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¿Hacía un nuevo 14 de julio de 1789 en El Cairo?

Fuentes: Rebelión

«El pueblo estuvo del lado de la revolución del Ejército en 1952 y ahora el Ejército debe de estar del lado de la revolución del pueblo». Esta es la frase que más se ha repetido a través de los medios de comunicación independientes del mundo árabe en las horas de euforia popular que inundó las […]

«El pueblo estuvo del lado de la revolución del Ejército en 1952 y ahora el Ejército debe de estar del lado de la revolución del pueblo». Esta es la frase que más se ha repetido a través de los medios de comunicación independientes del mundo árabe en las horas de euforia popular que inundó las ciudades egipcias y árabes, desde el Oceano Atlántico hasta el Golfo, tras la vergonzosa huida de la escena política del dictador Hosni Mubarak, en repitición casí mimética de la huida hace menos de un mes del dictador tunecino, Ben Ali.

Sin embargo, aún no ha llegado a su fin esta milagrosa revolución que todavía parece irreal para millones de egipcios y árabes, y cuyos probables resultados, a todos los niveles, podrían ser, según observadores, pensadores e historiadores árabes y occidentales, de mayor envergadura que la que tuvo en su momento la revolución francesa para Europa y el mundo. No hay que olvidar que El Cairo, con sus 18 millones de habitantes, no es sólo la capital de 80 millones de egipcios sino que es además la capital de hecho de otros 170 millones de árabes.

Régimen Militar, Nada de Cambio

Los cuatro comunicados que han sido difundidos hasta ahora por el Consejo Militar Supremo (CMS), que desde el día 11 de febrero capitenea ahora la nave del poder en El Cairo, no han entrañado ningún golpe de timón que haya afectado lo más mínimo al rumbo que mantenía su anterior capitán, Mubarak.

El nuevo hombre fuerte de Egipto es el presidente del CMS y actual ministro de Defensa y Producción Bélica, general Mohammad Husein Tantawi, un anciano de 75 años, originario de la región sureña egipcia de Nuba, que relevó a Mubarak en el cargo de Jefe Supremo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Es un hombre de confianza de Mubarak que fue elegido por el ex-dictador para ocupar la cartera de Defensa en el 2005. Los miembros más importantes de esta Junta Militar que ahora controla el poder en Egipto, son los generales de División, Sami Anan, que desde el 2005 es jefe del Estado mayor de las Fuerzas Armadas, de 62 años, Rida Mahmuud Hafez, Jefe de las Fuerzas Aéreas desde el 2008, y Mahab Mamish, jefe desde el 2007 de la Marina de Guerra. A estos hay que añadir el nuevo primer ministro, general de División Ahmad Shafiq y su ministro del Interior, general Mahmud Wajdi. Todos estos son hombres de confianza de Mubarak y auténticos pilares de su régimen, con lo que nadie se puede llamar a engaño.

La Matanza de la Iglesia de Alejandría

Si tomamos como ejemplo la actuación del titular del Interior desde que fue nombrado en este cargo, el pasado 31 de enero, hasta la caída de Mubarak, con más de 100 muertos y miles de heridos en su haber de entre los manifestantes en distintos lugares de Egipto, especialmente en El Cairo y Al Arish, en el sur del país, entenderíamos hasta que punto el talante de la cúpula militar gobernante desde el 11 de febrero, fecha de la huida de Mubarak del poder, sigue siendo el mismo que el del anterior Gobierno egipcio, disuelto por Mubarak el 29 de enero pasado, en el que el general Habib Al Adly, entonces ministro del Interior, sembró el terror en las filas del pueblo, afianzando siempre un sistema hermético de detenciones y encarcelamientos masivos y arbitrarios, además de una práctica institucionalizada y normalizada de torturas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales. Por supuesto que todas estas prácticas criminales han contado siempre con las bendiciones de los sucesivos gobiernos estadounidenses. Se trata del mismo ministro, Adly, que ha sido acusado, con pruebas irrifutables aportadas por los servicios de Inteligencia británicos, de ser el cerebro que preparó la explosión en una gran Iglesia de Alejandría, en la pasada Nochevieja, provocando la muerte de una treintena de personas, en su mayoría cristianas. Tras aquella matanza, el propio régimen de Mubarak se esforzaba, en una gran operación mediática, en acusar del crimen a islamistas de la franja de Gaza, con lo que pretendía afanosamente servir los intereses y las estrategias de Israel. Hasta este límite de vileza había llegado el régimen dictatorial egipcio en su sumisión a Israel y en su traición a su propio pueblo.

