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Gore Vidal

Fuentes: Democracy Now!

Gore Vidal murió el 31 de julio. En el 2005 lo entrevisté en mi programa semanal de radio-TV «Hot Talk». Nos habíamos conocido unos años antes en una cena en casa de Marc Raskin en Washington, D.C., donde presencié como monopolizaba la conversación destruyendo verbalmente al director de un importante museo. «Es un farsante, uno […]

Gore Vidal murió el 31 de julio. En el 2005 lo entrevisté en mi programa semanal de radio-TV «Hot Talk». Nos habíamos conocido unos años antes en una cena en casa de Marc Raskin en Washington, D.C., donde presencié como monopolizaba la conversación destruyendo verbalmente al director de un importante museo. «Es un farsante, uno puedo olerlo», explicó más tarde Vidal la razón de su ferocidad.

«Y hace tan poco por el beneficio del público. Piensa solamente en cada exposición en su museo como otra marca en el cabo de su revólver -un típico burócrata de Washington. Los desprecio».

En la entrevista televisada demostró nuevamente su desprecio, esta vez por la gente que dirigía el país, no un museo. «Los Padres Fundadores temían a los reyes y a los tiranos, así que dejaron en claro en la Constitución que ningún hombre podía declarar la guerra, solo el Congreso. Desde que terminó la 2da. Guerra Mundial hemos tenido muchas guerras: el Congreso no ha declarado una sola de ellas.

El hombre que escribió Guerra perpetua para paz perpetua y Soñando la guerra: la junta militar Bush-Cheney sobresalía como ensayista, pero se hizo más conocido como el escritor de novelas históricas de EE.UU., así como autor teatral y guionista de cine. Su guión para The Best Man, un excelente filme, actualmente se presenta de nuevo en Broadway.

En 2006 acompañé a Gore por toda Cuba. Tenía 80 años y no podía caminar bien, pero usaba una silla de ruedas. Los cubanos lo entrevistaron para la televisión, lo invitaron a pronunciar un discurso literario y a responder preguntas después en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. El local estaba repleto de académicos y fanáticos de la literatura que habían leído sus libros y le hicieron preguntas interesantes. «Los cubanos me han tratado con más bondad y reverencia que mis propios compatriotas», comentó. En una cena informal en la mansión de la Sección de Intereses (no hay embajada formal porque no hay relaciones formales con Cuba), un diplomático norteamericano comenzó a aburrir a sus invitados, todos ellos miembros de la expedición de Gore Vidal. Cansado de tolerar la tediosa conversación del diplomático, el ex presidente del Senado de California John Burton interrumpió al diplomático: «¿Y qué nos ha hecho Cuba para merecer tanto castigo?»

El diplomático comenzó una letanía acerca del abuso de los derechos humanos. Burton lo interrumpió. «Los chinos mataron a miles de norteamericanos en Corea, los vietnamitas mataron a decenas de miles en la guerra de Vietnam. Ambos países están dirigidos por gobiernos comunistas de un solo partido y ninguno tiene buenos antecedentes en derechos humanos. ¿Y qué nos ha hecho Cuba?»

El diplomático comenzó de nuevo con los antecedentes de Cuba en materia de derechos humanos. Burton dijo una palabrota y abandonó intempestivamente la mansión. Vidal aplaudió. «El tipo de político que me gusta», exclamó, «desafortunadamente no puede aspirar otra vez al cargo».

Más tarde Vidal opinó acerca de la maldición de la «seguridad nacional». Esas dos mágicas palabras hacen desaparecer la Carta de Derechos a capricho del presidente. Lincoln las usó para suspender el habeas corpus, cerrar periódicos y presidió sobre la más sangrienta guerra de la historia porque había prestado un juramento inscrito en el Cielo de librar la guerra para preservar la Unión. Vean lo que Truman, Eisenhower. Kennedy, Johnson, Nixon et al. han hecho en nombre de esas dos mágicas palabras. Reagan las llevó a nuevas alturas con Irán-Contra. Convirtió en queso suizo el preámbulo de la Constitución, lo llenó de huecos».

«Vaya», dijo para terminar su discurso, «heme aquí, en la primavera de mi senilidad».

Los cubanos le mostraron La Habana Vieja, sus maravillas arquitectónicas y sus antiguas calles y lo llevaron a la Escuela Latinoamericana de Medicina para conocer a los estudiantes, incluyendo a un grupo de Estados Unidos que estudiaba Medicina gratuitamente.

Su séquito incluía a dos ministros del gobierno, el presidente del parlamento cubano y varios cubanos comunes que había conocido y simpatizado con ellos.

Camino al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso, Vidal habló de su pesimismo por el futuro de Estados Unidos: «La estupidez de nuestra política hacia Cuba tiene equivalentes en otras partes, así como en las guerras en Iraq y Afganistán. Estamos en guerra con el pueblo y la tierra y estamos perdiendo el control de la economía. La corriente se ha puesto en contra nuestra».

De regreso en Estados Unidos, en un restaurante un camarero dijo a Gore: «Pase usted buen día», a lo que el gran escritor respondió: «Lo siento, pero tengo otros planes».

En su vida escribió 23 novelas, incontables ensayos, guiones de cine y obras de teatro. Se postuló para un cargo, actuó en el cine y sirvió de ocurrente comentarista de TV en política y cultura. Vivió durante décadas con su compañero Howard, quien murió en 2003. Cuando le preguntaron cómo pudo sostener una relación tan larga, bromeó: «Nada de sexo».

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4957:gore-vidal&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4