Un asedio es la prohibición tanto de entrada como salida a un territorio. Es un bloqueo de salidas. Un bloqueo de sueños. Un bloqueo prácticamente, de toda la vida de un pueblo.»Un asedio es una batalla en las que los protagonistas son mujeres, niños y ancianos y que ninguno de ellos ha elegido. Un asedio es un castigo colectivo contra una población entera. Es un crimen de guerra», explica el periodista Yassin Swehat. El pueblo sirio lleva viviendo este asedio desde el 2010, año en el que el Ejército del Islam inició un conflicto armado en todo la región del Eufrates.
Más de diez años de guerra que nunca se dan por finalizado, dejando atrás un país lleno de sueños rotos cubiertos de cenizas. La comisión de las Naciones Unidas declara el territorio sirio como país inseguro. De forma que, miles de ciudadanos sirios no pueden volver a casa porque en cualquier momento puede estallar un coche bomba, volar por los aires un edificio o incluso peor, ver a tus seres queridos morir delante de tus ojos. Más de 40.000 niños siguen en tierra de nadie, porque su país de origen se niega a repatriarlos, dejándolos desamparados y autoproclamándolos hijos de la guerra.
Los campos de refugiados se han convertido en sus nuevas casas. Los niños ya no juegan a ser mayores porque han tenido que crecer a la fuerza viendo las desgracias de su país. Las mujeres coraje luchan por el futuro de sus hijos pero nadie las escucha. En Afrin y Ra ‘s al-Ayn, localidades de la ciudad siria de Alepo, la gente vive con miedo a las bombas. El pasado 12 de junio de este año murieron 243 víctimas, entre ellas, la mayoría mujeres y niños en siete ataques.
La guerra sigue y el presidente de Siria, Bashar al-Assad, quien controla el 70% del territorio, prefiere mirar para otro lado.
El 15 de marzo se cumplieron diez años desde que comenzaron las revueltas contra el gobierno de Bashar al-Assad, provocando una guerra civil que llevó al pueblo entero a la ruina, siendo la población civil la principal protagonista de esta sangrienta tensión y declarando la situación de Siria como “una de las mayores crisis humanitarias y uno de los mayores éxodos del siglo XXI”, así lo describe Yassin Swehat, periodista miembro de Al-Jumhuriya, plataforma social que da voz a los sirios que están sufriendo el conflicto de su país.
388.652 personas han fallecido desde ese 15 de marzo de 2010, más de 200.000 personas han desaparecido desde la fecha. El nombre de Samira Khalil figura entre ellas. El próximo 9 de diciembre se cumplirán 8 años de su desaparición.
Son casi las 9, en algún lugar de España la típica familia media estará poniendo la mesa para comenzar a cenar mientras ven el telediario. Más allá de las fronteras españolas, en Douma, son las 10 de la noche, una hora más que en la costa mediterránea. A las 10 de la noche, casi en invierno, lo habitual es haber terminado tu jornada laboral y permanecer en casa leyendo un buen libro o disfrutando de tu familia. En Douma no. En Douma cae la noche y hace frío, como en todos lados, pero ya nadie sabe lo que es disfrutar, porque ya nadie sabe lo que es vivir en libertad.
La Siria de los Asad
Antes de su desaparición, Samira Khalil estuvo encarcelada por el régimen de Hafez Asad, padre de Bashar. Desde los años 80 fue activista de la política de izquierdas, exactamente del Partido Comunista del Trabajo, lo que la llevó en el régimen de Asad a ser presa política durante 4 años. Sufrió en su propia piel dos intentos de silenciarla: en su juventud en prisión y, tiempo después, por el Éjercito del Islam.
“¿Saldremos lisiados de este asedio o ilesos?» escribe en sus notas Samira.
La situación es grave. Miles de sirios están atrapados en zonas gobernadas por los rebeldes o por el ejército, coartando su libertad y viviendo incluso peor que en cárceles, como describe la activista siria.
El asedio a Duma y la cárcel de mujeres son dos mundos tan distintos pero a la vez tan conectados que, para Samira, compartían muchas cosas en común: “ En su libro, ella compara ambas experiencias para mostrar lo duro y cruel de la situación, considera que la cárcel era más clemente que el asedio, en el que se producían bombardeos diarios y faltaban alimentos y productos básicos” nos relata la traductora del libro Diaro del asedio a Duma, Naomí Ramírez.
El estado de calma en Duma para Samira Khalil fue corto, tan corto que “Samira era un problema muy gordo tanto ideológico como de orden público, ya que les podrían cuestionar el poder en la zona”. Samira solamente ejercía su trabajo. Luchaba por los derechos de la mujer siria. Luchaba por el futuro de las niñas. ¿Acaso luchar por los derechos es un motivo de detención? Samira era (y es) una gran activista referente, ¿por qué callar las injusticias que sufren las mujeres sirias? Fue la noche del 9 de diciembre de 2013 la última vez que se supo de Samira. Desde ese día, nadie sabe nada.
