expeditiva, pero de ahí a dejar pasar tantos años… Lo que contribuiría a «demostrar la incapacidad de la justicia americana para acusar a los terroristas ante la jurisdicción civil» (Eric Leser, Le Monde, 7 febrero). Este corresponsal en Nueva York subraya que los dirigentes de la red directamente implicados, Khaled Cheikh Mohammed, el cerebro del 9/11, n°3 de Al-Qaida y Ramzi Bel Al-Shaiba, allegado del lider Mohammed Atta, capturados en 2003 y 2002, «serán los grandes ausentes de la audiencia». ¿Donde están Abou Zoubeïda, considerado como el financiero de Al-Qaeda y Abou Faral Al-Libbi, jefe operacional de la red, entregados por Pakistán a Washington, respectivamente en marzo 2002 y mayo 2005 ?

Se supone que la guerra larga será, también, mundial, ya que la armada norteamericana va a reforzar considerablemente «sus capacidades lingüísticas». Se sabe además que, sin pasar, de ahora en adelante, por el Departamento de Estado, los promotores de cuello blanco de la larga guerra, obtuvieron el derecho de financiar directamente las tropas extranjeras. ¡Esto promete!

Hasta hoy, la larga guerra más conocida fue la que opuso entre 1337 y 1453 (la llamada guerra de los Cien años) a soldados de infantería, caballerías, arqueros y artilleros de los ejércitos reales inglés y francés. Para algunos historiadores, y no los menos reconocidos, esta guerra de Cien años se terminó realmente el 29 de agosto de 1475 por el Tratado de Picquigny y habría durado 137 años, diez meses y 22 días, lo que dejaría a las futuras generaciones de los Bush y los Rumsfeld, un amplio margen para no aparecer, lamentablemente, en el Libro de los Records, en la poco gloriosa sección de «la guerra más larga».

Parecería -cuando se enfocan bien los prismáticos hacia los asuntos de la Casa Blanca- que cada vez que los proyectos presidenciales norteamericanos son anunciados a largo plazo, desde la colonización de la Luna hasta la guerra larga contra todo lo que se mueva, pasando por la reducción, de aquí al 2025, del 75 % de la dependencia americana respecto al petróleo del Medio Oriente (que dicho sea entre nosotros, no representa más que el 20 % de las provisiones norteamericanas ¿Lo sabrá Bush?) cada vez más se puede deducir que los balances a corto plazo son particularmente negativos. Dar la lista de nuevo del estancamiento iraquí, de la catastrófica gestión del huracán Katrina, los escándalos financieros en el Partido Republicano, el abismo del déficit presupuestario, las revelaciones sucesivas de nuevos y abrumadores escándalos de torturas, la venta de puertos enteros a una firma de Dubai, la multiplicación de goulags bajo el modelo de Guantánamo Bay, el espionaje domestico por escuchas telefónicas, constituye una enumeración que, por su repetición desde meses e años, podría cansar al lector -riesgo que asumimos después de una reflexión, sabiendo que no encontrará aquí ningún antiamericanismo primario y sistemático.

Es a George W. Bush, responsable y culpable, que hay que incriminar. Él mismo cortó la rama sobre la que fue instalado, su mecedora en la sala oval de la Casa Blanca. ¿Podría ser un día un asiento eyectable? Algunos ya en los EEUU lo plantean por la vía del impeachment .

«En adelante, los analistas consideran Bush como un lame duck, es decir en la jerga política norteamericana, un presidente hecho polvo», escribió últimamente en Libération, el periodista francés Pascal Riché. En francés, lame duck es «canard boiteux», «persona mal adaptada en el medio donde se encuentra» (Diccionario Petit Robert)…

Debería inculparse a sí mismo si investiga entre los sondeos de opinión -su índice de popularidad no sobrepasa hoy el 35 %, mientras que en noviembre del 2004 era de alrededor del 60%. Mientras más se sumerge en los sondeos, más se remonta al colmo de «mediocridades y de ideales elevados», según los términos del senador demócrata, Charles Schumer, cuando no se envuelve en la retórica de las redundancias. Un día prometió la Luna y hoy prometió la energía eólica o solar al servicio de todos. No caben dudas de que el hombre es audaz…

