Traducido del inglés por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
La «Ley de la Naqba» fue aprobada en una primera lectura el martes pasado. La ley prohíbe el luto por la Naqba, el Día de la Independencia de Israel. Infringir la ley acarreará elevadas multas y la retirada de financiación gubernamental de las autoridades municipales.
Guardaré luto del Día de la Naqba. Estaré de luto por los palestinos desaparecidos, la mayoría de los cuales nunca conocí. Guardaré luto por la tierra santa que está perdiendo su humanidad, su paisaje, su belleza y a sus hijos en el altar del racismo y del mal. Estaré de luto por los jóvenes judíos que invaden y profanan los hogares de familias en Sheik Jarrah, echan a sus moradores a la calle y después cantan y bailan en recuerdo de Baruch Goldstein, el asesino infame de niños palestinos, mientras los propietarios de los hogares profanados con sus hijos y ancianos duermen bajo la lluvia, en la calle, frente a sus propias casas.
Estaré de luto por los soldados y policías que protegen a esos malvados invasores judíos ortodoxos sin ningún cargo de conciencia. Guardaré luto por las tierras de Bil’in y Ni’lin y por los héroes de estas dos poblaciones, muchos de ellos niños de 10 y 12 años, que intrépidamente resisten por su derecho a vivir con dignidad en la tierra de sus padres. Estaré de luto por los derechos humanos que se han enterrado hace mucho tiempo en este país, por la sangre que se ha derramado impunemente, por las matanzas cometidas con bendiciones, por el mito sionista mendaz en el que me educaron y por la narrativa palestina aplastada que se prohíbe expresar pero cuya verdad ha vuelto y sus verdes brotes germinan entre los hierbajos y las leyes racistas.
Me afligiré por el ex Ministro de Educación Livnat, que defendió la ley contra el luto durante el día Naqba diciendo: «Si no tienen nada por lo que guardar luto, no tendrán ninguna razón para rebelarse», palabras dignas del peor de nuestros adversarios y el más malvado de los colonialistas.
Estaré de luto por todos nosotros que no hemos sabido qué hacer ante una ley que es pura crueldad, una de las docenas de leyes racistas que están en el proceso de asumir puestos de honor -si no todos los puestos- en los códigos del Estado judío democrático. Me afligiré por la democracia en este país en el que la mitad de sus súbditos viven en condiciones que están prohibidas incluso para las bestias en otros países democráticos.
Estaré de luto por los niños. Por los que han muerto. Por los que ya no viven aquí y por los que viven aquí con los monstruosos golems en que se han convertido sus creadores cuya identidad está conformada por el miedo, la maldad, el racismo el amor torticero a una tierra que nos es suya, el odio por todo lo que no está en su imaginario y un apetito insaciable por las matanzas.
Estaré de luto el Día de la Naqba. Y también durante el día que lo precede que llamamos el Día de Recuerdo y que no es nada más que un día dedicado al culto de carne muerta, al final del cual cada uno sale y asa a la parrilla otra clase de carne muerta sobre las llamas, canta, baila, come en exceso y se emborracha. Me afligiré por nuestro Día de la Independencia que no es nada más que una celebración del triunfo del asedio y la subyugación.
Por todas estas cosas estaré de luto el Día de la Naqba. Me uniré a los millones de desposeídos, oprimidos y humillados que no ha desistido del futuro y quienes todavía creen que hay una posibilidad, quienes siguen firmes como testigos y antorchas del verdadero espíritu humano.
Estaré de luto el Día Naqba para ser digno de ellos, de modo que mis hijos sepan de qué lado estoy y de modo que ellos también puedan creer que hay una posibilidad para la esperanza y un futuro en el cual la justicia prevalecerá.
Traducción del hebreo de George Malent.
La profesora Nurit Peled-Elhanan, Premio Sajarov de los Derechos Humanos, pertenece al colectivo Bereaved Families for Peace y es una de las promotoras del Tribunal Russell para Palestina.
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