DEIR AL-BALAH, GAZA- La mañana del 28 de diciembre, Yahya Al-Batran, de 40 años y padre de cinco hijos y tres hijas, se levantó de su destartalada tienda de campaña en la parte occidental de Deir al-Balah, cerca de la playa, para descubrir que su bebé de un mes, Jomaa, había muerto congelado. Su hermano gemelo fue hospitalizado por hipotermia en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa y se enfrenta a un destino similar. Al-Batran fue desplazado de Beit Lahia hace un año. Sus dos hermanos y muchos de sus familiares fueron asesinados ante sus ojos. Su casa quedó arrasada después de que las tropas israelíes invadieran y aniquilaran el campo.
Seis personas han muerto congeladas en Gaza durante la última semana, donde las bajas temperaturas han alcanzado los 40 grados Fahrenheit -8 grados Celsius-; cinco eran bebés de menos de un mes. El recién nacido de Al-Batran no será el último en morir de hipotermia, ya que las condiciones siguen deteriorándose en el territorio asediado.
«Mi mujer y yo nos levantamos por la mañana. Revisamos a los niños como siempre. Pero mi gemelo de un mes no mostraba ningún signo vital. Cuando lo toqué, su cuerpo estaba como una botella de hielo. Lo cogí y corrí al hospital a pie porque no tenía dinero para un taxi ni para un carro tirado por animales. Los médicos me dijeron al instante que había fallecido. No pude contenerme y rompí a llorar. Instantes después, mi mujer me llamó para informarme de que el otro gemelo no respiraba. Lo llevamos al hospital. Ahora está bajo los aparatos de reanimación dentro de la UCI. Sin embargo, los médicos me dijeron que moriría en las próximas horas», dijo Al-Batran, ahogándose de dolor.
«Vivo con mi familia y mis padres paralíticos en una tienda diminuta y endeble hecha con mantas rotas y trozos de nailon cerca del mar. Sólo tenemos cuatro colchones y cuatro mantas. Todas están muy destrozadas. Como por la noche hace más frío, recojo algo de basura para encender un fuego y calentar la tienda para los niños. Mis hijos y yo sólo llevamos una o dos prendas de ropa vieja. Siempre estamos temblando de frío durante las horas nocturnas. La mayoría de las noches duermo sin mantas y sólo me pongo el jersey.
«La madre de los bebés no puede amamantarlos porque está gravemente desnutrida y padece hipertensión. Por eso, los dos pesan 1,6 kg. Apenas comemos una vez al día, y lo hacemos en uno de los centros cercanos de distribución gratuita de alimentos. Una de mis hijas tiene el trauma de mirar a la arena porque lleva 14 meses comiendo Dugga. No tenemos comida, ni agua, ni ropa, ni medicamentos. Literalmente nada. Mi tienda se ha inundado por la lluvia y se la ha llevado el viento. Y yo sólo espero la muerte de mi otro bebé. No puedo soportar tanta angustia», declaró a Drop Site News.
«Lo más duro que alguien puede soportar es ver morir a sus hijos delante de él. No hay palabras para describir este sentimiento. Pero yo he tenido que pasar por eso. Mi mensaje al mundo es que hemos perdido nuestra dignidad, que lo hemos perdido todo. Necesitamos calor y paz. Alguien tiene que detener este genocidio».
La Dra. Syed es una médico de urgencias estadounidense que pasó casi un mes en Gaza como voluntaria en los hospitales de Gaza, especialmente en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, en Deir al-Balah. Dice que no le sorprende que los bebés mueran de frío: las condiciones de vida que presenció son duras y estos bebés viven en la costa, donde las temperaturas descienden considerablemente. También insiste en que la prohibición israelí de materiales de construcción, que impide construir viviendas adecuadas, contribuyó a sus muertes.