Aún cuando olvidó hablar sobre la energía lunar. A partir de las investigaciones y las informaciones recogidas, sobre la Luna se encuentra en abundancia el isótopo ligero estable tritio 3H. La fusión de 100 toneladas de 3H con el deuterio, podría cubrir el consumo de energía durante un año en el planeta. Hoy en día, el tritio está presente en la Luna en una cantidad de 500 millones de toneladas (Serguei Leskov, Izvestia, Moscú). Parece que Bush no lee suficientemente la prensa rusa.

Pero eso dicho, actúa como presidente, con comillas o sin comillas, de los Estados Unidos de América, nunca sale de su job, de su trabajito (en francés, son petit boulot ) ¿Pero que tipo de mandatario? Marc Dugain, en uno de sus artículos del Figaro, (4/5 febrero del 2006) diario que no tiene especialmente una fama de izquierda radical, «lo encontró con mala cara. No esta en forma George Dabelyou (…) Mientras más uno observa a Bush, más emana de él la apariencia de ser una marioneta en las manos de un ventrílocuo complejo militar-industrial (…) Uno espera la sucesión con una impaciencia no disimulable. Se habla de un duelo entre mujeres, Condoleezza Rice contra Hilary Clinton».

Por el momento, se dice que Mr. Bush intenta agarrase a lo que le susurra la voz del ventrílocuo sobre dos temas espinosos: Irán y Hamas. Demasiado para un hombre solo.

En esta América, donde las agencias de seguridad prepararon una lista de casi 300.000 presuntos terroristas, entre los cuales la mayoría vive fuera de los Estados Unidos ¿un alivio verdad?, si Usted no es terrorista, ese es el caso de la totalidad de los habitantes de ese país, excepto un puñado de ultraderechistas o de neofascistas, cuidado, usted tiene que temer ganarse las iras de dichas agencias si entra en la categoría de «aliados objetivos» de los terroristas. Ese es el caso de un número creciente de habitantes de EEUU que pasan cada día más en el campo de los «anti-guerra» en Iraq.

El más conocido desde finales de enero entre los «aliados objetivos» y que, felizmente, continua por el momento viviendo una vida tranquila, de trabajo, con las ocupaciones de un hombre de 72 años, es William Blum, «autor oscuro hasta que el jefe de Al-Qaeda recomienda su libro en su última grabación transmitida por Al-Jazeera, el 19 de enero. Allí, Osama Bin Laden destacaba especialmente: Si Bush continúa con sus mentiras y su táctica de opresión, sería muy útil que leyerais el libro Rogue State». (Corine Lesnes, Le Monde).

El título completo del libro de William Blum, reeditado en el 2005, es Rogue State, A Guide to the Wolrd’s Only Superpower (El Estado bandido: una guía de la única superpotencia mundial). No sentimos ninguna simpatía por Bin Laden, pero debemos reconocer que tiene buenos libros en su refugio (?) en algún lugar del lejano Oriente, en una montaña perdida en el noreste de Afganistán.

El escritor norteamericano, Noam Chomsky, por quien sentimos alguna simpatía, fue uno de los pocos que descubrió y leyó en 2002 el libro de William Blum, publicado…con una total indiferencia. Corine Lesnes precisa que a partir de finales de enero, Rogue State pasó de la posición 205.760 entre las obras recomendadas en el sitio web Amazon.com, a la 26ª.

El autor en persona dice que ello no representa una gran cosa en términos de ventas. «Además, el libro está agotado. El editor es muy pobre».

William Blum no está buscando un editor menos pobre. Asegura, según Corine Lesnes, que tiene un poco de retraso en la redacción de su informe-artículo mensual, el «Anti-Empire Report».