Altos Mandos

Lo que tenemos ahora, tras la marcha de Mubarak, es una probable y magna operación de camuflage que lleva a cabo la actual cúpula militar, que en su conjunto está vendida enteramente a Estados Unidos e Israel, en la que el anciano general Tantawi y sus compañeros del (CMS) pretenderían aparecer ante los millones de revolucionarios pacíficos como salvadores del país y aliados del pueblo. Sin ambargo, varios comentaristas egipcios, como Abderrahman Samir, portavoz de la autodenominada Alianza de Jovenes de la Revolución de la Ira, y Ahmad Maher, coordinador del opositor Movimiento 6 de Abril, subrayaron, a através de distintos medios de comunicación árabes, el hecho de que ninguno de los miembros del CMS participó con el pueblo en las celebraciones habidas tras la huida de Mubarak.

Por otra parte, otros observadores egipcios destacaron el hecho de que no se puede confiar en los altos mandos del Ejército «que siempre suelen ser comprados por el dictador de turno» recordando en este contexto lo sucedido en la llamada Revolución de los Oficiales Libres, que derrocó al rey Faruq en 1952, y que fue llevada a cabo por 18 oficiales de baja graduación, como Gamal Abdel Naser, Abdel Hakim Amer y Anwar El Sadat. Aparentemente, aquél Movimiento militar era encabezado por el general de división, Mohammad Nagib, pero, es de dominio común, certificado por distintos historiadores egipcios, entre ellos Rifat Yunan, en su libro en lengua árabe, «Mohammad Nagib: lider de una revolución o fachada de un Movimiento» el general Nagib solo era una fachada elegida para jugar este papel por los propios Oficiales Libres. Así, Nagib encabezó, sin apenas ejercer el poder, el Consejo de la Revolución, de 1952 hasta 1954, como una simple fachada hasta que fue destituido por los Oficiales Libres en noviembre de aquél año y sustituido por Naser.

Todo esto lo recordaban varios comentaristas egipcios desde que fue difundido el segundo comunicado del CMS, al que siguieron un tercero y un cuarto, viniendo a confirmar muchos temores de que esta Junta Militar lo que pretende es realizar un mero maquillaje del régimen, incluida la eliminación de la escena política de Mubarak y su recién nombrado vicepresidente, Solaiman, pero nunca instituir un nevo régimen en el que los militares se queden al margen del gobierno y obedezcan a un poder civil, cosa que no ocurre en Egipto desde 1952.

Protegen a Mubarak

Por otra parte, la manera con que la cúpula del Ejército organizó la dimisión y posterior desaparición de Mubarak, tras haberle apoyado firmemente a lo largo de 18 días de multitudinarias protestas incesantes en todo el territorio egipcio y a pesar de la muerte de unas 300 personas y de los miels de heridos caídos a manos de la fuerzas del orden y de sus bandas de criminales, maleantes y miembros del partido gobernante, el Nacional Demócrata, desvela que el CMS no es más que la prolongación del régimen que el pueblo egipcio quiere derribar a toda costa. Más de 40 hoars después de la «abdicación» del faraón, nadie sabe nada sobre su paradero, dato este que es herméticamente ocultado por el propio CMS, con todo lo que significa esto de protección y complicidad de un hombre que el pueblo reclama para responder de sus innumerables crímenes y para que devuelva a la nación la fortuna de 70 billones de dóaleres que según varias fuentes fiables ha rabado tanto él como su familia a lo largo de sus tres décadas de dictadura.

Sin embargo, este mismo CMS que tan celosamente protege a Mubarak , a sus hijos y a sus allegados, y que le ensalzaba con muchas palabras grandilocuentes en su comunicado número 3, ha presentado al pueblo egipcio otros chivos expiatorios como son el ex ministro el Interior, Adly, el actual ministro de Tursimo, Anas Faqui, que fueron puestos bajo arresto domiciliario y sus fondos y propiedades en Egipto embargadas. También han sido prohibidos de viajar y sus bienes embargados tanto el que fuera primer ministro hasta el pasado 29 de enero, Ahmad Nazif, como el secretario de Administración del gobernante PND, el multibillonario Ahmad Izz, quien dimitió de su cargo el pasado 29 de enero. En cambio, en Suiza, la Justicia ha respondido en las últimas horas a varias demandas judiciales, congelando las cuentas bancarias del propio Mubarak y de otras 20 personalidades egipcias.

Golpe de Estado

¿Estamos de hecho ante un golpe de Estado pactado previamente con Mubarak y Solaiman? Efectivamente. El propio general Solaiman amenazó, en su reunión con los redactores jefes de los medios de comunicación egipcios, dos días antes de la dimisión de Mubarak, con la posibilidad de un golpe de Estado en caso de que los revolucionarios mantuvieran su postura de rechazo al diálogo con él. El día antes de la marcha de Mubarak, el hasta ahora ministro de Exteriores, Ahmad Abul Geit, uno de los más abnegados servidores de Israel dentro del régimen de Egipto, amenazaba en una entrevista con la televisión estatal egipcia, Al Nil, con la intervención del Ejército contra los que calificó de «aventureros» subrayando, siempre en tono amenazador y chulesco, que los militares, de producirse su intervención, «se verían forzados a defender la Constitución, en fidelidad a su juramento, y se verían forzados, también en fidelidad a su juramento, a defender la Seguridad Nacional de Egipto, lo que nos colocaría en una situación de extrema gravedad».