«Todo lo que tiene que ver con la vida está bajo los escombros. Estas imágenes permanecerán en mi memoria toda la vida. Sólo la muerte podrá borrarlas, o una victoria rápida que salve lo que queda de la destrucción y devuelva algo de vida a una revolución que ha ofrecido lo más valioso que tenía: sus hijos«.
La desaparición en Siria es la prueba de fuego de la división que están sufriendo entre civiles y las fuerzas extremistas, suponiendo un golpe definitivo contra el gobierno de Bashar al-Asad, quien ha sido reelegido este mismo año con más del 95% de los votos, que según los expertos y observadores tradicionales, serían unas elecciones fraudulentas y no democráticas, “elecciones de chiste” prefiere llamarlas el periodista Yassin Swehat. ¿De qué valen esas cifras cuando hay un país que llora a sus desaparecidos y sufre una gran violación a los derechos humanos? Mientras que los principales protagonistas de esta guerra sean los civiles, las elecciones seguirán siendo papel mojado: “el foco de toda esta problemática hay que ponerlo en las sirias y los sirios, en Samira o Razan Zaitune, cofundadora también de nuestro medio Al-Jumhuriya” relata Swehat.
El caso de Samira no es un caso aislado y, desgraciadamente, es algo que comparten el régimen de los Asad, que durante décadas se ha encargado de «hacer desaparecer» a toda voz disonante, y los grupos islamistas que, alegando que defienden la revolución, en realidad siguen sus propias agendas y persiguen sus propios objetivos en los que las ideas de libertad y dignidad que inspiraron la revolución de 2011 no tienen cabida.
“Los número reales siempre son el doble de estas desapariciones forzosas, ya que en muchas incursiones militares muy fuertes no hay constancia ninguna de la cantidad de desaparecido”
Siria es un paradigma histórico en cuanto a desapariciones forzosas. Para superar estas cifras no tendríamos que remontarnos a Camboya para encontrar cifras semejantes.
El pueblo sirio no quiere a Al-Asad. El pueblo sirio quiere paz. Quiere descansar. Quieren volver a sus casas y sobre todo que su voz se oiga y retumbe en la otra parte. Que el mundo entero sepa lo que está pasando. Están sufriendo. Los están matando.
Mujeres activistas, mujeres defensoras de los derechos humanos siguen desaparecidas sin rastro ninguno. Razan Zaitune y Samira Khalil son dos de las miles de mujeres. Hoy lo contamos nosotras porque el ejército del Islam no le ha dado la oportunidad de contarlo a ellas. Lo contamos nosotras porque ellas hoy no pueden.
Lo que Samira Khalil nunca pudo contar
Los bombarderos sobrevuelan varias veces al día y la población cuenta los misiles. La oscuridad llena las calles desiertas y las casas sin cristales…
Duma es un barrio de la periferia de Damasco, capital de Siria, en ella Los Duma 4, que así es como se conocen a Razan Zaituneh, Wael Hamada, Nazem Hamadi y Samira Khalil trabajaban juntos en la oficina que Zaitune había fundado en el barrio sirio antes del asedio: el Centro de Documentación de Violaciones y la Oficina de Apoyo al Desarrollo Local y a Pequeños Proyectos.
Además, Khalil, antes del 9 de diciembre de 2013, trabajaba en proyectos de ayuda y empoderamiento a mujeres sirias para tener independencia económica. Fue entonces en la clandestinidad cuando comenzó a escribir su libro que más tarde publicaría su marido y compañero activista Yassin Al-Haj Saleh: “quería contaros lo que veo, no daré detalles gráficos de lo que vemos y oímos aquí. Ni hablaré de la madre que vio a su hijo hecho pedazos delante de ella”.
Como si fueran fotografías instantáneas, Samira relata uno por uno los trágicos sucesos de los que fue protagonista : “os lo contaré cuando haya asimilado un poco todo lo que he visto y oído”, escribía con dedos temblorosos Samira en sus notas escritas en papel.“
«La gente huye de la muerte en una barca que se hunde y no encuentra nada a lo que agarrarse. Los países cierran sus fronteras en la cara de quien intenta huir con sus hijos de una muerte segura (…) No somos más que números…”
Razan Zaitune, Nazem Hamadi figuran también entre esos números de los que habla Samira. Razan Zaitune, amiga y compañera de Khalil, es una periodista y abogada que denuncia las violaciones de los derechos humanos en Siria. También fue secuestrada junto con su marido y compañero activista, Wael Hamada y el poeta y abogado Nazem Hamadi.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos son ya 465.000 personas desaparecidas de las que nadie sabe su paradero. Samira buscó en Duma refugio para huir de la persecución del régimen de Bashar Al-Assad. Allí encontró miles de mujeres que la necesitaban. Mujeres que habían quedado desamparadas porque su familia había sido detenida. Siempre estuvo cerca de los ambientes intelectuales de Damasco.