Mientras tanto, en Nueva York, una «aliada objetiva», Cindy Sheehan, se hacía arrestar, una vez más, sin miramientos, pasando varias horas en la estación de policía. Una vez más. Quería entregar en la Misión norteamericana de la ONU una petición firmada por 60 mil personas, exigiendo la retirada de las tropas de Estados Unidos en Iraq. Siempre hay el mismo refrán por parte de los policías: Cindy Sheehan y sus numerosos amigos «alteraban el orden público». Es decir fomentar terrorismo.

Por otra parte y por primera vez, un sondeo (Zogby Internacional y Le Moyne College) da la palabra a los soldados en Iraq: 72 % de ellos están a favor de liar el petate en 2006, 29 % quieren irse «inmediatamente».

Para completar los inventos del Pentágono en materia de tortura, hace falta subrayar otro método, ingenioso, que da resultados y que no cuesta nada, sobre todo en nuestra época digital. Parece que los mejor entendidos en cuestiones musicales son, según numerosos testimonios coincidentes, un buen número de detenidos en las prisiones americanas de la BNG, Iraq o Afganistán, donde las penitenciarias son reputados, al menos, de tres estrellas.

Se trata del suplicio «musical», otra creación pues de la administración de Dableyou. Acontece así que un detenido haga una larga estancia en la «discoteca» de su prisión, expuesto a una música ensordecedora durante varias horas. ¿Sabrán Eminem, Britney Spears, Limp Bizkit, Rage Against The Machine o Metállica, que sus canciones son parte de ese trágico hit-parade?

¿Sabrá Bruce Springsteen que su Born in USA sirve para destruir sicológicamente a ciertos detenidos? ¿Alguien podría preguntarle?

«La música difundida, de preferencia heavy metal o hip-hop, es inflingida a los detenidos con una violencia tal que quedan destrozados sin que a uno le queden ganas de tocarlos», escribió el periodista Moustafá Bayoumi para el diario neoyorquino, The Nation. En Abu Grahib, un iraquí de 29 años, Saddam Salah Al-Rawi, afirmó que en su celda «la música era tan fuerte que no podía dormir. Así estuve durante 23 horas de un tirón».

Moustafá Bayoumi revela algo que no es menos intolerable: varios periódicos americanos (como el Chicago Tribune o el New York Sun) no estaban indignados, sino «divertidos»… Peor aún ha habido grupos, como Metallica, que se vanaglorian de que su música sea «culturalmente ofensiva» para los iraquíes…

Entre las últimas noticias George W. Bush, a quien imaginamos demasiado perturbado ya, conocería – después de la última tregua de un viaje afgano-paquistano-hindú (1), las angustias del tormento, para no decir de la tortura. Kenneth T. Walsh, de la US News and World Report, escribió a principios de marzo: «A mil días del fin de su mandato, las decisiones del presidente son cada vez más criticadas abiertamente, inclusive al interior de su propio bando. Está nuevamente con los problemas hasta el cuello». Walsh, que parece conocer bien el asunto agrega: «La duda sobre la competencia de Bush parece bien fundamentada, incluso entre sus partidarios» y menciona una frase de un amigo del presidente: «El otro día nos dimos un tiro en el pié, se queja una personalidad del Partido republicano (otra alusión al accidente de caza del vicepresidente) Hoy nos damos un tiro en la cabeza. Mañana, ¿quién sabe qué pueda pasar?»

En fin, no estamos en condiciones, a estas alturas, de evaluar la información que acaba de aparecer en la pantalla: los estrategas neoconservadores serían reemplazados en la actualidad por los neorrealistas que ganarían terreno. No debe tratarse, a primera vista, más que de una diversión semántica. Porque, como dicen los deportistas, no se cambia un equipo que gana.

La larga guerra de Dabelyou se limitaría así a una guerra de mil días, contra él mismo, sus propios «amigos», su propio Partido, para no llegar desintegrado al final de su segundo y último mandato… último, un gran alivio para gran parte del planeta.

(1)- Se puede decir que el 1ero de marzo, nunca Bush estando en Kaboul, se había encontrado probablemente tan cerca fisicamente de Bin Laden y sus actuales tenientes. Pidió a su colega de Pakistán Pervez Musharraf de hacer un «esfuercito».