O sea, ahora mismo Egipto, que está tomada por el Ejército, como lo era a lo largo del régimen de Mubarak, se encuentra, según su ministro de Exteriores, en «una situación de extrema gravedad» en el que el único objetivo de la Junta Militar que detenta el poder es devolver la normalidad a las calles de El Cairo y demás ciudades del país. Entonces, el millón y medio de agentes del órden pertenecientes al ministerio del Interior (sí, han leído bien: 1,5 millón de policías, mientras que el Ejército en activo se compone de tan sólo 340.000 regulares) pondrán de nuevo su terrible máquina en funcionamiento para posiblemente detener y aniquilar a los cabecillas de la revolución. En ese caso, la persecución policial se llevaría a cabo casa por casa, lo que nunca ha dejado de ser una práctica habitual del régimen de terror de Mubarak.

Sin embargo, a las amenazas de Solaiman y Abul Geit, han respondido varias personalidades de la oposición, entre ellos Mohammad El Baradei, premio Nobel de la paz de 2005 y fundador de la Asociación Nacional para el Cambio, quien había anunciado su candidatura para las próximas elecciones a presidente que estaba previsto que se celebren el próximo mes de septiembre. El Baradei aseguró que el pueblo no se dejaría engañar y que si el Ejército no realiza el cambio exigido por la revolución los manifestantes volverán a las calles para defenderla. Por su parte el Movimiento de los Hermanos Musulmanes, la formación política de más arraigo e influencia en el país, aunque prohibida, ha asegurado que en caso ser materializadas las amenazas de de golpe de Estado los millones de manifestantes ocuparán de nuevo las calles.

Reivindicaciones

Por otra parte, si leemos detenidamente los últimos dos comunicados del CMS, que son los que realmente importan, y el único comunicado, que contiene 10 reivindicaciones, atribuido a los millones de revolucionarios jovenes y leído, horas después de la dimisión de Mubarak, a través de Al Jazira, por Mohammad Fuad, vicepresidente del Consejo de Estado, el más alto organismo judicial en Egipto, especializado en dirimir las disputas entre los particulares y las administraciones del Estado, encontramos que ninguna de estas reivindicaciones han sido atendidas hasta ahora.

Estas reivindicaciones son:

1- El levantamiento inmediato del estado de Emergencia, en vigor desde la llegada de Mubarak al poder.

2- La inmediata puesta en libertad de los prisioneros políticos.

3- La abolición de la actual Constitución y de sus sucesivas modificaciones.

4-La disolución de las dos cámaras del Parlamento.

5- Constituir un Consejo Transicional de Presidencia formado por 5 miembros entre ellos una sola personalidad militar y cuatro civiles elegidos de entre los nacionalistas consensuados y de reconocida trayectoria, con la limitación de que ninguno de los 5 miembros pueda ser candidato en las próximas elecciones a presidente.

6- La formación de un Gobierno de transición formado por nacionalistas independientes que no pertenezcan a partidos ni a corrientes políticas, que asomaría la administración del país y la preparación de unas elecciones generales, libres y transparentes, que se celebrarían en un plazo máximo de 9 mesese contados a partir de la formación del mencionado gobierno.

7- La formación de una Asociación Constitutiva que se encargaría de redactar una Constitución democrática que esté en concordancia con las constituciones democráticas más legendarias y con las cartas internacionales de Derechos Humanos. Esta Constitución sería aprobada en un referendúm popular que se celebraría en el plazo de 3 meses contados a partir de la formación de la mencionada asociación constitutiva.

8- Establecer la libertad de formación de partidos políticos en base a principios democráticos y pacíficos intachables, sin limitación o condición alguna, bastándo sólo con la comunicación por escrito a las autoridades competentes de la formación de cada uno de estos partidos.

9- Establecer la libertad de expresión y de tráfico de información.

10- Establecer la libertad sindical y la libertad de formación de organizaciones de la sociedad civil. 10- Derogación de todos los Tribunales militares y de todas las sentencias dictadas por los mismos contra civiles.

El comunicado popular revolucionario empieza por decir: «anunciamos la continuación de esta revolución pacífica hasta la victoria y la consecución de todas y cada una de sus reivindicaciones». Tras ennumerar las 10 reivindicaciones, el comunicado dice que «Nosotros, las gentes del pueblo de Egipto, pedimos al Ejército nacional leal que anuncie que hace suyas todas estas reivindicaciones de la revolución y su absoluta aliniación con el pueblo».