Yassin Al Haj Saleh , marido y uno de los intelectuales más reconocidos en Siria a día de hoy, fue quien reunió todos sus documentos y artículos publicados en su foro de Facebook para escribir su diario: «Desde Al Ghuta, una madre de 30 años, que perdió sus documentos y certificados, la ropa de sus hijos y los muebles de su casa bajo los escombros, huyó con sus hijos de la muerte. No se llevó más que a sus hijos. Hacía seis meses que no sabía nada de su marido: dicen que está detenido. No sabía cómo dar de comer a sus cuatro hijos. La gente del barrio le había dado cobijo en una casa cuyas paredes horadaron los proyectiles«, este es uno de los fragmentos que describen lo que vivió Samira en Duma.
Una vez que el régimen sirio comenzó a buscar a Samira, tuvieron que huir de Damasco y vivir en la clandestinidad hasta que cruzó la línea de frente entre Damasco y Duma : “Duma en el 2011 estaba fuera del control del régimen, todavía no estaba controlada por el Ejército del Islam, sino por facciones locales” En esta zona estaba libre de peligro. Pero la calma duró poco. El Ejército del Islam comenzó a ganar poder y a controlar la ciudad, Samira se convirtió en el centro de diana del ejército : “Samira era un problema muy fuerte tanto ideológico como de orden público, ya que les podrían cuestionar el poder en la zona” añade Yassin.
En julio de 2013 su marido logró escapar hasta Turquía debido a la gran presión que ejercían los grupos rebeldes sobre ellos, pero Khalil decidió aguantar un poco más. Decidió aguantar y meses más tarde, fue demasiado tarde. La ciudad cayó bajo el contro de Jaish al Islam. Desde 2013 Duma no recibe ayuda humanitaria y sufre cortes eléctricos de forma repentina. Toda la vida de Duma está controlada por el grupo terrorista extremista.
“El mundo ha cerrado su corazón y se fue de vacaciones” Diario de un asedio a Duma, 2013.
“Nosotros pensábamos que esto se solucionaría, sabíamos que la situación en Duma había empeorado mucho , pero no teníamos la idea de hasta dónde podría haber llegado el Ejército del Islam. Había siempre mucho caos, tensiones y secuestros, pero al fin y al cabo siempre se acaban resolviendo de una manera u otra. Pensábamos al principio que se podía solucionar.”
“Nuestra primera idea era ver quién les podía poner presión, pensábamos incluso que solamente se los llevaron unas horas para asustarlos y que de esta manera abandonaran la zona” pero nunca fue así. Cuando comienzas a ver e investigar que hay un grupo que es el único sospechoso ya todo cuadra. “Ya entonces entiendes que no es un secuestro con algún fin, o alguna coacción, ya estamos hablando de una desaparición forzosa”, señala con certeza Swehat.
Que no exista el caso de Samira en los medios es una prueba más de la invisibilización que sufren los sirios , solamente se conoce a los sirios cuando mucha parte de ellos se convirtieron en refugiados y comenzaron a ser un peligro.
Seguimos defendiendo que la causa siga presente. Que se siga luchando por ellas. Nosotros no nos rendimos.
Su paradero es desconocido aunque sus familiares y amigos han intentado en múltiples ocasiones conocer su destino, saber si al menos siguen vivos o que los responsables de su secuestro lo confiesen. El que entonces era líder del Ejército del Islam, Zahran Alloush murió en un bombardeo en diciembre de 2015, cortando así una posible línea de información fundamental, señala Naomí Ramírez, traductora del libro Diario del asedio a Duma y además licenciada en Filología Árabe.
A día de hoy hay denuncias puestas sobre el caso de Samira en Francia. Siguen atando cabos. De momento, en 2019 se detuvo a un principal sospechoso, un dirigente retirado del Ejército del Islam, que se encuentra en prisión pendiente de juicio. Esta lucha sigue aún vigente.
La causa de Samira Khalil sigue abierta, no hay novedades porque no hay noticias, pero es una herida que sigue abierta y se sigue reivindicando. Yassin Al Haj Saleh está promoviendo la Fundación Samira y Al-Jumhuriya sigue moviendo artículos de los 4 de Duma.
Después de una larga charla con Yassin Sewhat, decido preguntarle una de las cuestiones más difíciles de responder:
+¿En algún momento habéis perdido la esperanza?
-[Suspira] La esperanza no se puede perder en estos casos. Tenemos que seguir luchando para que vuelvan vivos. Tenemos las opciones de lo que haya pasado sobre la mesa. La desaparición forzosa es un crimen continuo porque no es un asesinato. Nuestra frase que siempre seguimos es “hasta que vuelvan vivos”. No nos podemos guiar por la esperanza porque si no caemos en un pesimismo. La esperanza como primer motor siempre vale, pero al final se va agotando.
“Samira tiene el consuelo de que su voz llegó y tuvo compañeros amigos y su esposo que siguieron su tema y publicaron su libro, se intenta que el tema siga vivo, pero esta no es la realidad de miles de mujeres sirias, añade Naomí Ramírez.
La noche del 9 de diciembre se cumplirán 8 años de la desaparición forzosa de Samira Khalil. Por Samira, por Razan y por todas esas mujeres que luchan por defender sus derechos. Porque nosotras seguiremos investigando.
“Hasta que vuelvan vivas”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.