Tras la reciente matanza de niños, mujeres y ancianos palestinos, el Estado terrorista de Israel sale nuevamente airoso, siendo apenas «condenado» por un puñado de naciones, y criticado tibiamente por la ONU, cuyo secretario general Ban Ki-moon, con tono diplomático-hipócrita, hace referencia a un conflicto entre dos partes que no se entienden, y no a […]
Tras la reciente matanza de niños, mujeres y ancianos palestinos, el Estado terrorista de Israel sale nuevamente airoso, siendo apenas «condenado» por un puñado de naciones, y criticado tibiamente por la ONU, cuyo secretario general Ban Ki-moon, con tono diplomático-hipócrita, hace referencia a un conflicto entre dos partes que no se entienden, y no a un exterminio de palestinos y al despojo territorial progresivo que padecen éstos. Una vez más el ejército de asesinos sionistas baña en sangre a Palestina, en busca de apoderarse de la «Tierra Prometida» para el asentamiento de colonos israelíes y para el acceso fácil a recursos energéticos; y sabe que su deleznable accionar no tendrá consecuencias negativas para Israel.
Y una vez más Gobiernos como el argentino y el venezolano, cuyos discursos se fundamentan en buena media en el antiimperialismo y el humanismo, sólo atinan a atacar verbalmente al terrorismo israelí, como si las palabras hicieran mella en un movimiento tan poderoso e influyente como el sionismo. En el caso del Gobierno venezolano, el canciller Elías Jaua expuso recientemente la siguiente propuesta:
«1. Que nuestro Movimiento demande al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que adopte una resolución en la que se ordene al Estado de Israel el cese inmediato de la ofensiva militar y el levantamiento del bloqueo a la Franja de Gaza.
2. Que nuestro Movimiento solicite al Gobierno de los Estados Unidos de América que en aras de preservar la vida de la población civil en Gaza, no ejerza el poder de veto contra la mencionada resolución. Es hora de mostrar que Estados Unidos no tiene un doble rasero en el cumplimiento de la Carta de Naciones Unidas.
3. Que el Movimiento de los Países No Alineados, bajo la guiatura de la República Islámica de Irán como actual Presidente de su Buró de Coordinación, coordine una masiva entrega de ayuda humanitaria al hermano pueblo de Palestina».
Más allá de que esta propuesta tenga la mejor de las intenciones para aliviar el sufrimiento de los palestinos, sirve de poco o nada para frenar la barbarie israelí. Nótese como el canciller Jaua exige a la ONU que intervenga en favor de Palestina, ignorando que dicho organismo jamás ha podido, o no ha querido, controlar el expansionismo sionista en el Oriente Próximo; cada resolución en contra del Estado de Israel, ha sido totalmente desestimada por las autoridades israelíes de turno. Y en cuanto a pretender que Estados Unidos cumpla la carta de las Naciones Unidas en el asunto aquí concerniente, pues es como llover sobre mojado, teniendo en cuenta, sobre todo, la ineludible vinculación del águila imperial con el sionismo, y el firme apoyo estadounidense a la política guerrerista-terrorista de Israel en el Cercano y Medio Oriente.
Considerando entonces que lo expuesto por Jaua es realmente inefectivo contra el terrorismo israelí, estimamos que hace falta más que palabras para ejercer una verdadera presión sobre el Gobierno de Israel. Acciones como las siguientes, a tomar por aquellas naciones que se consideren solidarias de la causa palestina, serían mucho más contundentes que los reiterados discursos criticando y denunciando al sionismo:
1) No tener ningún tipo de relación con Israel, ni siquiera en los ámbitos educativo y científico.
2) Boicotear cualquier mercancía elaborada y/o distribuida por empresas israelíes y globales pro-sionistas. Aquí están incluidas transnacionales como Coca-Cola, Nestlé, McDonald’s y Johnson&Johnson.
3) Expulsar a las corporaciones mencionadas en el apartado anterior y a otras vinculadas con el sionismo.
4) Expulsar a todos los israelíes que justifiquen las matanzas periódicas de niños, mujeres y ancianos palestinos.
Por desgracia, los planteamientos anteriores difícilmente serian tomados en cuenta por cualquiera de los gobiernos que han denunciado las acciones terroristas de los sionistas contra los palestinos, y es que en la casi totalidad de los casos hay excelentes relaciones con el Estado de Israel, más allá de la retórica antiterrorista. En Venezuela, por ejemplo, se han pronunciado de manera categórica decenas de funcionarios y autoridades contra la nueva arremetida del sionismo, se han realizado marchas y otras manifestaciones populares apoyando a los palestinos, y además continúa la ruptura diplomática con Israel; no obstante el Gobierno del país suramericano mantiene relaciones en diversos aspectos con su homólogo israelí, y está vinculado con Nestlé, Coca-Cola y otras corporaciones que apoyan de una u otra manera las masacres periódicas en Palestina.
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