«Las viviendas tienen que ser más seguras. La zona de seguridad humanitaria no es ni humanitaria ni segura, ya que la mayoría de las víctimas que hemos recibido proceden de allí. Si queremos acabar con esto, necesitamos un alto el fuego inmediato y permitir la entrada de ayuda y contenedores decentes y materiales de construcción. Es muy difícil que los recién nacidos mantengan la temperatura cuando viven en circunstancias tan horribles y sin poder satisfacer las necesidades humanas básicas», explicó la Dra. Syed a Drop Site News.
«He estado en las tiendas de campaña de algunas personas y puedo imaginar el sufrimiento con el telón de fondo del viento y la lluvia extremos», añadió. «Además, la gente no tiene buena ropa para aislarse del frío. Tampoco disponen de medicamentos para prevenir la hipotermia. En consecuencia, hay una necesidad imperiosa de permitir la entrada de cobijo y una nutrición adecuada, que no es más que un derecho humano básico. Casi todos los niños que vi en el hospital presentaban signos de desnutrición y manchas de hipopigmentación en la piel y el pelo, así como algún tipo de afección infecciosa inflamatoria, por no hablar de las enfermedades gastrointestinales que están contrayendo debido a la terrible contaminación del agua. Vi a un bebé que no paraba de venir al hospital por diarrea, consecuencia de las mismas condiciones de vida. El futuro de los niños será muy sombrío. En realidad, no hay futuro».
El Dr. Jalid Abu-Habel, médico de urgencias voluntario en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, lleva trabajando incansablemente desde el estallido de la guerra genocida de Israel. Describe la situación en Gaza como «insoportable» e «irresoluble» en medio del continuo bloqueo israelí de los pasos fronterizos. «Al aire libre, a lo largo de la línea marítima, las temperaturas descienden enormemente. Así que es casi imposible protegerlos, aunque tengan ropa», declaró a Drop Site News.
«La gente en Gaza vive en tiendas de campaña», continuó. «La mayoría están a lo largo de la línea de costa. El entorno en el que viven desempeña un papel fundamental en su sufrimiento. Por lo tanto, la hipotermia es un resultado anticipado de las condiciones. Los niños no tienen ropa de invierno ni un buen refugio para aislarse del frío. Incluso están rodeados de desperdicios y basura y ya han contraído infecciones víricas. La mayoría están desnutridos e inmunodeprimidos. En consecuencia, sus cuerpos pierden temperatura y pueden caer en la hipotermia muy fácilmente».
Los recién nacidos, dijo, corren un riesgo especial: «La mayoría de los recién nacidos nacen con deficiencias o deformidades porque las madres han sufrido traumas inimaginables, desnutrición, deshidratación y diversas enfermedades. Estos niños se exponen fácilmente al frío y la hipotermia y mueren».
Sabrin Saleh, de 32 años, se ha refugiado en una tienda agujereada en Deir al-Balah con su marido y sus dos hijos, uno de los cuales es un bebé lactante, tras ser desplazada de Yabalya, en el norte de Gaza. Está muy preocupada por la salud de su bebé.
«El frío nos mata durante la noche. No podemos soportarlo. Estamos aquí durmiendo en el suelo con sólo dos colchones y tres mantas. Pero en realidad son sólo jirones de tela. Llevamos unos días ahogándonos desde que la lluvia se cuela por nuestra tienda perforada y nos moja a nosotros y a nuestras pertenencias. Estamos temblando de frío todo el día. Mi marido recoge leña para hacer un fuego y calentarnos. Pero como no podemos permitirnos traer leña todo el tiempo, a veces recurre a triturar su propia ropa o mantas para quemarlas para el fuego. Mis hijos y yo sólo tenemos algo de ropa vieja. No podemos permitirnos nada. Dependemos principalmente del centro de distribución gratuita de alimentos para nuestra única comida, y hemos estado pidiendo ayuda a organizaciones humanitarias. Sin embargo, sólo hemos recibido ayuda dos veces desde que estalló la guerra.