Calculada Ambigüedad

Nada de esto ha sido asumido hasta ahora por el CMS, que en su último comunicado, número 4, difundido horas después de la marcha de Mubarak, convierte al actual Gobierno, formado por el propio dictador, en un Gobierno de Gestión, sin establecer plazos, y promete la formación de un Gobierno de transición. La cúpula militar, en este comunicado, habla de la transición política de un modo muy complicado y ambiguo, que dice textualmente: «Aspirar a garantizar la transición del poder en el marco de un sistema democrático libre que permita que una autoridad civil electa asuma el poder y gobierne el país para la construcción del Estado democrático libre». Se trata de una formula my rebuscada en la que no se quiso prometer nada en concreto ni establecer fecha o plazo alguno.

Los Acuerdos de Camp David

Lo úncio concreto que prometió la Junta Militar hasta ahora es lo siguiente, también en su comunicado número 4, el mismo día de la dimisión de Mubarak: «Egipto se compromete a respetar todos los compromisos y tratados regionales e internacionales». Esta fue la única vez que el CMS, a lo largo de sus cuatro comunicados, utilizaba el verbo comprometer referido a una acción futura, con lo que se reafirma en su lealtad a los Acuerdos de paz de Camp David, firmados por Sadat y su régimen y el primer ministro de Israel, Menchem Beguin, en 1978. Acuerdos estos que le costaron la vida a Sadat en 1981 y fueron mantenidos y puestos en práctica, hasta limites de servidumbre a Israel, por parte de Mubarak y su régimen.

Aunque no figura entre las 10 reivindicaciones del mencionado comunicado atribuido a la revolución, es de dominio común que lo que hace del futuro de la revolución egipcia una cuestión de máxima importancia estratégica para el mundo árabe, Occidete y el ersto dl mundo, es precisamente el futuro de los Acuerdos de paz de Camp David, ya que su abandono, congelación o derogación por parte de Egipto, daría un vuelco histórico de la máxima gravedad a la región de Oriente Próximo y a las relaciones entre Occidente y el mudno árabe. Es precisamente por ello por lo que sería impensable que Washington permita la implantación de una democracia plena en el país del Nilo, por lo que supondría de muy serio peligro para el futuro de Israel, lo que explicaría la resistencia de Mubarak a abandonar el poder y la inamovible postura antidemocrática del CMS egipcio.

Así vemos como la mayoría de los portavoces, observadores, intelectuales, manifestantes, hombres y mujeres que hacían declaraciones a las televisiones árabes independientes desde distintos puntos de Egipto exigían la derogación de los mencionados Acuerdos de Camp David. Por ello no es de extrañar que todo el personal diplomático de la embajada de Israel en El Cairo haya huido de Egipto poco después de estallar la revolución, el pasado 25 de enero.

A este respecto, el gran poeta egipcio, Ahmad Fuad Najm, celebre por sus populares poemas en los que ridiculizaba a Mubarak y a su régimen (por lo que fue encarcelado varias veces) decía a través de Al Jazira, al comentar la noticia de que Israel está concentrando tropas en la frontera con Egipto: «Ojalá Israel nos ataque y ser así ellos los que derogan los Acuerdos para que nuestro pueblo pueda a su vez atacarlos y liberar a los árabes, de una vez por todas de, este mal».

Por su parte, el gran actor egipcio, además de poeta y escritor, Jaled Assawi, decía: «Tenemos el deber de desmontar todo lo relacionado con este régimen, incluida la Constitución y el sometimiento a Estados Unidos y a Occidente».

¿Hacía un nuevo 14 de julio 1789?

Lo que sí es seguro, ante esta situación tan insegura y ambigua por la que atraviesa Egipto, es que, como también dijo Al Sawi: «Esta revolución seguirá hasta hacer realidad la dignidad y el orgullo para cada ciudadano. Se acabó, el pueblo ya conoce sus armas y sabe como reencontrarse».

Así que, de seguir adelante la ambigüedad del Ejército, constataríamos que la revolución egipcia no hizo más que empezar y que tendría aún nuevos capítulos y nuevas victimas. En cuyo caso, solo los oficiales de baja graduación del Ejército serían quienes zanjarían la cuestión posicionando al Ejército decididamente del lado del pueblo. Si no, no quedaría otro remedio que la toma del poder por el pueblo mismo, como ocurrió en la revolución francesa. Esperemos no tener nunca que llegar a un sangriento 14 de julio similar al de 1789 en París.

Sin embargo, la obstinaión de la cúpula militar egipcia en su sometimiento a Estados Unidos e Israel, significaría la denegación de cualquier acceso del pueblo a una auténtica democracia en Egipto, lo que permitiría augurar los peores escenarios para los próximos meses.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.