Traducción para Rebelión de Loles OLiván.
La Franja de Gaza, sitiada desde hace cinco años, parece haber entrado en una nueva era tras la visita de ayer del Emir de Qatar, sheij Hamad bin Jalifa al-Zani. Es la primera vez que Gaza recibe la visita de un responsable árabe de alto rango desde que Hamas tomó el poder en 2007. La visita ha reflejado las profundas transformaciones producidas en Oriente Próximo desde el ascenso de los Hermanos Musulmanes al poder en Túnez y Egipto.
El emir visitó Gaza para participar en la inauguración de varios proyectos financiados por Qatar, incluida la reconstrucción de las principales carreteras, un hospital especializado en prótesis, cientos de unidades residenciales, así como proyectos agrícolas. El anuncio de esta financiación siguió a la donación por parte de Qatar de 30 millones de litros de combustible para la planta eléctrica de Gaza.
Aunque en Gaza hay organizaciones que operan apoyando diversos proyectos humanitarios, tales como la Fundación de Ayuda Humanitaria de Turquía y la Organización de Cooperación Islámica, el nuevo proyecto qatarí y la visita del monarca es bastante diferente.
Considerando la bienvenida de Qatar a la salida de Siria de los responsables de Hamas así como sus especiales relaciones con las secciones de la Hermandad Musulmana en toda la región, el proyecto qatarí parece tanto un gesto político como humanitario. En otras palabras, la visita del emir puede verse como un reconocimiento político a la situación de Gaza resultante del conflicto en torno a la legitimidad entre Hamas y la Autoridad Palestina (AP).
El presidente de la AP Mahmud Abbas recibió una llamada en la que Emir Hamad le notificó su plan de visitar Gaza. Las fuentes afirman que el emir intentó convencer a Abbas de que le acompañase en su visita pero él se negó. Abbas, según la Agencia de Noticias Palestina, saludó los esfuerzos de Qatar para reconstruir la Franja de Gaza. En realidad, la AP se ha opuesto a cualquier plan de reconstrucción de Gaza tras la guerra de Israel en 2008-2009 a menos que esté bajo sus auspicios. Obviamente, los intentos de Qatar en este contexto podrían suponer traspasar las barreras impuestas por la AP en el proceso de reconstrucción.
Históricamente, los movimientos políticos palestinos han mantenido extensas relaciones con los países del Golfo. Las primeras células de Fatah se propagaron a través de Kuwait, Arabia Saudí y Qatar. Más tarde, el apoyo financiero del Golfo jugó un papel esencial para poner en marcha el inflado edificio de burocrático de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y financiar una amplia gama de salarios, incentivos y subvenciones.
Hay quien sostiene que el dinero que el Golfo dio a la OLP tenía como objetivo limar sus posiciones radicales y domesticarla en términos políticos con el fin de convertirla en un órgano subordinado compatible con las posiciones políticas de los países del Golfo, más moderadas. La posición adoptada por la OLP durante la crisis del Golfo de 1990, cuando declaró su solidaridad con Iraq, bastó para que los países del Golfo cortaran los subsidios. La crisis financiera de la OLP resultante de esa decisión pudo ser uno de los estímulos que explican su iniciativa de participar en el proceso de paz con Israel a principios de la década de los 90.
Hoy, convertido Hamas en parte de un creciente poder político de la región llamado la Hermandad Musulmana, parece razonable suponer que el dinero del Golfo vuelve a su viejo juego. La experiencia después de las revoluciones de la «Primavera Árabe» ha demostrado que las sólidas conexiones de Qatar con los islamistas de la región refuerzan la imagen de éstos como partido moderado que al obtener el poder no adoptará posiciones radicales contra Israel o contra Estados Unidos. Los intentos de Qatar en este sentido pretenden contener los cambios políticos y sociales de la región renovando meramente los mismos regímenes autoritarios con nuevas caras. La iniciativa de Qatar en Gaza debe entenderse en este contexto.
Sin embargo, en términos de economía política, la reconstrucción de Gaza puede tener consecuencias. Como se vio en el Acuerdo de Taif de Líbano, el compromiso político es la senda para prevenir los conflictos que pudieran surgir durante la reconstrucción de la posguerra. Una situación similar podría darse en Gaza.
Recordemos que Gaza sigue siendo un territorio ocupado y que Hamas se sigue definiendo como un movimiento de resistencia. Sin embargo, Hamas también lleva el peso de ser la autoridad de Gaza lo que evidentemente ha afectado a su capacidad para resistir en los últimos años. En la práctica, el fuerte compromiso de Hamas en el «Proyecto de Autoridad», que podría tener una nueva dimensión ahora con el proceso de reconstrucción, puede resultar en el fortalecimiento del conflicto entre las prioridades políticas y las necesidades de reconstrucción. La búsqueda de la prosperidad económica implica sobre todo comprometerse políticamente. Mientras Hamas ensalza hoy en Gaza el lema de «Gracias, Qatar», debería preguntarse por las consecuencias políticas de mañana.
Rami Jarais es licenciado en Económicas y comentarista sobre política de Oriente Próximo. Está en Twitter @RamiNKhrais.
Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/thank-you-qatar