«Temo mucho por mi bebé, sobre todo después de la muerte de varios niños por frío en Gaza. Sólo lleva ropa de verano porque no hay ropa de invierno y, si la hay, se vende a precios exorbitantes. Desde que nació, hace un mes, no lo he bañado, salvo una vez, porque tengo miedo de su muerte inminente. Durante la noche, su cara se pone azul. Entonces cojo la toalla y la enrollo alrededor de su cuerpo. Mi marido y yo a veces ponemos nuestras propias mantas sobre nuestros hijos y no dormimos. ¿Qué hacemos? No tenemos ninguna solución. Nos duelen las rodillas y los huesos por las gélidas temperaturas. Pero ni siquiera podemos comprar medicinas para el dolor. Necesitamos un impermeable, un alojamiento adecuado y una buena alimentación. Mis hijos carecen de todo. Esta es nuestra vida empapada de dolor y horror extremos. Sólo espero que termine la guerra y podamos volver a lo que quede de nuestras casas».
Hossam Al-Nabahin, desplazado de 52 años y padre de ocho hijos huérfanos, lleva meses sobreviviendo con apenas nada desde que Israel bombardeó su casa y lo desplazó del campo de Al-Buraij, en el centro de Gaza. Uno de sus hijos padece una enfermedad renal crónica que trata con medicamentos que ahora le resultan demasiado caros. En su destartalada tienda de campaña de Deir al-Balah, las necesidades humanas básicas no se encuentran por ninguna parte.
«Tengo ocho hijos que necesitan desesperadamente de todo: comida, agua, ropa y medicinas. Pero no puedo conseguirles nada porque los precios están por las nubes, los alimentos básicos apenas están disponibles y para comprar ropa hace falta mucho dinero», explica. «Estamos temblando de frío todos los días en nuestra tienda situada en una zona muy abierta. La amarga realidad es que vivimos en la calle, donde no se ve protección, calor ni seguridad. Es un infierno. Lo único que tenemos son dos mantas y tres colchones. Nuestra tienda se ha inundado por la lluvia porque no puedo conseguir una lona. Mis hijos van siempre descalzos y sólo llevan una prenda de ropa. Siempre tienen enfermedades de la piel y gastroenteritis graves debido al clima glacial. Sin embargo, no puedo proporcionarles medicamentos, alimentos ni un buen refugio. ¿Qué más puedo decirles? Simplemente, no hay palabras».
«Nos reunimos alrededor de una hoguera de leña por la noche para calentar nuestros cuerpos», continuó. «Pero el frío nos debilita por la noche. Como mis hijos no soportan el frío, cojo mi única manta y los tapo con ella. Esta es mi cocina improvisada, donde sólo tengo una botella de aceite. Sólo comemos del centro de distribución gratuita de comidas. Hemos llamado a todas las organizaciones humanitarias, pero no hemos recibido ninguna ayuda. Tengo una gran responsabilidad y no puedo asumirla en estas duras y horribles condiciones. Esta guerra genocida nos lo ha arrebatado todo, incluidos nuestros hogares y nuestras almas. Espero que alguien pueda ayudarme a navegar por esta realidad sombría y totalmente inevitable. Y rezamos para que se ponga fin a esta guerra en el nuevo año».
Mientras continúe la guerra y el bloqueo humanitario de Israel, se esperan más muertes por el frío. «Necesitan refugios adecuados, una nutrición equilibrada y un entorno saludable, así como medicamentos», afirmó Abu-Habel. «Sin embargo, esto es inviable, ya que ahora se permite la entrada de todas estas cosas. El fin inmediato de la guerra solucionaría las cosas. Pero mientras el frío siga azotando Gaza, no debe sorprendernos que más personas, sobre todo niños, mueran de hipotermia en las próximas semanas.»
Texto original: Drop Site News, traducido del inglés por Sinfo Fernández.
Abubaker Abed es un corresponsal de guerra accidental de Deir al-Balah, en Gaza. Se vio arrojado a una zona de guerra activa para informar sobre el genocidio. Es periodista y comentarista de fútbol.